AIDP: La Diosa Negra

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Cuando Alan Moore deslumbró a propios y extraños con su Lección de anatomía (Saga of the Swamp Thing #21 – Febrero 1984), llevando a su máxima expresión un ejercicio que ya había realizado en Capitán Bretaña, puso de manifiesto que todo personaje es susceptible de albergar una buena historia en su interior. En la práctica era algo que muchos autores ya intuían y que, de hecho, cabeceras como el Uncanny X-Men de Claremont, Cockrum y Byrne o el The New Teen Titans de Wolfman y Pérez habían dejado patente algunos años antes, haciendo recaer sobre los hombros de héroes de nuevo cuño el peso de buena parte de las tramas a desarrollar.

Dicha constatación, no obstante, conllevaba para el aficionado cierta revelación incómoda: también toda historia tiene su final. Incluso aunque algunas sagas se esfuercen en evitar el patrón de presentación-nudo-desenlace, sobrellevamos una existencia de horizontes finitos y nuestros relatos así tienden a reflejarlo, aun cuando apunten en dirección contraria. Por más que la industria del cómic se haya asentado sobre la sacralidad del personaje protagonista que se repite entrega tras entrega y que el público lector ansíe mayoritariamente esta opción, los modelos narrativos asentados sobre la noción de «continuidad» han acabado viéndose abocados a la iteración, «reseteando» cada cierto tiempo a sus estrellas (más a las claras en los diversos reboots de la Legión o de formas diversamente disimuladas en el Brand New Day de Spiderman o en los diversos relanzamientos de Green Arrow… por poner solo dos ejemplos).

Todo ello, por obvio que resulte, pocas veces es asumido plenamente por la industria del comic-book, en buena parte porque los aficionados prefieren mantenerse fieles a aquellos personajes «gastados» con los que ya se «vincularon» años atrás antes que probar con otros nuevos, en buena parte también porque el talento siempre ha sido un bien escaso y son muchas las convenciones que no siempre facilitan su florecimiento. No deja de ser motivo de alegría, pues, que el renombre de Mike Mignola, su indudable don para alumbrar personajes carismáticos, la calidad de creadores como John Arcudi y Guy Davis y las dinámicas editoriales de una empresa como Dark Horse Comics hayan permitido el «milagro AIDP». Y es que AIDP es una serie de -relativa- nueva creación que ha incorporado un gran número de los discursos que hicieran grande el comic-book dentro de una «macedonia» de situaciones distintas y rostros por descubrir que consiguen embarcar al léctor en una de aquellas apasionantes epopeyas superheróicas -¿dijimos X-Men y Titanes?- como si de la primera vez se tratase.

Analizadas ya en anteriores artículos (enlaces al final del post) las muchas virtudes y originalidades de esta obra, nos detendremos hoy en algunos de los lugares comunes más destacados del género superheróico que se encuentran hábilmente representados en esta recomendable cabecera.

 Los personajes son importantes… por eso no dudaremos en sacrificarlos.

A la manera de lo que hicieran en su momento Wolfman y Pérez con Starfire, Ciborg y Raven, Mignola y sus colegas apuestan por generar personajes de pasado esquivo y sugerente cuya historia se integra e influye en el discurrir principal del relato. Así hacen buena la premisa según la cual la caracterización es un elemento fundamental de cualquier narración que quiera hacer mella emocional en el lector y, llevándola a su máxima expresión, no tienen reparos en martirizar a sus protagonistas de diversa manera. Posibilitan entonces una intensa rotación en el reparto de la serie, consiguiendo con ella tanto seguir presentando sin parar a nuevos personajes como acumular pérdidas, tragedia y añoranzas sobre los que logran sobrevivir, imbuyéndolos así de una empática tridimensionalidad a la par que de cierto halo de fatalismo.

Dark Horse/Davis/Mignola


 Busco a alguien… que me quiera.

Parte de esa trimensionalidad de la que hablábamos se concreta a través de ejemplificar mediante diversas situaciones la necesidad de aceptación, reconocimiento y afecto propia del ser humano. Como les sucedía a Ben Grimm o a Rondador Nocturno, en AIDP son el homúnculo Roger y el ectoplásmico Johann Krauss quienes mejor han reflejado la intensidad con la que todo ser humano precisa, respectivamente, de la aprobación de una figura referente o de un amor tanto romántico como sensual. La busqueda de Abe Sapien a través de su pasado no estuvo tampoco exenta de ciertas connotaciones sentimentales, aunque de hecho son todos los integrantes del grupo quienes en mayor o menor medida se apoyan los unos en los otros para mejor tolerar su condición y soportar las agoreras circunstancias que se presentan ante ellos, siguiendo una tradición que arranca con la Primera Familia Marvel y que desde entonces no ha dejado de nutrirse con nuevos ejemplos.



 Un gran poder… supone un gran peligro.

