MundoManga: ZN Recomienda: Los Carruajes de Bradherley, de Hiroaki Samura; Ohikkoshi, La Mudanza, de H Samura; Only Yesterday, de Tone/Okamoto/Takahata

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ZN Recomienda: Los Carruajes de Bradherley, de Hiroaki Samura: El bazar de los Sueños Rotos

Edición original: Bloodharley no Basha JAP
Fecha de edición: noviembre de 2008
Guión y dibujo: Hiroaki Samura
Color: B/N
Formato: Libro rústica, 216 págs.
Dolmen (9)

Sinopsis: Estamos en la época victoriana. Los fastos, divertimentos, fiestas, lujosos vestidos y preciosas mansiones tienen una parte oscura. En un país muy parecido a Gran Bretaña eran comunes los orfanatos, donde muchas chicas llegaban de jovencitas al perder a sus progenitores. Ahí pasaban su infancia y juventud. Paralelamente una adinerada familia seleccionaba algunas chicas para que abandonaran los orfanatos y pasaran a ser hijas adoptivas de éstas. Además, las huérfanas iban una vez al año a ver a sus antiguas compañeras en sus actuaciones en las óperas más importantes del país. Para unas era la oportunidad de progresar y enseñar al público lo que habían aprendido en los estudios de ópera, para las otras era la llama que les continuaba permitir viviendo y anhelando una vida mejor. ¿Pero qué pasaba con todas esas chicas que, durante años, habían salido de los orfanatos y que nunca aparecieron en los escenarios? Un terrible destino les aguardaba……

Entre líneas: Darwin proclamaba por esa época que provenimos del mono, pero es posible que los monos prefieran quedarse como monos antes de permitir ciertas barbaridades. La época en las que la mujer empezó a ganar sus derechos como persona y como compañera sentimental de un hombre es también la que esconde una de esas crueldades que solo un ser “avanzado” puede concebir. El autor nos sitúa en la época victoriana de un país imaginario, pero que tiene toda la pinta de ser el Reino Unido de Gran Bretaña. De hecho, da igual. Incluso no importa que ocurra durante el reinado de la Reina Victoria, la atrocidad es la misma. Tampoco importa que, según el autor en el epílogo, haya algunas cosas que no cuadren demasiado en la época citada. Sinceramente si alguien se lee el citado epílogo en la tienda deja el cómic en la estantería. El autor comenta que al principio quería hacer una historia similar a la de “Ana de las tejas verdes”, y encima erótico (de hecho la revista japonesa original donde se publicó por primera vez era una de contenido erótico). Por alguna razón el proyecto se embarulló y él mismo confiesa que no sabía qué hacer con esa historia. Curiosamente y para suerte de todos la jugada le salió bien, casi redonda.

Durante la lectura del tomo a menudo me venía una duda a la cabeza: ¿seré capaz de hacer una reseña del mismo sin citar para nada lo que ahí se comenta? No quiero estropear la sorpresa de lo que considero que es el “core” de todo el asunto, pero voy a intentarlo. Todo el tomo gira en torno a unos sucesos, llamados “la fiesta” o “proyecto 1-14”. Este plan, ideado por el mismo patriarca de los Bradherley, iba dirigido a los presos de larga duración o a los condenados a muerte. Para aplacar sus iras y no ver repetido motines como lo que habían ocurrido meses antes, se habían ideado competiciones deportivas y otras, sin éxito. El macabro plan de Bradherley consistía en ofrecer a los presos lo único aparte de la libertad que notaban en falta, lo que todo hombre tiene en mente y entrepierna, máxime si la mayoría son de clase baja o de muy poca cultura. Sacad conclusiones.

El tomo está dividido en 8 historias, la mayoría muy buenas, pivotando todas sobre la misma premisa, “la fiesta de Pascua”. El lector no tarda en darse cuenta de la maestría del autor en hilvanar todas las situaciones, transmitiendo a través de pequeños detalles información, la justa, para cerrar dudas y abrir otras que se responderán en la siguiente historia. Pese a ser una obra coral, algunos personajes aparecen varias veces, creando una red relacionando historias, situaciones, líneas de tiempo… Con esta técnica y otras, a menudo el autor fuerza al lector a volver varias páginas atrás para darse cuenta de lo que quiere transmitir el autor, y no siempre con palabras (un ejemplo de esto es la viñeta final de la segunda historia, totalmente reveladora, aunque por si acaso no te has dado cuenta el autor revive esa situación en palabras de un personaje de otra historia, aclarando en los bocadillos el “misterio”).

