Recuerdo que la primera vez que leí Watchmen no entendí muy bien qué significaba aquel misterioso cómic de piratas titulado Relatos del navío negro que de vez en cuando salía en escena. En la primera lectura evidentemente no le das mucha importancia, pero es en las siguientes cuando empiezas a reflexionar sobre la naturaleza del cómic, y a sacar tus propias conclusiones. Y con respecto al tema, hay diferentes interpretaciones, desde que el protagonista es una alegoría de la vida de Adrian Veidt hasta que incluso tiene que ver con el propio Rorschach. Más allá de eso, lo cierto es que es un ejercicio de metaficción muy interesante, que ha tenido incluso una adaptación animada de 26 minutos dirigida por Mike Smith y Daniel DelPurgatorio que salió a rebufo de la famosa película de Zack Snyder.
El caso es que cuando en DC Comics plantearon el proyecto Antes de Watchmen, pensaron que sería una herejía olvidarse de un elemento tan popular como el del cómic de piratas. Así pues, el tristemente desaparecido
La historia comienza en 1771, y está narrada por Gordon McClachlan, un oficial de la marina británica que además de narrador es el protagonista de la historia, y que, tras ser su barco destrozado por una fragata española, queda como único superviviente de toda la tripulación. Tras su naufragio, Gordon queda a la deriva hasta que se da de bruces con el Holandés Errante, el mítico barco protagonista de tantas leyendas tripulado por no muertos y condenado a navegar eternamente por los siete mares, y que está capitaneado por el corsario carmesí. A partir de entonces, Gordon se ve envuelto entonces en una oscura odisea de supervivencia repleta de horrores de todo tipo, con momentos de puro terror y violencia gore.
Y sí, es cierto que a pesar de que homenajea al tebeo de Moore, Gibbons y el propio Higgins, lo cierto es que no cumple la misma función de metaficción que cumplía el cómic de piratas en Watchmen, ni tampoco se relaciona ni conecta con ninguna de las miniseries de Antes de Watchmen, o al menos yo honestamente no he sido capaz de ver la conexión. Además, hay que decir del final, que aunque tiene bastante sentido, podía estar mejor contado y escrito, quedando una extraña sensación agridulce de una historia atrapante e intensa a la que solo le ha faltada la guinda final para ser completamente redonda. No obstante, es una obra muy interesante tanto para todos aquellos que quieran completar su colección de Antes de Watchmen, como para los que por diferentes motivos no quieren saber nada de ésta, ya que es una historia absolutamente independiente en argumento y género. Y si aun así, no te atreves a ir a la librería y comprarlo, siempre puedes echarle un vistazo en digital, ya que está publicado gratuitamente por la propia DC Comics en su página web, y a partir de ahí decidir si merece un sitio en vuestra estantería o no.
En el apartado artístico tenemos a John Higgins como artista completo al dibujo, entintado y color. Al artista británico le conocemos no solo por Watchmen, sino también por su trabajo en La broma asesina, en Juez Dredd o en Swamp Thing, entre otras, destacando especialmente su labor como colorista. En esta historia, Higgins realiza un trabajo espléndido, no solo por lo completo que es, sino por la calidad en sí misma. El estilo del dibujo es realista y sucio, que recuerda incluso un poco al original metatebeo de Gibbons, con buenos matices y detalles, como los diseños de los barcos o las vestimentas, y con una buena utilización de las sombras, que va muy acorde con el tono violento y oscuro de la obra. Es destacable también el uso color, en el que el artista utiliza una gama de grises, que no llega a ser blanco y negro del todo, pero en el que el único color que realmente destaca aparte de esos dos es el rojo, lo cual intensifica la sensaciones angustiosas que transmite el relato.
No solemos hablar demasiado de los rotulistas, cuya función es muy importante en este medio, y de la que se habla poco, siendo así infravalorada, cuya infamia además confieso haber cometido en ocasiones de forma inconsciente. Es por ello que para redimirme un poco, quiero destacar la labor de
Guión - 7.8
Dibujo - 8.4
Interés - 7.5
7.9
¡Ah del barco!
Un estupendo relato marítimo de horror, que aunque sirve de homenaje a Watchmen, no cumple la misma función de metaficción. No obstante, es una lectura intensa y satisfactoria.