#ZNLibros Invasiones

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Edición nacional/ España: Valdemar/Club Diógenes
Autor: Ismael Martínez Biurrun
Formato: Tapa dura de bolsillo
Páginas: 384
Precio: 14,50€
 

Una collage de finales

Ismael Martínez Biurrun vuelve con Invasiones, una antología compuesta por tres novelas cortas que hablan sobre finales. Sobre lo que hace el ser humano cuando se ve invadido. Sobre la respuesta de la Tierra cuando es llevada hasta el límite. Tres invasiones, tres escenarios y un ramillete de personajes que pueblan unas páginas llenas de oscuridad, de terror, de secretos y de escenas en las que perderse como en un bosque en la noche. Biurrun, autor de novelas de horror como Mujer abrazada a un cuervo o El escondite de Grisha, que le han valido numerosos reconocimientos y la unánime alabanza de la crítica, se atreve ahora en un formato más corto pero sin dejar de lado el buen hacer y la conexión con pasiones humanas que hacen caminar al lector por una constante cuerda floja.

Coronación es la primera de las piezas que componen esta ópera de terror. En ella, una visita al jefe de Irene para una cena informal se verá truncada por la reciente invasión de langostas que sufre Madrid. Una invasión que va a más, llegando a poner en jaque a toda la ciudad y confinando a los comensales en la casa. Un confinamiento que terminará por sacar a relucir los secretos que solo bajo la constante amenaza de ser devorados por una plaga de insectos podrían ser revelados. Como si de una pieza teatral se tratara, Biurrun nos lleva por una serie de horas concretas en la noche hasta desencadenar en una orgía de supervivencia extrema, de lucha de clases y lucha por la vida, retratando por el camino algunas de las realidades que pueblan nuestros días. Unas pinceladas sobre esta España postcrisis, o aún sumergida en la crisis, y sobre la mayor de todas ellas: la que se da al llegar a la edad adulta y comprender que la mitad de la vida ya se ha ido. Una soberbia obertura que deja en la retina imágenes imborrables.

La segunda de estas piezas, el nudo de estas Invasiones, se trata de El color de la Tierra. En ella, el responsable de mantenimiento de un complejo de apartamentos vacacionales, corroído por los errores del pasado y viviendo el presente a fuerza de huir hacia adelante, se enfrentará a una serie de seísmos que recorren el mundo y muestran el verdadero color del mundo. Sin duda, mi preferida del libro. En El color de la Tierra, Biurrun nos muestra lo que sin duda es la aria de esta ópera, componiendo una historia llena de secretos, de dobles sentidos y de momentos que sobrecogen. Sin entrar la trama, pues sería arruinar su lectura, el tratamiento entre esperpéntico y paródico que da el autor al concepto de las vacaciones de la clase media supone un leimotive suficientemente irónico como para que despierta la sonrisa en ciertos momentos y nos deje con la boca abierta en otros. Imposible no conectar con los personajes, sobretodo con el protagonista, como imposible ignorar la belleza de algunas descripciones en una pequeña joya que deja marca de agua en nuestros cerebros.

Y, como colofón, la caída de un meteorito pone a prueba la cordura de los personajes de Nebulosa. Jugando con la narración y el flashback, con mirar adelante y atrás, el autor se atreve con el tema espacial en una novela que podría ser una obra pulp si no fuera tan malvada; si no estuviera escrita con tanto acierto, con tanta elegancia. Un final que nos deja un gusto agridulce, con ganas de mirar por la ventana y contemplar que el cielo sigue siendo azul, que la vida sigue siendo la misma y que el horror no ha salido de las páginas del libro para rodearnos y asfixiarnos. Esta es, sin embargo, la nota que menos me ha gustado. No porque no sea igual de buena, sino porque la fórmula de tener a dos personajes como centro de la trama y una invasión como telón de fondo, se va agotando poco a poco tras trescientas páginas y el autor resuelve el caso dando saltos adelante y atrás. Sin embargo, como ya me pasara con su anterior obra, Un minuto antes de la oscuridad, mi foco de atención estaba en otro momento de la historia que el autor no parecía tener ganas de contarme. Un punto final al libro que me ha dejado con ganas de haber visto un último giro, una última trampa en vez de repetir esquemas, pero que no emponzoña el resultado.

Tras haber leído casi todo del autor (Infierno Nevado aún no ha encontrado su hueco en mi estantería), Invasiones me ha parecido su mejor libro. Es arriesgado hoy día presentarse con una antología, y más aún con un género tan denostado por falta de ejercicio como la novela corta. Pero Biurrun sabe lo que hace y lo hace con soltura, poniendo el dedo en las llagas que nos duelen a diario. Con algo en común con los mejores guiones de Von Trier, con lo más descarnado de Delillo. Aprovecha para dar la nota irónica a un mundo cada vez más loco, más lejos de la cordura y más cerca de lo absurdo. Un libro tan difícil de olvidar como difícil de igualar.

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