Este artículo empieza con una anécdota. Lo sé, lo sé. Empezar un texto de análisis y opinión con una experiencia personal es la forma más segura de quedarse sin lectores en la segunda línea. Pero que se la va a hacer. Quizá una pequeña anécdota pueda aportar algo de luz sobre el tema del que vamos a hablar.
Cuando era niño acompañaba a mis padres a hacer la compra, imagino que como hacen casi todos los niños. Por aquella época (yo debía tener nueve o diez años) los derechos de publicación de los comics DC en España acababan de cambiar de manos. Con la pérdida de derechos en favor de Planeta, Norma inundó las grandes superficies (Corte Inglés, Carrefour, VIPS) de comic a precio de saldo. Imagínate. Ibas a comprar pan y te encontrabas con John Constantine, Swampy y Morfeo vendiéndose a precios irrisorios. Nunca hubo niño más feliz (pero supongo que eso lo decimos todos).
La primera vez que me topé de frente con comics de Vertigo me llevé para casa los tomos cuatro y seis de The Sandman, el primer tomo de Fábulas, dos tomos del Hellblazer de Paul Jenkins…y los dos primeros tomos del Animal Man de Grant Morrison.
Siete librillos pobremente editados. Apenas doscientas páginas que lo cambiaron todo.
El resto vino rodado a partir de ahí. Una historia. Mi historia. La historia de muchos. La historia de todos.
De entre esos comics hay uno que recuerdo especialmente.
Se llamaba El Evangelio del Coyote, y era el primer capítulo del segundo tomo de Animal Man. Estaba escrita por un tal Grant Morrison y era una historia extraña. Estaba dibujada con dos estilos diferentes, y nos contaba la ascensión y caída a los infiernos de Craftie (trasunto del coyote que persigue al correcaminos). Con el paso del tiempo, he ido dándome cuenta de que Morrison intentaba introducirnos en vena y en apenas 22 páginas una especie de resumen de El Paraíso Perdido de John Milton. Todavía no he olivado aquella extraña parábola.
Animal Man es una creación del guionista Dave Wood y del dibujante Carmine Infantino. Hizo su aparición en una historia titulada I was the man with animal powers, en Strange Adventures 180, en Septiembre de 1965.
Buddy Baker era un tipo normal y corriente que en un buen día se topó con un ovni que le dio la capacidad de adquirir las habilidades de cualquier animal con el que entrase en contacto. Tanto el propio concepto de la serie y su poca originalidad (unos aliens que otorgan poderes a la gente era un concepto muy visto ya en aquella época) y el aspecto anodino de Buddy (un hercúleo americano rubio y de ojos azules) auguraban un rápido descenso hasta el olvido. Buddy no saldría del limbo editorial, hogar de los personajes olvidados, hasta los locos años ochenta.
Marv Wolfman pondría a punto al Universo DC en su Crisis en Tierras Infinitas hacía la mitad de aquella época. Uno de los muchos detalles memorables de aquella historia es el grupo conocido como Los Héroes Olvidados, organización que luchaba contra Los Villanos Olvidados (Wolfman y Gil Kane ya habían introducido a este peculiar grupo en Action Comics Vol.1 #545, número de Julio de 1983). Buddy Baker fue reclutado para la causa, y fue también el único miembro al que los editores de DC consideraron digno de tener una serie propia.
Pero antes de hablar sobre la entrada de Morrison en la serie, debemos retroceder forzosamente unos cinco años. Nuestro destino es la ciudad obrera de Northampton. Alan Moore ha revolucionado la escena del comic británico con Capitán Britania, V de Vendetta y, sobre todo, Miracleman. Los superhéroes con super-problemas ya existían desde la época de Lee y Kirby, pero hasta el momento la realidad cotidiana quedaba supeditada a la fantasía y la épica. Nuestra realidad se acercaba al mundo de los superhéroes hasta casi tocarlos (esto, y no otra cosa, es el famoso sense of wonder marvelita) y la gran aportación de Moore fue darle la vuelta a este paradigma, aproximando a los superhéroes a nuestro nivel de realidad.
A raíz de este éxito, una nueva ola de temperamentales e imaginativos guionistas británicos tomaron a los superhéroes por asalto, encabezados por el propio Alan Moore, quién, en Swamp Thing, ayudó a configurar una fórmula que a la postre sería el origen del sello Vertigo: personaje olvidado recuperado por un autor de prestigio se convierte en un éxito de crítica y público.
