Zona Hyboria #1. Las Crónicas Nemedias

Con la espada afilada y la brujería preparada les presentamos Zona Hyboria, un informativo en el que hablaremos de las bárbaras colecciones que tienen lugar en Cimmeria y alrededores... ¡Por Crom!

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«En aquellos tiempos, cuando los oceanos separaron el Atlantis, y surgió el amanecer de los soles de Aries, hubo una época increíble en la que Conan estaba destinado a llevar la joya de la corona de Aquilonia sobre unas tierras en peligro. Sólo los suyos fueron los que muy particularmente pudieron contar su saga. Yo quiero contar todo sobre aquella época de suma aventura…»

Estamos ante lo que intentaremos que sea un apasionado viaje por la Era Hyboria de la mano de las dos colecciones principales en formato grapa que actualmente edita Panini Cómics, protagonizadas por el bárbaro cimmerio más famoso de todos los tiempos. Para esta colosal tarea, Raúl Gutiérrez y Juanjo Carrascón nos unimos para analizar los distintos arcos argumentales de las dos series principales, así como La Era de Conan: Bêlit de la Costa Negra que acaba de finalizar en nuestro país; contando con la estelar y siempre bienvenida colaboración de Arturo Porras, que hablará de los tomos en los que Panini Comics y SD Distribuciones está recopilando los magazines marvelitas de Conan, que fueron publicados cuando los continentes estaban en formación, y Atlantis aún no había caído…

Conan inició su renovada andadura en Marvel Comics en 2018 y en España la editorial italiana editó el primer cómic en abril de este 2019. Las expectativas fueron altas, si bien la Casa de las Ideas sabía del buen trabajo de Dark Horse con nuestro protagonista, por lo que tenían ante sí una dura tarea. Se apostó por primeras espadas editoriales con el Conan el Bárbaro de Jason Aaron, ferviente admirador del cimmerio, y de Mahmud Asrar.

Conan el Bárbaro 1 al 3

Conan el Bárbaro, de Jason Aaron y Mahmud Asrar. Panini Cómics numeros del 1 al 3. Contiene Conan The Barbarian 1 – 5 USA ; Grapa. 48 páginas. 4,00€

En su momento, se analizó el número 1 de esta serie (la primera al tiempo de su aparición en USA en esta reseña, y la segunda, cuando dicho primer número vio la luz en España en esta otra) aportando para ello dos puntos de vista diferentes sobre la llegada del bárbaro cimmerio a la Casa de las Ideas.

Desde entonces, hemos visto que Marvel Comics apuesta fuerte por la licencia que tanto le ha costado aquirir, puesto que Conan forma parte del equipo de «macarras» marvelita de los Salvajes Vengadores, teniendo además un destacado papel en Vengadores: Sin Camino de Vuelta, serie genialmente analizada por mi compañero Nacho Teso. El papel de Conan en ambas colecciones, y por tanto, en la editorial, no se nos antoja ahora mismo demasiado introducido a la fuerza o con calzador, estando por ver si eso cambiará con la inminente Conan 2099 que llegará a nuestras librerías el año que viene.

Sin embargo, no es el papel de esta pequeña reflexión el hablar de dichas series, sino de la serie principal protagonizada por Conan, que lleva por título Conan el Bárbaro y que está guionizada por Jason Aaron y dibujada por Mahmud Ashrar. Pues bien, seamos directos. Si bien en su número uno la serie parecía prometer, con un enfrentamiento de Conan contra una misteriosa bruja-demonio que le atacaba en su juventud y años más tarde, en su vejez como Rey de Aquilonia, lo que hemos podido ver hasta ahora en estas tres grapas (correspondientes a cinco números USA) no resulta muy destacable.

Así, da la sensación de que Aaron, que se ha comprometido a alargar esta historia durante doce números, tiene muy claro dónde comienza la misma y dónde acaba, pero sin saber otorgarle un desarrollo adecuado. Ello nos resulta extraño, máximo cuando Conan es un personaje que en su concepción más básica está muy próximo a Thor, quedando esta colección muy,pero muy lejos, en calidad de lo que supuso el arco argumental de «El Carnicero de Dioses«, aquel con el que Aaron se estrenara en la colección del Dios Nórdico.

No obstante lo anterior, la serie resulta entretenida, y todavía es pronto para apartarla de nuestras compras mensuales, pero lo cierto es que palidece si la comparamos con la mayoría del trabajo que tuvo lugar en Dark Horse en los últimos dieciocho años (con especial sonrojo si nos acordamos del Conan de Kurt Busiek y Cary Nord) y no solo con esto, si no con La Espada Salvaje de Conan, colección que como ésta, resucita un título muy querido para los fans del personaje, y que comandada en sus primeros cinco números por Gerry Duggan y Ron Garney, sobrepasa por enteros en calidad a Conan el Bárbaro.

Ahora bien, el dibujo de Mahmud Ashrar sí que está al nivel de la calidad esperada, ofreciéndonos escenas en las que Conan desata toda su ira que están dibujadas con mucho oficio y que recuerdan bastante a la imagen que tenemos del cimmerio y que viene de otras obras del mismo, ya sea en la Marvel clásica o en Dark Horse.

Cada número de esta serie, viene acompañado de una parte de un relato de John C. Hocking, autor que actualmente escribe aventuras del personaje con el permiso de los herederos de Robert E. Howard, y que al más puro estilo de las pulp en las que el personaje vio la luz, nos cuenta una atractiva aventura por entregas protagonizada por el personaje. Y, desgraciadamente (ya que hablamos de un cómic, y como cómic se vende esta colección, lo que incluye a los mentados relatos) ésta es la parte que de momento resulta más atractiva de la cabecera, sin que Aaron haya sabido, más allá del número uno, que no dejaba de ser introductorio y de tener el suficiente impacto que Conan necesitaba para volver a calar en las viñetas, darle el atractivo necesario a una colección que quizás, una vez termine en su número doce (al menos en lo que respecta al arco argumental de Jason Aaron), necesite pasar a manos de un nuevo equipo creativo que le aporte la frescura necesaria.

