#ZNMesMorrison – Hellblazer 25 y 26, de Grant Morrison y David Lloyd

Grant Morrison, con la imprescindible ayuda de David Lloyd, nos enseña algunos de los aspectos más despreciables del ser humano. Nos sumerge en una orgía de violencia y terror para mostrarnos que las fronteras de la cordura y la civilización pueden ser muy frágiles.

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Edición original: Hellblazer vol. 01 #25 y 26 (DC Comics. Enero y febrero 1990)
Edición nacional/España: John Constantine, Hellblazer #13. Planeta DeAgostini. Diciembre, 2006
Guion: Grant Morrison
Dibujo: David Lloyd
Color: David Lloyd
Traducción: Ernest Riera
Formato: Rústica, 48 páginas

De cómo despertar a nuestro rey interior, de cómo despertar al monstruo.

«Dios nos ha abandonado, sr. Constantine. Esta noche veremos si los viejos dioses ofrecen algo mejor»

A veces las enciclopedias son demasiado frías e inexactas. En la Wikipedia, el díptico de números que realizaron Grant Morrison y David Lloyd en los primeros años de la serie Hellblazer queda resumido de esta guisa: “Grant Morrison (issues #25 & 26) and Neil Gaiman (issue #27) both filled in during a three-month break, with Morrison’s story dealing with nuclear fear, and Neil Gaiman’s being a simple romantic ghost story”. Algo así como que los tres números indicados (los dos de Morrison y uno de Gaiman) son una pausa en la etapa de Jamie Delano y que la historia dxl de Glasgow trata sobre el miedo a la amenaza nuclear. No es falso, pero tampoco es la verdad. No se equivocan en nada, pero se dejan lo realmente importante. En este humilde artículo intentaremos hablar de todo lo que no sale en los manuales sobre esta historia única, que explora como pocas el terror en estado puro; casi sin argumentos, casi sin causas aparentemente tangibles.
Por cierto, el excelente relato de Neil Gaiman, maravillosamente ilustrado por Dave Mckean, tampoco se merece una alusión tan sumaria.

Vamos a por lo que dicen los anales.
Esta historia se estrenó dividida en dos partes en la colección norteamericana Hellblazer, publicada por el sello Vertigo de DC Comics. Concretamente apareció en los números veinticinco y veintiséis, con fecha de enero y febrero de 1990. Estos dos episodios se titulan Alarma preventiva y Cómo aprendí a amar a la bomba, respectivamente, y no Newcastle, un terrible error de la primera edición en castellano que intentaremos explicar algo más adelante. Sus autores no eran los habituales de la colección en esta etapa, estos dos capítulos junto al siguiente – a cargo de otro equipo creativo – funcionan a modo de fill-in dentro de la serie regular. Los responsables de este díptico en concreto son le guionista Grant Morrison y el artista David Lloyd y la trama se sitúa en un pueblecito ficticio al norte de Inglaterra llamado Thursdyke, situado junto a una base de misiles nucleares.

Ahora procedamos a reseñar lo que se dejan en el tintero los enciclopedistas. Cuidado que por momentos podemos revelar algunos datos importantes de la trama.

En primer lugar es importante recalcar que Grant Morrison (1960) monta un argumento perfecto para un episodio de relleno. Le guionista conduce a nuestro cínico protagonista llamado John Constantine, un detective de lo sobrenatural que posee poderes de brujería, hacia un pueblecito sumido en una grave crisis económica y con grandes problemas sociales. Allí se encuentra con una amiga y compañera de tratamiento mental que le invita a asistir a una celebración local, una fiesta anual donde se recuperan tradiciones paganas ancestrales, donde las máscaras y los cabezudos son los protagonistas. Paralelamente los encargados de la base nuclear empiezan a experimentar con extrañas fuentes de energía para incidir en la estabilidad mental de los residentes y de los visitantes de Thursdyke. Los ánimos se caldean, todas las frustraciones políticas, laborales, sociales y personales salen a flote de una manera extremadamente violenta para acabar en una monstruosa orgía de terror que acarreará terribles consecuencias a la localidad y sus moradores. Finalmente, Constantine vuelve hacia Londres con otro episodio lleno de horror en su caótica biografía.

La construcción del crescendo emocional es extraordinaria, John Constantine se sumerge en un ambiente tremendamente viciado donde todos los personajes secundarios pasean sus fracasos de una manera tangible y dolorosa. El desfile saturnal nocturno, unido a las extrañas vibraciones procedentes de la base nuclear y la tensión social acumulada desencadenan en un aquelarre sangriento que ni el mismo protagonista puede sortear. El terror deviene puro, violento, palpable, muy doloroso y obscenamente sangriento. Los pocos supervivientes de esta noche infernal nunca volverán a ser los mismos.