The Sandman de Neil Gaiman, Shade de Peter Milligan o Starman de James Rominson son ejemplos de este método de trabajo, pero no hay duda de que el guionista que ha sabido cultivar mejor esta manera de entender el comic es Grant Morrison. La mayor parte de su carrera se basa en la aplicación de esta fórmula, alcanzando la mayoría de las veces resultados excelentes. Animal Man fue la primera (y quizá la mejor) ocasión en la que Morrison experimentó con la extraña alquimia de los personajes olvidados.
Su etapa se extendió entre 1988 y 1990, y aunque los primeros números de la colección fueran herederos directos de la visión y el trabajo de Moore, a partir de El Evangelio del Coyote (número 5 de la colección publicado en 1988) Morrison empezó a realizar un trabajo más experimental y personal. Desde este punto la colección navegaría entre dos aguas: las inquietudes ecologistas de Morrison y la reflexión acerca de la naturaleza y el carácter de realidad de los personajes de ficción.
Estas son inquietudes que acompañaran a Morrison a lo largo de su carrera, pero, en realidad, no estamos aquí para analizar la etapa del escocés en Animal Man (necesitaríamos otro artículo), ni tampoco para glosar sus alabanzas. Nuestro objetivo bien podría ser el contrario: descubrir a ese otro Buddy Baker, al Buddy Baker que tuvo una vida después de la marcha de su creador.
Morrison se marchó de Animal Man en el número 26, dejándola, sabiamente, en lo más alto, tanto en calidad, como en crítica y ventas. Sustituirle no iba a ser sencillo, pero Karen Berger (responsable de traerse para América a la mayoría de los autores de la Invasión Británica y fundadora de la línea Vértigo) no se comió mucho la cabeza.
Peter Milligan era un amigo personal de Grant Morrison y un ferviente seguidor de las ideas de Morrison respecto a lo que era y debían ser los comics de superhéroes (casi se podría decir, de manera sintética, que en aquella época existían dos modos enfrentados de entender al superhéroe: el de Morrison y el de Moore). Más allá de eso, había demostrado en obras como Johny Nemo o Skreemer ser un guionista extraordinario.
Milligan (quién por entonces ya estaba escribiendo Shade) quiso entrar a saco en la colección y distanciarse todo lo posible de Morrison. Una tarea complicada, puesto que Buddy Baker se había convertido en el alter-ego del genial escocés.
En el primer número de su étapa, publicado en 1991, Buddy se despierta después de tres meses en coma. Aunque todo parece igual, todo es diferente: su mujer fuma, tiene el pelo de otro color y Hitler fue ahorcado. Además, nuestro protagonista empieza a experimentar nuevas transformaciones relacionadas con sus poderes.
Curiosamente, esta etapa de la colección de Animal Man tiene poco que ver con la etapa de Morrison en el comic homónimo, estando más relacionada con la Doom Patrol del mismo guionista. Por las páginas de este comic empezarán a pulular personajes extraños y surrealistas, como Nowhere Man, un tipo que habla con frases de William Burroughts, muy en sintonía con el Mr.Nobody de la Hermandad Dada ( Milligan también utilizaría en algunos puntos de su historia la técnica del cut-up popularizada por Burroughts).
Sin embargo, el cambio mas destacable lo protagoniza la propia psique del héroe. Hasta el momento, Buddy había sido el arquetipo de héroe perfecto: un ser guiado por su sentido de la moral y el sacrificio, tal y como a Morrison le gusta que sean sus protagonistas. A partir de la etapa Milligan, Buddy comienza a absorber no solo las capacidades de los animales que mimetiza, si no también su carácter y sus costumbres, convirtiéndose en un héroe más oscuro y un tanto más violento.
La etapa de Milligan (comprendida entre los números 27-32 de la colección) apenas duró seis números. Un fracaso de público y un balance injusto para un gran comic. Aun así, es posible explicar el porqué de este fiasco. La causa más evidente es el peso del legado de Morrison. Aunque Milligan hubiera alcanzado el nivel de excelencia del genial escocés, la pátina personal que este había imprimido a la serie era muy difícil de olvidar. Además, es evidente que Milligan no es un autor para todo el mundo. Amigo de la experimentación formal, sus comics (sobre todo los de su primera etapa) son de todo menos complacientes. Hay que recordar que el mayor logro de la carrera de Milligan (Shade, el hombre cambiante) se canceló a pocos números del final por falta de ventas.