La Espada Salvaje de Conan 1 al 3

La Espada Salvaje de Conan, de Gerry Duggan y Ron Garney. Panini Cómics numeros del 1 al 3. Contiene Savage Sword Of Conan 1 – 5 USA ; Grapa. 48 páginas. 4,00€

Cuando Marvel anunció que adquiría la franquicia de Conan, entre el fandom se produjo una dicotomía. Por un lado, aquellos que añoraban los buenos tiempos del cimmerio en la Casa de las Ideas, y por otro, aquellos que se acordaban con dolor del final del ciclo en dicha editorial y de la magna e impecable labor de Dark Horse en la publicación de las aventuras de la creación del escritor Robert E. Howard. No debemos olvidar que la editorial del caballo desarrolló un gran trabajo editorial regalando etapas que no pueden ser olvidadas, y que su cometido, al igual que ocurrió con Star Wars, no debe ser criticado, en líneas generales. Partiendo de esta premisa, Marvel Comics se encontró con un reto importante, el cual era dar al lector algo que le hiciese destacar su visión frente a la anterior editorial y conseguir que el aficionado percibiese que era mucho mejor que Conan permaneciese en la Casa de la Ideas.

Si Marvel ha conseguido el objetivo podría ser tema de un análisis diferenciado y más detallado, pero vistas las listas de ventas en USA, está claro que no. Echando un ojo a lo que hasta ahora se nos ha ofrecido parece más bien que la editorial ha optado por cumplir el expediente y atraer otra serie a su catálogo. No queremos desmerecer la labor del equipo que a continuación mencionaremos, pero está claro que no es lo que debiera haber sido para un relanzamiento de lo que fue una cabecera de culto en sus inicios. Igualmente, el no haber apostado por el formato magazine, también aliena la obra, convirtiéndola en un mero título más. No se pretende volver al debate de lo nuevo frente a lo antiguo, pero el leer La Espada Salvaje de Conan, en formato revista y en blanco y negro, daba a la serie un aire pulp característico. Esto no se consigue con este nuevo volumen.

Con respecto a estos tres números de la edición española, debemos recordar que nos encontramos igualmente dentro de Marvel Legacy, por lo que los ejemplares que integran estas grapas, Savage Sword of Conan 1 al 5, corresponden realmente a los números 236 al 240 (según numeración Legacy). En concreto la aventura conforma un arco argumental con el título de “El culto de Koga Thun”, a cargo de Gerry Duggan (Los Salvajes Vengadores) y Ron Garney (Daredevil), con portadas del incomparable Alex Ross.

El argumento es sencillo, nada complejo y sin subtramas que deban desarrollarse a largo plazo. A diferencia de la serie de Conan el Bárbaro, esta colección va a suponer la rotación de equipos artísticos variopintos que nos contaran diversas historias del cimerio, a lo largo de su vida. Al igual que su original concepción, el tono es más adulto. Gerry Duggan en estos cinco números introduce ítems muy propios de aventuras del personaje: existencia de un tesoro y por tanto su búsqueda, compañeros de fatiga, un mago que domina las artes oscuras, traiciones y un trasfondo oscuro que discurre en Estigia.

Interesante cuanto menos la utilización del enclave de la ciudad de Khesnatta, ubicada en la citada Estigia, también conocida como la Tierra de la Muerte. Dicha región está estrechamente relacionada con Toth Amon, de sobra conocido por los lectores de Conan. El reino está compuesto por una sociedad decadente, teocrática, xenófoba y obsesionada con la muerte y la inmortalidad. A pesar de la existencia de una estructura jerarquizada, con monarcas, la verdadera cúspide de la pirámide la componen los magos, hechiceros y brujos practicantes o aprendices de magia negra. El autor, junto con el arte gráfico del artista titular, consigue ambientar el entorno en el que se producen los hechos que son narrados. Muy probablemente el trazo sucio de Ron Garney siente bien al contexto que el guionista pretende conseguir. Igualmente es de agradecer pinceladas como el uso de la reminiscencia a la antigua Valusia.

Dicha localización nos trae al recuerdo aventuras protagonizadas por Kull. En la época en la que los hombres serpiente ostentaban el control, el poder de Valusia estuvo basado en un avanzado entendimiento de la magia y de la alquimia, que empleaban para obrar grandes prodigios. Es visible la vinculación con Los Mitos de Cthulhu en historias como «Los gusanos de la tierra«, en la que Robert E. Howard incluye términos como «Cthulhu» y «R’lyeh». Por otro lado, en “El morador de las tinieblas» de Lovecraft se menciona explícitamente a los «hombres serpiente de Valusia».


De boca del protagonista debemos traer a la presente reseña la siguiente afirmación: “La esperanza es de necios”. Sabedores de que Marvel Comics nos traía una serie inolvidable, y añorada por muchos, tanto por su significado como por los maravillosos momentos que nos regaló, la esperanza estaba en nuestras mentes, confiando en un renacimiento de lo que antaño la Casa de las Ideas nos regaló. Al hilo de la renombrada frase, debemos decir que, sin considerarnos necios, sino simples fans enamorados de un personaje maravilloso, nos hemos visto de frente con la cruda realidad. Las fantásticas adaptaciones de relatos de Robert E. Howard, en los tiempos del blanco y negro del formato magazine, han dado paso a un cómic de grapa sin más, sin espíritu, sin esencia, sin vida. Los autores nos cuentan una historia, o más bien una aventura entretenida, nada más.

