La telaraña de Spiderman

Resulta curioso como cada equis tiempo surge un editor valiente decidido a embarcarse en proyectos a modo de antología, series regulares en la que los equipos creativos van rotando para contar su historia, algo que en la serie principal del personaje seria del todo inviable. Como decía, este tipo de proyectos son un rara avis y están totalmente en desuso, si acaso hemos podido ver historias cortas pero casi siempre a modo de complemento en números de aniversario o especiales.

Tangled Web, o La telaraña de Spiderman como ha llamado Panini Comics a la reedición, es uno de esos maravillosos y poco habituales experimentos. La premisa no podía ser más simple y a la vez más atractiva, encargar a autores punteros ajenos – en su mayoría – al género superheróico que ideen historias en las que Spiderman es como mucho el desencadenante de la historia pero jamás el protagonista. De esta forma, el editor Axel Alonso consiguió involucrar a autores como: Brian Azzarello, Paul Pope, Darwyn Cooke, Greg Rucka o Peter Milligan por citar algunos cuyo vínculo previo con el personaje era inexistente, y probablemente más próximos al que era su anterior trabajo como editor de la línea Vertigo de DC Comics.

El proyecto vio la luz en verano de 2001, alcanzando la considerable cifra de veintidos entregas, algo digno de elogio pues no ha de ser tarea fácil encontrar autores de este perfil y sobretodo, mantener el interés de unos lectores dispuestos a comprar una serie regular con el nombre del arácnido en el título, en la cubierta, y en alguna viñeta suelta en el mejor de los casos. Sin lugar a dudas que si pudo aguantar la cabecera durante tantos meses es porque la calidad de las historias que allí se contaban iban de lo notable a lo excelente, algo complicado de ver en este tipo de antologías donde obras maestras dan paso a otras sencillamente olvidables por ser suaves. No es el caso de La telaraña de Spiderman en la que en la gran mayoría de historias te dejan con la sensación de que el autor ha construido la mejor historia que podía contar de este personaje. De esta forma, por ejemplo Greg Rucka se disfraza de Max Allan Collins y junto a Eduardo Risso crea la que podría ser una de las mejores historias cortas de Spiderman que se recuerdan, cierto que esta aventura podría haberse publicado perfectamente en la cabecera de Batman o Daredevil, pero no, Rucka decidió que sería Spiderman aquel que contaría en su haber con la que es un clásico instantáneo titulada: El finiquito. Tan recordada como esta es Flores para el Rino, una historia en dos entregas escrita por Peter Milligan y dibujada por Duncan Fegredo en la que de una forma tan elegante como tierna y salpicada con unas pizcas de humor crean la historia definitiva de este singular supervillano, resulta curioso como un guionista que tanto podría aportar al arácnido apenas lo hemos podido disfrutar, y lo mismo se podría aplicar al dibujante que realiza un trabajo digno de pararse en cada una de las viñetas para disfrutar de su trazo.

Estas son sólo dos ejemplos de lo que podemos encontrar en este voluminoso tomo de más de quinientas páginas que recopila de forma íntegra la colección, si encontrarte con Fegredo es un gozo para la vista, llegar a las páginas de dos autores que no podían estar más distanciados estéticamente como son Paul Pope o Darwyn Cooke no podía ser más estimulante para la vista, encontrarte ese juego con los distintos trazos y formas de entender la página en blanco con sus mil y una posibilidades hacen que el lector se pregunte, ¿Porqué no se atreven más a menudo con proyectos de este tipo? A buen seguro que muchos se preguntaran tras leer la aventura de Cooke lo maravilloso que sería que este pudiese explorar los años del Coffee Bean a modo de continuación de la excelente labor de Kurt Busiek. En el confiaríamos con los ojos cerrados y no nos defraudaría. Aunque para experimentos aquel con el que nos sorprende el siempre interesante Kaare Andrews en el que mezcla el dibujo más cartoon con la imagen real en una historia que sin rayar la excelencia de la escrita por Rucka o Milligan si que deja un muy buen sabor de boca. Hay más ejemplos de autores que difícilmente veríamos abordando historias del universo arácnido como Ted McKeever o Brian Azzarello, y otros que con el paso de los años se convirtieron en habituales como Daniel Way, Zeb Wells o Giusseppe Camuncoli.

Esconde muchos quilates este volumen, de hecho, es casi imposible encontrarse autores de este nivel reunidos bajo una misma cubierta, por todo esto y mucho más La telaraña de Spiderman debería ser una compra obligada no sólo para los fans del trepamuros sino para aquellos que quieran disfrutar del trabajo de estos genios de la historieta trabajando con unos personajes con los que no están acostumbrados pero que hacen suyos desde las primeras viñetas y en ocasiones contando con ellos las mejores historias que se han publicado.