Milligan se arriesgó. Fue valiente. Eligió empezar de cero donde otros habrían seguido explorando un camino que ya no podía ser transitado. Fracasó.
El elegido para sustituirle fue Tom Veitch. Su hermano, el archi-conocido Rick Veitch, había sido el encargado de aumentar la mitología de Swamp Thing después de la marcha de Moore. La negativa de DC a que Swampy cruzará su camino con el de Jesucristo motivo su salida de la serie (Rick Veitch es también el autor de El Maximortal, un comic fantástico que conseguí a precio de saldo poco después de Animal Man, en aquellos lejanos buenos tiempos de los que hablaba al principio).
La etapa de Tom Veitch (comprendida entre los números 33-50, 1991-193) es el germen del actual Animal Man. Los comics de Morrison eran un caso aparte (casi podría decirse que pertenecen a otro mundo, a un mundo particular y único), y el tono de los números de Milligan no acababa de funcionar. Veitch (ayudado por el gran Steve Dillon, en su primer trabajo para el mercado americano) encontró una solución a este callejón sin salida aparente con una truco tremendamente obvio visto con la perspectiva del tiempo: olvidarse del origen alienígena de los poderes del personaje y dotar a estos de un carácter totémico.
Sin embargo, el verdadero responsable de aprovechar todo el potencial de esta idea fue nada más y nada menos que Jamie Delano.
Jamie Delano se convirtió en amigo personal de Alan Moore desde que este le salvó, figuradamente, la vida. Delano era uno de tantos punks derrotados por las políticas laborales de Margaret Thatcher. Cuándo la fiebre del «hazlo tu mismo» terminó, Delano se vio obligado a trabajar como taxista. Hasta que un buen día, Alan Moore entró en su taxi. Cuando Delano le reconoció y le dijo que quería ser guionista, Alan Moore le prometió encontrarle trabajo. Hellblazer resultó ser ese trabajo.
Animal Man es la otra obra maestra de Jamie Delano, un guionista injustamente olvidado y apartado del grupo de los grandes, quizás porque sus mejores comics (Hellblazer y Animal Man) son continuaciones directas del trabajo de Moore y Morrison. Se suele decir que Delano es un mediocre entre los grandes, lo que es tremendamente injusto y supone olvidar una habilidad sorprendente para crear atmosferas terroríficas y una prosa con cualidades e influencias poéticas.
En Animal Man, sin embargo, Delano deja un tanto de lado la poesía y se centra en el terror puro, muy influenciado por los primeros números del Swamp Thing de Alan Moore.La etapa de Delano empieza con un cambio radical: Buddy y su familia viven ahora apartados de la sociedad en una granja a las afueras de Vermont, buscando entrar en contacto con el mundo natural.
Si las aventuras Alec Holland, la planta que creía ser un hombre, empezaban con su muerte, las nuevas aventuras de Buddy Barker, el hombre que creía ser un animal, comienzan con su asesinato. No acaban aquí las similitudes. Delano se propone forzar los límites de Animal Man como Moore había forzado los de Swamp Thing, descubriendo de paso, que, en el nuevo tipo de comic encabezado por Vértigo, no existian los limites. Animal Man emprende, como hiciera Allec Holland en su día, una odisea de auto-descubrimiento ultraterrena. En su viaje se pondrá en contacto con las fuerzas de El Rojo, los representantes de la fuerza animal (Alec se encontró anteriormente con El Verde, las fuerzas del mundo vegetal). Las páginas en las que Animal Man realiza su viaje místico son realmente terroríficas, dejando de lado esa versión un tanto almibarada de la naturaleza animal que nos presentó Grant Morrison, por una perspectiva que, sin dejar de respetar la sabiduría natural del planeta, no obvia la crueldad inherente a esta.
Para cuando Delano terminó su primer arco argumental (titulado Flesh and Blood) el sello Vértigo ya había sido creado oficialmente, y Animal Man se convirtió en una de las primeras cinco colecciones de DC Comics “para lectores adultos” a partir de su número 57 (Marzo de 1993, la misma fecha en que el emblema de Vértigo empezó a imprimirse en las portadas).