En esta historia de esperanza y decepción, de ilusión y muerte, también cabe un reflejo de la triste actualidad en cuanto a la violencia de género, los demasiado habituales abusos y maltratos a parejas (un 13% de mujeres en Japón, datos de 2005): la auto culpación de la mujer, recriminándose no haber hecho mejor sus deberes, su papel como mujer y madre, al lado del omnipotente marido, sumando así al dolor físico de los maltratos un tormento psíquico muy difícil de superar.


La mirada de la impotencia…

El autor ha tenido el acierto de mostrar la misma historia (en general, no una misma situación explícita) desde varios puntos de vista. Vemos a todos los afectados por el asunto, desde las propias chicas hasta los reos, pasando por los capataces de los orfanatos. Muchas preguntas te corroen la cabeza: ¿quién más sabe sobre esta barbarie? ¿Bradherley (al que nunca le vemos la cara, de hecho, se antoja como algo lejano, una mansión lejos de la ciudad, inalcanzable, muy apropiado para el destino de las chicas), es ángel o demonio? Algunos personajes son un vehículo para explicar ciertos detalles del argumento, y algunos momentos son clave para profundizar sobre ello, como el preso político que sabe más de la cuenta.

Cualquier obra que se base en relatos distintos y cortos puede verse criticada por el hecho de que algunas historias sean mejores que otras. Es algo innato en este tipo de creaciones. En este caso, y pese que en comparación algunas de las historias puedan perder empaque o importancia comparándolas con otras (ver texto escondido a modo de nota a piede página, no de spoiler en sí mismo), no puedo dejar de mencionar que todos los capítulos están situados en el sitio exacto donde deben estar. Todos tienen su papel y lo ejecutan a la a perfección, situados con mimo y esmero por el autor en el sitio que les corresponde, como bien colocadas piezas de Tetris que esperan esa última pieza roja larga que hará completar varias líneas a la vez, desbloqueando el puzzle para seguir jugando en la siguiente ronda/historia. Es mérito del autor llevar al lector por el camino que traza de forma magistral, desvelando pequeños secretos en cada relato pero cubriendo otro secreto mayor al mismo tiempo. Incluso algún personaje secundario aparece en varias historias, haciéndote unir mentalmente relatos aparentemente independientes. Pequeñas menciones en los diálogos también ayudan a ver esta historia como un puzzle y confeccionar su resolución.

Aviso de Spoiler

Este es el caso del capítulo 3, que se queda pequeño delante de otros relatos, como las revelaciones de un personaje muy concreto del siguiente capítulo, que nos permite arrojar más luz sobre el puzzle de “la fiesta”, con sus precedentes y causas





No hace falta decir que el tono de la historia es brutal, nada de humor, no cabe en estas situaciones: el tono es triste y las alegrías duran un suspiro. Las que padecen “la fiesta” o bien suplican por su muerte o se afierran a un rumor expresamente difundido por las autoridades de una posible salvación por parte del Lord. Lo único que les queda es confiar en esa remota posibilidad mientras sufren el infierno en sus carnes. Los distintos jefes de orfanatos también sufren lo suyo, porque saben el percal, y lo han aceptado a cambio de recibir ayudas económicas.

Hiroaki Samura se hizo conocido para el público español hace ya varios años cuando Norma empezó a publicar su Espada del Inmortal, junto con otra gran obra que precisamente ahora también se ha recuperado (Leyenda de Madre Sarah de Otomo, por la misma Norma). Compartieron fecha de salida y formato de edición, unos prestigios bastante altos conteniendo medio tomo, aumentando las viñetas. Eran otros tiempos, todo nos parecía bien. Aparte de la calidad de su obra a nivel narrativo, supuso una sorpresa por su estilo de dibujo a lápiz, sin tinta, casi inacabados pero con una fuerza impresionante. Sin el uso de tramas, todo nacía de su lápiz, un estilo nervioso pero detallista, con multitud de líneas para un mismo trazo, violento pero frágil a la vez, con el don de comunicar algo con un simple boceto nos dio a conocer a su protagonista, Rin, arquetipo de sus chicas: adolescente, alta y esbelta, en ese punto en el que las mujeres pasan de niñas a adultas, tal y como hace otro maestro, Hayao Miyazaki, pero de distinta forma. En esta ocasión vemos a muchas Rin, y aunque a los autores mangaka se les suele criticar un diseño demasiado clónico de sus personajes, el autor consigue que distingamos con claridad a varias de sus desdichadas protagonistas, desde Cordelia hasta Philippa, pasando por la magullada Stella o la hombruna Leslie.

