Joe el Bárbaro

55
3603
 

Edición original: ene. 2010/mar. 2011; Vertigo (DC Comics).
Edición España: oct. 2011; Planeta DeAgostini.
Guión: Grant Morrison.
Dibujo: Sean Murphy.
Entintado: Sean Murphy.
Portadas: Sean Murphy.
Color: Dave Stewart.
Rotulista: Todd Klein.
Precio: 16,95 € (Rústica, 208 págs.)

 

«Este cuento se va al
al infierno para no volver»

La extraordinaria simbiosis desarrollada entre Grant Morrison y la línea Vertigo de DC Comics ha sido una de las más fructíferas de los últimos veinte años; el afamado guionista escocés ha firmado algunos de sus mejores trabajos bajo la disciplina de este sello editorial, un importante currículum en el que destacan las series regulares escritas por Grant Morrison en sus inicios en el cómic norteamericano, Animal Man y Doom Patrol, con Chaz Truog y Richard Case colaborando respectivamente en el apartado gráfico; una de sus obras cumbre, Los Invisibles, en la que han participado una larga lista de reputados artistas del cómic mainstream estadounidense como Steve Yeowell, Jill Tomphson, Mark Buckingham, Mark Hempel, Michael Lark, Sean Philips, Ashley Wood o Brian Bolland, entre otros muchos; El Asco junto al británico Chris Weston o sus últimas aportaciones a la línea Vertigo, las miniseries We3, con los lápices de su compatriota y compañero Frank Quitely, Seaguy, ilustrada por el canadiense Cameron Stewart y Vimanarama, al lado del también británico Philip Bond.

La miniserie de ocho números Joe el Bárbaro, ilustrada impecablemente por el dibujante Sean Murphy, ha supuesto el regreso de Grant Morrison a la primera línea de fuego de Vertigo, en la que tantos éxitos ha cosechado a lo largo de su carrera; un retorno que se produce después de una temporada en la que su nombre ha estado en intima conexión con las series regulares de Batman y más recientemente siendo uno de los autores que han pasado a conformar la plantilla designada para el nuevo reinicio del Universo DC en el cual Grant Morrison lleva unos meses mostrándonos una nueva cara para el mítico Superman en la longeva cabecera Action Comics. Este nuevo proyecto, Joe el Bárbaro, responde a la obsesión por los relatos de fantasía que Grant Morrison tenía cuando era joven y devoraba con avidez libros de J.R.R. Tolkien, Alan Garner, Susan Cooper, Robert E. Howard o Michael Moorcock. Un cuento de hadas, una extravagante fábula, un relato de autosuperación y una historia de crecimiento personal, una narración en clave de fantasía épica, una superproducción ochentera; Grant Morrison y Sean Murphy consiguen mostrarnos en Joe el Bárbaro un híbrido con identidad propia y ampliamente multirreferencial, un preciosista cómic adscrito al sentido de la maravilla que sorprenderá a propios y extraños.

Sinopsis de Joe el Bárbaro

Joe Manson es un chico diabético, melancólico y poco sociable, apasionado por el dibujo y con una rata por mascota. Recientemente, Joe perdió a su padre en la guerra de Irak y ahora su madre hace todo lo posible por no perder la casa en la que han vivido toda su vida. Pero todo ello pasará a un segundo plano cuando un día, en la soledad de su hogar, Joe padezca un grave ataque hipoglucémico provocándole una serie de alucinaciones relacionadas con un universo mágico y fantástico en el cual realidad y ficción se muestran indisolubles. Mientras intenta buscar ayuda desesperadamente, ante los ojos de Joe se abrirá un mundo lleno de aventuras habitado por extraños y familiares seres que lo confundirán con un guerrero legendario llamado El Moribundo; un héroe destinado a acabar con el gobierno de terror instaurado años atrás por el poderoso Rey Muerte.

Joe el Bárbaro: Un Cuento de Hadas Postmoderno

Los cuentos de hadas de procedencia occidental eran, originariamente, historias destinadas a un público adulto, el término sería acuñado a partir de las obras de Madame d’Aulnoy, una escritora francesa del siglo XVII cuyas recopilaciones Les Contes des Fées y Contes Nouveaux ou Les Fées a la Mode tuvieron un destacado éxito en su época. Con el tiempo el cuento de hadas se convertiría en un género independiente del simple cuento tradicional y a partir del siglo XIX estos serían adaptados como literatura infantil y pedagógica purgando de ellos sus posibles referencias sexuales, limitando su uso de la violencia a lo metafórico y moralizando sus argumentos así como sus personajes y las acciones que estos llevaban a cabo en estos relatos. Podría ser que estas reinvenciones de la tradición oral sean, en parte, una de las claves de la popularidad y pervivencia de los cuentos de hadas hasta nuestros días presentes; historias sujetas a interpretaciones y reinterpretaciones, entroncadas inevitablemente con la mitología de origen grecolatino, con un nivel superficial de entendimiento y otro más simbólico y profundo, más netamente adulto, al que no resulta imposible acceder. Pero, más allá de las popularizadas adaptaciones «disneyanas» de moda en el siglo XX, las raíces del género y su influencia se trasladaron a otras artes adaptándose a las particularidades propias al medio que se hacía eco de ellas.

Cinematográficamente hablando, por ejemplo, tenemos películas tan dispares como La Noche del Cazador de Charles Laughton, una versión de «Hansel y Gretel contra el ogro» como la califica José Antonio López en su artículo Érase una vez: Los Cuentos de Hadas en el Cine en La Quinta Dimensión, Pretty Woman de Garry Marshall, nuestra Cenicienta moderna en clave de comedia romántica, o algunas más obvias, Dentro del Laberinto de Jim Henson y Eduardo Manostijeras de Tim Burton, más deudoras directas del cuento de hadas clásico del que, no obstante, en mayor o menor medida, beben todas las producciones citadas. En la literatura clásica, por otro lado, el cuento de hadas daría paso a la novela de corte fantástico, desde el relato de herencia fabulística en el que podemos catalogar La Metamorfosis de Franz Kafka, pasando por exitosos títulos de la prosa juvenil en la línea de La Historia Interminable de Michael Ende , la heptalogía de Las Crónicas de Narnia de C. S. Lewis o la más reciente del Harry Potter de J. K. Rowling, y llegando hasta la epopeya épica cuyos referentes modernos hay que encontrarlos en El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien. En el cómic, en las últimas décadas, cabría mencionar el The Sandman de Neil Gaiman o las Fábulas de Bill Willingham como muestras del espíritu «renacentista» que ha intentado en los últimos tiempos recuperar la esencia de los cuentos de hadas originales para resucitarlos a nuestro mundo contemporáneo.

En este panorama debemos insertar el Joe el Bárbaro de Grant Morrison y Sean Murphy, un cuento de hadas postmoderno ligado al género de aventuras del cine de los años ochenta que representan producciones del calado de Los Goonies de Richard Donner, Una Pandilla Alucinante de Fred Dekker, la adaptación a la gran pantalla de La Historia Interminable por parte de Wolfgang Petersen, Tron de Steven Lisberger o las ya mencionadas Dentro del Laberinto Jim Henson y Eduardo Manostijeras de Tim Burton; pero filtrado por el peculiar caleidoscopio surrealista y psicodélico de su guionista que tan decisivamente ha definido su estilo a lo largo de toda su carrera. No obstante, para este su primer coqueteo directo con la fantasía, según su propia interpretación de los hechos, encontramos a un Grant Morrison más contenido y lineal de lo habitual en él, con un punto de partida o planteamiento más «mundano» de lo que se podría esperar dado el género que en Joe el Bárbaro aborda y en el cual le podría haber resultado fácil perderse. Lejos de eso el afamado autor logra enhebrar una historia en la que los tópicos y estereotipos del género sirven a la causa para construir una aventura llena de un significado y una profundidad emocional remedo de obras clásicas como Alicia en País de las Maravillas de Lewis Carroll, El maravilloso Mago de Oz de Lyman Frank Baum o el Peter Pan de James Matthew Barrie.

De esta manera, los ecos y resonancias del Joe el Bárbaro de Grant Morrison y Sean Murphy son de gran magnitud y alcance permitiendo realizar con él todo tipo de asociaciones ya que sus autores consiguen plasmar y captar de forma perfecta el tono y sentido hermenéutico de los referentes que residualmente toman como modelos. De hecho, Grant Morrison definía la presente obra como su versión resultante de la mezcla entre las ya mencionadas El Señor de los Anillos y Alicia en el País de las Maravillas; del primero su influencia argumental se puede palpar en más de una ocasión en la trama de la historia y de la segunda podemos recrearnos en la estética de la que toma parte Sean Murphy de manera esplendorosa, aunque la intención y el mensaje de Joe el Bárbaro toma prestado mucho de una tercera obra, la también mencionada La Historia Interminable, con un principio y un final plenamente deudores de su adaptación fílmica. Por otro lado, no se olvida Grant Morrison en Joe el Bárbaro de buscar un hueco al cómic de superhéroes, son habituales los guiños y homenajes a este, nada disimulados ni ocultos pues actúan muchas veces como silenciosos extras de lujo de la epopeya narrada, aunque limitados, como es normal, a la aparición de personajes franquicia de DC Comics como Superman, Batman, Lobo, Wonder Woman o incluso ese maldito bastardo de John Constantine.

