Una bibliomula cargada de libros contra el fanatismo
«No servimos a Dios mojando el cálamo en tinta ¡Sino mojando la hoja en la sangre de los infieles!»
¿Cuál es el invento más importante de la historia? Para muchos sería la rueda, para otros el descubrimiento del fuego o la agricultura, la penicilina, internet… Estamos seguros que muchos, en respuesta a esta pregunta, dirán que el libro. Al menos, estamos convencidos que el maestro bibliotecario Tarid piensa eso y su ayudante Lubna, también. Ellos son dos de los personajes principales de La bibliomula de Córdoba, escrita por Wilfrid Lupano y dibujada por Léonard Chemineau. En cambio Marwan, un ladronzuelo que protagoniza junto a ellos esta obra no pensaría de la misma manera. Para él los libros son un engorro, desde su infancia cuando era copista hasta ahora cuando tiene que transportarlos a lomos de una mula testaruda y caprichosa.
Pero, no nos precipitemos. La acción de esta historia transcurre en el siglo X después de Cristo, en el califato de Córdoba. Formalmente el califa es Hisham II, un niño de once años. Realmente quien está en el poder es el visir Almanzor que pretende establecer un califato integrista y con fines expansionistas, para huir de la ruina económica. Una de las medidas del visir es la quema de libros de la gran Biblioteca de Córdoba. Para evitar la pérdida de obras fundamentales de la literatura y la ciencia de todas las épocas, Tarid y Lubna que están a cargo de esta institución, deciden tomar medidas drásticas que involucran, sin quererlo, a Marwan y a la mula que ha sustraído en su camino de vuelta a Córdoba…
La parte didáctica de La bibliomula de Córdoba resulta realmente interesante. Conoceremos las diferentes generaciones de la dinastía omeya, sabremos de libros perdidos o mutilados que ayudaron a ampliar los conocimientos de la humanidad y asistiremos al proceso de copia y conservación de las obras literarias. En cambio, la parte más aventurera, la trama argumental de esta bande dessinée resulta algo estirada.
La combinación entre humor y tragedia funciona en la mayoría de los casos, pero los protagonistas masculinos no nos acaban de enganchar. Los autores tendrían que haber centrado más esfuerzos en Lubna, un personaje en el que intuimos un gran potencial que Wilfred Lupano desaprovecha.
El episodio final, que resume en algunas páginas los diferentes arrebatos de locura ideológica y quema de libros en la historia de la humanidad, redunda en la función didáctica de la obra en detrimento de su valor narrativo y artístico, dejando al lector con la sensación de haber leído una anécdota incluida en un tratado ensayístico.
El arte de Léonard Chemineau también bascula entre el naturalismo y el cartoon, entre el humor y la aventura. El autor de La brute et le divin (2023) nos propone una narrativa bastante clásica, con predominio de una estructura de página de tres tiras con un número variable de viñetas y la inclusión de algunas viñetas a toda página en algunos pasajes más significativos. La narrativa es ágil, clara y con algunos momentos de gran inspiración.
Su descripción de los personajes varía según su carácter y su status en la trama. Tanto Tarid como Marwan adquieren un tono más caricaturesco y cercano a la animación. En cambio, el personaje de Almanzor está descrito de manera grave y ceremoniosa, con ciertas connotaciones a la ilustración clásica que le confieren un aspecto solemne y agresivo, al mismo tiempo.
Léonard Chemineau pertenece a esta corriente de artistas franco belgas o asimilados que se mueven con soltura entre varios tonos narrativos y que se lucen tanto en las escenas de acción, como en las más discursivas y en las humorísticas. Son talentos del calibre del gran Jordi Lafebre, Paul Cauuet, Roger Ibáñez y el propio Chemineau, entre otros.
El tratamiento del color, realizado por Christophe Bouchard, se centra en los tonos del naranja, amarillo y del verde, dejando los más azulados para las escenas oníricas, de recuerdo o las más nocturnas. Es un coloreado sencillo, hermoso y efectivo, sin demasiados alardes ni pretensiones de espectacularidad.
La edición material y técnica del álbum a cargo de Norma Editorial es muy hermosa. El tomo es en cartoné, tiene un tamaño adecuado, el papel es muy correcto y presenta los bordes tintados del color de la cubierta. Está bien impreso y contiene un apéndice final que nos sitúa históricamente la obra. El precio es bastante exagerado.
La bibliomula de Córdoba es una obra interesante que no acaba de exprimir todas las posibilidades que ofrecía la propuesta. A medio camino entre el relato de aventuras históricas y el alegato divulgativo, la obra realizada por Wilfrid Lupano y Léonard Chemineau resulta entretenida, agradable pero, en ningún caso, apasionante. Es un trabajo hermoso y bienintencionado que instruye y distrae aunque nunca consigue hacernos olvidar el alto precio que hemos pagado por ella.
Salut!
Lo mejor
• Una acertada mezcla de humor y drama.
• Un trabajo gráfico hermoso y eficaz.
Lo peor
• El precio elevado del producto.
• El tono demasiado evidente del mensaje.
Guion - 7
Dibujo - 8.5
Interés - 8
7.8
Correcto
Una historia instructiva y entretenida, bien dibujada y coloreada que peca de falta de garra y de una vocación divulgativa demasiado explícita
Coincido con tu reseña. No me terminé de enganchar con los personajes. Creo que es un libro que tiene más valor por lo cuidada que está su edición, que por el desarrollo de su historia