Poco a poco, a medida que avanzaba la serie, hemos podido ir comprobando que Liz Sherman es bastante más que una simple piroquinética y que «su fuego» está revestido de características sobrenaturales. De alguna forma, ha sustituido a Hellboy en este particular subuniverso, por su condición de figura clave que -sin que se sepa muy bien cómo- es capaz de decantar las tornas de una batalla en favor de la humanidad. Ahora bien, ese mismo poder, por ser desconocidos tanto su origen como su pleno alcance, despierta la inquietud de todos los que la rodean y de ella misma. De hecho, dentro del género antecedentes de este tipo (¿alguien dijo Fénix?) no suelen resultar demasiado prometedores… y por eso mismo nos mantienen con el corazón en un puño, aumentando mes tras mes la carga dramática de la saga.

 El lado oscuro anda al acecho.

Por supuesto, si tenemos a un personaje de poder infinito y con escaso control sobre el mismo, ¿qué mejor que se entrometa en su vida otro personaje de intenciones turbias o directamente maléficas? El rol que tan hábilmente jugó Mente Maestra en la Saga de Fénix Oscura o Trigon en El Terror de Trigon lo desempeña aquí Memman sa, un sucedáneo de Fumanchú que quiere a Liz para él solito, seguro como está de que solo bajo su tutela el poder de la chica podrá detener el advenimiento del fin del mundo. El problema es que el bigotes no parece muy de fiar y está demasiado dispuesto a sacrificar a media humanidad en su empeño… además de que en sus manos diríase que Liz se ha convertido en una simple marioneta sin alma.

Otro ejemplo de deshumanización presente en la serie, al estilo del que acosara a cierto insigne canadiense en Lobezno: Honor, podemos encontrarlo en la peripecia de Ben Daimyo, curiosamente… también con un wendigo de por medio.

 El universo está en juego.

Y claro, si de por si las cosas no fueran ya lo bastante complicadas, ¿por qué no poner el mundo entero al borde del abismo? Quede claro que en AIDP no se andan con chiquitas y, aunque sus aventuras están repletas de subtramas donde la interacción de personajes y las pequeñas escaramuzas constituyen su mayor atractivo, Mignola es único conjurando las imágenes del apocalípsis lovecraftiano y Guy Davis no le va a la zaga, con lo cual se diría inevitable que esta colección se dirija con paso firme hacia un desolador desenlace. Por el camino, ambos ilustradores siembran sus páginas de inquietantes recreaciones del armagedón, a modo de visiones premonitorias, y logran transmitir con notable acierto la sensación de que semejante amenaza está al caer y nada podrá hacerse para impedirlo. ¿Alguien hace una apuesta más alta? Hoy por hoy, con Thanos y Starlin en horas bajas, yo diría que no.

 ¿Dónde están las mujeres?

Pero no nos pongamos tan serios. A la hora de la verdad, ¿qué sería de nosotros sin las mujeres? O, mejor dicho, ¿qué serían los X-Men o los Titanes sin las curvas de Ororo Monroe o Donna Troy? Pues tal vez AIDP, un imaginario poco dado a la belleza renacentista… pero no por ello carente de alguna que otra femme fatale. Y es que este prototipo femenino que tan sugerentes ejemplos ha dado en el cine o en cómics como The Spirit no parece ser muy frecuente en el comic-book, pero eso no ha supuesto ningún impedimento para que los autores de AIDP le dieran al concepto una nueva vuelta de tuerca con Panya, una antigua momia egipcia revivida a finales del siglo XIX y poseedora de poderes telepáticos. Y, aunque su discapacidad física y sus habilidades nos recuerden al Profesor X y su aspecto quede bien lejos del de cualquier Chica-Byrne, lo cierto es que su personalidad parece sacada de alguna de las muchas indomables mujeres interpretadas por Katharine Hepburn y cada una de sus apariciones supone un verdadero vendaval de aire fresco en un escenario ya de por si agradablemente refrescante.

AIDP 11: La Diosa Negra, Mike Mignola, John Arcudi y Guy Davis; Norma Editorial; 152 págs., color, 15 €.

Ya son unas cuantas las entregas de AIDP que quedan a nuestras espaldas y a estas alturas está claro que la serie no espera a nadie. Es decir, AIDP sigue sumando giros dramáticos de todo tipo mientras continua progresando hacia un desenlace definido. Va cargada, pues, de energía cinético-emocional, habiendo acumulado volumen a volumen situaciones tremendamente desestructurantes para sus protagonistas y abocando a todos ellos a un destino fatídico que aparenta inminente. Concretamente, este número reviste cierta condición de episodio de traspaso, por cuanto la aventura queda inconclusa en su punto culminante y, además, lo mayestático de la trama ahuyenta parte del trabajo de caracterización tan propio de tomos anteriores. Importa poco, puesto que este ejemplar, tal vez más que ningún otro, no está pensado para ser leído aisladamente, sino formando parte de ese tapiz global que Mignola, Arcudi y Davis han venido tejiendo desde AIDP: Los Muertos. De todas formas, que semejante afirmación no ahuyente a nadie. Antes bien, sea acicate para que, si alguno todavía no lo ha hecho, se ponga al día con esta moderna actualización de los mejores dejes que han caracterizado el cómic de superhéroes a lo largo de las décadas: AIDP los aglutina casi todos en un conjunto embelesador y apasionante a partes iguales… y está esperando que la descubráis.