El cómic como medio sirve a Grant Morrison para fusionar de manera indisoluble en Joe el Bárbaro lo en apariencia simplemente cotidiano con lo puramente fantástico, el protagonista realiza un viaje iniciático que sigue el patrón narrativo que Joseph Campbell puso sobre relieve en 1949 en su obra El Héroe de las Mil Caras, un trabajo en el cual analizaba el «viaje del héroe», las pautas y ciclos recurrentes que se encuentran en los mitos, leyendas e historias de todas las culturas del mundo. En este caso, el relato concebido por Grant Morrison y plasmado por Sean Murphy no escapa al dictado de los llamados «doce estadios del viaje del héroe»; más bien al contrario, parece ser consciente de ellos y manejarlos con soltura mediante el uso de personajes e ideas arquetípicas en una aventura que tiene todo el sabor de un verdadero clásico. No obstante, los saltos entre realidades, la cotidiana marcada por el aislamiento, la soledad y la melancolía del protagonista; y la fantástica, un camino a la redención emocional y a su autoconocimiento; pueden romper el ritmo de la historia y hacer que el lector no llegue a conectar totalmente con la propuesta expresada. Esto es consecuencia directa del hecho que Grant Morrison propone en Joe el Bárbaro un juego de niveles, esconde algunas pistas de sus intenciones en la trama y desarrolla su cuento de hadas en función de ello hasta sus últimas consecuencias pero, aquí radica la cuestión, estos niveles nunca llegan a ser independientes el uno del otro.

Mención aparte merece el trabajo de Sean Murphy en Joe el Bárbaro, es su dibujo de trazo preciosista y abrumador el cual hace funcionar en última instancia el guión de Grant Morrison recreando esa atmósfera intrínseca al cuento de hadas o el relato fantástico que nos reconoce la cualidad del mismo para permitirnos dudar de la realidad manifiesta; de hecho, Sean Murphy logra lo increíble al hacer que el elemento cotidiano de la historia resulte igual o incluso más fantástico que la parte directamente asociada a ello en la que nos vemos rodeados por enormes ratas guerreras, pintorescos magos y piratas, máquinas y reinos imposibles con un leve toque steampunk, villanos de metafórico poder y un largo etcétera ligado a la imaginación de sus creadores. Todo esto no es baladí pues la premisa de este cuento de hadas en manos de un artista menos talentoso o dotado que Sean Murphy posiblemente podría haber hecho que esta acabase naufragando en la mediocridad o perder la fuerza que de manera subyacente, y pese a sus posibles defectos, parece atesorar Joe el Bárbaro. La contribución del veterano rotulista Todd Klein y el colorista Dave Stewart al conjunto de la obra, sabiendo preservar y realzar en todo el momento el dibujo de Sean Murphy, acaban por confirmar un apartado gráfico que sobrepasa la excelencia, una delicia visual que por sí misma es capaz de justificar el acercamiento al presente relato.

Joe el Bárbaro, la que probablemente sea la novedad Vertigo más importante del año publicada en nuestro país, es una obra que se podría catalogar de menor en la producción de Grant Morrison pero que, ocasionalmente, podrá contentar a sus seguidores incondicionales y también a algunos de sus más encontrados detractores en virtud de un relato que apela a nuestro niño interior y a la magia que la misma imaginación nos brinda a esas edades. Por ello, Joe el Bárbaro es un cómic que exige poner algo de nuestra parte como lectores, debemos dejarnos engañar y seducir por el mundo de fantasía que Sean Murphy dibuja ante nuestros ojos y en el que Grant Morrison ejerce de cuentacuentos mayor del reino; si este principio no se cumple difícilmente la historia tendrá el mismo efecto o dejará la misma huella en nosotros. No obstante, en el peor de los casos, siempre quedará un espectacular retablo y una aventura entretenida y divertida para todos los públicos que hará especialmente las delicias de los amantes de este tipo de historias. En la actual situación de la línea Vertigo, Joe el Bárbaro se descubre como una pequeña joya a rescatar, una reivindicación de la fantasía forjada con oficio y estilo por Grant Morrison y Sean Murphy pero, sobre todo, con mucho corazón.

Enlaces recomendados

Última actualización de este artículo: 14 de diciembre de 2011

Subscribe
Notifícame
55 Comments
Antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
View all comments
Mr X.
Mr X.
15 diciembre, 2011 8:15

A mí me recordó en el tono a ese tipo de películas de los ochenta: El secreto de la pirámide, Dentro del laberinto… y, por supuesto, y mucho, a La historia interminable. Es como Morrison para toda la familia. Y el dibujo de Murphy, uf, es una pasada.

I, Spyder
I, Spyder
Lector
15 diciembre, 2011 10:00

Estabas en la obligación de mencionar ‘En compañía de lobos’, tocayo. Por lo demás, excelente artículo y muy agradecido por el mismo

Guildartz
Guildartz
15 diciembre, 2011 10:01

Coincido, hacia tiempo que no disfrutaba tanto un cómic y más con ese regustillo ochentero^^

José Torralba
15 diciembre, 2011 10:06

Enhorabuena por este estupendo artículo y muchas gracias por recoger el guante cuando te propuse hacerte cargo de este material, Jordi. ¡Así da gusto jubilarse! Sobre esta Joe el Bárbaro coincido en gran parte con tu análisis, especialmente en lo relativo a las referencias que maneja Morrison, al estupendo trabajo de Sean Murphy (aunque muy puntualmente se atasca como narrador en la transición entre viñetas) y a la condición de obra menor que se asocia al cómic. No estamos ante el Morrison denso, contracultural y metaficcional de sus obras más potentes, sino ante alguien con ganas de ofrecer un producto «familiar» que rinda homenaje a una forma ochentera de ver la ficción protagonizada por preadolescentes; ante alguien que produce, en definitiva, un producto coherente con el abandono de la Dark Age y el rescate del sentido de la maravilla que lleva propugnando de un buen tiempo a esta parte.

Empero, no puedo dejar de comentar una importante pega –a mi parecer, la mayor– en esta historieta: su innecesaria y exponencial complejidad argumental a medida que pasan los números. Tengo la sensación de que Morrison se pierde en un mar de imaginación demasiado revuelto; que malogra en cierta medida la gran presentación que hace en el primer número de la serie limitada (glorioso) ampliando en exceso una mitología que acaba por ser confusa y que enfría la capacidad nostálgica de la trama. No sé muy bien como explicarlo, pero diría que a Morrison le habrían venido mejor menos páginas (para olvidarse de tanto describir y contar mejor) o todo lo contrario: una regular en condiciones para explorar y mostrarnos bien ese universo que, se nota, tiene tantas ganas de mostrarnos. En definitiva… un tebeo hermosísimo y muy digno, imaginativo y poderoso, cuyo corazón pierde impulso y calidez merced a unas ambiciones cerebrales expuestas con precipitación. ¡Un abrazo, Jordi!

Tigre Hobbes
Tigre Hobbes
Lector
15 diciembre, 2011 10:07

Jo q bien me lo habéis vendido… Pa la lista de Reyes!!

Daniel Gavilán
15 diciembre, 2011 10:08

Estabas en la obligación de mencionar ‘En compañía de lobos’

La nostalgia no es algo que vaya conmigo, pero cada vez que mencionan la cinta de Jordan o el Storyteller de Henson me dan ganas de volver a los 80. Gran reseña de un grandísimo comic, Jordi. De lo mejor que nos haya dado Morrison desde We3. Un comic para todo el mundo (y cuando digo todo me refiero a todo) de esos que crean afición

F.X
F.X
Lector
15 diciembre, 2011 10:11

Me encantó, aunque tengo que decir que me lo compré sobretodo por el dibujo de Sean Murphy: genial, sucio pero claro a la vez. ¡A ver si se me pega algo!

Spirit
15 diciembre, 2011 12:09

Pues yo tenía algo de miedo respecto a la obra, porque eso de que el chico imaginase mundos y tal me temía era la excusa perfecta para el peor Morrinson, el que se le va la olla o se pasa varios pueblos con las cosas esas raras que toma e hiciera pajas y pajas mentales sobre la física y la metafísica y lo onírico y demás que sólo entendía él y que los gafapastas decían que eran lo puto mejor.
 
Ver que es una obra accesible, aún teniendo presente el elemento surrealista e imaginativo, me ha dado la puntilla para pillármela finalmente….basta! no hagáis más reseñas! Que ya llevo una pasta en cómics este diciembre con la excusa de la navidad y la paga extra y…

DS
DS
Lector
15 diciembre, 2011 12:16

Tiene muy buena pinta, y un toque que lo convierten en uno de esos cómics que suenan regalables, incluso a gente no lectora habitual. No terminaba de quitarle mi miedo a Morrison, y lo dificil que es entender, en ocasiones, que pasa por su cabeza, pero si es «para toda la familia» me fiaré, igual que con We3 (y en ese caso, no me arrepentí)

La premisa me recuerda, levemente, a una serie de TV de finales de los ochenta o principios de los noventa que emitió en España Canal+, las mañanas de los fines de semana, en abierto, y cuyo título no recuerdo. En aquella, un chico en como vivía en su interior aventuras en un mundo fantástico, que se relacionaban con lo que le sucedía en el mundo exterior, en una cruzada por despertar.

