Mundo independiente: Ninjak #1

 

Edición original: Ninjak #1 USA (Valiant Entertainment).
Guión: Matt Kindt.
Dibujo: Clay Mann, Butch Guice.
Entintado: Seth Mann.
Color: Ulises Arreola.
Formato: Grapa, 40 páginas.
Precio: 3,99 $.

 

Ninjak es el nuevo título que se ha concedido a uno de los personajes más carismáticos de Valiant Entertainment. Tardaba en aparecer una cabecera para él solo tras sus intervenciones en X-O Manowar o Unity, pero es difícil censurar a la editorial por su política de hacer las cosas de forma natural, sin apresurarse a exprimir a los personajes. Con el relanzamiento Valiant Next de estos meses, la verdad es que éste parecía el momento adecuado para lanzar la serie.

Nuestro héroe fue creado en los años 90 por Mark Moretti y Joe Quesada (sí, ese Joe Quesada) para la anterior encarnación de la editorial, y era una especie de mezcla entre James Bond y uno de los sigilosos guerreros japoneses a los que su nombre hace referencia; Un agente secreto al servicio de la inteligencia británica que utilizaba tanto artes marciales y armas ancestrales como dispositivos de alta tecnología; Un playboy con sentido del humor al tiempo que un sereno y mortífero profesional. Colin King apenas ha sido alterado en esos aspectos (quizás ahora sea más caustico) con el reboot que acarreó la reaparición de Valiant en el panorama comiquero estadounidense en 2012.

El primer número de esta nueva serie se abre con un esquema del cinturón multiusos lleno de dispositivos (a lo Batman) que el protagonista porta, para pasar a una narración dividida en dos épocas. Por un lado, tenemos un episodio de la niñez de Colin, y por otro una misión que transcurre en la actualidad. En ella, Ninjak liberará a una super asesina rusa como primer paso para infiltrarse haciéndose pasar por comprador en una organización de fabricantes de armas de alta tecnología llamada Las Siete Sombras. Las escenas de pelea están espectacularmente bien narradas por Clay Mann, el cual además exhibe un tono frío que aporta un aspecto visual y sabor propios a la serie. Las diversas portadas alternativas del primer número que aquí os presentamos son representativas del alto nivel gráfico que nos encontramos en los interiores.

Sin embargo, si bien en lo gráfico es difícil formular quejas, el guion del reputado Matt Kindt no parece estar a la altura. Las pruebas por las que pasa Colin para su infiltración son simplemente ridículas. No en sí porque lo sean (y lo son. Y mucho), sino porque parece que Kindt olvida que ha establecido que Ninjak trata de acercarse a las Siete Sombras como comprador, no cómo aspirante a agente suyo. Esto, que podría ser un detalle flojo a perdonar si el resto de la historia fuese buena, termina siendo el ultimo clavo en el ataúd de un guión que lejos de emocionarnos parece bastante rutinario. Una vez mas Kindt demuestra no saber desenvolverse bien el género superheroico y sus aledaños, aportando extravagantes ideas que a él le deben resultar geniales y brillantes pero que no acaba de plasmar con eficacia. Con esas mismas ocurrencias y sin salir de Valiant, en el Archer & Armstrong de Fred Van Lente o en el Quantum & Woody de James Asmus nos hubiésemos partido de risa. Pero aquí ni una sonrisa esbozamos, y ni siquiera acaba de quedar claro si esa era la intención de Kindt.

La serie de Ninjak, además de tener esos interludios a la niñez del protagonista, lleva complementos en los que se nos narra también otra etapa del pasado del protagonista: hace diez años, Colin King no era Ninjak, sino un agente secreto que acababa de empezar su carrera y no tenía ninguna noción de artes de combate. Dibujado por un magnífico Jackson Guice que ha redoblado la oscuridad y realismo de su estilo -siendo éste distinto pero entrando en consonancia con el desplegado por Clay Mann en la historia principal-, este relato corto nos traslada a una misión de King en Corea del Norte durante aquellos años. Colin casi da al traste con el encargo precisamente por su incapacidad de enfrentarse físicamente a adversarios… y por una ridícula reacción que fuerza la suspensión de la incredulidad y nos lleva a preguntarnos si estamos ante un agente secreto (por poco adiestrado que estuviese en aquellos entonces) o un descerebrado pokero de barrio que recibe su merecido ante tal imprudencia.

Ninjak es una serie con muchas posibilidades. El concepto nos evoca inevitablemente a uno de los grandes aciertos de la Marvel de los 70, aquel Master of Kung-Fu que nos presentaba también a un artista marcial mezclado en juegos británicos de espionaje. El ambiente juega a recordarnos (y la elección de Butch Guice no puede en absoluto ser casual) a esa mezcla entre thriller de espionaje noir y tebeo de superhéroes que fue la andadura en la serie del Capitán América de Ed Brubaker. El protagonista puede resultar enormemente carismático, con esa actitud divertida, segura de sí misma, ácida e insolente a la que otros autores han sabido sacar jugo. El equipo artístico es de primer nivel, muy adecuado para el tipo de historias que se pretenden contar.

Sólo falta que Kindt se ponga las pilas, aporte algo de pasión en su tarea y deje de tratarlo como un trabajo alimenticio que no requiere más atención que trufarlo con alguna idea extravagante. Eso, o que deje paso a otro escriba más motivado, y vuelva a obras más personales donde sí sabe dar el todo.