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Juanma
Juanma
Lector
31 marzo, 2011 12:58

Seriaza! El unico defecto que le veo es la cadencia con la que lo saca Norma, que se me hace eterna. Me encanta el dibujo de Guy Davis, y me encanta la historia que estan tejiendo Mignola y Arcudi.

guolberin
guolberin
Lector
31 marzo, 2011 13:02

Digo lo mismo que Juanma, me he enganchado hace poco a esta serie y me encanta

Lord Deu
Lord Deu
31 marzo, 2011 15:00

Lección de anatomía (Saga of the Swamp Thing #21 – Febrero 1984), llevando a su máxima expresión un ejercicio que ya había realizado en Capitán Bretaña,
 
JJAJAAJAAJAJAJAJAJAJAJAAAJAJAJAJAJAJAJAQue complejo de inferioridad Marvelita. Impresionante.

Gambitero
Gambitero
Lector
31 marzo, 2011 15:22

Una pregunta…¿hace falta haberse leido todo Hellboy y conocer bien ese universo para entender AIDP,o se puede leer de manera independiente?

zape
zape
Lector
31 marzo, 2011 15:35

En absoluto, al principio tiene cierta dependencia pero pronto se convierte en una serie perfectamente aotónoma.

Juny Walker
Juny Walker
31 marzo, 2011 15:45

Un aspecto clave de la genialidad de Mignola es su capacidad de delegar. Creo que ha elegido correctamente al equipo creativo y con su capacidad de supervisión está haciendo una de las mejores series del momento. Cada nuevo personaje es carismático y cada trama es mejor que la anterior.

Gambitero
Gambitero
Lector
31 marzo, 2011 15:55

OK,Zape,gracias.Le echaré un vistazo entonces.

Blade Runner
Blade Runner
Lector
31 marzo, 2011 17:53

Ains, cómo voy a echar de menos a Guy Davis… Qué lujazo de dibujante.

Blade Runner
Blade Runner
Lector
1 abril, 2011 23:41

Pues por desgracia sí; ahora mismo no sé dónde lo he leído (¿en algún avance del Previews..?) pero me suena que deja la serie y van a sustituirlo por un tal Tyler nosecuantos… aunque de vez en cuando parece que se encargará de alguna historia cortita… lo que no está mal, pero no es lo mismo ni por asomo.
 
En fin, mucho nos ha durado. Esperemos que el sustituto valga la pena, porque si no AIDP va a perder un montón de gracia.

conan desatado
conan desatado
Lector
3 abril, 2011 0:43

Buenas Toni, estoy pensando después de leer muchas reseñas de AIDP en pedirme los 11 volumenes de un tirón. Tengo todo lo de Hellboy pero hasta ahora no me había animado con esta serie, tengo unas cuantas en la pila de pendientes y la duda es si se tiene en mente acabar en algún número concreto o van a estirar la serie hasta dónde lleguen. Gracias

Blade Runner
Blade Runner
Lector
3 abril, 2011 22:42

Conan, estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Toni. Pídete todos los tomos del tirón o ve poco a poco, pero no dejes de leer la serie, que merece mucho la pena. Además del interés de las propias historias, la ambientación es brutal; Guy Davis es único dibujando criaturas monstruosas y escenarios inquietantes. Dale una oportunidad y verás cómo te enganchas… ^__^

Txewaka
Txewaka
6 abril, 2011 19:22

De acuerdo con todo lo que comentais.
SERIAZA.
Gran equipo creativo que si bien al principio cuesta (sobre todo con el dibujo de Guy Davis) al final engancha irremisiblemente.
Los personajes van ganando con el trascurso de la serie y tanto Abe como Liz y sobre todo la profesora Kate Corrigan (Mulder y Sculli a la vez) se consolidan como grandisimos personajes.
De lo mejorcito del mercado.

Conan desatado
Conan desatado
Lector
10 abril, 2011 18:09

Pues ya me he comprado varios volúmenes pero no he podido encontrar el volumen 3 Plaga de ranas en el Mercado San Antonio, soy de BCN y aprovecho y compro allí que me salen los cómics más tirados de precio. (hoy domingo encontré el tomo 1 de Hellblazer de Delano a 18€, cuando cuesta 25) así que iré al salón del cómic a ver si lo encuentro y algo pendiente de Hellboy que tengo por ahí por leer.