Morrison explora los límites de la normalidad, las precarias fronteras de nuestra cordura e intenta demostrarnos la fragilidad del comportamiento civilizado; nos quiere mostrar lo fácil que es despertar a los monstruos que todos llevamos dentro y lo terrible que estos pueden ser cuando nuestra razón se desconecta y se sumerge en un sueño profundo. Unas intenciones que cumple con creces.

David Lloyd (1950), por su parte, se convierte en el mejor aliado de las intenciones dxl guionista de Animal Man. En aquella época Lloyd empezaba a ser reconocido en todo el orbe por su trabajo en V de Vendetta, gracias a la recuperación de la serie en 1988 a cargo de DC. La experiencia de creación junto a Alan Moore le había curtido en el arte de la narrativa gráfica por lo que su planteamiento global de la composición de las páginas en esta historia es magistral. El artista parte de un esquema bastante convencional de tres tiras con tres viñetas de tamaño variable, aunque a menudo lo varía por dos cuadros por tira o incluso una viñeta panorámica, y a medida que la acción va avanzando hacia su clímax de terror, distorsiona cada vez más los cuadros y los convierte en rectángulos de lados desiguales, cada vez más inclinados que enfatizan la sensación de caos. Como los diferentes trozos de un cristal roto.
Es muy significativo comprobar el momento en que Lloyd empieza esta distorsión de las viñetas. No lo hace la primera vez que vemos la macabra procesión, sino cuando Constantine la está contemplando asomado a una ventana, justo cuando empieza a notar por primera vez los efectos de las extrañas vibraciones y comienza a sentir la tensión largamente reprimida. Este recurso narrativo, casi imperceptible en una primera lectura, nos adentra en la trama de una manera irremediable y participamos mucho más intensamente de los horrores descritos. Casi somos unos participantes más de esta terrible bacanal del horror. En las tres últimas páginas, cuando todo ha estallado definitivamente, Lloyd vuelve al esquema inicial.

Su descripción del ambiente es muy precisa, pero al mismo tiempo bastante minimalista. Los fondos y decorados están resueltos con un elemento principal que sitúa la acción en su contexto, con sus connotaciones religiosas, sociales, culturales… y completa el conjunto con un degradado de manchas, líneas y puntos que le da una atmósfera nebulosa a la ambientación, con un toque entre lo gótico y de pesadilla.

En un artículo imprescindible de Ángel García dedicado a esta serie, el propio Lloyd nos explica como encaró la realización de esta obra:

En cuanto al guion, como te digo, no tuve nada que ver. Se escribió en guion completo y yo lo dibujé. Sí que puedo decirte que la historia me era familiar…
En cuanto al estilo, esta historia fue la primera en la que usé solo rotuladores finos y marcadores para entintar. La tinta se hizo con lápices más toscos que los que había utilizado con anterioridad. Fue un guion sobre el que decidí tomar riesgos y divertirme.

Estos dos últimos aspectos; el de riesgo y el de diversión se notan en un resultado más suelto, donde los trazos del pincel son menos precisos pero mucho más audaces y donde la mayoría de detalles se esbozan.
Los personajes están descritos de una manera absolutamente precisa y tanto sus rostros como sus gestos denotan una herida emocional latente y amenazadora. Lloyd se fija con más detalle en el personaje principal:

En cuanto al diseño, mi intención era únicamente despojarle del look habitual (a John Constantine) que siempre había tenido y que había solidificado la idea de que se trataba de un “disfraz…”

El color también fue una preocupación para el artista nacido en el norte de Londres, en la misma entrevista lo explica meridianamente:

En aquellos tiempos difíciles, descubrí que una paleta estrictamente limitada era el mejor modo de evitar reproducciones incorrectas, y con la elección adecuada de principalmente tonos pastel, todos los ambientes de las distintas escenas de la historia podían ser representadas efectivamente.
Los colores que yo quería para las páginas fueron realizado con pincel sobre reducidas copias de blanco y negro del arte y dadas a los separadores de color de DC como guías de que colores aplicar. La reproducción se hizo de un modo tan metódico como se pudo y salió bien, me alegra poder decir
”.

Predominan los diferentes tonos del malva, del naranja, los marrones y ocres. La sensación que nos ofrece el conjunto oscila entre lo onírico y lo violento.

