Orgullo y prejuicio

2
2002
 


Edición original: Marvel Comics – abril-agosto 2009
Edición España: Panini Comics – abril 2013
Guión: Nancy Butler
Dibujo: Hugo Petrus
Entintado: Hugo Petrus
Color: Hugo Petrus
Portada: Sonny Liew
Precio: 15 euros (libro recopilatorio en tapa dura de 128 páginas)

 

Si alguien tiene cierta querencia por las producciones cinematográficas y televisivas provenientes del Reino Unido conocerá sin ningún género de duda el nombre de Jane Austen y los títulos de sus novelas con mayor proyección en el ámbito audiovisual, Sentido y sensibilidad y Orgullo y prejuicio. Es ésta última la que nos ocupa aquí y ahora, pues Panini ha publicado en un único tomo la miniserie que adapta a la viñeta el inmortal relato de la literatura inglesa.

La traslación al cómic de los clásicos no es cosa nueva en el ámbito editorial y ahí está el ejemplo de las inolvidables Joyas literarias juveniles de Bruguera (que Planeta recuperara hace unos años en la forma de un coleccionable). El tebeo se convertía en un vehículo de difusión de la literatura universal, permitiendo que la afición comiquera (que en muchos casos empezaba a dar sus primeros pasos en la lectura) se enganchara a la lectura de las obras imperecederas. ¿Quién no conoció a los Verne, Scott o Salgari a través de esas adaptaciones, magistralmente realizadas por una serie de ilustradores que, desgraciadamente, ya no está en activo? Iniciativas como ésta dejan patente el hecho de que hay historias cuyo encanto y capacidad de cautivar superan la prueba del tiempo. No es extraño que de unos años para acá Marvel aprovechará el tirón de estas obras –todas ellas ya bajo el paraguas jurídico del dominio público- para sacar una versiones en las que recuperaba para la causa a guionistas de la talla de Roy Thomas, ganaba a otros del prestigio de Eric Shanower o, como en el caso que ahí se trata, fichaba profesionales de otros ámbitos como Nancy Butler.

Como la propia guionista recalca en la introducción del tomo, el desafío de llevar al cómic Orgullo y prejuicio suponía abordar una tarea con muchos riesgos. Jane Austen es una de las escritoras más importantes de la literatura inglesa y esta novela una de las más reverenciadas por el público británico. ¿Cómo trasladar a un ámbito tan distinto un relato con unas características narrativas tan específicas? Doña Nancy asume de antemano la imposibilidad de hacer una traslación literal y afronta los trabajos de elaborar una versión que quepa en la forma de una miniserie de cinco capítulos. Como se puede imaginar, ello supone que ciertos aspectos de las relaciones interpersonales queden poco desarrollados o que el papel de ciertos personajes se vea reducido e incluso eliminado. Sin embargo, hay que advertir de antemano que ello no arroja el resultado de un tebeo que desmerezca su fuente de inspiración, sino el de uno donde la trama principal y los particulares juegos de cortesía y cortejo en los que participan los partícipes de la historia quedan recogidos a la perfección.

Las hermanas Bennet
Portada de la edición estadounidense

Orgullo y prejuicio se centra en la historia de la familia Bennet y especialmente de sus cinco hijas, orgullo de su padre y fuente de preocupación de su madre. Por mor de las disposiciones vigentes en Inglaterra sobre herencias y propiedades, la hacienda que habitan pasará a un pariente varón del esposo a la muerte del señor Bennet, de modo y manera que su esposa se afana en casar a sus descendientes buscándoles buenos partidos. Los agobios de la progenitora contrastan poderosamente con los de su relajado marido, que adora a sus hijas y las ha educado en base a unos criterios bastante avanzados para los tiempos en los que se ambienta la historia (en el cambio entre los siglos dieciocho y diecinueve). De entre todas ellas es Elizabeth “Lizzie” aquélla de la que se siente más orgulloso, pues es inteligente, valerosa y no parece muy dispuesta a plegar su criterio –por lo común bastante acertado- a las convenciones del momento. Las relaciones con un nuevo y rico vecino, Charles Bingley –que bebe los vientos por la mayor de las Bennet, Jane- provocarán un encuentro entre Lizzie y un amigo de aquél, Fitzwilliam Darcy. Ambos se enzarzarán en un singular duelo de ironías y sinceridades que redundará en lo que parece ser una antipatía mutua, en buena medida porque son muy parecidos entre sí: ninguno está dispuesto a dirigirse por la vida actuando según los dictados del público. Lizzie y Darcy se encontrarán en diversos acontecimientos sociales propios de la época e irán forjando en sus interiores una visión de lo que el otro les parece. Entre medias asistimos a los modos y maneras de la “gente bien” de la Inglaterra georgiana: las relaciones vecinales, el arte de la correspondencia, la educación que debe seguir una dama casadera, los alambicados juegos de gestos y palabras para dar a entender una opinión, la función de los bailes, las precauciones a la hora de tratar con personas a las que consideran de extracción o clase social diferentes… El relato tiene tanto de descripción como de sátira, al tiempo que arroja críticas más o menos sutiles según la ocasión en cuanto a la situación de la mujer en aquellos tiempos.

En el tránsito al cómic quienes ya hayan disfrutado de la novela podrán comprobar que de las cinco hermanas Bennet solamente dos ven ampliamente desarrollado su papel, en tanto que las otras tres están reducidas casi a la función de comparsas. Por otra parte, los arquetipos de los progenitores están bien marcados, sobre todo a la hora de reflejar la tranquilidad de uno y la obsesión casamentera de la otra. También mantiene el tipo, como no podía ser de otra forma el señor Darcy, co-protagonista junto a Lizzie de la trama principal y depositario junto a ella del orgullo prejuicioso que da título a la novela.

Ms. Bennet y Mr. Darcy
Portada de la edición estadounidense

En la parte gráfica hay que destacar el buen trabajo realizado por el español Hugo Petrus, que se centra sobre todo en dotar a las figuras humanas de gran expresividad, dejando en un segundo plano la ambientación y el “vestido” de los escenarios. Como en las obras teatrales, lo importante son los gestos, el diálogo, las sutilezas que despliegan los seres humanos en sus relaciones entre sí. También llama la atención la portada del tomo, compuesta como si se tratara de una revista del corazón de la época georgiana. Todo ello da como resultado una adaptación exitosa de un clásico difícil que demuestra una vez más que el cómic es una forma de contar historias tan válida como cualquiera otra.

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Mr. X
Mr. X
Lector
3 junio, 2013 8:39

«En el tránsito al cómic quienes ya hayan disfrutado de la novela podrán comprobar que de las cinco hermanas Bennet solamente dos ven ampliamente desarrollado su papel, en tanto que las otras tres están reducidas casi a la función de comparsas. »

Bueno, por lo que creo recordar de la novela -que es, con Emma, mi novela favorita de Jane Austen y Una De Mis Novelas Favoritas De Todos Los Tiempos- ya pasaba, más o menos.

Como

Mr. X
Mr. X
Lector
3 junio, 2013 8:43

…ya he contado alguna vez, los dos primeros cómics que leí en mi vida fueron dos «biografías gráficas», una de Mahoma y otra Alejandro Magno, que eran, creo, de mi hermano mayor y todavía me acuerdo de como flipé con los dibujos de las escenas de batalla… Y mi primera lectura de Drácula fue también en viñetas. Me parece cojonudo que siga apostando por ese tipo de «clásicos ilustrados»