Gerry Duggan no ha arriesgado, y se deja llevar por una aventura aceptable, en las que como ingredientes a destacar se aporta un Conan desatado, un pequeño grupo de camaradas, un mago, el Dios Serpiente, la búsqueda de un tesoro y Estigia. No es un argumento que vaya a pasar a la historia entre aquellas que recuerden al Cimmerio, pero no por ello es una lectura olvidable. No menos importante es la recomendación de leer de seguido los números que conforman este arco, y no con esta cadencia bimensual que no está sentando nada bien a la serie.

Respecto a la labor gráfica, al frente contamos con un dibujante bastante solvente que desde sus orígenes en el medio ha evolucionado de manera muy positiva. Puede gustar más o menos, si bien en algunos momentos pretende emular al gran Joe Kubert, y ante tan magno objetivo se puede caer directamente al abismo, si bien debe decirse que Ron Garney desarrolla un trabajo notable y nos regala alguna magníficas escenas que benefician al conjunto.

Poco más podemos decir de este comienzo, solo criticar que se esperaba algo más de una serie emblemática. Si bien el equipo se muestra capaz, la apuesta no ha sido arriesgada y pudiendo haber colocado por ejemplo a Roy Thomas de inicio (sabemos que está elaborando un futuro arco), junto con Alex Ross o Jesús Saiz, se ha optado por un equipo menos imponente.

La Era de Conan: Bêlit de la Costa Negra 1 a 3

La Era de Conan: Bêlit de la Costa Negra, de Kate Niemczyk y Tini Howard. Panini Cómics números del 1 al 3. Contiene Age of Conan: Bêlit 1-5 USA ; Grapa. 48 páginas. 4,00€

Hablar de Bêlit es hablar de un personaje íntimamente unido a Conan el Bárbaro, y muy querido por los fans. Concebida por Robert E. Howard en el relato La Reina de la Costa Negra (Queen of the Black Coast) publicada en la revista pulp Weird Tales en Mayo de 1934, fue rescatada más tarde, en el año 1975 por Roy Thomas y Barry Windsor-Smith para el número 75 de la colección Conan el Bárbaro, ya en formato cómic y con el aspecto de bella mujer de pelo moreno como ala de cuervo que hoy día forma parte del imaginario popular. Aquel cómic adaptaba el ya comentado relato de Howard, y fue el que supuso el salto definitivo para que Bêlit fuese casi tan popular como el propio Conan. En aquel cómic fue presentada como una temible pirata (como ya ocurría en el relato de Howard), pero el personaje continuó utilizándose hasta llegar a ser, no un interés romántico más del personaje, sino el amor de su vida, quizás incluso por encima de Zenobia, la esposa que Conan tomaría ya como Rey de Aquilonia en el ocaso de su vida.

Dark Horse también rescataría al personaje del olvido para la colección de Conan el Bárbaro guionizada por Brian Wood y dibujada por Becky Cloonan, por lo que no es de extrañar que dada la popularidad de la pirata entre el fandom, que Marvel no la dejara escapar.

Es por eso que Bêlit tiene el honor de protagonizar la primera de las series hermanas de Conan el Bárbaro y de La Espada Salvaje de Conan que son acogidas para el paraguas titulado La Era de Conan que narrara las distintas aventuras de personajes ligados al famoso bárbaro, sin que en principio el mismo sea el protagonista de dichas historias.

Bêlit de la Costa Negra es un cómic repartido en cinco grapas USA (tres números españoles) dibujado por Kate Niemczyk (ilustradora de la aclamada Pájaro Burlón) y escrita por Tini Howard, y nos presenta a la que estará llamada a ser la pirata más temible de la Costa Negra desde su más tierna infancia, en la que la pérdida de su padre (pirata que más o menos había renunciado a su profesión tras encontrar el amor y tener una hija) le hace crecer con un deseo de venganza y sin referentes paternos o maternos que la lleven por una vida menos peligrosa.

Poco a poco, la joven Bêlit descubrirá la fortaleza que tiene dentro y se hará a la mar buscando la necesaria represalia para quienes la han dejado huérfana de padre, mientras que se va ganando un nombre en el mar, hasta el punto de ser conocida y temida por todo marinero que se atreve a surcar la Costa Negra que ella controla.

Tini Howard demuestra aquí un manejo muy acertado del personaje, demostrándonos que el empoderamiento femenino no debería de entender de épocas o de ficciones muy concretas, sino solamente ser coherente con la historia que se narra del personaje, siendo esta la primera vez que Bêlit brilla por sí sola, sin tener un Conan al lado que le robe parte del atractivo que como personaje ya tenía (Brian Wood lo hizo muy bien con Bêlit, a quien presentó como temible pirata y dueña de su destino antes de conocer a Conan, pero introdujo tan pronto al bárbaro en la vida de ésta, que daba la sensación de que se desaprovechaba un poco al personaje).

En cuanto al dibujo Kate Niemczyk se desenvuelve muy bien, con unas líneas suaves que construyen una Bêlit seductora a la vez que temible, sin caer en una sexualización excesiva que llevaría al cómic por otros derroteros. Una obra que nos demuestra que Marvel tiene universo de Conan para rato, que aprovechará esta licencia en la medida de lo posible, y que hay personajes en este bárbaro cosmos de ficción para tod@s.

Limited Edition. La Espada Salvaje 1974-1976

Edición original:.Savage Sword of Conan #1-9
Edición nacional/ España:.Panini Cómics y SD Distribuciones
Guión:.Roy Thomas y Bruce Jones
Dibujo:.John Buscema y otros
Entintado:.Alfredo Alcalá y otros
Formato:.Tomo en tapa dura
Precio:.