Que algo no va bien lo detectas desde la portada. Una chica arrodillada, vestida con los mejores vestidos, recibe un rojo ramo de flores por su brillante actuación. El vestido dibuja un circulo casi perfecto dejando a la chica en medio de todas las miradas. Pero precisamente SU mirada no es de placer, siente que algo va mal, su mirada perdida en el infinito nos avisa que, debajo de ese vestido y la apariencia, hay mucha maldad. El mal rollo empieza desde la primera página. Y aviso que, en esta época de puritanismo y de corrección total, alguien puede verse ofendido/a por el “plan 1-14”. Y tal como indica el autor, podía haber sido mucho peor de no haber quitado ciertas escenas…..

Sobre la edición: ¿He puesto en el resumen de arriba a la derecha que es de Dolmen? Ah sí, es que temía que el subconsciente me hubiese jugado una mala pasada y hubiese puesto…… no sé… por ejemplo Glénat. Chapéau para todo el equipo de edición del tomo, es simplemente perfecto (bueno, hay un pequeñísimo fallo en un bocadillo pero no es NADA!). Hago la coña de Glénat porque realmente si alguien compra el tomo y ni mira de qué editorial es puede pasar por ser de una “grande” y no de una editorial que está empezando a publicar manga en nuestro país, pero que está haciendo las cosas mejor que nadie, seleccionando títulos arriesgados (Meteoro, Jacarandá o Relatos de un Carbonero) pero siempre con un tino que muchos querrían, y un amor por el medio notable. De alguna forma han sabido ganarse el público donde otras editoriales no han sabido, no sé si es algo mío pero se formó una corriente positiva sobre la editorial (ya muy conocida por su revista estrella y sus publicaciones de BD Europeo), y su repercusión en los grandes blogs hizo de altavoz para su nueva inaugurada línea manga. ¡Seguid así mucho tiempo, muchachos!
Que me pierdo con los peloteos: la edición es soberbia, con unas preciosas sobrecubiertas a color (similares a las de Forget Me Not precisamente de Glénat) y un papel de alta calidad. La rotulación es mecánica pero bonita, se ve todo lo que se tiene que ver y en conjunto es un tomo precioso. No puedo más que felicitarles de nuevo.

Ala, [MODO PELOTEO OFF]


Reencuentro familiar en una situación algo peliaguda…


Valoración: Cuando un lector se da cuenta de que está llegando al final de una historia (tomo único en este caso), y le sube la adrenalina, no quiere que se acabe, pasa las páginas con fruición pero con dolor sabiendo que se aproxima al precipicio y que no puede hacer nada por evitarlo, cuando le aparece un imaginario reloj analógico estilo bomba-de-película-años-80 haciendo tic tac bajando los segundos hasta la explosión final, preguntarse instantes antes de llegar a esa página final como arreglará el autor todo el embrollo, sosteniendo la respiración justo cuando llegas al FIN, cuál Sandra Bullock y Keanu Reaves en ese salto imposible en el autobús de Speed, se te para el corazón, sudas más que el piloto de Aterriza como Puedas, y… y……..

A   A   A   A   R   R   R   G   G   H   H   H   H   !!!!!!

Se acabó. Cuando le pasa todo esto, sabe que le gustó todo lo que acaba de leer. Cierras el tomo lentamente, lo acaricias, te lo acercas al rostro, te apoyas en él, reflexionas en lo que acabas de leer y piensas qué c*** dirás en tu reseña en la web, ahora que cualquier mindundi puede escribir y que le lean. Y piensas en decir que ha sido fantástico, que es un tomo perfecto, en contenido y en edición, con una soberbia puesta en escena en narrativa y dibujo (como casi siempre), que el autor desgrana como quiere la información y te la da a pedacitos, como un león que conduce un corderito a su guarida llena de restos mortales de otros como él. Que el autor esta como una p* cabra y que el sadismo que ya nos tenía acostumbrados en su obra larga La Espada….. continúa aquí con una barbarie inhumana. Que se dice que los humanos podemos ser como bestias pero ni las bestias harían algo tan cruel.

