Los entresijos de la magia
«Al final, los que vivimos al margen de la sociedad acabamos encontrándonos los unos a los otros».
Hace unos meses, Milky Way Ediciones comenzaba a publicar a una autora inédita hasta entonces en nuestro país, TARACHINE John. Y lo hacía con un título reciente que se había ganado tanto a la crítica como al público: Ocean endroll, un manga conmovedor sobre los sueños, las ilusiones y cómo pueden conectarnos con los demás. Poco después fue Odaiba Ediciones la que anunció una nueva obra de esta mangaka para ampliar su catálogo, en este caso, una anterior a la historia de Umiko y su pasión por el cine: La bruja del castillo de los cardos. Este manga de cuatro tomos, serializado originalmente en la revista Comic Tatan de Tokuma Shoten, supone un cambio total de escenario, ya que la autora se mueve en el terreno de lo fantástico, pero en ella encontramos algunos temas que comparte con Ocean endroll.
Marie Blackwood es una bruja que vive sola. Regenta en Edimburgo una pequeña tienda de magia que, sin duda, ha visto tiempos mejores. No obstante, su vida se ve trastocada cuando la Iglesia la escoge como tutora de Theo, un misterioso muchacho con un gran poder en su interior: lo llaman «la sangre de la indignación» por su gran capacidad para conectar con los espíritus, con los que los magos hacen pactos para emplear sus poderes. Desde el momento en el que pisa su tienda, Marie se percata de que el joven no viene de un entorno muy amable. Sin embargo, ¿será capaz de cuidar de él? Al haber estado sola tanto tiempo, ¿cómo llevará la convivencia? ¿Podrá cumplir con su papel como maestra y enseñarle todo lo que necesita saber sobre la magia?
En La bruja del castillo de los cardos, TARACHINE John nos propone una historia de fantasía ubicada en nuestro mundo, en un Edimburgo donde la magia está de capa caída, superada por la tecnología. Pese a que no se trata de un elemento plenamente original —hay otras obras de este estilo que se basan en la idea de una hechicería en decadencia a la que solo se dedican unos pocos, muchas veces al margen de la sociedad—, supone un punto de partida interesante para sus dos protagonistas. Como ya vimos en Ocean endroll, Tarachine trabaja los vínculos entre los personajes, y La bruja del castillo de los cardos no es una excepción.
En este caso, la autora nos presenta a dos personas que, por unas razones u otras, siempre han vivido apartadas de los demás: sobre Marie, de momento, no sabemos mucho; en el caso de Theo, la sociedad lo ha rechazado por el problema que supone. El hecho de que ambos pertenezcan a un mundo mágico marginal le sirve a Tarachine para establecer una relación entre ambos y hacerla evolucionar. Cada uno tiene que lidiar con sus propios problemas, inseguridades…
Y eso es lo que los hace más reales: cómo, poco a poco, se van ayudando y entendiendo. Theo descubre un nuevo universo en el que tal vez pueda encontrar su lugar, Marie debe aprender a compartir su rutina con alguien. Es cierto que en este tomo solo vemos los primeros compases del vínculo que se forja entre ambos, pero sus diferencias, los momentos que comparten juntos —algunos con un punto cómico— y la forma en la que se van integrando en la realidad del otro nos permiten conectar con ellos.
Por otro lado, y aunque no sepamos demasiado de los personajes secundarios —que aparecen en momentos concretos—, los enigmas que los rodean también los hacen atractivos para el lector. Hay mucho que descubrir todavía sobre ellos… y sus planes, sean los que sean.
El primer tomo de la obra también le sirve a TARACHINE John para mostrarnos algunas pinceladas de su mundo mágico y cómo funciona. Aunque, como hemos dicho, hay ciertas partes que ya hemos visto en otras historias, otras resultan sugerentes —por ejemplo, la necesidad que tienen los magos de usar gafas y la manera en que estas se gradúan para adaptarse a su dueño—. Así, combinando elementos más tópicos con otros de su propia cosecha, la autora da forma a una realidad llamativa, cuyas piezas encajan, de momento, bastante bien.
Además, es interesante la mezcla que propone entre la cotidianeidad de nuestra realidad y la «extrañeza» de la fantasía. Le permite mostrarnos contrastes curiosos, a veces divertidos —¿quién diría que saldría más barato coger el autobús que volar en escoba?—. Veremos cómo desarrolla todos estos aspectos, pero lo que apreciamos en el primer tomo capta nuestra atención. Seguro que en el futuro nos desvela más detalles —desde luego, esa es la impresión que tenemos cuando terminamos los últimos capítulos, que, por otro lado, acaban de una forma que nos anima a continuar con la lectura—.
En lo que respecta al estilo de TARACHINE John, reconocemos esos trazos delicados y expresivos que ya apreciamos en Ocean endroll. En este caso, el propio argumento le da pie para jugar con el dibujo y crear una atmósfera fantástica, mágica: los espíritus, cada uno tan diferente del otro; la desordenada tienda de Marie, con sus libros y sus artilugios; los poderes que, de pronto, se desatan y generan caos… En este sentido, el ambiente en el que transcurre la historia está bastante conseguido, también en lo que respecta a la parte más cotidiana: Tarachine recrea las calles de Edimburgo y París con cierto detalle.
En definitiva, el primer tomo de La bruja del castillo de los cardos sienta las bases de una obra de fantasía entretenida, con puntos bastante sugerentes y que aún tiene bastante que ofrecer. Veremos qué desarrollo le da TARACHINE John en los volúmenes que faltan.
Lo mejor
• La atmósfera que genera TARACHINE John en su historia.
• Sus dos protagonistas y la forma en que se va desarrollando la relación entre ambos.
Lo peor
• Ciertos elementos pueden no parecernos demasiado originales, aunque la autora sabe aprovecharlos y mezclarlos con otros que sí lo son.
Guión - 7.4
Dibujo - 8
Interés - 7.6
7.7
La bruja del castillo de los cardos es una obra llena de magia en la que nuestra realidad y un mundo fantástico se mezclan para ofrecernos una historia sobre las relaciones humanas.