45,95 euros

La publicación de Conan en España no es algo novedoso. Es un personaje con más de treinta años de tradición en nuestros puntos de venta. Pero sí es cierto que la recuperación por parte de Marvel de sus derechos le ha dado un empujón a su figura en este país nuestro. Con el curioso caso de que dos editoriales patrias, Panini Cómics y Planeta Cómic, compartan las publicaciones clásicas sobre el cimerio (no así lo nuevo, exclusivo de la italiana), se nota muy mucho un repunte de su popularidad. Un dato para contrastar tal afirmación puede ser la salida en formato Limited Edition, el acuerdo entre Panini y SD para material Marvel minoritario, de La Espada Salvaje de Conan, donde encontramos que una tirada acotada a solo 1.500 ejemplares es del todo insuficiente, generando una psicosis hasta ahora nunca vista por este redactor, en cuanto a la adquisición de material recién sacado de la imprenta. Muy probablemente, este ligero problema haya sido advertido por las altas instancias, por lo que los vientos deben de estar prestos a cambiar. El tema de fondo es que se nota que existe un público que ansía y desea atesorar en sus estanterías el Conan más adulto, aquel que surgió en el terreno Curtis, la zona en blanco y negro de la editorial, una que no debía pasar por el desesperante Comics Code.

Efectivamente, ese el objetivo de este punto, analizar de manera muy breve la vertiente en magazines del Bárbaro. Hasta ahora tenemos tres volúmenes en el mercado (muy cotizados en los ambientes comiqueros); un número cero, del que hablamos largo y tendido en esta casa (para saber más solo pulsar aquí), que corresponde a la revista Savage Tales, y los dos primeros de La Espada, propiamente dicha, que cubren los años 1974, 75 y 76. La obtención de los derechos del personaje, en busca de algún reclamo de Espada y Brujería, se produjo a inicios de 1970. En octubre de ese mismo año, Roy Thomas y Barry Smith iniciaban una longeva serie en comic-book que demostraría a los grandes jefes que Conan tenía madera de superventas. Thomas era partidario de trasladarlo a un terreno más adulto, donde el cimerio podía desatar un potencial mayor de violencia y erotismo. Dicho y hecho, Savage Tales fue la primera revista en blanco y negro de la producción Curtis, con nuestro héroe como principal reclamo. La cuestión es que este magazine tuvo muchos problemas, que se manifestaron en una publicación errática. Aun así, Conan volvió a salir airoso. Para agosto de 1974 se anuncia la próxima llegada de The Savage Sword of Conan. El cimerio había llegado para quedarse.

Es aquí donde comienza nuestro relato. El tomo 1 de La Espada cubre los años 1974-75, con el ciclo que va del #1 al #9 del magazine. Hay que aclarar que por temas de derechos, las revistas no están completas. Mucho material que entonces estaba negociado por Marvel, se ha ido cayendo por el camino, algunas de ellas creaciones del propio Robert E. Howard, aunque el reciente trato con los herederos del escritor tejano va a permitir a la editorial utilizar todos sus personajes. Así, hay material de lo más interesante que se ha quedado fuera, como la adaptación de una de las primeras novelas gráficas del medio americano, Blackmark de Gil Kane y Archie Goodwin, las historias de Red Sonja (cuyos derechos obran en mano de Dynamite, por lo que para España toca acudir a Planeta para conocer su periplo) o las del Rey Kull, un personaje que conecta directamente con el imaginario de Conan. Por tanto, y a modo de conclusión, en estos Limited Edition solo encontramos las tramas de Conan en los magazines.

El completar aquel primer ejemplar de The Savage Sword of Conan no fue una tarea sencilla para Thomas, editor del título y principal responsable literario. Veníamos de un cambio demasiado rápido, muy pronunciado; de Savage Tales a Savage Sword en poco más de un mes. El tiempo se echaba encima y Roy no tuvo más remedio que tirar de material trillado, siempre hablando del cimerio, porque la revista también incluía artículos y pin ups varios para rellenar. Los dos grandes relatos del Bárbaro, base de la publicación, no estaban pensados para este primer número de La Espada. El llamado “La Maldición del No Muerto” era un argumento ya terminado que iba a aparecer en Conan The Barbarian, el comic-book. Se trata de un clásico team-up con Sonja que John Buscema había dibujado con maestría, dispuesto para ser entintado y coloreado. Pero Roy, hábil editor, contrató los servicios de Pablo Marcos, especialista en blanco y negro, para que le diera el acabado acorde con una revista Curtis. La siguiente aventura sonará a todos aquellos con el bagaje heredado de Savage Tales, “La Hija del Gigante de Escarcha”. Esta viene tal cual de allí. Thomas, Smith, relato original de Robert Howard …. Lo ya sabido por el aficionado a Conan. Un #1 muy costoso de sacar adelante inauguraba la nueva saga cimeria.

Barry Smith repite historia en La Espada

A la altura del #2, la cordura se fue imponiendo, a la vez que se iba testeando la fiabilidad comercial del personaje. También se fueron definiendo objetivos, porque recordamos que había un cómic bastante asentado sobre Conan en el mercado. Así lo recuerda Roy: “había decidido que quería usar Savage Sword como vehículo para adaptar al cómic los relatos de Howard, porque no podríamos publicarlos en la serie a color hasta varios años después, condicionados como estábamos por el ritmo al que narrábamos la vida del bárbaro”. Así pues, toca ponerse manos a la obra puesto que la responsabilidad de honrar el legado de Howard es lo suficientemente importante como para no dejarla en manos del azar. El primer afortunado en pasar por la revista es “El Coloso Negro”, una historia plena de magia y brujería que llevaría a Conan a vestirse de importante general al servicio de la princesa de turno. Para este cometido tenemos firmando el arte a uno de los dibujantes definitivos del Bárbaro, el gran John Buscema. El bueno de John no solía hacerse cargo de las tintas; ganaba mucho más parné realizando solo lápices, por lo que el entintado corrió a cargo de un especialista en blanco y negro, Alfredo Alcalá, convirtiéndose en un tándem habitual en el magazine, para deleite de los aficionados y convertido en losa para Buscema. Siempre se ha dicho, y con razón, que Big John renegaba de los superhéroes, hallándose más cómodo en los relatos de Espada y Brujería. Pero Alcalá se lo hizo muy difícil, al contrario de lo que ocurría con Ernie Chan y demás compatriotas filipinos, con ese acabado pictórico en los lápices. Las palabras de Thomas no dejan lugar al error: “John siempre detestó el trabajo de Alfredo y, por desgracia, no cesó nunca de menospreciarlo, aunque Alfredo hiciera simplemente lo que yo le había pedido, y además lo hiciera muy bien”.