José Torralba
15 diciembre, 2011 12:22

Juraría que te refieres a La Odisea. ¿Puede ser?

James
James
15 diciembre, 2011 12:29

Siento disentir, pero ‘Joe El Bárbaro’ es para mí una de las decepciones del año. Muy de acuerdo en que Morrison homenajea las aventuras de los 80, pero el mundo imaginario que crea no tiene ninguna coherencia interna. Lo sé, sé que ese mundo es fruto de una alucinación, pero el protagonista va saltando de un lugar a otro sin pararse en hacernos interesantes esos escenarios y sus habitantes. Quiere ser ‘Alicia en el País de las Maravillas’ pero al final sólo es una sucesión de escenas inconexas con una subtrama -la del mundo real de Joe- que se alarga absurdamente. Pese al maravilloso dibujo de Sean Murphy, me arrepiento de haber comprado este cómic.

DS
DS
Lector
15 diciembre, 2011 13:36

Mr. Torralba, me has hecho un friki-fan feliz, que no conseguía que nadie la recordase.
Algo parecido me pasaba con Mission Top Secret. ¡Eso era TV!

jorgenexo
jorgenexo
15 diciembre, 2011 13:37

¿Y We3 qué tiene de bueno, además de los cojodibujos de Quitely? Porque historia más tonta…

Cable
Cable
15 diciembre, 2011 14:23

Me ha gustado mucho el artículo. La obra es buena y divertida, pero me ha parecido algo superficial. Se que es obvio, pero  yo he notado también la influencia de la saga Toy story, que creo que es importante, sobre todo, y no sólo por lo obvio que los muñecos cobrando vida o viviendo una vida alternativa que en este caso al contrario que en la saga el protagonista humano participa de ella, sino por la ternura y simpatía con la que Morrison al igual que Lassiter ve la infancia, en este caso la preadolescencia, como un momento donde la imaginación se desborda de una manera que nunca se vuelve a tener.

Elokoyo
Elokoyo
Lector
15 diciembre, 2011 14:33

Me lo compré precisamente la semana pasada y pensaba leerlo a finales de año cuando coja las vacaciones de Navidad, pero después de leer la reseña adelantaré la lectura para éste fin de semana.
Por lo que he hojeado, el dibujo me parece muy bueno pero quiero ver si la narración gráfica está a la altura, que hay mucho dibujante espectacular pero poco dinámico a la hora de narrar.
Lo dicho, cuando lo lea, opinaré en consecuencia… pero le tengo muchas ganas.

cilo
cilo
15 diciembre, 2011 14:39

Hola ¿alguien me puede decir porque el enlase a Doom Patrol no fuciona? El link es este: https://www.zonanegativa.com/?p=9860

Ocioso
Ocioso
Lector
15 diciembre, 2011 14:42

A mí me gustó, pero estoy con El Torralba, el guión se va complicando innecesariamente a medida que avanza la historia y pierde buena parte de su gracia. Oye, a mí Morrison no me gusta nada nada requetenada y así todo aguanté hasta el final. Me imagino que me fué empujando el maravilloso dibujo de Murphy.
 
Me gustó mas el recopilatorio de El Mago de Oz que salió por las mismas fechas y que podría englobarse en el mismo género. El dibujo está un punto por debajo pero la historia es mucho mas fluida. No hay ratas gigantes con espadones pero sale un señor de lata con un hacha que es capaz de cortar árboles centenarios de un solo tajo. Un fiera.

Vangell
Vangell
15 diciembre, 2011 15:18

Que bueno encontrar opiniones dispares, yo siendo un seguidor de Morrison, esta obra no me causó mucha impresión, la verdad como dice arriba James, sentí muy poco de profundidad en el universo creado,ni los enemigos ni los amigos me parecen relevantes en su fondo… ahora, y punto a favor para la obra en su totalidad es redonda y eso me gusto, sobre todo el final, quizás mejore en una segunda lectura, pero mi primera impresión fue esa.

Saludos

José Torralba
15 diciembre, 2011 15:39

Cilo, el artículo de Doom Patrol no está disponible porque, sencillamente, no está publicado. Antes de irme dejé cerrada la lista de lectura de la línea Vertigo con todos los artículos y materiales pendientes de reseñar. Hace poco se liquidó el Sandman Mystery Theatre, hoy le ha tocado a Joe el Bárbaro, mañana se publicarán los artículos correspondientes a Una historia de violencia y al repaso editorial de la etapa Vertigo en Planeta y eso nos dejará con todo listo a falta de la pobre Doom Patrol, que hace tiempo que espera un artículo a cargo de Sergio Robla. Cuando menos nos lo esperemos se publicará. ¡Un saludo y disculpa por las molestias!

Daniel Gavilán
15 diciembre, 2011 15:51

Menuda herejía te has marcado con lo de We3, ¡Jorge! Una cuestión al respecto: Todo el mundo destaca lo mucho que brilla Quitely en esa historia. Cierto, a mi me gustaría saber porqué tanto él como muchos otros brillan por todo lo alto precisamente cuando trabajan con Morrison. Es como negarle a Rucka su valor en el Detective Comics junto a Williams.

Pd: Ocioso, si te gusta como se maneja con el hacha, no veas como se desenvuelve on el fusil de asalto:

http://www.deviantart.com/download/132092572/Deadpool_on_Wizard_of_OZ__3_by_L030.jpg

 

furlupus
furlupus
15 diciembre, 2011 16:26

no es pa tanto!! un tellos de la linea vertigo…

jorgenexo
jorgenexo
15 diciembre, 2011 17:42

¿Pero por qué herejía? Es posible que en el tebeo hay algo que se me haya escapado pero en lo que a la historia se refiere me pareció una chorrada del mil el día que lo compré y leí expectante por las críticas que lo avalaban, y me lo ha seguido pareciendo cuando lo he releído.
El dibujo, la hostia; la historia… ¿mascotas ciborg asesinas que se escapan del laboratorio en el que son creadas para ser perseguidas por quienes las mandaron construir? Pues vaya.

José Torralba
15 diciembre, 2011 17:59

Jorgenexo, ¡a mis brazos! Copio y pego lo que dije en su momento sobre We3: «Para mí historias mayores de Morrison son Los Invisibles, El Asco o Flex Mentallo […] We3 me parece demasiado simple, con una carga sentimentaloide basada en la expresión de los animales excesiva y sin ningún sustrato intelectual comparable a los trabajos que te he citado antes (excepto los que pueda suministrar la PETA). Si alguien quiere verla como una pieza emocional sobresaliente ahí ya no me meto porque a cada uno le llega lo que le llega». Lo que no quita para que Quitely se salga cosa mala gracias al guión de Morrison (un guión no sólo contiene la trama y los diálogos, sino también la planificación para la página en muchos casos).

Ocioso
Ocioso
Lector
15 diciembre, 2011 18:03

jorgenexo ha comentado ¿mascotas ciborg asesinas que se escapan del laboratorio en el que son creadas para ser perseguidas por quienes las mandaron construir?
 
A mí me pasó lo mismo, la historia me dejó frío. Tengo amigos que decían que les daba mucha pena por los animalitos. A lo mejor es un problema de falta de empatía porque a mí los bichos, ni fu ni fa. Creo que deberían estar todos en el campo donde no importe que se hagan caca y babas y no me sienta amenazado por sus dientes, garras y picos. O en las bandejas de corchopán en el Carrefú.
Vamos, que no me siento uno con la naturaleza. Ella por su camino y yo por el mío, y tan amigos.

…¿de qué estábamos hablando?

José Torralba
15 diciembre, 2011 18:10

>> ¿de qué estábamos hablando?

De que entre tus muchas perversiones no podemos contar la zoofilia.

KURT
KURT
15 diciembre, 2011 18:59

ESTO ES UN MANGA JAPONES!!!
Escaflowne no trataba de una niña que viajaba a un mundo fantástico?
Esto es lo mismo con muchos personajes que asemejan esas historias que los orientales nos tienen tan acostumbrados, donde los mundos oniricos, la fantasía y la realidad se entremezclan entorno a un personaje central.
 

the drummer
the drummer
Lector
15 diciembre, 2011 20:01

a la hoguera con el jorge, el oci y el torralba!!!!! vergüenza debería daros tamaña falta de sensibilidad…

Angelo Fakemon
Angelo Fakemon
15 diciembre, 2011 20:11

Dadas las ultimas sorpresas; me pensaré un poquillo más adquirir algo que venga de Mister Morrison. Y sí, en muchos casos venían muy alabadas por la crítica y ciertos fans.

Tiegel
Tiegel
15 diciembre, 2011 23:23

A mí me gustó, aunque reconozco que la estrella en este caso es más Murphy que Morrison, y eso que yo soy de Morrison.
 
Jorge, Ocioso, Torralba: desalmados!

Armin Tamzarian
Autor
15 diciembre, 2011 23:34

«Vamos, que no me siento uno con la naturaleza. Ella por su camino y yo por el mío, y tan amigos»

Eso mismo pensó Lars Von Trier, e hizo Anticristo, háztelo mirar antes de que sea tarde.

Aiolos
Aiolos
Lector
15 diciembre, 2011 23:36

Pues a mi me a gustado bastante este comic, igual tiene que ver que sea diabético y empatice algo con el prota (aunque yo no he flipado nunca así con una hipoglucemia…) y que me atraigan mucho este tipo de historias de mundo-fantastico-alternativo.