Delano es continuista con los planteamientos ecologistas de Moore y Morrison, y en los siguientes números de su etapa la casa de Buddy y su familia se convertiría en una especie de comuna hippie, donde los animales podían vivir en libertad, y en su refugio para descarriados. La misión vital de Animal Man consistiría a partir de entonces en evitar que los humanos y las bestias se destruyeran mutuamente. Llegaría incluso a atacar Washington DC ante las continuas tropelías de los humanos para/con sus hermanos animales (Swamp Thing atacó Gotham City en los últimos números de Moore en la colección).
El carácter de Buddy no deja de cambiar durante esta etapa. No solo mimetiza el carácter de los animales de los que toma sus poderes, si no que en ocasiones se transforma en una gigantesca criatura hibrida: una avatar de El Rojo. Además, Buddy no duda en mantener relaciones sexuales con una inquilina que se aloja en su casa, incluso aunque Helen lo sepa (según él, existen muchos tipos de amor).
Durante esta etapa la hija de Buddy, Maxine, con fuertes conexiones con El Rojo, se vería involucrada (en los números 66, 67 y en Animal Man Annual 1) en una especie de crosover de la familia Vértigo orquestado por Neil Gaiman. En La Cruzada de los Niños (1993-1994), Roland y Payne (The Dead Boys Detectives), Tim Hunter, Tefe (la hija de La Cosa del Pantano), Suzy (la hija de Orquidea Negra), Dorothy (de la Patrulla Condenada) y la propia Maxine debían viajar hasta El País Libre para rescatar a un grupo de niños desaparecidos durante las cruzadas.
En los arcos siguientes Delano se dedicaría a explorar incansablemente temas como la religión organizada, la vida después de la muerte, las relaciones de padres e hijos o las bases del contrato social.
Lamentablemente, nada dura para siempre. Y mucho menos lo bueno. Delano dejaría la colección en el número 79 (Enero de 1995), después de convertirse en el guionista que durante más tiempo ha escrito las aventuras de Animal Man. En su último número Delano decidió morir matando y forzó los límites del buen gusto hasta límites insospechados. La transformación de Buddy en un nuevo mesías terminaba con la inmolación de este mientras los seguidores de la nueva religión animalista que había fundado se entregaban a una debacle orgiástica.
Cuando DC decidió continuar con la serie, el nuevo guionista, Jerry Prosser, se encontró con el mismo problema con el que se había encontrado Peter Milligan: ¿cómo continuar con una serie que ya había dicho todo lo que tenía que decir?
La etapa de Jerry Prosser (números 80-89, 1995) uno de los editores que acababa de fundar Dark Horse, es un gran misterio. No solo porque sea tremendamente difícil de encontrar, como la etapa en Swamp Thing de Grant Morrison y Mark Millar, si no porque es directamente incomprensible. Si los números de Morrison eran existencialistas, los de Milligan psicodélicos y los Delano terroríficos, los de Prosser eran simplemente caóticos. El guionista parece recurrir a elementos como el chamanismo, los marcianos, el nuevo hijo de Buddy (fruto de las relaciones con la inquilina mencionada mas arriba) o los dioses africanos sin un propósito claro en mente. DC borró a Prosser, literalmente, de la continuidad, y canceló Animal Man en el número 89.
Como decía la canción de Bob Dylan, los tiempos estaban cambiando. Habían pasado casi diez años desde el Swamp Thing de Alan Moore, y los adolescentes que disfrutaban con el tono torturado y existencialista de, por ejemplo, La Ultima Cacería de Kraven o el Daredevil de Frank Miller, buscaban otro tipo de emociones y relatos. La segunda oleada de Vértigo, capitaneada por una nueva generación de británicos al principio y americanos después, se orientó hacía la ciencia ficción (Los Invisibles de Morrison, Transmetropolitan de Warren Ellis) y, sobre todo, el noir intenso y el realismo sucio que había popularizado Sin City de Frank Miller (Predicador de Garth Ennis y Steve Dillon, La Escena del Crimen de Ed Brubaker y Michael Lark, 100 Balas de Brian Azzarello y Eduardo Risso). Muchos de estos nuevos comics buscaban el equilibrio y la retroalimentación entre guión, dibujo y color. La predominancia de uno de estos factores se olvidó en favor de una exploración de todos los recursos que ofrecía y ofrece un medio como el comic. El fantástico no volvería a Vertigo hasta la llegada de Fábulas, en 2003, y aún entonces esta seríe tuvo que iniciar sus andanzas con la forma de un procedimental puro. En la moderna Vértigo ya no había sitio para Animal Man.