El número tres cuenta con dos aventuras del cimerio. Una es una secuela no oficial de “El Coloso Negro”. Resulta que la continuación de aquel relato de Howard fue realizada por L. Sprague de Camp y Lin Carter, herederos literarios del legado, por lo que Thomas decidió saltarse el tema del copyright, cogiendo elementos conocidos de la historia anterior y moldeándolo de manera autóctona. “En la Montaña del Dios Luna” se mantienen personajes y situaciones de “El Coloso” pero se aviva el componente fantasía y acción. Dibujado por John Buscema y Pablo Marcos, alguien de mayor agrado para el mayor de los Buscema, el apartado artístico luce impecable, para disfrute del aficionado. El segundo de ellos supone un paso adelante para la mitología del cimerio; por primera vez en el magazine, Roy utiliza una historia apócrifa, más concretamente un relato de un fan sueco llamado Björn Nyberg, que Sprague de Camp incluyó en una antología de bolsillo. “Demonios de la Cima” es un argumento ligero, con el leit motiv principal de “Conan salva a chica”, muy utilizado en la mitología de nuestro personaje. Más impacto tiene el apartado artístico, donde un inmenso Tony DeZuñiga, firmando como autor completo, entrega unas páginas repletas de calidad y buen uso del blanco y negro.

Damos el salto al siguiente número, el #4, con otra producción Thomas-Buscema-Alcalá, basada a su vez en relato homónimo de Robert Howard, “Sombras de Hierro en la Luna”. Bueno, en realidad hay una pequeña modificación en el título. La revista Weird Tales, hogar de los relatos pulp de Howard, cambió la nomenclatura original facilitada por el escritor tejano, por lo que se publicó como “Shadows in the Moonlight”. Roy decidió que sería un buen homenaje recuperar la idea de Howard, por lo que se procedió a titular la historia del magazine “Iron Shadows in the Moon”, tal como su autor hubiera preferido. Con esta trama se abre una carrera, por parte de los autores, para ir aumentando paulatinamente la longitud de las subsiguientes historias de Conan. Esta contaba con casi cincuenta páginas de aventuras bárbaras, pero este récord se iría quebrando, número a número, como iremos viendo por el camino.

El quinto de los ejemplares de La Espada mantiene una estabilidad envidiable. A esas alturas parece que la máquina se encuentra engrasada y el aficionado comienza a elevarla en las listas de ventas. El título seguía manteniendo la cadencia bimestral, pero sus números eran vigorosos, respecto al resto de la producción de Curtis. Lo cierto es que el fenómeno magazine empezó con mucha fuerza, pero acabó por deshincharse, de manera paulatina. Otros géneros como el terror o las artes marciales cerraban publicaciones, cosa que no ocurría con Conan. A la altura de abril de 1975, el personaje situaba a La Espada en la zona calmada, fuera del peligro de la cancelación. Gran parte de esa seguridad venía por la calidad de las historias incluidas. Para este #5, Thomas vuelve a tirar de las esencias de Howard en “Nacerá una bruja”, con las típicas argucias de una malvada nigromante y luchas constantes entre guerreros. Dibujada por John Buscema y terminada por el grupo de filipinos a cargo de DeZuñiga, conocidos popularmente como La Tribu, esta aventura contiene una de las imágenes más icónicas de Conan, crucificado y dando muerte a un incauto buitre que venía por comida. La escena fue inmortalizada en la gran pantalla, ya que John Millius la incluyó en su Conan el Bárbaro, la producción de FOX que inauguraba sus peripecias a imagen real. Esta visión es ciertamente impactante y el propio Big John quiso que fuese el reclamo principal la revista, por lo que se propuso hacer la portada. Hasta ese momento fueron artistas como Boris Vallejo, Neal Adams o Mike Kaluta los que se habían encargado de ese cometido, pero Roy no le puso impedimento. El caso es que no se sabe muy bien el porqué, pero Buscema no logró encontrar el punto, por lo que únicamente recreó la imagen del Conan crucificado y se la pasó a Vallejo, que le dio ese acabado tétrico que tan bien luce como ilustración. Cosas que pasan.

John Buscema, el alma artística de Conan

Pasamos al #6, donde volvemos a la estructura predominante del comienzo del magazine, dos segmentos de Conan como eje fundacional. Para “El Durmiente que mora bajo las Arenas”, Roy opta por inventarse un relato propio, con todos los elementos reconocibles del personaje, pero nada extraído de la pluma de Howard. Dibuja Sonny Trinidad, otro maestro de la plumilla en blanco y negro. El segundo sí viene con la firma del escritor tejano, pero con una pequeña peculiaridad. “El Pueblo de la Oscuridad” era un escrito, de los muchos que publicó en revistas pulp, cuyo protagonista se llamaba Conan pero no era nuestro cimerio. Robert E. reutilizó el apelativo, en este caso, para hablarnos de alguien si cabe más antiguo, aunque perteneciente a la Era Hyboria. Thomas piensa que debe saltarse cualquier tipo de confusión, por lo que busca un punto de unión con el trasfondo ya conocido de nuestro bárbaro, el asedio de Venarium, y aquí nadie ha notado el cambio. Aquel relato tenía una configuración particular, ya que contenía partes que sucedían en el presente del S.XX, por lo que estamos ante el primer viaje iniciático del personaje, de aquella manera, fuera de su mundo de espada y brujería. Destaca sobre todo el arte del dibujante titular, Alex Niño, sinuoso, experimental y por momentos, muy rompedor.