Y dejas el tomo, respiras hondo y piensas “no hase falta desir nada máis”, como un ex entrenador de cierto equipo de fútbol.

Sí, una sola cosa…..

Compradlo. Es una orden. U os envío al carruaje y ya veréis lo que es bueno.

PD: La ida de olla que acabáis de leer es exactamente lo que pensé al acabar de leer el tomo (con algún condimento más, claro xD). La sensación de que se acababa y que no podías hacer nada por evitarlo y lo del reloj es auténticamente verdad. He querido expresar de esta forma lo que sentí en “directo”, antes de hacer una valoración más sesuda (jajá) y más calmada. Creo que refleja fielmente lo que ocurrió y es el mejor homenaje que le puedo hacer a esta historia. Quizá habrá gente que no esté de acuerdo, o yo mismo releyendo el tomo y mi texto dentro de unos años lo veré desmesurado o fuera de lugar, pero ahora mismo es lo que siento, y así se queda. Por las chicas. Por Samura. Por Dolmen. Yo brindo. Kanpaaaaiii!!!!

Only Yesterday, de Tone y Okamoto

Edición original: Omohide Poroporo JAP
Fecha de edición: octubre de 2008
Guión: Yuko Tone
Dibujo: Hotaru Okamoto
Color: B/N
Formato: Libro rústica, 210 págs.
Dolmen (6,5)

Sinopsis: Taeko es una niña de 10 años a mediados de la década de los 60 en Japón.
Introducción de la editorial:
“Only Yesterday” (Omohide PoroPoro) de Hotaru Okamoto y Yuko Tone es el manga adaptado a película por el reconocido estudio de animación japonés Studio Ghibli, que contará para la ocasión con una estupenda portada de un hombre de la casa (a estar trabajando en estos momentos para DC dibujando Batman): Guillem March.

Isao Takahata es uno de los cofundadores de Studio Ghibli, junto a Hayao Miyazaki, y uno de los mejores directores de animación de la historia. La grandeza del responsable de “Porco Rosso” (1992), en cierta manera ha eclipsado el buen hacer de Isao Takahata, pese a que fue él su primer mentor dentro de la industria de la animación nipona. Tras la conmovedora película “La Tumba de las Luciérnagas” (1988), Isao Takahata estuvo algunos años sin trabajar y, de hecho, incluso se llegó a especular con una hipotética retirada. Nada más lejos de la realidad. El director más intimista del Studio Ghibli volvió a demostrar la maestría que atesora a la hora de ambientar historias cotidianas y envolverlas de una magia especial muy pocas veces vista en la gran pantalla.

Así pues, surgió el proyecto de adaptar este manga escrito por Hotaru Okamoto y dibujado por Yuko Tone, contando con el propio Hayao Miyazaki en las labores de producción.

No obstante, hay notables diferencias entre ambas obras. Mientras que el manga nos narra en primera persona los descubrimientos del día a día de una niña de diez años en la década de los sesenta en Japón, Isao Takahata inventó una historia paralela en la que la protagonista, Taeko, es ya adulta pero no se siente satisfecha con su vida y decide emprender un viaje al campo. A través de dicho viaje, Isao Takahata nos proyecta un conjunto de flahsbacks que unen la Taeko adulta con la Taeko niña; dos caminos que nos hacen entender que la infancia está ligada inexorablemente con la madurez.