Mucho de esos adolescentes de los que hablábamos más arriba también deseaban una vuelta los tiempos más inocentes de la Edad de Plata. En realidad, este movimiento conservador venía gestándose desde la época de Mark Waid en Flash y desde Marvels, de Kurt Busiek y Alex Ross. El omnipotente Morrison decidió, como buen admirador de la Edad de Oro y Plata que es, subirse al carro con una genial etapa en JLA. Estos comics, aunque parten de los mismos principios, están a años luz de las obras de Waid y Busiek. Morrison aprovechó para integrar en la continuidad DC a muchos de los personajes Vértigo, entre ellos a Buddy Baker (aunque, un poco antes, esta había aparecido en Aquaman 35, Agosto de 1997).
Morrison decidió olvidarse de las etapas de Milligan, de Delano e incluso de la suya propia para presentar (en JLA 27, Agosto de 1999) a un Animal Man, con traje naranja y todo, cuyo principal interés consistía en tener poderes de animal. Ni más ni menos.
Las cosas habían cambiado mucho en una década. Resumido de una manera esquemática, Marvel se había posicionado, de nuevo, como la editorial que hacía comics “modernos” (gracias a una fuga de talentos de DC hacía Marvel que incluía a Millar, Brubaker, Milligan y, si, de nuevo Morrison), mientras que DC era la empresa de los comics “clásicos”.
La tercera ola de Vertigo (con Fabulas, Scalped y Lucifer a la cabeza) empezaba a mostrar signos de agotamiento, mientras un ciclón llamado Image asomaba en el horizonte (enarbolando obras como Invencible, The Walking Dead o Casanova). Entre tanto, empezaba a rodarse una película por la que nadie daba un duro. Se llamaba Iron Man.
En esta tesitura, perdiendo terreno a marchas forzadas, los responsables de DC decidieron que había llegado el momento de un cambio. El movimiento de los Nuevos 52 fue tremendamente polémico en su momento, pero, a la larga, su estrategia ha demostrado que funciona. Un plan que consistía, en primer lugar, en atraer hacía la editorial a nuevas promesas (como Scott Snyder y Jeff Lemire) mientras mantenía inamovible el estatus de los referentes de la editorial (como Geoff Johns o Grant Morrison), y, en segundo lugar, en rescatar a personajes olvidados entre años y años de tebeos en el cajón de sastre de la editorial.
Animal Man fue uno de esos personajes.
En los diez años mencionados mas arriba, las apariciones de Buddy pueden contarse con los dedos de una mano. Tras los cameos obligados en eventos como Crisis de Identidad o Crisis Infinita (donde Buddy volvería a encontrarse con Los Héroes Olvidados), Buddy tendría un papel relevante en la serie semanal 52. En Justice League of America 25, se volvería a poner en duda el origen de los poderes del personaje, con la aparición del dios africano Anansi. Tras esto llegarían mas cameos (en Cry for Justice y La Noche mas oscura) y una miniserie, escrita por Jerry Conway, The Last Days of Animal Man, en la que llevaría a Buddy a un futuro post-apocalíptico.
Una trayectoria algo errática que no auguraba un futuro prometedor. Hasta que llegó Jeff Lemire.
Jeff Lemire es uno de los nombres de referencia de los últimos años en el mundo del comic; entre otras razones por series como Animal Man. Cuando se hizo cargo de las aventuras de Buddy Barker, Lemire estaba lejos de ser el escritor multiempleado y superestrella que es hoy. En su bibliografía apenas la maravillosa Essex County y con la no menos increíble Sweet Toth.
El gran acierto de Lemire en Animal Man fue la integración de elementos provenientes de otras etapas de la serie. De Grant Morrison tomó su descripción de las dinámicas familiares, mientras que de Jamie Delano adoptó las cuestiones relativas a El Rojo y al poder totémico. En pocas palabras: Lemire logró alcanzar el equilibrio.
Al mismo tiempo, otro joven escritor (hoy también una superestrella) llamado Scott Snyder se encargaba de limpiar de polvo y paja la historia de Swamp Thing (un personaje laberintico, involucrado con nombres como Rick Veith, Neil Gaiman, Grant Morrison, Mark Millar o Brian K.Vaughan) para volver a las raíces de la época de Alan Moore. Snyder quería regresar al El Verde, a Abigail Arcane y Anton Carne. Y, de paso, inventarse una tercera fuerza que pugnaba por conquistar el mundo: La Putrefacción.