Parece ser que eso de los viajes en el tiempo caló en el escritor de la revista, pues para el #7 tenemos una historia apodada “La Ciudadela en el Centro del Tiempo” donde se abría la posibilidad de distintos desplazamientos cronológicos. Este tipo de argucia no era del agrado de Robert E. Howard, por lo que dejamos bien claro que todo esto surgió de la imaginación de Roy Thomas, perfectamente plasmada por el equipo de ensueño formado por Buscema-Alcalá. Lo interesante de este ejemplar es que el llamado Pozo en el Centro del Tiempo, el lugar de donde surgió el misterioso antagonista del cimerio en esta aventura, se utilizaría años después para la visita de Conan al Universo Marvel. Efectivamente, aquel What If? #13, fechado en febrero de 1979, utilizaba ese recurso para explicar el trasvase del Bárbaro de una era a otra. Es que Thomas es así, no da puntada sin hilo.

Savage Sword #8 se configuró con una mezcla de materiales, denotando una especie de nerviosismo por las fechas de entrega, que tendría consecuencias a no muy tardar. Estamos en octubre de 1975 y en ese mismo año se había publicado el obligado anual de la colección, que en este caso simplemente se le había añadido un Special, como apostilla, con material ya reciclado. No había tiempo efectivo para más. Se utilizaron tramas de la colección a color de Conan, y algo del Rey Kull, reconvertidas al blanco y negro. La exigencia era máxima. Lo único novedoso fue una portada del maestro Ángel Badia (descanse en paz) y pare usted de contar. Thomas se veía asediado por el ritmo de producción, aunque todavía con el expediente intachable. Para el ocho de la cabecera se rodeó de varios colaboradores, entre ellos Tim Conrad, con el chip de emular a Barry Smith, y Jess Jodloman, que le tocó recrear gráficamente un poema de Lin Carter, pasado por el tamiz de Thomas, sobre el cimerio. Además, contamos con un argumento que no estaba realizado por el bueno de Roy. Bruce Jones se hace cargo como autor completo, es decir, guion y dibujo , de “La Cima del Brujo”, una breve trama en la que Conan no aparecía, aunque se nos advertía que pertenecía a los tiempos contemporáneos del Bárbaro.

En este octavo ejemplar, también contamos con uno de esos experimentos que tan buenos resultados han dado con el paso de los años, el crossover entre colecciones. Mediados de los setenta supuso un buen momento para probar nuevos formatos, dado que se considera una época de experimentación. El mismo magazine respondía a una diversificación evidente en busca de nuevos nichos de mercado. Lee y Thomas potenciaron una renovada forma de publicación, con una paginación más amplia, por lo tanto, a precio mayor, denominada Giant Size. La editorial, en muy poco tiempo, se pobló de ellos, por lo que ni el bueno de Conan de vio ajeno a los mismos. Para un fenómeno de tal significación, Roy pensó en algo especial y se le ocurrió serializar la única novela como tal que Robert E. Howard confeccionó en base a las aventuras de nuestro bárbaro preferido. “The Hour of the Dragon” es el título elegido por Weird Tales para publicarlo, ya que Howard no pudo conseguir que saliera adelante como novela unitaria. Tocaba pasar por el filtro de la serialización en su revista pulp de cabecera. Años más tarde, se alcanzaría ese objetivo de verla en el mercado como obra unitaria, ya bajo el título de “Conan, el Conquistador”.

Pues bien, Roy se puso manos a la obra y en los cuatro Giant Size con material de nuevo cuño (existe un #5, repleto de reediciones, con portadón, eso sí, de Jack Kirby) recreó la citada novela de Howard, con el impagable arte de Gil Kane como mejor compañero de viaje. El fenómeno Giant Size terminó por desaparecer, por lo que la adaptación de “La Hora del Dragón” tuvo que buscar nuevo asiento, decidiendo el staff creativo que sería Savage Sword #8 el lugar indicado. Continúa Kane a los lápices, solo que se añaden las tintas y grises de Yong Montano, que le acaba por dar otro aire más en consonancia con los magazines de Curtis. Recordamos que venimos del mundo a color y que muy probablemente, los dibujos de Gil Kane estuvieran pensados para la cuatricromía, por lo que el trabajo de Montano es todavía más relevante.

El #9 vuelve a ser un número más convencional, con dos ejes argumentales; uno ya sabido, el Conan de Roy Thomas, esta vez dibujado por Pablo Marcos, con una historia de la cosecha propia del de Misuri, sin pagar peaje a nada relatado previamente por Howard, y otra del rey Kull, firmada por Doug Moench y Sonny Trinidad. Llama la atención que sea esta última el principal reclamo de la revista, por su longitud y su posición en la publicación (y como hemos advertido, no incluida en estos volúmenes). Roy tira de su propio bagaje, con secundarios como Fazal y los Lobos del Desierto, pero se trata de una trama muy sencilla, que se nota realizada para cubrir un cupo.

Edición original:. Savage Sword of Conan #10-15
Edición nacional/ España:.Panini Cómics y SD Distribuciones
Guión:.Roy Thomas
Dibujo:.John Buscema y otros
Entintado:.Alfredo Alcalá y otros
Formato:. Tomo en tapa dura
Precio:.