Evidentemente no es un comic 10, pero creo que es entretenido y muy disfrutable.

Me ha gustado la comparación con esas pelis ochenteras que muchos recordamos con cariño.

Raúl Martin
Lector
16 diciembre, 2011 8:33

No me extenderé demasiado en el peloteo habitual, pero felicidades por el artículo Jordi. Personalmente esta obra me dejó algo frío, porque la leí a ritmo USA y el lapso del último número hizo que se enfriase un interés que por otra parte no era demasiado excesivo. Tengo pendiente su compra en castellano y estoy seguro que la disfrutaré mejor. Aunque para mí se trata de una obra correcta de Morrison sin más.

Y ya que se le están buscado influencias de todos los tamaños y colores, me gustaría también añadir que Joe… tiene cierto eco a The Stuff of the Legend (http://th3rdworld.com/book/The-Stuff-of-Legend), una maravillosa obra del 9ºarte sobre juguetes que viajan a otra dimensión en busca de su amo. La cual nunca me entenderé porqué sigue inédita en nuestro país con la calidad que tiene.

jorgenexo
jorgenexo
16 diciembre, 2011 9:21

a la hoguera con el jorge, el oci y el torralba!!!!! vergüenza debería daros tamaña falta de sensibilidad…
Eh, que yo soy socio de Greenpeace desde hace veinte años, no me jodáis…

Ocioso
Ocioso
Lector
16 diciembre, 2011 12:41

A mí los animalitos me caen bien. Si no existieran ¿qué ibamos a comer? ¿plantas?

jorgenexo
jorgenexo
16 diciembre, 2011 12:51

Terreno peligroso…

Ocioso
Ocioso
Lector
16 diciembre, 2011 13:05

😛

Victor Ibañez
16 diciembre, 2011 17:42

Sean Murphy es un dibujante colosal.Excepcional . Básicamente me compré el cómic por él. Y si bien dibuja de manera impecable ble ble narrativamente me ha parecido super confuso muchas veces. La prueba es que me cansaba intentándolo seguir. Y la historia…floja floja. Sólo me interesaba saber si Morrison sería lo suficientemente valiente como para dejar morir al chico. Por lo demás lo que pasaba en los reinos de piticlín me dejaba bastante frío. No me considero un tipo demasiado intelectual pero la historia me parecio superficial.

Daniel Gavilán
16 diciembre, 2011 17:46

¿Pero por qué herejía?

Porque andaba con prisa y necesitaba una frase con gancho para expresar mi desacuerdo con tu afirmación (que por lo que veo también comparten otros) respecto a We3. Dicho esto expongo mi parecer:

Se dice que cuando el Papa Bonifacio VIII le pidió a Giotto que le diera una muestra de su talento, este se limitó a dibujar en un lienzo un círculo geométricamente perfecto de un solo trazo a mano alzada y sin necesidad de compás. ¿Qué quiero decir con esto? En ocasiones menos es más y no toda historia ultradensa, compleja y alambicada hasta alcanzar una sesudez embriagadora es más valiosa que otra más sencilla y directa.

Suele decirse que uno de los grandes problemas de los 90 fue la moda Image pero tal vez fue todavía más importante la disociación que vivió el género. Por un lado teníamos tebeos para «tontos» con todos sus brillitos, splash pages y filigranas y por otro comics para «listos» con Vertigo, Cerebus y la madre que los parió. El resultado, como ya sabemos, fue nefasto para el medio y aunque lo más obvio fue la caída de calidad en el comic mainstream, el comic «gafapasta» tampoco quedó indemne y detrás de un buen puñado de obras maestras que surgieron de esta tendencia se esconde una no menos extensa lista de trasnochados aspirantes a El Garaje Hermético que por medio del surrealismo, mezclar ideas raras y ser tremendamente metafísicos y trascendentales pretendían alcanzar los cielos.

Vamos, que por aquel entonces se arraigó la idea de que el comic como entretenimiento era algo para la «plebe» mientras prosperaraban las flipadas pretendidamente reveladoras entre las que comenzarían a ganar peso la idea de «No me he enterado de nada, ergo, debe ser una obra cojonuda». Siempre he sospechado que gran parte del declive actual de la línea Vértigo se debe en gran parte a una etapa a la que suelo emparentar con el delirio de una embriaguez etílica en la que el continente empezó a primar sobre el contenido con unos guionistas más preocupados en ver quien la soltaba más gorda que en contar algo. Al menos esa era la sensación de empacho neuronal a base de resabidos que buscaban molar más que el molar que tenía en un panorama en el que lo mismo te encontrabas a soldados de US Army fornicando con Big Foot en Afganistán que a vikingos hablando como unos tipos del Bronx. O jugando libremente con la cita que hacían el otro día de Pérez Reverte, el género adulto había perdido el norte y parecía dedicado a un publico exclusivo y elitista en busca de vueltas de tuerca cada vez más imposibles.

Quizás fue porque por aquel entonces ya me pilló a vuelta de todo, pero obras como El Asco representan bajo mi punto de vista la peor cara de una Vértigo con sobredosis de si misma y de un Grant Morrison que con demasiada frecuencia parece obcecado a enmarañarse con artificiosas muñecas rusas que tratan de ocultar una cicatera falta de contenido. No es ningún secreto que uno de los peores defectos de Morrison es no saber contar una historia sencilla. O como solían decirme en el colegio, su tendencia en buscar el camino más complicado desde un punto A a otro B para algo que podría haberse hecho de una forma más clara y directa. No hay más que ver su intento de repetir la jugada de Ultimate Spiderman con el hombre de acero en Action Comics o los cerros de Úbeda por los que tuvo que irse con Batman porque no sabía y/o no quería hacer una historia «normal» (muy disfrutable en algunos pasajes, pero en otros perdió completamente el norte bajo mi punto de vista) para saber que al escocés le cuesta horrores ser claro, nítido y conciso a la hora de transmitir una historia.

Sin embargo, Arkham Asylum o muy en concreto We3 (por aquello de ser la obra de la que hablamos) son bajo mi punto de vista dos de las creaciones cumbre del guionista además de formar parte de esas excepciones que confirman la regla. En ellas, el guionista utiliza su talento al servicio de la historia y no a esta como escaparate de un onanismo mental cuasi pornográfico. Vamos, que lejos de esa «ostentuosidad» barroca y trasnochada que cuando se le va de la mano me resulta tan cargante y pegajosa, en ellas sabe ser sútil y elegante ofreciendo historias sencillas, nítidas y directas donde la lucidez se esconde en los pequeños detalles y no vomitada a granel sobre el lector.

En We3 historia y forma funcionan como un único todo sin que el guionista se muestre en ningún momento artificioso o innecesariamente sobrecargado. Con Arma X como más que clara inspiración, Morrison compone un relato sobre la mecanica destrucción de nuestra humanidad patente dentro de la sociedad actual. Se le ha adjudicado muy a menudo a su historia la función de denuncia contral el maltrato de los animales, pero bajo mi punto de vista sus virtudes van mucho más lejos. El programa militar de la historia no se limita a coger a tres animales cualquiera, sino que toma a tres entrañables mascotas directamente extraídas del calor de nuestros hogares para convertirlos en grotescos instrumentos de muerte. Para mi esa fue la primera jugada de genio del escocés magistralmente ilustrado con esas fotografías en las que se veía a los animales placidamente como una parte integral de nuestros hogares en contraste con la salvaje violencia que rodea al relato. No el que fueran «animalicos», sino que se tratasen del «mejor amigo del hombre«, ese refugio personal que todos guardamos en el corazón de nuestra guarida y que nos permite reencontrarnos con nosotros mismos dando valor afectivo a un ser que ni siquiera es capaz de entender el rol que está jugando en nuestras vidas. La historia de Morrison básicamente nos narra como hemos cogido ese último reducto de nuestra inocencia e intimidad personal violándolo de forma atroz autoconsciente para transformarlo en una fría e implacable maquinaria contra nosotros mismos tras esa peregrina meta de la seguridad absoluta.

Trasladándolos a un entorno de alienación física y trascendental, los protagonistas del relato continúan moviéndose por pautas aprendidas sin ser conscientes de su situación hasta verse alentados por un impulso que arde dentro de ellos e iniciar esa imposible vuelta al hogar. Un relato tan eterno como la infinidad de historias que van desde La Odisea o Grupo Salvaje para el que Morrison apela a ese «vínculo con la naturaleza» encarnado en las tres mascotas que inician esa búsqueda de esa pureza perdida, de ese anhelo por el yo primigeneo que nos fue arrebatado en el camino, dando forma a un relato inspirador y nostálgico como el que compusiera John Griffith Chaney con La Llamada de lo Salvaje.

Pero es que además, We3 me parece uno de los comics mejor escritos que he tenido suerte de leer en mi vida como lector. Morrison siempre ha sido consciente del medio en el que trabaja y en este caso hacer del dibujo el principal instrumento de narración hasta el punto de que apenas hay diálogo es un hallazgo tan redondo como necesario en una historia narrada a través de unos animales que se comunican mediante un lenguaje básico y primario en el que únicamente se permite usar ordenes de adiestramiento básicas y código binario (uno/cero) disparando certeras frases cuyo significado cambia según la situación (siempre me pareció especialmente lúcido aquel «hogar es: no correr más» que bien serviría para recalcar que se trataba de algo más que una mera historia de unos animalitos puteados).