Entre líneas: Only Yesterday es una recopilación de historias mínimas, historietas y aventuras de una niña de unos 10 años en el Japón de los años 60, el Japón de la posguerra. Asistimos a su rutina diaria, desayuno con la familia, el colegio, sus compañeros, aventuras (cualquier nimiedad supone haber puesto su vida en peligro), lecturas impresionables de terror, etc. La mayoría de los relatos ocurren dentro de casa o con una influencia muy grande de sus hermanas mayores, padres y abuela, que a menudo la molestan a propósito o la menosprecian al ver sus pobres notas (algo cruel inclusive, recordemos que en Japón hay mucha presión escolar desde muy temprana edad, poniendo a alumnos de corta edad unos objetivos de entrar en X o Y Universidad). Asistiremos a temas íntimos de chicas como la explicación de la menstruación y el posterior revuelo en clase (con frases míticas como “¡no lo toques, que el periodo se contagia!” o las reacciones estúpidas de los críos varones). Notar como quieres estar guapa para que los niños se fijen en ti, no hablar con desconocidos o querer salvar a un cachorro de una muerte segura (con el consiguiente drama para toda la familia, ala, ¡todos a llorar!), son experiencias que también tienen cabida en las páginas de este volumen.


Leyendo las sucesivas historias me iban viniendo a la cabeza otros títulos con “niños dentro”. El primero es Yotsuba, esa divertidísima serie de una cría y su padre en el Japón actual con un humor muy especial, y unas vecinas aún más especiales. La mejor baza de la serie publicada por Norma es que cualquiera que tenga una hija de unos 6 años verá trasladada a la perfección todas sus vivencias. En el caso de Taeko, nos vamos hasta los 10 años, esa edad en la que ya te interesan los pintalabios, los cambios en tu cuerpo, los niños empiezan tímidamente a verte de otra forma etc. Vemos a una niña un poco tonta (aunque las letras se le dan bien, toda la familia se la carga de forma muy cruel y a la vez humorística cuando se dan cuenta de que no da para más en matemáticas), muy influenciable, extrema en sus reacciones como alguien de su edad, etc También retrocedemos 40 años, hasta mediados de los 60, en una familia de clase media baja. El libro está impregnado de un tono melancólico, de nostalgia de esa época vivida, para lo bueno y para lo malo.

Los que seáis aficionados al Festival de Cine de Catalunya de Sitges, sección animación, quizá recordaréis el pase de una curiosa película, la cual aparentaba estar dibujada a mano pero era totalmente hecha por ordenador. Se trataba de la genial Tonari no Yamada Kun (“Mis Vecinos los Yamada”, en España gracias a Aurum, 15€), con un humor bestial, indescriptible, algo cruel pero cariñoso, uno de mis momentos especiales en Sitges. Se trata de la vida de una típica familia japonesa: el padre salary-man, la madre con la casa y los críos, la abuela cascarrabias pero sabia, un hijo mayor tonto (pensad en Chriss Griffin de Padre de Familia) y la hermana pequeña, la que se convertiría en protagonista de la versión animada para la TV que hemos podido ver en España bajo el nombre de Nono chan. Es la misma familia pero con el protagonismo de la niña, aunque todos los personajes tienen su momento. Es una serie bastante buena, costumbrista, humorística, delirante a veces, a través de ella puedes ver costumbres japonesas, lo mal que lo pasa el padre (doblado por el gran Joan Pera), los problemas de la madre para llevar la casa adelante, las batallitas de la abuela, etc. Pues la película ( y no sé si la serie) pasaron por las manos del mismo Isao Takahata que trasladó el cómic de Only Yesterday al cine, como Omohide PoroPoro. En este caso versionó unas tiras cómicas publicadas en un periódico. Pero la verdad es que prefiero de largo la familia de los Yamada, tanto en su versión cinematográfica como televisiva. Only yesterday dibuja muy bien pensamientos y reacciones de una niña de 10 años, pero al resto de personajes les falta carisma. Solo pensar en el trío KKS o la profesora Fujiwara de la serie de Nono Chan me entra la risa. También puede ser que OY vaya más por la nostalgia del Japón de los años 60, la niñez de sus autores, melancolía, etc. Podéis probar con trozos de la película de los Yamada en Youtube.

Pese a que Only Yesterday pierde en todas las comparaciones con otras series similares, no es un mal título. Sus mejores historias son esas en las que trata temas propios de la edad de la protagonista, o de las reacciones de los adultos a preguntas indiscretas de ella. Se nota que el hecho de que sus hermanas sean bastante mayores que ella la deja un poco sola, un poco incomprendida. El tomo gana en una relectura, donde te puedes parar en algunos detalles que los autores nos brindan.