Las ediciones en castellano son diversas y numerosas. Ediciones Zinco sacó un número especial en 1992 como complemento de su colección de cinco números que estrenó en 1990. Este especial lo tituló Hellblazer. Newcastle y utilizó la portada correspondiente al número once de la edición norteamericana donde efectivamente empezaba el arco titulado Newcastle. Pero en el interior de este especial incluía los dos números que estamos reseñando, que en ningún caso llevan este título y cuya trama se desarrolla en un pueblo cercano pero diferente. Se trata de una equivocación mayúscula puesto que confundió a los lectores de aquella época, llevándolos a mezclar erróneamente dos momentos esenciales del inicio de esta serie mastodóntica.

Portada de la edición errónea

En 2005 la editorial Planeta DeAgostini volvió a editar el inicio de la serie, esta vez el díptico se incluyó en el decimotercer tomo con una de sus portadas correspondientes y bien titulado. Este volumen está fechado en diciembre de 2006.
Finalmente para los amantes de la tapa dura, esta historia de Morrison y Lloyd se incluye también en el segundo tomo de la colección John Constantine. Hellblazer que ECC empezó a editar a partir del 2015. En concreto, este segundo tomo apareció en abril del 2016.

Con este gran díptico, Grant Morrison y David Lloyd consiguieron a ampliar los horizontes temáticos y estilísticos de Hellblazer. Su enfoque de la atmósfera general de la serie y el tratamiento de su personaje protagonista acabará siendo una referencia ineludible para la mayoría de equipos creativos posteriores.
Con Alarma preventiva y Cómo aprendí a amar a la bomba, tanto le guionista como el artista nos acercaron un poco más a los monstruos que reinan en nuestro interior más oculto. Nos colocaron frente a un espejo deformante para darnos una imagen más completa y exacta de nosotros mismos. La esperanza es que con la simple exposición a la luz de estos demonios, acaben desapareciendo para siempre y podamos empezar a convertirnos en mejores personas, tanto en el plano individual como en el colectivo. Quizás es una pretensión algo ingenua, pero seguro que merece algo más que una simple nota a pie de página en una entrada enciclopédica. Y la obra también.

Salut!

Lo mejor

• La perfecta armonía narrativa y artística entre Morrison y Lloyd.
• La enorme intensidad del relato.
• El asombroso trabajo de David Lloyd.

Lo peor

• La confusión que acarreó un error en su primera edición en castellano.
• Que este equipo creativo no se prodigó en más ocasiones.

Edición original: Hellblazer vol. 01 #25 y 26 (DC Comics. Enero y febrero 1990) Edición nacional/España: John Constantine, Hellblazer #13. Planeta DeAgostini. Diciembre, 2006 Guion: Grant Morrison Dibujo: David Lloyd Color: David Lloyd Traducción: Ernest Riera Formato: Rústica, 48 páginas De cómo despertar a nuestro rey interior, de cómo despertar…
Guion - 9
Dibujo - 9
Interés - 9

9

Desenfrenada

Una obra menor en la carrera Morrison con resultados mayores. Lloyd se convierte en el cómplice perfecto para alcanzar sus pretensiones.

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AlbierZot
AlbierZot
Lector
11 marzo, 2021 16:04

Lloyd con la chorra fuera. Qué maestría. Imágenes directas al córtex cerebral.

mespinpe
mespinpe
Lector
11 marzo, 2021 17:45

Me estoy perdiendo, si en el artículo de Wonder Woman es «le autorE», aquí tendría que ser le guionistE en lugar de «le guionistA», ¿no? Sin segundas, es una duda.
Por cierto, que me gusta más la claridad cristalina con la que narraba Morrison en esta época que el estilo sincopado y lleno de elipsis que usó a partir de JLA en muchas de sus obras.

Last edited 3 años atrás by mespinpe
Enrique Doblas
Autor
11 marzo, 2021 21:04

Gran reseña Tristan, muchas gracias. Curioso lo que mencionas de la edición Zinco, pues me pasó exáctamente eso y estuve liado hasta hace bastante poco que me pillé el tomo de ECC y pude leer el verdadero suceso de newcastle.
Por cierto, mespinpe, no soy experto pero supongo que se debe a que autor/a cambia con el género y guionista no.

mespinpe
mespinpe
Lector
En respuesta a  Enrique Doblas
11 marzo, 2021 22:04

Cierto!

Dr Kadok
Dr Kadok
Lector
12 marzo, 2021 0:01

Sin desmerecer a Delano y Ennis, estos dos números y el de Gaiman siempre fueron mis favoritos. Prueba absoluta de que ambos junto con el barbas (de hecho el no25 es muuuy Moore de los ’80) son imbatibles incluso entre los mejores.

Last edited 3 años atrás by Dr Kadok