Pero es que encima los animales están maravillosamente caracterizados. No se si alguien aquí habréis trabajado o convivido con animales (bromas aparte) pero la forma en la que Morrison se sirve de las aptitudes comportamentales básicas del perro, el gato y el conejo para brindarles de personalidades diferentes sin que esto signifique personificarlos sacándolos de personaje es brillante. Porque lo fácil habría sido marcarse un «Mira quien habla» o convertir a los animales en pobres víctimas. Pero el escocés tiene la virtud de moverse en un terreno de grises en donde a los protagonistas no se le atribuyen valores morales forzados y el gato es un cabrón asesino, el conejo una bicho estúpido y cagón y el perro un animal gregario hasta la sumisión inocentona como podría ser cualquiera de estos animales en condiciones naturales estandar. Ese limbo entre la frialdad mecánica del sistema industrial en el que están atrapadados y esa salvaje «irracionalidad» de los protagonistas en consonancia con los nexos afectivos que conllevan es lo que hace que este relato funcione mucho mejor que otros similares.

Todavía sigo poniendo un peldaño por encima a la apabullante Arma X con aquellos cuadros de texto flotando como burbujas de barbiturato entre los fluidos de suspensión entre los que se retorcía el canadiense. Pero si tenemos en cuenta tanto la fuerza, presición y las posibles lecturas del relato unido a esa perfección formal mediante la cual Morrison y Quitely potencian sus virtudes se me antoja como un relato claro, nítido y directo difícilmente superable. El hecho de que pueda ser disfrutado a distintos niveles desde por un niño de conco años a un adulto que ande por la treintena (ya busque simplemente pasar un buen rato o le guien motivaciones más trascendentales) otorgan a esta obra un espectro mucho más amplio que al que otras obras del guionista pueden alcanzar.

En ese sentido, y siempre teniendo en mente lo difícil que resulta para el escocés crear historias accesibles para el gran público sin perder sus virtudes, We3 me parece una de sus obras más redondas y un equivalente en su bibliografía a lo que suponen El Hombre Elefante o Una Historia Verdadera dentro de la filmografía de Lynch. Aun así, concuerdo con vosotros en que, como ocurre con toda historia, esto depende de la capacidad que tenga uno para abstraerse dentro del relato. Todo al final es cuestión de lo que conecte uno con la obra, lo demás, son pajas mentales. Un saludo y disculpad por el tochazo.

José Torralba
16 diciembre, 2011 18:42

>> Se dice que cuando el Papa Bonifacio VIII le pidió a Giotto que le diera una muestra de su talento, este se limitó a dibujar en un lienzo un círculo geométricamente perfecto de un solo trazo a mano alzada y sin necesidad de compás. ¿Qué quiero decir con esto? En ocasiones menos es más y no toda historia ultradensa, compleja y alambicada hasta alcanzar una sesudez embriagadora es más valiosa que otra más sencilla y directa.

Eso era una muestra de su talento técnico, no de su talento artístico.

>> El comic “gafapasta” tampoco quedó indemne y detrás de un buen puñado número de obras maestras que surgieron de esta tendencia se esconde una no menos extensa lista de trasnochados aspirantes a El Garaje Hermético que por medio del surrealismo, mezclar ideas raras y ser tremendamente metafísicos y trascendentales pretendían alcanzar los cielos.

Totalmente cierto. Pero hay que ver caso por caso.

>> Vamos, que por aquel entonces se arraigó la idea de que el comic como entretenimiento era algo para la “plebe” mientras prosperaraban las flipadas pretendidamente reveladoras entre las que comenzarían a ganar peso la idea de “No me he enterado de nada, ergo, debe ser una obra cojonuda”.

No creo… esa dicotomía venía de antes. Sólo hay que leer a los Hernandez Bros hablando del cómic mainstream mucho antes de los noventa. En cualquier caso, eso es una actitud de los lectores, las obras casi nunca buscan compararse con otras cosas… exponen su discurso y ya está.

>> Siempre he sospechado que gran parte del declive actual de la línea Vértigo se debe en gran parte a una etapa a la que suelo emparentar con el delirio de una embriaguez etílica en la que el continente empezó a primar sobre el contenido con unos guionistas más preocupados en ver quien soltaba la ida de olla más gorda que en contar algo. Al menos esa era la sensación de empacho neuronal a base de resabiados que buscaban molar más que el molar que tenía en un panorama en el que lo mismo te encontrabas a soldados de US Army fornicando con Big Foot en Afganistán que a vikingos hablando como unos tipos del Bronx. O jugando libremente con la cita que hacían el otro día de Pérez Reverte, el género adulto había perdido el norte y parecía dedicado a un publico exclusivo y elitista en busca de vueltas de tuerca cada vez más imposibles.

La línea Vertigo se ha ido a la mierda cuando la pretensión intelectual de sus cómics no ha estado a la altura de su ejecución. Lo malo no es la ambición, sino la falta de humildad. Hay mucho autor que se ha lanzado al mensaje «de altura» sin tener (o demostrar) bagaje suficiente para conseguirlo. Su problema ha sido ése y, también, el acudir a fórmulas que pervertían sus originales: carga prosística ridícula para imitar a The Sandman, tebeos burros sin construcción alguna de personajes para imitar a Predicador, el noir que confunde arquetipo con estereotipo para imitar a 100 Balas, etc.

>> Quizás fue porque por aquel entonces ya me pilló a vuelta de todo, pero obras como El Asco representan bajo mi punto de vista la peor cara de una Vértigo con sobredosis de si misma y de un Grant Morrison que con demasiada frecuencia parece obcecado a enmarañarse con artificiosas muñecas rusas que tratan de ocultar una cicatera falta de contenido.

El Asco tiene muchísimo contenido y además es perfectamente entendible. De hecho, todos los cómics de Morrison son entendibles y lógicos; lo que pasa es que no usa ni el dibujo, ni la narración ni la palabra como adornos. Bueno… todos menos uno, porque aún no sé qué quería contarme en Seaguy.

>> No es ningún secreto que uno de los peores defectos de Morrison es no saber contar una historia sencilla. O como solían decirme en el colegio, su tendencia en buscar el camino más complicado desde un punto A a otro B para algo que podría haberse hecho de una forma más clara y directa.

Sí que sabe. Animal Man es una historia fácil de leer, al igual que Sebastian O, Mata a tu novio, Vimanarama, We3, Arkham Asylum, All Star Superman, etc. Pero el problema no es la sencillez, es el subtexto. Una historia sencilla puede tener un subtexto poderoso y viceversa, una compleja ser una completa bomba de humo.

>> Sin embargo, Arkham Asylum o muy en concreto We3 (por aquello de ser la obra de la que hablamos) son bajo mi punto de vista dos de las creaciones cumbre del guionista como excepciones que confirman la regla. Obras en las que el guionista utiliza su talento al servicio de la historia y no a esta como escaparate de un onanismo mental tan gratuito como pornográfico. Vamos, que lejos de esa “ostentuosidad” barroca y trasnochada que cuando se le va de la mano tan cargante y pegajosa me resulta, en estas sabe ser sútil y elegante ofreciendo historias sencillas, nítidas y directas donde la lucidez se esconde en los pequeños detalles y no vomitada a granel sobre el lector.

No creo que Morrison sea un onanista mental, y desde luego no es gratuito ni pornográfico. Simplemente durante un período creativo de su vida quiso vehiculizar su aprendizaje sobre la magia del caos, el neoplatonismo y la metaficción a través de los tebeos… y creo que lo hizo muy bien. Teniendo en la cabeza ese fin, los tebeos conseguían su propósito. Eso no los convierte en cómics menos dignos que los que sólo buscan entretener ¡ojo! Pero volvemos aquí a hablar de pretensiones: el problema no es que un tebeo quiera concretar una postura filosófica o entretener al personal, sino que no sea efectivo al hacer lo uno o lo otro. Y sobre sutileza y demás, cómics como Kid Eternity contienen nuevos detalles a cada relectura.

>> En We3 historia y forma funcionan como un único todo sin que el guionista se muestre en ningún momento artificioso o innecesariamente sobrecargado. Con Arma X como más que clara inspiración, Morrison compone un relato sobre la mecanica destrucción de nuestra humanidad patente dentro de la sociedad actual. Se le ha adjudicado muy a menudo a su historia la función de denuncia contral el maltrato de los animales, pero bajo mi punto de vista sus virtudes van mucho más lejos. El programa militar de la historia no se limita a coger a tres animales cualquiera, sino que toma a tres entrañables mascotas directamente extraídas del calor de nuestros hogares para convertirlos en grotescos instrumentos de muerte. Para mi esa fue la primera jugada de genio del escocés magistralmente ilustrado con esas fotografías en las que se veía a los animales placidamente como una parte integral de nuestros hogares en contraste con la salvaje violencia que rodea al relato. No el que fueran “animalicos”, sino que se tratasen del “mejor amigo del hombre”, ese refugio personal que todos guardamos en el corazón de nuestros hogares y que nos permite reencontrarnos con nosotros mismos dando valor afectivo a un ser que ni siquiera es capaz de entender el rol que está jugando en nuestras vidas. La historia de Morrison básicamente nos narra como hemos cogido ese último reducto de nuestra inocencia e intimidad personal violándolo de forma atroz autoconsciente para transformarlo en una fría e implacable maquinaria contra nosotros mismos tras esa peregrina meta de la seguridad absoluta.