El dibujo de Okamoto es muy sencillo, de la escuela de Yoshito Usui y el incorregible Shin Chan. Con esto me refiero no a que sean estilos de dibujo parecidos, si no que con estilos muy parcos en espectacularidad se puede contar una historia. A menudo cambia de estilo para mostrarnos una escena shojo, y es que de hecho una particularidad del tomo es la cantidad de espacio blanco que encontramos. El dibujante no dedica mucho tiempo a los fondos, y eso hace acercar todo el tomo al estilo shojo, pero sin llegar a serlo del todo. Cada pocas páginas nos encontramos con un regalito consistente en una colección de caras de Taeko, la niña.


La edición es muy correcta por parte de Dolmen, con un papel muy blanco y unas anotaciones a pie de página explicando cosas típicas que puede comentar la familia pero que aquí no sepamos. La preciosa portada es de Guillem March, actualmente trabajando en los EEUU.

Valoración: El estudio Ghibli siempre ha sido bicéfalo. Por un lado tenemos al maestro, al gran Hayao, que no necesita presentación con su tarjeta de visita con obras como La Princesa Mononoke, EL Viaje de Chihiro, Nausicaä o más recientemente Ponyo. Él solito se ha encargado de dignificar el cine de animación japonés y hasta diría que el mundial. Después tenemos a ese otro personaje, Isao Takahata, que es como Filemón: siempre esta ahí acompañando a su partenaire más conocido, Mortadelo. Pero Takahata tiene también un golpe bajo par increíble: clásicos como Pompoko o La Tumba de las luciérnagas deberían ser material obligado en cualquier escuela de animación. Pero es que Takahata es el director de varios capítulos de Heidi y de otra serie a reivindicar, Conan el chico del futuro. Su vertiente es notoriamente más lacrimógena que su compañero de estudio, solo falta ver como acabamos todos viendo La Tumba….

Por eso es muy meritorio que una editorial pequeña (siempre pensando en monstruos como Norma o PdA) se arriesgue a publicar algo así con lo que está lloviendo. No es la primera vez, y esperemos que no sea la última. Toda editorial es un negocio, pero sacando como éstas u otras de su catálogo toman un riesgo que solo puede entenderse como amor al medio. En esta ocasión las vivencias de una niña de 10 años en los años 60 de un Japón que luchaba por salir a flote nos traen la melancolía del pasado, tanto personal como de un país. Su mejor carta es mostrar los quehaceres habituales de las crías de esa edad, desde querer pintarse las uñas hasta preocuparse por su primera menstruación. Desgraciadamente los personajes no tienen suficuente vida como para llevar muchas páginas, por eso que la colección es de solo 2 volúmenes. Como ocurre otras veces, estoy seguro que la versión animada de Omohide Poroporo es mucho mejor que la versión en papel (ocurre con otras grandes series como Cowboy Bebop, mi preferido Capitán Harlock, etc). Recomiendo estos dos tomos porque Takahata nos trae a casa con ellos una parte de la historia de un país que nunca volverá, el que estaba saliendo de la derrota de una guerra y encaraba el optimismo económico y refundación en un país moderno. Solo por eso merece la pena, aunque realmente una primera lectura no nos diga mucho. Podéis probarlo, solo son 2 tomos y no se le puede clasificar de forma directa ni como shojo, ni como seinen (o como josei si entendemos que el público del tomo será femenino). Es simplemente, unos recuerdos de unas experiencias vividas. Otro ejemplo más de la virtud del manga en explicar todo tipo de historias. Y olé por Dolmen por acercarnos esa realidad, sin Narutos, fantasmas, ni chicas con poderes.



Ohikkoshi, la mudanza, de Hiroaki Samura

Edición original: Afternoon Season Zôkan Vol. 1, 2, 4 y 5 JAP
Fecha de edición: julio de 2007
Guión y dibujo: Hiroaki Samura
Color: B/N
Formato: Libro rústica, 240 págs.
Glénat (5,5)

Sinopsis: Esta es una historia de amor a cuatro bandas: Toono, Akagi, Kobarukawa y Sosuke son jóvenes de 20 y tantos años de suburbios de grandes ciudades niponas a los que le gusta lo normal en esa edad: la música, beber, vivir sin preocupaciones, tener pasta y enamorarse. Entre copa y copa y entre concierto amateur y privada se van sucediendo las situaciones. Toono está enamorado de la espectacular Akagi, que tiene el novio en el extranjero. Pero la menuda Koba está coladita por Toono, pero le persigue el heviata de Sosuke. Todo se complica cuando se dan cuenta que una vez licenciados no se van a ver más. Si has de decirme algo, que sea ahora, después me habré ido. Amores y amistades que dejamos en el recuerdo. Completan el libro un repaso vital a la vida de una chica que pasa de ser mangaka a controlar todo Japón siendo la novia de un importante yakuza. El propio Samura cierra el volumen con una embriagadora visita a Kioto.

