15 años de Zona Negativa

Hace unos años, Marvel y Mark Millar publicaron el que considero el último gran crossover de la Casa de las Ideas: Civil War. Llovía sobre mojado en la impunidad de los supertipos, pero un hecho puntual es el que colmaba el vaso y el que provocaba la aparición de dos bandos. Uno, prorregistro y, el otro, antirregistro. Los dos tenían su parte de razón. Los primeros decían que las viñas sin vallado no son buenas, y que de alguna forma había que controlar al personal. Los segundos decían que las concesiones en la libertad para favorecer la seguridad llevan siempre a la falta de libertad. El caso es que el registro, no me cabe duda, era necesario; pero también que, para gestionarlo, se requiere mucha mano, mucha buena voluntad, muchas explicaciones, y nunca, jamás, actuar en caliente.

Yo llevo mucho tiempo sin entrar en Zona. Los comentarios no los atiendo. Los textos los leo vía RSS en Feedly. Y solo entro físicamente en la web para reformar y actualizar mis viejos textos. Hace unas 24 horas hablé con alguien a quien conocí a través de esta web y que, por coincidencia geográfica, ha pasado a ser un buen amigo. Firma más arriba y se llama Javié. Me explicó que unos cuantos comentaristas de Zona habían creado un foro en el que charlar de todo un poco. Entre ellos, firmas que muchas veces habían complementado mis textos hasta hacerlos mucho más interesantes de lo que lo habrían sido sin comentarios. Gente intachable, respetuosísima, a la que incluso en algunas ocasiones le había propuesto participar como redactores. También había algún díscolo, pero no de los que revientan textos a conciencia, sino de los que se entusiasman y calientan demasiado. El caso es que Javié me dijo que les había propuesto comentármelo y le habían dicho que adelante, que me mandara una invitación. Yo le pregunté si Zona tenía algo que ver y él me dijo que no, que en absoluto, que ya lo entendería todo cuando me registrara y me explicaran. Y como quiera que todos eran buena gente con la que había dado gracias a Zona, y no tenía nada en su contra, sino todo lo contrario, me registré. Lo que me encontré fue un foro muy parecido al que ideamos hace unos años; el mismo que no sacamos adelante precisamente por lo que comenta Alberto. Subforos muy interesantes, hilos sobre cómic, cine y demás… en fin, envidiable.

Naturalmente, entre esos hilos, había uno en concreto (el de presentación) en el que se explicaba someramente lo que había pasado. Como soy un tomista por naturaleza, acudí a Zona para leer los textos de la discordia (La concejala de igualdad y Ex Machina), y como quiera que el usuario que amablemente me dejó Raúl para que actualizara mis textos me permite leer –que no modificar– los comentarios que van a la papelera y al spam, me puse al día con lo que realmente había pasado. Si os soy sincero, lo de La concejala de igualdad no me pareció especialmente grave. Se dijeron muchas barrabasadas, sí, pero… no dejaba de ser un artículo, en el fondo, muy político. Y cuando la política anda de por medio, la temperatura SIEMPRE, SIEMPRE, ha subido en la web. El de Ex Machina sí me pareció más grave. Supongo que yo habría hecho las cosas de otra manera, pero eso lo digo porque no me afecta. Cuando se está ahí arriba, si alguien entra así, lo que te sale es mandarlo a tomar por culo. Y banearlo, demonios, claro que sí. Ya está bien. Pero he ahí el quid del asunto: el registro permite pelarte a la gente de una forma de lo más expeditiva, y no siempre es buena idea usarlo en caliente. Ya digo que yo lo hubiera usado. Cuando era redactor, yo era de los que acudían a las broncas con un hacha en la mano dispuesto a soltar sapos y lagartos en favor de Zona Negativa y mis compañeros. Siempre que lo hacía, eso sí, acababa siendo contraproducente. Y aunque en el momento no lo veía claro y creía llevar la razón, con el tiempo siempre entendía que entrar hacha en mano dispuesto a soltar sapos y lagartos no es la mejor manera de arreglar ciertos asuntos.