En dos palabras: sensiblería fácil. Toca lo intocable (el niño, el perro, la abuela) y le brindas a la Kleenex un trimestre feliz. ¿Eso es sutileza? Es el recurso más antiguo del mundo. Todo mezclado con «¡qué malo es el hombre que todo lo corrompe… ¡hacerle eso a un animalico!».

>> Trasladándolos a un entorno de alienación física y trascendental, los protagonistas del relato continúan moviéndose por pautas aprendidas sin ser conscientes de su situación hasta verse alentados por un impulso que arde dentro de ellos e iniciar esa imposible “vuelta al hogar”. Un relato tan eterno como la infinidad de historias que van desde La Odisea o Grupo Salvaje para el que Morrison apela a ese “vínculo con la naturaleza” encarnado en las tres mascotas que inician esa búsqueda de esa pureza perdida, de ese anhelo por el yo primigeneo que nos fue arrebatado en el camino, dando forma a un relato inspirador y nostálgico como el que compusiera John Griffith Chaney con La Llamada de lo Salvaje.

En We3 los animales se retratan como seres bondadosos empujados a una orgía de violencia desenfrenada por la manipulación del hombre, efectivamente… pero el problema es que esa visión de lo «natural» dimana de ver a los animales de manera ilustrada, a la Rousseau, cuando ni siquiera el espíritu de la Ilustración es aplicable al hombre (porque, entre otras cosas, el mismo hombre es un animal). Es más, quita de la ecuación la misma intervención del hombre a la hora de convivir integrar esa misma naturaleza. O en otras palabras: el perrito es perrito porque el hombre ha domesticado su lado salvaje, igual que el gatito. Los conejos son una puta plaga si no se les controla. En estado natural son salvajes, instintivos, violentos y carniceros. No son malos porque carecen de moralidad, pero se vuelven justamente lo que tienen que ser. No son peluches.

>> Pero es que además, We3 me parece uno de los comics mejor escritos que he tenido suerte de leer en mi vida como lector. Morrison siempre ha sido consciente del medio en el que trabaja y en este caso hacer del dibujo el principal instrumento de narración hasta el punto de que apenas hay diálogo es un hallazgo tan redondo como necesario en una historia narrada a través de unos animales que se comunican mediante un lenguaje básico y primario en el que únicamente se permite usar ordenes de adiestramiento básicas y código binario (uno/cero) disparando certeras frases cuyo significado cambia según la situación (siempre me pareció especialmente lúcido aquel “hogar es: no correr más” que bien serviría para recalcar que se trataba de algo más que una mera historia de unos animalitos puteados).

Sí, técnica y narrativamente el cómic es la polla. Y eso es mérito tanto de Morrison como de Quitely. Pero eso no deja de ser el círculo de Giotto si no va bien acompañado.

>> Pero es que encima los animales están maravillosamente caracterizados. No se si alguien aquí habréis trabajado o convivido con animales (bromas aparte) pero la forma en la que Morrison se sirve de las aptitudes comportamentales básicas del perro, el gato y el conejo para brindarles de personalidades diferentes sin que esto signifique personificarlos sacándolos de personaje es brillante. Porque lo fácil habría sido marcarse un “Mira quien habla” o convertir a los animales en pobres víctimas. Pero el escocés tiene la virtud de moverse en un terreno de grises en donde a los protagonistas no se le atribuyen valores morales forzados y el gato es un cabrón asesino, el conejo una bicho estúpido y cagón y el perro un animal gregario hasta la sumisión inocentona como podría ser cualquiera de estos animales en condiciones naturales estandar. Ese limbo entre la frialdad mecánica del sistema industrial en el que están atrapadados y esa salvaje “irracionalidad” de los protagonistas en consonancia con los nexos afectivos que conllevan es lo que hace que este relato funcione mucho mejor que otros similares.

Sí que se les atribuyen… lo acabas de decir antes. Lo demás no es más que la aplicación a sus personajes de las principales características comportamentales que le otorgamos a esos bichos: el perro estólidamente fiel, el gato individualista e imprevisible y el conejo pasivo.

>> Todavía sigo poniendo un peldaño por encima a la apabullante Arma X con aquellos cuadros de texto flotando como burbujas de barbiturato entre los fluidos de suspensión entre los que se retorcía el canadiense. Pero si tenemos en cuenta tanto la fuerza, presición y las posibles lecturas del relato unido a esa perfección formal mediante la cual Morrison y Quitely potencian sus virtudes se me antoja como un relato claro, nítido y directo difícilmente superable. El hecho de que pueda ser disfrutado a distintos niveles desde por un niño de conco años a un adulto que ande por la treintena (ya busque simplemente pasar un buen rato o le guien motivaciones más trascendentales) otorgan a esta obra un espectro mucho más amplio que al que otras obras del guionista pueden alcanzar.

Hombre, para un niño de cinco años me parece demasiado violenta, tú. Que sea una fábula no quiere decir que sea abiertamente infantil. De todas formas la accesibilidad de una obra no dice nada de la calidad. No se es mejor por ser más accesible… volvemos a lo mismo: es cuestión de intención.

>> En ese sentido, y siempre teniendo en mente lo difícil que resulta para el escocés crear historias accesibles para el gran público sin perder sus virtudes, We3 me parece una de sus obras más redondas y un equivalente en su bibliografía a lo que suponen El Hombre Elefante o Una Historia Verdadera dentro de la filmografía de Lynch. Aun así, concuerdo con vosotros en que, como ocurre con toda historia, esto depende de la capacidad que tenga uno para abstraerse dentro del relato. Todo al final es cuestión de lo que conecte uno con la obra, lo demás, son pajas mentales. Un saludo y disculpad por el tochazo.

Supongo que te refieres a que formal y estructuralmente son más accesibles. Y sí… pero volvemos a lo mismo: Una historia verdadera no es necesariamente mejor que Carretera perdida o Terciopelo azul sólo por eso.

Daniel Gavilán
16 diciembre, 2011 20:27

Estupenda contrarreplica, Jose, como siempre. Coincido en mucho de lo que alegas de la línea Vértigo (a fin y al cabo en ese ámbito te manejas mucho mejor que yo 😆 ). Sobre El Asco no me atrevo a discutirte dado a que no la tengo nada reciente, pero la sensación que me dejó en su día fue de un empacho de información sobredosificada. No hablo de que no sean entendibles porque algo que no se le puede negar a Grant es que en fondo de sus relatos siempre suele tener eje nítido y entendible, sino más bien a la maraña de ideas que compone a su alrededor (y en la que en ocasiones suele perderse más de la cuenta). Uno de los ejemplos más claro es su Final Crisis cuya segunda mitad está repleta de lagunas, tramas dispersas y argumentos deshilachados que al final no se sabe muy bien de donde venían o a donde iban (lease Wonder Woman, la parte de Aquaman o todo el jaleo de Omac) no siendo pocas veces las formas en los que acaba rematándolos tan de mala manera que el conjunto casi parece más una colección de ideas para realizar una historia que una historia per se.

Esto nos conduce al tema de la incontinencia mental del guionista, pues aunque es cierto que suele atar los cabos principales tampoco son pocas las ocasiones que estos se quedan en el aire (todavía trato de averiguar donde explica cual era esa relación entre Cassandra Nova y los Hombres U en New X-Men o que demonios eran los devoradores). Tampoco le faltan tramas que se le quedan colgadas con un desarrollo que apenas llega a lo superficial (hablemos de Fantomex o los Tres Demonios) o que acaba rematando de forma tan anticlimática y apresurada que da la impresión de que se le ha ido el planning de las manos y se ha quedado sin espacio (sirva lo de Cassandra/Ernst como ejemplo). Siempre he sido de la opinión que hay cosas que es mejor dejarlas cocerse a fuego lento para que se afiancen en el lector antes de darles un nuevo giro y que en este aspecto el escocés tiene todavía una materia pendiente (o no, que a fin y al cabo nadie es perfecto y hay muchos otros que tienen bastantes más cosas que pulir que él).

Respecto a lo de las leyes de la sensiblería fácil no estoy de acuerdo. Por esa misma razón deberíamos incluir a Olvidate de mi, Cadena Perpetua, Blade Runner o Espartaco en la lista de pastelazos insoportables. Respecto a la afinidad de la obra con los ideales de Rosseau tampoco puedo estarlo. Los animalicos de We3 no se mueven como pobres víctimas indefensas sino actuan de forma primaria, instintiva y en más de una ocasión terrible. No solo son la víctima del relato sino también el monstruo que hay que temer actuando de forma implacable y letal incluso contra los pobres desgraciados que se cruzan en su camino. Y lo hacen no por atenerse a las doctrinas de una programación aprendida, sino guiados por las actitudes naturales de su especie sin consciencia de bien o mal alguna.

De hecho esta definición:

En estado natural son salvajes, instintivos, violentos y carniceros. No son malos porque carecen de moralidad, pero se vuelven justamente lo que tienen que ser. No son peluches.

Es perfectamente aplicable a los animales que plasma Morrison en su obra.