De repente, Buddy y Swampy habían vuelto. Los viejos tiempos habían vuelto. No duró mucho.
El leitmotiv de esta etapa es como ya hemos apuntado el enfrentamiento entre las fuerzas de El Rojo, El Verde y La Putrefacción. Sin embargo, a un nivel mas personal el mayor cambio es la revelación de Maxime como el nuevo avatar de El Rojo.
Jeff Lemire escribió la serie durante 29 números y terminó el maravilloso espejismo del retorno de Animal Man con la muerte de su hijo (aunque aún escribiría unos cuantos números mas después de esto), pero el momento más memorable del Animal Man de Jeff Lemire y del Swamp Thing de Scott Snyder es el cruce entre las dos series. Mundo Putrefacto es la culminación de un proyecto fracasado. Un bonito sueño que acabó antes de tiempo: la recuperación de los tiempos, el tono y los personajes de la Vertigo primigenia. Un bonito vistazo por encima del hombro hacía una época que ya no volverá.
Buddy Baker. Poderes de animal. Héroe ridículo. Marinero sin brújula de los mares de la ficción. Hombre del olvido. Defensor de los animales. Espíritu de El Rojo. Mesías y chamán. Actor. Hogar de los más grandes guionistas. Superhéroe, marido y padre. Animal Man.
Gran repaso, Pablo!
Leí hace pocos meses desde la etapa de Morrison a la de Delano (los números de Prosser no he llegado a leerlos, ahora me entra curiosidad) y cada una tiene un sello propio que parece tirar del personaje en una dirección diferente. Sobre todo lo relativo a sus poderes, su origen… para mí eso devalúa y descafeína al personaje, ya que pierde «continuidad» y cada autor hace lo que quiere con él. Que no digo que esté mal, sino que a mí no me ayuda a engancharme.
De estas 4 etapas, me quedo sin duda con las de Morrison y Delano, por su profundidad y sus principios animalistas. La etapa de Delano es casi un panfleto de ideas sobre ecologismo (entendido en el buen sentido) y una crítica a la sociedad de consumo.
Animal Man siempre me ha parecido un personaje con un enorme potencial (y con un límite de poder casi inimaginable). Es una pena que se quede en el tintero de los editores.
Muchas gracias!! Les echaré una lectura! 🙂
A mi los 10 o 12 primeros números de Delano en Hellblazer me parecen acojonantes. Los he releído no se cuantas veces.
Sin embargo sus comics a partir de allí cada vez se me hacen inleibles por aburrimiento. Su etapa en Animal Man no la pude ni terminar.
Lo que más me harta es que parece que en cada escena deban hablar de algo como tener la regla o cosas así. No se si para parecer adulto y todo lo contrario a los piyameros. Pero es que parece que cada dialógo vaya de temas así .Si lo releyera y fuera dando el ejemplo seguro lo entenderias. Pondria scene 1: dialogo. Scene 2: dialogo. Se ve muy claro. Pero a mi me harta. Y al final sale una viñeta de su hijo y dices a ver de que hablara, de que le ha salido algo en los cojones, estara espiando una puta? acabara de ver a saber que…
PD: alguien más sabe de lo que hablo?
Entiendo de lo que hablas. Es cierto que es pesado, pero creo que en ese momento hablaba de temas que eran prácticamente tabú, haciéndolos visibles y normalizándolos.
Será más o menos acertado en las formas, pero la intención estaba ahí.
Hombre, lo de que Shade es el mayor éxito de la carrera de Milligan es discutible. Si es por ventas tiene trabajos que han vendido mejor (dentro de sus obras destacadas, quiero decir). Y si es por ser redondas, hay trabajos de los que está más satisfecho, que él quería acabar la serie en el 50 pero Berger le insisitió en que siguiera.
En cuanto a Animal Man, es que él no se había leído lo de Morrison, así que es normal que su trabajo se distancie.
Muy buen articulo Pablo , felicitaciones. A ver si me miro estas etapas que estoy pegao con ellas.
Gracias por el artículo y esperando con ganas ese otro artículo que analice la etapa de Grant Morrison en profundidad.