40,95 euros

El segundo Ómnibus de La Espada Salvaje de Conan, el que cubre íntegramente el año 1976, comienza con el décimo ejemplar de la colección y éste trae la finalización de “La Hora del Dragón”, aquella historia de los Giant Size, reconvertida al magazine. Ahora ya asentada en el terreno Curtis, se busca al artista más adecuado y ese no puede ser otro más que John Buscema (con el acabado de La Tribu; se van percibiendo ciertas urgencias). La novela de Howard es uno de los últimos intentos del creador por legitimar a su personaje. Es una historia con un Conan ya maduro, convertido en rey, después de múltiples peripecias y que sufre un derrocamiento por parte de un nutrido grupo de conspiradores, donde destaca el mago Xaltotun. Todo este arco argumental se centra en la odisea del cimerio para recuperar su trono legítimo, dando tumbos de localización en localización, y conseguir vengarse de sus enemigos. Esta última parte representa la llegada a Estigia, donde yace un objeto arcano necesario para la derrota del brujo, además de observar la reunión de sus ejércitos para la batalla final.

Lo cierto es que Howard le tenía cogida la medida a las historias del Bárbaro. Después de incontables relatos, tenía complicado no repetirse, por lo que, ante esa tesitura, decidió reutilizar aspectos que ya había incluido con anterioridad en su repertorio. Los dos ejes de su relato son la resurrección de un viejo conocido, el malvado Xaltotun, y la conquista de Aquilonia por parte de fuerzas nemedias. De alguna forma, son cuestiones que el genial escritor ya había reflejado en relatos cortos previos, como “El Coloso Negro” o “La Ciudadela Escarlata”. Se torna, pues, en un homenaje autoreferencial a obras pretéritas, una culminación necesaria de un legado al que el bueno de Howard poco le quedaría por aportar, debido a su temprana muerte. Thomas y Buscema saben mejor que nadie como honrar su memoria. Por cierto, en estos Limited de La Espada no está incluido el ciclo completo que reproduce “La Hora del Dragón”, solo las partes que corresponden al #8 y al #10, lo que venía a ser su práctico final. Apenas unas líneas introductorias, recordando de dónde venimos, y salto a la acción. Para conocer de manera íntegra la historia de la pérdida y recuperación del trono aquilonio hay que emplazarles al Marvel Omnibus dos, con las historias a color de Conan el Bárbaro, recién publicado por Panini.

Original de Savage Sword #10

Para los siguientes números, se mantiene más o menos la misma dinámica; historia basada en relato de Robert E. Howard dibujado por John Buscema. Solo que en este caso, su trasfondo se toma prestado para fortalecer la mitología de nuestro bárbaro. El #11 es un claro ejemplo de ese reaprovechamiento de materiales ya que la trama de “El País de la Daga” no estaba pensada para Conan, sino que su protagonista era otro de los personajes fetiche del escritor tejano, El Borak. Thomas supo ver el potencial de una historia del Medio Oriente ambientada en los años treinta y le quitó cualquier elemento de ser susceptible de poder ubicarse en esa época, para trasladarla a la Era Hyboria. Buscema, con el acabado de Yong Montano, hizo lo más importante, imprimir en las páginas ese sabor cimerio que con tanto talento había aprendido a realizar. El #12 parte de un texto inconcluso de Howard, un argumento que buscaba su fuerte en el influjo de La Cruzadas medievales. “La Princesa Esclava” no deja de ser una aventura de corte histórico de inicios de siglo, por lo que al bueno de Roy le tocó ir añadiendo unos cuantos toques sobrenaturales para que el lector lo ubicase en el pertinente género de la espada y brujería. De ahí surgiría su adaptación marvelita, titulada “Los Espectros del Castillo Carmesí”. Y para lograr el objetivo final que mejor que contar con los lápices y las tintas del dúo Buscema-Alcalá.

La triste verdad sobre estos dos números es que se trataba de material de inventario, es decir, trabajos extra, fuera de cámara, para que en caso de no arribar a las fechas de entrega, hubiera algo con lo que rellenar la revista. Thomas llevaba un tiempo con un proyecto realmente ilusionante al lado de Neal Adams, la traslación a viñetas de uno de sus relatos favoritos sobre el cimerio, “Sombras en Zamboula”, aunque la cosa iba realmente lenta. Para nada era un cometido a solventar en pocas páginas, pues la idea era arrimarse a una paginación de aventuras cercana a la cuarentena y pese a ello no era de las más largas que se recuerdan en el historial del magazine. Las había de mayor longitud y se habían completado en los plazos estipulados. Adams era uno de los artistas más solicitados de los años setenta, no solo en el terreno del cómic, sino también en la ilustración e incluso publicidad. El dibujante había colaborado con Thomas de manera habitual, por lo que se percibía una buena entente. El guionista le dio el tiempo necesario pero poco a poco, la presión del reloj fue haciendo mella. Como ya hemos dicho arriba, el #11 y el #12 se rellenaron con material de inventario y al final de ese último ejemplar se anunciaba la llegada de “Sombras”….. que acabó convertido en falsa alarma. Adams no llegó a cubrir las fechas de entrega.

El editor se vio en una tesitura que no se volvió a repetir en la larga andadura del magazine; tocaba recurrir a reimpresiones para cubrir el #13 de la cabecera. Sí, pasado por el tamiz del blanco y negro, pero material ya aireado en otros lares. “Los Dioses de Bal-Sagoth” era un ciclo en dos partes publicado en el #17 y el #18 de Conan, the Barbarian, a cargo de Thomas y Gil Kane, entintado por Ralph Reese y Dan Adkins, de manera separada, en cada uno de los dos números. Aquí se le quita el coloreado y se ajusta al formato magazine. Mantiene el leit motiv de la colección, puesto que estaba basado en material original de Howard, pero eran unas historias que se habían publicado apenas dos años antes, por lo que todo buen seguidor notaría enseguida la argucia. Por si acaso, Thomas pidió disculpas en su editorial del correo del lector y prometió “Sombras” para el siguiente ejemplar, pese a que todavía no tenía sobre su mesa las páginas terminadas por Adams.