Lo demás no es más que la aplicación a sus personajes de las principales características comportamentales que le otorgamos a esos bichos

¿Qué le otorgamos o que observamos en ellos? Porque es muy distinto decir «mi perrito me quiere porque me lame en la cara» o «Mi boa constrictor es tan cariñosa que duerme conmigo» cuando en verdad el perro está intentando forzarnos el vómito para comerse nuestro almuerzo y la boa tomándonos la medida para ver si nos puede zampar a aludir que los perros son animales de comportamientos gregrarios, que los gatos tienen un instinto de caza muy desarrollado o que los lagomorfos tienen la masa encefálica mucho menos desarrollada que otros mamíferos superiores. Lo de Morrison se mueve más por esta última vía basada en estudios etológicos que no en personalidades «ficcionalizada».

Respecto a la atribución a la que hacía referencia… hombre, si te refieres a lo del anhelo por retornar a los orígenes ahí Morrison tampoco se pilla los dedos, dado a que el instinto de «escape» y de «hogar» también está bastante arraigado en la fauna doméstica.

Hombre, para un niño de cinco años me parece demasiado violenta, tú

Bueno, ahí ya no me meto. Lo mismo es que me crié en los ochenta que estas cosas no me parecen para tanto 😆

Y sí… pero volvemos a lo mismo: Una historia verdadera no es necesariamente mejor que Carretera perdida o Terciopelo azul sólo por eso.

Concuerdo en que la accesibilidad no es lo fundamental. Pero ahí entran en juego las otras cuestiones (nitidez del relato, subtexto, contar con un cierre redondo…). Hay otras obras de Morrison que no son tan accesibles pero también las contaría entre sus mejores trabajos (hmm, pensándolo lo cierto es que más allá de El Asco y alguna más me vas a convencer en que tampoco es tan difícil de acceder…) y otras que aun siendo perfectamente accesibles no las veo tan redondas (caso de la por otro lado notable All Star Superman)

José Torralba
16 diciembre, 2011 21:08

Excepcional réplica a la contrarréplica, Daniel. Con tanta cortesía da gusto discutir. Sobre eso que me cuentas de Morrison… estoy totalmente de acuerdo. Se pierde en las historias largas, no sabe qué hacer. Precisamente por eso Flex Mentallo, Kid Eternity o El Asco (revísala cuando puedas porque puede que te sorprendas) me parecen muchísimo más redondas que Los Invisibles o Doom Patrol. No obstante no creo que sea tanto un problema de querer complicar lo sencillo sino de simple y llana dispersión. Quiere contar muchas cosas, tiene espacio para contarlas y se le olvida que tiene que centrarse. Por eso, de hecho, me ha parecido tan destacable verle ese tic aquí en Joe el Bárbaro, que es una obra accesible pero también dispersa… sólo que como es difícil dispersarse en ocho números, al final en lugar de dispersión tenemos compresión. Comprime demasiada información. Le habría echo falta desembarazarse de ella o descomprimirla en algo un poco más largo. Respecto a Olvidate de mi, Cadena Perpetua, Blade Runner o Espartaco… no acuden con tanta facilidad a los disparadores de sensiblería y, sobre todo, tienen las cuatro una característica diferencial para con We3: el ritmo. El ritmo narrativo de We3 es endiablado, mientras que esas películas son mucho más pausadas y o no contienen escenas de acción en absoluto o las delimitan a lo largo del metraje, permitiendo espacios para que los personajes crezcan y sus triangulaciones y motivaciones se desarrollen.

Sobre las características comportamentales… date cuenta que yo no he hablado de personalidades, sino de comportamientos. Y respecto a que «se las otorgamos», me he explicado mal y llevas naturalmente razón: las observamos en ellos. Pero yo me estaba refiriendo más bien a la idea platónica que tenemos de esos animales en concreto. We3 no es ni pretende ser un tratado de zoología, y por tanto acude a la idea más genérica que en el inconsciente colectivo se tiene de un perro (fiel), un gato (cazador artero) y un conejo (pasivo pachuchable). En este sentido le «otorgamos» esas características a los animales. ¿Sensiblería y manipulación? Totalmente sí. Los animales rara vez atacan si no son atacados, están totalmente humanizados, y si no hay una forma más artera de tocar el corazón que poner el primer plano de un perro lloroso diciendo «enfermito, muy enfermito, ayúdame a encontrar casa» que baje ROB! y lo vea. Además ese retrato amable contrasta enormemente con el de otros animales a los que no se les concede la más mínima humanización por mor del maniqueísmo de la historia: las ratas (tan humanizables como cualquier cosa, y ahí está Ratatouille para demostrarlo) son poco menos que robots asesinos, y el colmo de los colmos es el mastín final, un asesino mucho más despiadado que el perro protagonista (yo he tenido mastines, son cariñoso como el que más) y por el que no sentimos ninguna especial conexión o pena. Y eso está hecho totalmente a propósito: Morrison y Quitely escogen quién debe ser bueno, quién malo, escogen motivaciones muy sensibleras y se limitan a decir «fight!».

Daniel Gavilán
17 diciembre, 2011 13:05

Me apunto tu recomendación de revisar El Asco, Jose. Volviendo al tema:

We3 no es ni pretende ser un tratado de zoología, y por tanto acude a la idea más genérica que en el inconsciente colectivo

Pero aquí tenemos que pensar si fue primero el huevo o la gallina. Es decir, ¿Morrison tenía de protagonistas a un perro, un gato y un conejo y se limitó a las ideas generales o hizo que sus protagonistas fueran un perro, un gato y un conejo para tener una justificación para que tuvieran diferentes personalidades sin necesidad de personalizarlos?

tienen las cuatro una característica diferencial para con We3: el ritmo. El ritmo narrativo de We3 es endiablado

¿Te das cuenta que con esta premisa se entiende como algo justificable (y necesario para que la historia funcione) que Morrison recurra a arquetipos básicos y figuras reconocibles (las personalidades de los animales, la eterna huida, etc…) para desarrollar la historia?

demás ese retrato amable contrasta enormemente con el de otros animales a los que no se les concede la más mínima humanización por mor del maniqueísmo de la historia: las ratas

No estoy de acuerdo con este punto. Morrison orquesta la historia de forma que sea el propio relato el que dicte quien juega el papel de «protagonista» y quien de «antagonista» sin necesidad de atribuir roles morales («el bueno»/»los malos»). La única diferencia entre la actitud de las ratas y el de los protagonistas es que las primeras continúan actuando bajo las directrices de la organización mientras que los otros actuan en contra por el simple hecho de haber sido liberados. Y Morrison me parece francamente elegante a la hora de determinar estos roles dado que la huida de los animales ni siquiera es fruto de una decisión propia por parte de ellos sino que tiene como detonante una acción bastante cuestionable de la doctora responsable del proyecto. Vamos, que incluso en su huida los protagonistas siguen siendo presa de caprichos humanos sin necesidad de otorgarles ningún tipo de superioridad moral (es más, ni siquiera nos muestra a la técnico como una mano «bondadosa» sino más bien estúpidamente idealista siendo la responsable de esas decenas de muertes que no se nos escatiman para que pudiera ser más fácil empatizar con ella). Es más, si en lugar de liberar a Uno, Dos y Tres hubiera liberado a las ratas o a cualquier otro bicho, los primeros podrían haber jugado perfectamente el papel de antagonista sin que su caracterización variase un ápice (los tres siguen siendo monstruosidades temibles que se mueven por instinto al igual que las ratas).

En el caso del Mastín tampoco creo que recurra a una vilipendización gratuita que se salga de la estructura orgánica de la historia. Si te fijas en la primera aparición del mismo, se nos transfiere la idea de que es más letal, más peligroso y chungo que los protagonistas de la historia (como corresponde a la lógica, dado que forma parte de un proyecto superior -WE4- habiendo sido criado específicamente para matar) pero Morrison y Quitely lo hacen sin necesidad de transferirle una actitud agresiva o huraña como podrían haber conseguido con el animal mostrando su dentadura o una expresión de ataque. No. La actitud de We4 en su primera aparición sigue siendo esa mirada inexpresiva y bobalicona que Bandit y sus compañeros muestran cuando se nos dan a conocer.

Sobra decir además, que pese a jugar este el papel de «enemigo final» los daños que provocan los tres protagonistas entre civiles y personal que simplemente «pasaba por allí» es exponencialmente mayor al que provocan los protagonistas (caso como el del tren de pasajeros, cuyo desastre no lo causan ni las ratas ni los militares, sino nuestros tres simpáticos protagonistas mientras tratan de escapar de sus captores). Vamos, que no estoy nada deacuerdo en que Morrison se guie por sensiblería facil ni que sea maniqueo cuando ni retrata al científico responsable como un cabrón desalmado (de hecho lo primero que nos recuerda es que todos los militares que mueren durante la persecución son gente con familias y no zealots intercambiables) ni los protagonistas como unos santos varones animales ni su defensora como una beatificable luchadora por los derechos de los animales.

