Superman por la Tierra

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Edición original: Superman for Earth (DC, 1991).
Edición nacional/ España: Superman por la Tierra (Zinco, 1992).
Guión: Roger Stern.
Dibujo: Kerry Gammill.
Entintado: Dennis Janke.
Color: Tom McCraw.
Formato: tomo rústica 48 págs.
Precio: 525 pts.

 

Las teorías científicas sobre el impacto del hombre sobre la Tierra vienen de antiguo. Aunque la moda actual del cambio climático parezca señalar una dramática e irreversible escalada hacia el cataclismo, tampoco conviene olvidar que hace siglos África era un vergel y en nuestra castigada península se presumía que una ardilla podía cruzar el territorio de norte a sur sin bajar una sola vez de las ramas de los árboles. Los viejos del lugar recordarán que lo que se temía antaño -sobre los años ’50 del pasado siglo- no era el calentamiento de la superficie del planeta sino, muy al contrario, la posibilidad de una glaciación como la que exterminó a los dinosaurios; tal vez porque la confrontación entre los bloques capitalista y comunista hacía temer un invierno atómico fruto del polvo y las cenizas enviadas a la atmósfera por la detonación de las ojivas nucleares. Sea como fuere, los grandes miedos se mitigan a la luz de la esperanza que -según dicen- es lo último que se pierde. Pero la esperanza hay que alimentarla, también.

En 1991 DC Comics decidió usar a su icono más emblemático, Superman, en la sensibilización de las gentes sobre el deterioro del planeta. Recurrieron para ello a los talentos del escritor Roger Stern (Avengers, Dr. Strange) y el dibujante Kerry Gammill (Power Man and Iron Fist, Marvel Team-Up), convenientemente secundado por el entintador de la casa Dennis Janke. Los tres andaban por entonces muy familiarizados con la leyenda del Hombre de Acero, pues habían participado en las distintas series mensuales del personaje desde la marcha de John Byrne, el encargado de su relanzamiento tras Crisis en Tierras Infinitas. El resultado fue publicado en el aquellas fechas tan en boga formato “Prestigio” (y un día deberíamos hablar seriamente de la dichosa palabreja para designar un envoltorio) con el claro título Superman por la Tierra.

En 1991 Superman había revelado, por fin, su identidad secreta de Clark Kent a la periodista Lois Lane, y ambos estaban prometidos. La boda se antojaba inminente, pero el destino -en forma de serie de tv- tenía otros planes y la ceremonia acabaría postergándose por menudencias como la muerte del novio en combate singular con el brutote Doomsday, una creación de Dan Jurgens. Pero estoy divagando. Desde que los propios Siegel y Shuster, los padres de la criatura, le enviaron a leerle la cartilla a Hitler y a Stalin y acabar con la II Guerra Mundial en dos meras páginas, la iconografía del mayor superhéroe de América ha servido para abanderar (o encubrir) las más variadas causas y peticiones. Por desgracia, las buenas intenciones no garantizan mejores tebeos, como evidencia que apenas recordemos un puñado de ellos. Superman por la Tierra cuenta con el indudable oficio de un escritor solvente como Stern, quien apaña un relato entretenido y voluntarioso, y de un ilustrador efectivo, Gammill, que entiende la eminencia fisonómica del Último Hijo de Krypton, si bien marra en una narrativa excesivamente convencional, incapaz de aportar una sola imagen memorable… algo que sí logra, con creces, el gran Jerry Ordway, con una bella cubierta pintada.

¿Se cansarán algún día los malos de disparar inútilmente a Superman?
¿Se cansarán algún día los malos de disparar inútilmente a Superman?

Stern, decía, cumple con la tarea, sin poder evitar caer en algunos desequilibrios entre la pretendida moraleja y las tramas abiertas en las series regulares, enmarañándose en disquisiciones sobre la compatibilidad genética entre kryptonianos y humanos, por ejemplo, que tampoco venían muy al caso. Superman, presentado como una fuerza inspiradora, deja la posibilidad de un cambio en la voluntad de los políticos y las naciones. ¡Qué diferencia con el expeditivo personaje que, en los primeros meses de su estreno en papel, incluso se enfrentaba a las fuerzas del orden, con una sonrisa, para prevenir los accidentes de tráfico en Metrópolis!

Sin villanos alrededor, ni siquiera un cameo del despiadado Lex Luthor al frente de su maquiavélico Holding, un destello de crítica social brilla inopinadamente. “Las empresas americanas intentan arreglar sus problemas de diseño con abogados, en vez de con científicos e ingenieros”, razona de pronto uno de los secundarios habituales, el profesor Hamilton de los laboratorios S.T.A.R. (pág.18) Tras defender del expolio un reducto de la amazonia brasileña, Superman es criticado por uno de los detenidos: “¡Cerdo yanqui! ¡Cortáis vuestros bosques y queréis que no toquemos los nuestros! ¿Nos mataréis de hambre para proteger vuestro mundo?” (pág.23) Ramalazos del autor disconforme que, consciente del fariseísmo de su país, ya había convertido a una gran empresa en pozo de iniquidad: la Roxxon de su recordada etapa en The Amazing Spider-Man.

Superman, capaz de repeler de un soplido los más inverosímiles ataques alienígenas, tarda una semana en diluir los principales venenos que contaminan un solo río. La timidez de los creadores, otra vez en acción, agachando la cabeza ante problemas que les da vergüenza resolver, perpetuando la paradoja a que todo gran autor debe alguna vez enfrentarse: la necesidad del cambio, el camino de la evolución. Con todos sus poderes, Superman no puede romper las cadenas de su franquicia, que dicta que mañana, una vez cumplidas sus labores de concienciación, volverá a salvar al mundo de alguna extravagancia de cuatricomía. Deja, eso sí, la puerta abierta a la esperanza: el futuro en nuestras manos.

En resumen, los completistas del icono deceíta agradecerán los ecos de historias mejores, añorando la potencialidad demostrada en sus períodos de grandeza. Los demás verán un relato corriente que les llevará a preguntarse por qué algunos (cada vez menos) seguimos pensando en Superman como el mejor superhéroe de la historia.

Superman por la Tierra fue publicado por Ediciones Zinco en 1992 y nunca reeditado con posterioridad.

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