El #13, ejemplar hecho con reimpresiones

Ese #14 se convertía en toda una prueba de fuego para el principal valedor de la revista. Su credibilidad estaba en juego; no más material de inventario y la declaración pública de no más reimpresiones. Tocaba meter presión al trabajo del dibujante. Roy se lo dijo de manera amable pero imperativa: se necesitaban resultados ya. Neal envió lo que tenía, para nada lápices completos. Bocetos muy detallados, pero faltos por terminar. El artista se los pasó a su guionista pensando que se los devolvería para entintar. Pero Roy se paró en seco y tomó una decisión que iba a disgustar profundamente a su colaborador. Ante la posibilidad de cualquier complicación de Adams y la gente de su estudio, Continuity Associates, optó por enviar las planchas a Filipinas donde Tony DeZuñiga y su equipo (La Tribu) se encargarían de darle los toques finales. Estos no fallaban nunca por lo que Roy tendría “Sombras” para el anunciado número catorce.

Este pequeño detalle supuso la separación efectiva de un equipo de trabajo que había funcionado de maravilla en el mainstream, el formado por Thomas y Adams. Para el dibujante fue una puñalada trapera que será recordada por el resto de sus días. Para Roy, pensando en su papel de editor más que en el trabajo artístico, era la única opción posible. Así nos lo recuerda en la intro del volumen que corresponde a 1976: “Neal consideró una traición mi gesto de enviar la historieta a Manila para que la terminaran y nunca más volvió a trabajar conmigo. Entiendo su punto de vista. Pero el mío es que no me dejó otra opción. No podía correr el riesgo de tener que reeditar otra historia…… C’est la vie. Ambos sobrevivimos y seguimos adelante con nuestra labor creativa”.

Neal Adams, entintado por La Tribu, muy a su pesar

La crisis que representa ese #14 se puede considerar un punto y aparte para la colección. Vendrán vacas flacas, como en cualquier publicación, pero la revista se mantuvo estable y jamás volvió a sufrir ese tipo de premura, al menos mientras que Thomas se mantuvo al timón. Un magnífico ejemplo puede ser el #15, con una producción Thomas-Buscema-Alcalá, versionando un relato de Howard, “El Diablo de Hierro” . Volvemos a las esencia, a las cuarenta páginas con el cimerio repartiendo mandobles, con serpientes amenazantes, villanos de baja moral y princesas prestas a ser rescatadas. Pura esencia de Conan el Bárbaro. Con esta trama se cierra el segundo Ómnibus que recopila La Espada, por lo que nos dedicamos al aspecto de valoraciones, en las líneas subsiguientes.

Pero antes recordar que nos encontramos con una publicación de Curtis, por lo que artículos variados, sobre todo basados en el trasfondo del escritor y su mundo, y diferentes ilustraciones de grandes del lápiz (Alfredo Alcalá, Barry Smith, Esteban Maroto, Mike Zeck, Tim Conrad, etc.) sirven para completar las tramas principales protagonizadas en formato cómic por el cimerio. Lo más relevante a destacar es la traslación de Roy Thomas del texto original de Howard denominado “La Era Hyboria”, donde el escritor ponía en orden cronológico todo su entramado mítico con respecto a su más afamada creación. Acompañando a Roy, tenemos ilustraciones de un joven Walt Simonson, que realiza un trabajo impecable en esas lides.

Poco más podemos añadir, ya que hemos ido dejando nuestras impresiones por el camino conforme relatábamos la odisea editorial de la revista. Nos encontramos ante un material de calidad incuestionable, que se torna imprescindible para cualquier amante de las aventuras, pues estos cómics están repletos de acción y tensión . Roy Thomas atrapa en sus guiones ese espíritu indomable de un clásico protagonista de la espada y brujería mientras que Buscema, Adams y el resto de artistas reproducen los entornos propios de la temática. Hay que ser conscientes que nos encontramos ante argumentos cortados por un mismo patrón, con un cimerio que apenas sale de su rol de luchador, afectado por las pulsiones del momento, con princesas siempre en problemas, taimados brujos y demás criaturas fantásticas. Eso sí, están realizadas con el suficiente mimo, con gran cantidad de talento, por parte de los equipos creativos, por lo que cualquiera por un mínimo interés por el género disfrutará sobremanera.

Los dos tomos viene enmarcados en el formato Ómnibus, de reciente instauración en el mercado hispano. El tamaño se ajusta a los magazines originales, algo superior al comic-book, lo que se agradece para su correcta degustación, ya que se está haciendo el esfuerzo de ir ajustando la publicación al ritmo americano, con la última restauración hecha por Marvel Comics. Un respeto que se nota en cada línea, en cada portada, exceptuando un asunto muy concreto. En Savage Sword #8 teníamos un relato dibujado por Tim Conrad con una viñeta coloreada en rojo de manera deliberada para lograr un determinado efecto. Aquí, sin motivo aparente, han decidido privarnos de ese efecto, porque la viñeta coloreada ha desaparecido, dejándola en blanco y negro. Algo del todo incomprensible. Por lo demás, muy buena edición, en la que se ha colado algún gazapo (el inicio de “Sombras en Zamboula” contiene un “Conan es una creación de” fuera de su sitio, pero bastante difícil de apreciar). Desde luego, la mejor que hemos tenido en nuestras manos desde que se publica Conan en castellano, pese a esos pequeños fallos.

Quitando temas externos, con todo el revuelo que se ha montado en torno a los 1.500 ejemplares de la polémica, y dado que aquí estamos para hablar de cómic, la publicación de “La Espada Salvaje” es uno de los hitos editoriales de este 2019. Se trata de uno de los grandes cómics de los años setenta publicados por Marvel, con una calidad gráfica abrumadora. Unos tomos que cualquier amante del género debiera atesorar en su biblioteca.

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