Entre líneas: Glenat nos trae la primera recopilación de historias cortas de Teashi Takei (leerse como “take it easy”, guau, me troncho), alter ego y seudónimo de Samura cuando quiere darse un respiro de su obra principal, Espada del Inmortal. Se trata de historias cómicas, ligeras, para desengrasar de tanto samurai y venganza.

De la primera historia, y también la más larga, Samura, seguramente de forma autobiográfica, nos presenta a 4 jóvenes de los alrededores de Tokio y Osaka (¡Google Maps power!). Viven como cualquier otro joven nipón: sin dinero y sin preocupaciones. Sin ser protagonista absoluto, Toono coge las riendas de la narración al explicarnos su amor por Akagi, siendo esta en parte la pareja principal. Esto no quiere decir que Kobarukawa y Sosuke no participen, es más, Koba junto con la pareja protagonista forman un curioso triángulo amoroso. El problema es que para hacer un buen triángulo debes llamarte Takahashi (Ranma, Maison Ikkoku), Matsumoto (Kimagure Orange Road) o Katsura (Video Girl Ai, Shadow Lady). O quizá es que los triángulos con gente algo más mayorcita de lo que tenemos acostumbrados (quinceañeros) no funcionan tanto. Concursos de bandas amateurs de rock, visitas infructuosas al zoológico con cita desastrosa, líos con un italiano que quiere vengarse de todas las chicas japonesas haciéndose el débil, borracheras varias….. el tiempo va pasando y al lector le da todo igual.


En la web de Glenat, Alfons Moliné asegura que con “el íntimo pero sobrecogedor microcosmos de Ohikkoshi, guiados por el trazo intimista de su creador, (…) llegaremos a sentirnos identificados con los protagonistas y con las situaciones que viven.” Sin querer contradecir a alguien de la categoría del Sr Moliné (sin segundas, aunque él tiene que vender un producto), pero yo me he sentido muy poco identificado con los personajes. Para empezar, la historia da comienzo de forma demasiado arrolladora. Se nos presenta a todos los personajes de golpe, sin tiempo a digerir que ya pasan cosas. Es difícil concatenar escenas con lo que el ritmo narrativo se pierde, han cambiado de situación y tu aún estás en el bar. Pero lo peor es que desde la segunda página hay un montón de notas del traductor (con una muy buena adaptación al castellano, no chirría nada) sobre aspectos demasiado locales.

Este es el principal problema de este tomo, no te enteras de nada y no te implicas con las situaciones. Por un lado representa que es una comedia pero pocas veces ríes con este manga. Se puede decir que raramente cambiarás la expresión del rostro por algo que suceda en este tomo, puedes poner el piloto automático en la lectura, acabar el volumen y quedarte igual que al principio. Por otro lado, y como causante de todo esto, el autor usa y abusa de recursos que necesitan una explicación por parte de la traducción. Hay múltiples notas a pie de página e incluso dentro de las propias viñetas sobre multitud de temas que necesitan aclaración, desde referencias a grupos de jpop hasta homenajes a otros manga, pasando por momentos en los que algún personaje habla con el lector o con el autor. También hay multitud de pequeños diálogos fuera de bocadillos. La mayoría de estas referencias son desconocidas para el público occidental, con lo que la broma queda reducida al mínimo, y no surge efecto. Ya puedes acumular bromas que si no las entendemos no sirve de nada. Así pues no hace falta decir que este volumen está muy dirigido al público japonés. Es como si le das a leer a un nipón la serie de Fanhunter, pillará algunas cosas relacionadas con el fandom de Star Trek, Star Wars, Alien etc., pero habrá un % alto de cosas que no entenderá, para empezar quién es Alejo I. Pues en el volumen de Samura más o menos lo mismo.