Prueba de ello es lo que ha pasado ahora. Con política de por medio, en medio de una semana en la que todos llevábamos la defensa de la libertad de expresión a flor de piel, y absolutamente en caliente se banea a un comentarista veterano de la web (algo bocachancla, por usar sus mismas palabras, pero muy querido en la página y, me consta, defensor de la página a capa y espada cuando hace falta). Y pasa lo que era previsible: que muchos otros comentaristas veteranos, algunos presentes en esta web desde antes de que yo entrara en 2007, anuncian que se largan y van a parar al foro de marras. Un foro que no es para «dar rienda suelta a las negras», sino para seguir hablando y mantener el contacto. Zona es una web sobre cómic en la que el contenido principal son los artículos y en la que los principales contribuyentes son sus redactores, pero este área de aquí abajo, aparte de ser fuente de contribuciones inestimables y de debates apasionantes (muchas veces fruto del offtopic, por cierto), es el lugar de reunión de personas que no se conocen, que no viven en la misma ciudad, y a la que sin embargo su pasión por el cómic ha reunido en innumerables mañanas, tardes y noches durante años. Tal vez la palabra «amigos» le venga algo grande, pero la relación que guardan entre sí es tan próxima a este concepto que no hay una palabra en castellano adecuada para definirla. Zona no es, como bien dice Alberto, un foro. Pero, lo quieran o no sus redactores, sí que es una comunidad. Una formada por redactores y comentaristas. Raúl López, fundador de esta página y creador de este maravilloso proyecto, lo clavó hace unas semanas en el texto del 15 aniversario, precisamente el que he escogido para soltar este tocho: «ZN es mucho más que una web sobre cómics, es un punto de encuentro para hablar de lo que nos gusta, pero más allá de eso ha sido el vehículo que nos ha llevado a formar importantes lazos de amistad que perdurarán por siempre, y esto es algo que me llena de orgullo, pensar que aquella tarde, casi sin quererlo, se gestó algo grande.» Gran parte de los que se han ido aparecen precediéndome en los comentarios. Echad un vistazo a las palabras que tienen para con la web.

Llevo intentando mediar en el asunto desde ayer, templando los ánimos en un lado y en otro. Un bando se siente agraviado y despreciado. No solo le han baneado a uno de los suyos, sino que encima les están borrando comentarios respetuosos a mansalva, no les están dando explicaciones, les están mostrando la puerta y se sienten totalmente despreciados. Tienen claras ganas de hablar del tema, pero sienten que no pueden. Lo último, cerrar los comentarios del texto sobre los Óscar, justo cuando parecía que iba a hablarse del tema. El otro bando, por su parte, al que pertenecí durante 5-6 años, siente que está harto de tener que poner orden en lo que demasiadas veces se vuelve un patio de recreo, cree que lleva razón con el baneo del sujeto díscolo, y naturalmente piensa que dar un paso atrás sería mostrar excesiva debilidad. Las dos partes lo están convirtiendo en un pulso.

Vuelvo a decir que todo esto me da mucha pena. Y lo peor de todo es que no creo que se estén dando pasos en la buena dirección. Se están quemando naves que no deberían quemarse, y se está dando la callada por respuesta, de forma algo pasivo-agresiva, pensando que el asunto se diluirá y punto pelota. Se puede caer en la tentación de evaluar el asunto en términos de impacto en las visitas y los visitantes, pero creo que eso sería incluso un error más grande, porque es demasiado frío, demasiado calculado. Se vayan 10 o se vayan 100, lo importante es que esa comunidad de la que Raúl hablaba más arriba, ese grupo de personas que conforma Zona Negativa y de la que tanto se habla en los textos de aniversario, de repente, se fractura. Y eso, a mi juicio, es lo suficientemente importante como para considerar que la misma naturaleza del proyecto se tambalea. Toca definirse: o Zona Negativa es un portal de información en la que lo único importante son los redactores y sus artículos, o es algo más grande: un lugar en el que la gente que se molesta cada día en comentar los artículos, en agradecer el trabajo realizado, en mejorar los textos con debates interesantes y en, sí, dar por culo a veces, tiene más peso específico que el lector pasivo de la web. Creo que el hecho de que 25 comentaristas sienten que deben dejar de comentar e irse a un foro para poder hablar no es para tomárselo a la ligera, y que es necesario que Raúl y el equipo de redacción al completo traten este asunto y den una respuesta clara. Un solo redactor, novato o veterano, sirve para poner orden en un hilo, moderar comentarios e impartir orden a pequeña escala, pero creo que ahora mismo lo que muchos están esperando es un debate sano y una respuesta institucional definitiva.

Un sincero abrazo a todos. A unos, por ex compañeros. A otros, por ex lectores. A más de uno, por amigo.