#ZNCine – Crítica de Turist Ömer Uzay Yolunda (Star Trek turca) de Hulki Saner

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Dirección:Hulki Saner
Guión:Ferdi Merter
Música: S. D.
Fotografía: Çetin Gürtop, Ozdemir Ogüt
Reparto: Sadri Alisik, Erol Amaç, Cemil Sahbaz, Ferdi Merter, Kayhan Yildizoglu, Elif Pektas, Sule Tinaz, Oytun Sanal, Füsun Olgaç, Nevhilal, Necip Koçak, Nermin Altinses, Yilmaz Sahin
Duración: 90 minutos
Productora: Renkli / Saner Film
País: Turquía

 

Hace unos días se conmemoró el cincuenta aniversario del estreno en la televisión estadounidense de Star Trek. En 1966, veía la luz el segundo piloto de una serie que habría de convertirse en una de las franquicias más prolíficas y exitosas de la industria audiovisual estadounidense. Tres temporadas y múltiples reediciones convirtieron a la tripulación del USS Enterprise en una imagen popular en todo el mundo y parte del extranjero. Quizá por eso resultaba inevitable que los inefables productores otomanos -dedicados a fusilar sin escrúpulo alguno cualquier éxito comercial foráneo- clavaran sus garras en la creación de Gene Roddenberry. Sea como fuere, seis años antes del estreno de la primera película de la franquicia, la productora Renkli –responsable del clásico 3 Dev Adam- y el cineasta Hulki Saner hicieron algo tan estrafalario como juntar a Kirk, Spock, McCoy y compañía con un personaje salido de las comedias otomanas: Ömer el turista.

A principios de los años setenta, el actor turco Sadri Alisik se había hecho muy popular en su país, gracias a su capacidad para interpretar personajes de clase baja, poca educación y una visión de la vida tirando a optimista. En particular, era el mencionado turista Ömer el que le había granjeado mayor reconocimiento: una suerte de Cantinflas turco con mucha más picaresca y golfería que la creación de Mario Moreno. Primero como secundario y luego como protagonista, Alisik perfiló a un simpático sinvergüenza que hizo de las suyas en ocho películas entre 1964 y 1971. En 1973, su desharrapado personaje haría una última incursión viajando en el tiempo y en el espacio, hasta desembarcar en el primer episodio emitido en la televisión estadounidense de Star Trek: La trampa humana (The Man Trap).

La historia de los inicios de la primera serie dedicada a la exploración de la última frontera –o penúltima, según Terry Pratchett- fue un tanto accidentada: el primer episodio piloto no causó especial sensación y se planteó la necesidad de intentarlo otra vez. La trampa humana sería rodado en sexto lugar, pero tendría el honor de convertirse en el primer contacto entre la Federación de Planetas Unidos y la audiencia televisiva yanqui. El piloto original, por su parte, se reconvertiría en un episodio doble titulado La colección de fieras (The Menagerie) pero esa es otra historia. Volviendo a La trampa humana, este episodio cuenta la visita que el USS Enterprise realiza al planeta designado como M-113 para el chequeo del arqueólogo Robert Carter y de su esposa Nancy. Casualidades de la vida, la señora Carter había tenido diez años antes una relación sentimental con Leonard McCoy, el jefe médico de la nave. Una vez en la superficie del planeta, Kirk, McCoy y el camiseta roja destinado a fenecer descubren que el investigador está remiso a pasar un examen médico y que su cónyuge tiene un efecto muy singular sobre cada macho de la especie humana con el que se cruza. Hay un misterio en ciernes cuyo desentrañamiento llevará a un desenlace dramático.

La versión otomana de la historia calca a su cutrísima manera la fuente original –de la misma manera que el cineasta Manuel Esteba copiaría años después E. T. para el clásico El Ete y el oto-. Un puñado de intérpretes otomanos se encarga de hacer las veces de la tripulación del Enterprise en un escenario paupérrimo y con un atrezo más propio de un carnaval con raquitismo. Kirk, Spock y McCoy intercambian palabras, puyas y chascarrillos, mientras Nyota Uhura y Janice Rand (la adjunta a la capitanía durante la primera temporada de la serie) actuaban como secundarias. De Scotty, Sulu o Chekov poco o nada se sabe, aunque no es menos cierto que en el episodio fusilado no tenían participación relevante por diversos motivos que no viene al caso mencionar. McCoy y Nancy se reencuentran para obnubile del buen médico, mientras el profesor Carter –o Krater, en la versión turca- se muestra incómodo con la presencia de la representación de la Federación. Como en el episodio original, el subalterno «carne de cañón» pierde la vida y obliga a Kirk a abrir una investigación. Para desviar la atención de su persona y de la de su esposa, el arqueólogo decide tele-transportar a alguien que haga de chivo expiatorio: Ömer el turista.