Así pues solo nos queda el dibujo, eso sí, característico de Samura. Y lo bueno es que consigue adaptar su estilo al del volumen, más pausado y costumbrista. El Sol que quema en el verano nipón hace que sea un manga mucho más luminoso que el oscuro y vengativo del de La Espada.

Las dos siguientes historias nos presentan por un lado las distintas ocupaciones de una chica, desde su oficio de mangaka hasta experta en Mahjong, pasando por ser novia de un tarado o su liderazgo junto a un poderoso yakuza. Pese a no ser ninguna maravilla de alguna forma conectas más con esta historia que con la anterior. Las últimas páginas del tomo las protagoniza el propio Samura en una visita forzada por Kioto, de mano de su editor, acabando todos como una cuba. Intrascendente de nuevo.

Valoración: Pequeña decepción supone este divertimento del autor para olvidarse temporalmente de su serie principal. Pese al esforzado trabajo de traducción y edición del tomo, con múltiples aclaraciones y tipos de letra, el volumen no consigue atraparnos, empezando su lectura y acabándola sin pena ni gloria, sin mover un músculo de la cara. No dudo que el público japonés habrá disfrutado mucho más de su lectura, ya que muchas de ellas son propias de su país. Pero aquí la mayoría se pierden y aunque te lo expliquen, no hace gracia. Quizá el alto número de notas a pie y aclaraciones sea excesivo, es decir, si te tiene que explicar el chiste es que no hace gracia o no lo has pillado. Piensas que quizá si no hubiese sido por ser el autor que es y el magnífico trabajo de dibujo que trae con él, este volumen no habría salido de Japón. Tampoco nos habríamos perdido tanto, la verdad. Es de los pocos mangas en los que, en medio de la lectura del tomo, ya estabas pensando en descartarlo en la próxima quema de libros que solemos hacer los compradores compulsivos con la casa llena de papel xD


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Blade Runner
Blade Runner
Lector
28 enero, 2009 17:48

Los carruajes de Bradherley es brutal, la verdad. Te deja un regustillo amargo al terminar de leerlo, que…
Por cierto, Jordi,  yo me lo compré a los pocos días de salir, así que esta vez tu reseña  no me ha afectado al bolsillo tanto como las de otras veces, jejeje…

Pero Only yesterday también pinta bien, y ese no lo tengo, así que mal que me pese creo que voy a tener que picar (¡mierda!) Me parece que la reseña de Ohikkoshi no voy ni a leerla, para no caer en la tentación…
(Bah, seguro que al final la leo también… ¡maldito seas!)

redon-prime
redon-prime
28 enero, 2009 20:58

Me uno a la alabanza hacia Los carruajes de Bradherley, realmente desgarradora pero de lectura obligatoria. Y en cuanto a  Ohikkoshi, sin ser una gran obra en lo que se refiere a guión la recomendaría sólo por el hecho de estar dibujado por Samura.

Toni Boix
29 enero, 2009 7:25

REalmente los Carruajes es una obra durísima, pero superbien llevada, con hallazgos narrativos y argumentales brillantes. Yo también la recomiendo, sumándome a las alabanzas que le dedicáis.

Genial reseña, Jordi.

Da-Snack
Da-Snack
29 enero, 2009 13:30

Supongo que para que te guste Ohikkoshi tiene que gustarte el «especial» (y me quedo corto) sentido del humor de Samura. Ese mismo que muestra de cuando en cuando en las solapas de La Espada. Entre negro y surrealista. Cuando leí los carruajes y ohikkoshi antes de su publicación en castellano me encantaron ambas, pero con el tiempo le he ido cojiendo más cariño a Ohikkoshi. Seré el raro.

Vicente
Vicente
31 enero, 2009 11:43

Yo me leí los Carruajes y la verdad es que me dejó mal el cuerpo. Lo leí en el viaje de regreso a Palma del salón del manga y tal fue la impresión que, por primera vez en mi vida, me dejé olvidado algo en el avión (el manga, sí, me puedo imaginar la cara de la azafata que lo recogiese). Impacta y asusta, porque la realidad supera siempre a la ficción.

Ah, y muy buena reseña!