Corte radical en la trama y cambio de escenario: en algún lugar de Turquía se va a celebrar una boda. La novia, blanca y radiante, está también en estado de buena esperanza; el novio es el pícaro personaje interpretado una vez más por Sadri Alisik, al que la familia de su prometida lleva a hacer los votos a punta de pistola. Para sorpresa de la asistencia, Ömer desaparece ante sus ojos y aparece en el planeta M-113, señalado como el homicida del desdichado tripulante fenecido. A partir del momento precedente, se sucederá una auténtica cadena de disparates en las que las ocurrencias del turista pondrán a prueba la estoica lógica del señor Spock, mientras los momentos cómico-chuscos se intercalan con los momentos más serios de la trama original (que debía mucho al suspense y al terror propios de La dimensión desconocida).

La cinta es, como no podía ser de otra manera, un cántico al despropósito y a la vulneración de todos los derechos de propiedad intelectual habidos y por haber. Para empezar, se toma la cabecera de la serie estadounidense, presentándola en unas tonalidades de color naranja y combinando la sintonía de entrada con otra melodía, precisamente la de la mentada The Twilight Zone. Para seguir, es menester mencionar la bajísima calidad de los efectos especiales: las imágenes del planeta visitado corresponden a la Tierra; las escenas de tele-transporte son inenarrables; el tratamiento del sonido es directamente de chiste, porque llegado un momento específico del metraje, efectos como el ruido de apertura y cierre de las puertas electrónicas se hacía por medio de un onomatopéyico «¡shhhhhhh!» más propio para exigir silencio que para simular el funcionamiento de un elemento electrónico. Mención especial merece la presencia de un conjunto de ¿androides? y ¿ginoides? en paños menores, controlados por Carter, perdón, Krater. ¿Involuntario homenaje a The Rocky Horror Picture Show? ¡Todo es posible en Capadocia! Porque, eso sí, se tomaron la molestia de rodar en localizaciones donde había genuinas ruinas del rico pasado de la península de Anatolia. En eso punto hay que concluir que sí superaron al original, tan pródigo en escenarios reciclados y más bien modestos.

Las interpretaciones de la tripulación de este Enterprise de rastrillo no están mal. Parafraseando a un conocido, esperando una hecatombe me encontré una catástrofe. No obstante, hay que reconocer que los protagonistas hacen todo lo que pueden para estar a la altura de los originales (que no eran precisamente lo mejor de lo mejor del oficio) pero sus intentos de aparentar seriedad hacen aún más risible el conjunto. Por su parte, Sadri Alisik convierte a su personaje más popular en una suerte de Paco Martínez Soria en La ciudad no es para mí. El terrestre del S. XX intenta comprender qué es lo que sucede en ese mundo futurista al que ha sido arrojado en pleno S. XXIII. Caspa pura de primera calidad.

Como curiosidad final, quiero compartir con ustedes un par de datos curiosos que encontré en un artículo que la publicación Cinemanía dedicó a este filme: por un lado, que su director, Hulki Saner, perpetraría al año siguiente la versión otomana de El Exorcista. Por otro, que el cómico Sadri Alisik cambiaría en ese mismo 1974 su polvoriento atuendo de turista por otro de vaquero, para interpretar a cierto vaquero solitario siempre lejos de su hogar: Ömer dejaría paso a Lucky Luke, demostrando que la capacidad turca para copiar no tenía límites.

Aquí tienen el filme, subtitulado en inglés. Que no les pase nada.

  Dirección:Hulki Saner Guión:Ferdi Merter Música: S. D. Fotografía: Çetin Gürtop, Ozdemir Ogüt Reparto: Sadri Alisik, Erol Amaç, Cemil Sahbaz, Ferdi Merter, Kayhan Yildizoglu, Elif Pektas, Sule Tinaz, Oytun Sanal, Füsun Olgaç, Nevhilal, Necip Koçak, Nermin Altinses, Yilmaz Sahin Duración: 90 minutos Productora: Renkli / Saner Film País: Turquía  …
Dirección - 0.3
Reparto - 5
Música - 0.1
Apartado visual - 1.9

1.8

Vosotros puntuáis: 9.5 ( 1 votos)
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Pedro Pascual Paredes
12 septiembre, 2016 9:07

Gracias por la reseña y por descubrirme este film. Tras tus palabras es imposible que un fan de Star Trek no le pique la curiosidad y se quiera echar unas risas.

Un saludo

Dreadstar_TFE
Dreadstar_TFE
Lector
12 septiembre, 2016 12:52

Ya sólo hace falta una reseña del Rambo turco, un subproducto desvergonzado y vergonzante.

🙂