Otra cosa mas: Que conste que lanzo esta cuestión sin ningún tipo de segundas ni con interés a restar validez a tus argumentos (dios me libre con lo razonadamente que los has expuesto) pero me ha venido una duda a la cabeza. Si en lugar de animalicos con ojos muertos la historia tuviera un desarrollo idéntico pero con sin techo secuestrados por el gobierno (con las fotos placidamente en sus hogares con sus hijos, novias y demás incluidas). ¿Estaríamos acusándola de sensiblera? ¿No será que tenemos a los animalicos asociados con la sensiblería y es verlos e inconscientemente ya nos está subiendo el azucar? Arma-X era infinitamente más maníquea en lo de «tocar lo intocable» que comentas (con el Profesor haciendo de malo malísimo hasta límites mezquinamente estúpidos) y nadie la acusa de sensiblera 😛 Añadiría a Hanna o la primera miniserie de X-23, pero prefiero no jugarmela no sea que esas sí las consideres gratuitamente sensibleras 😆

Y ya para terminar añado que tengo interés por leer la obra en inglés original ya que eso de que We4 es un «mastín» me gustaría saber si es fruto de un error de traducción o está en la obra original. Vamos que si dices que has tenido un mastín supongo que te darías cuenta que el perrazo aquel no era un mastín ni coña por mucho que se refieran a tal como él. Más bien tenía toda la pinta de un «mastiff» (o bullmastiff), raza que encajaría tanto por sus atributos faciales como por su actitud dado a ser un perro tradicionalmente seleccionado como animal de presa. Sobre la actitud natural de los mastines totalmente de acuerdo. Son unos perros que saben estar en su sitio y que no suelen ser agresivos. Pero también tengo constancia de varios incidentes con estas razas y, buff, una vez tuve la desgracia de presenciar un enfrentamiento entre unos de estos animales a los que se les cruzaron los cables y no veas que acojone. Ni Cujo, vaya. Menudo trabajo costó separarlos. Vamos, que suelen ser bastante dóciles y plácidos pero no recomiendo a nadie hacer el capullo con ellos (ni con ningún tipo de animal, ya puestos, pero en este caso por la integridad propia además de la del animalico)

José Torralba
17 diciembre, 2011 14:21

¿Morrison tenía de protagonistas a un perro, un gato y un conejo y se limitó a las ideas generales o hizo que sus protagonistas fueran un perro, un gato y un conejo para tener una justificación para que tuvieran diferentes personalidades sin necesidad de personalizarlos?

A efectos prácticos eso da igual, ¿no te parece? Es decir, da lo mismo que Morrison necesite unas «personalidades» –nótense las comillas– determinadas y acuda a animales que en el inconsciente colectivo las posean a que selecciones tres animales y los dote de esas personalidades acudiendo al inconsciente colectivo. Sea como sea, va a una imagen muy simple de esos animales… lo cual no es malo, porque para consumirla como fábula o cuento moral va bien. El problema es que si lo aplica todo a la contraposición entre el hombre y los animales, todo lo que cuenta es muy simplista.

¿Te das cuenta que con esta premisa se entiende como algo justificable (y necesario para que la historia funcione) que Morrison recurra a arquetipos básicos y figuras reconocibles (las personalidades de los animales, la eterna huida, etc…) para desarrollar la historia?

No, ¿por qué? Uno de los nuestros tiene un ritmo endiablado y profundiza mucho en los personajes. Planetary tiene un ritmo endiablado (prácticamente una historia autoconclusiva por número) y acaba haciendo lo mismo. El ritmo endiablado no necesariamente conlleva personajes simples o maniqueos.

La única diferencia entre la actitud de las ratas y el de los protagonistas es que las primeras continúan actuando bajo las directrices de la organización mientras que los otros actuan en contra por el simple hecho de haber sido liberados.

Para nada. Morrison es muy tramposo… otra cosa es que te des cuenta. Un ejemplo: el tebeo se abre con una misión del trío protagonista cuando aún no está liberado. Sin embargo, Morrison no te los deja ver; es más, van con un casco y cuando se lo quitan tienen un absoluto estado de relajación. Es decir, no te deja ver la faceta más asesina de esas criaturas, jamás. Incluso después de provocar el desastre del puente, queda claro que es una situación a la que se ven abocados, y vemos al «perro bueno enfermito» sacando del agua a un ser humano para salvarle la vida. Jamás te deja dudar de la moralidad beatífica de esas criaturas, que si provocan desastres es de forma accidental e involuntaria. Por contra, las ratas o el buen mastín, van «a cara descubierta». Tienen que ser feroces, tienen que ser «los malos» y no nos van a dejar ver su vida anterior ni por asomo. Sin embargo con los protagonistas la cosa se cocina desde las bucólicas portadas. «Perro bueno y enfermito», anuncios de se busca nada más ver el tebeo… ¿en serio no ves la manipulación (grosera)?

Si en lugar de animalicos con ojos muertos la historia tuviera un desarrollo idéntico pero con sin techo secuestrados por el gobierno (con las fotos placidamente en sus hogares con sus hijos, novias y demás incluidas). ¿Estaríamos acusándola de sensiblera?

Es que no depende del objeto protagónico sino de su tratamiento. Si me ponen pobres sin techo secuestrados y me recuerdan en todo momento a sus familiares, sus hijas, su vídeo casero de cumpleaños etcétera, etcétera y luego al final me lo enfrentan al sin techo badass yonki, navajero y ultrapeligroso del que no se nos dan apenas detalles y nos dicen que todo es problema de una gran multinacional armamentística (gobierno malo, gente de a pie santa) pues te diría que hombre, que bueno, que vale… pero que no.

Vamos que si dices que has tenido un mastín supongo que te darías cuenta que el perrazo aquel no era un mastín ni coña por mucho que se refieran a tal como él. Más bien tenía toda la pinta de un “mastiff” (o bullmastiff), raza que encajaría tanto por sus atributos faciales como por su actitud dado a ser un perro tradicionalmente seleccionado como animal de presa. Sobre la actitud natural de los mastines totalmente de acuerdo. Son unos perros que saben estar en su sitio y que no suelen ser agresivos.

Mastiff es la voz inglesa para mastín. Mi perro era (snif) un mastín español extremeño, que desde luego no tiene nada que ver con el bicho que sale en We3. No obstante soy incapaz de distinguir si ESO es un mastín inglés (english mastiff) o un bull mastiff, que es un cruce entre mastín inglés y bulldog que se suele incluir dentro de las razas del primero por su complexión. El original en inglés –no lo tengo y lo leí hace tiempo– no sé cómo lo recoge, pero podría no sacarnos de la duda porque si nombran al perro como mastiff podrían estar abreviándolo. De todas formas creo que son perros muy buenos, imponentes pero no sanguinarios. no por nada boyeros. Si el perro que cuida del rebaño tiene tendencia a comérselo, cambia de perro.

JAVIE
JAVIE
Lector
17 diciembre, 2011 14:24

José,perdón por el off topic destinado exclusivamente a ti,pero no se me ocurre a nadie mas que preguntarle.
 

Aviso de Spoiler

¿Tu sabrías por casualidad si la reedición de La cosa del pantano,la ultima que ha hecho Planeta, aun es facil de encontrar en tiendas o tengo que pillarla por internet?

José Torralba
17 diciembre, 2011 14:33

La puedes encontrar perfectamente en las tiendas… el otro día la he visto por Sevilla. Es más, ahora mismo Planeta ha enviado un comunicado a las tiendas especializadas para redistribuir materiales golosos durante la campaña de Navidad y, de todas formas, incluso a partir de enero Planeta tendrá el derecho de distribuir ese material para reposición durante al menos un año. Vaya, que no te vas a quedar sin él. ¡Un saludo!

JAVIÉ
JAVIÉ
Lector
17 diciembre, 2011 15:47

Pues mira,una alegría que me has dado,para ti encontrar la edición en Sevilla significa en tu tienda habitual me imagino,asi que esta semana que descanso lunes y martes me pasaré por C&C que tengo que mirar un par de cosillas,un saludo!!

Armin Tamzarian
Autor
17 diciembre, 2011 16:00

Pues yo abusando un poco del off topic iniciado por Javie e hilando fino os comento que trajeron el otro día a mi tienda habitual un cajetón de cómics de segunda mano con material chusco noventero (de Image mayormente) que me ha hecho una ilusión de la hostia, qué nostaligia cojones. Me he pillado muchos números que me faltaban de The Savage Dragon, de Death Head’s II and MotorMouth, del Robocop de Marvel, los números 1 de Doctor Muerte 2099, Terror a Medianoches, Suprme y Hellstorm, los números 0 y 1 de Youngblood de ROB! y ojo, el número 1 de Stormwatch en inglés, 1 euro cada grapa. Me siento como cuando era crío 🙂

Daniel Gavilán
18 diciembre, 2011 15:28

Planetary tiene un ritmo endiablado

Hombre, pero la supera en páginas a una razón de 1:9 😛

Un ejemplo: el tebeo se abre con una misión del trío protagonista cuando aún no está liberado

Que sin embargo es una misión contra un grupo de narcotraficantes «malos malísimos» por lo que podría haberlos mostrado perfectamente a cara descubierta y la idea que tendría el lector de ellos no sería muy distinta de la que podrían tener de Robocop o Punisher (o Franken Castle por usar una similitud más cercana) y sin embargo tanto en su huída como contra los soldados los vemos actuando con una violencia extrema muy superior a lo que lo hacen en cualquier otra escena (o cualquier otro personaje) del comic. Y a cara descubierta. E incluso sádica e innecesariamente (sin pasarse de la raya) como cuando el gato se carga a uno de los pilotos del helicóptero que simplemente pasaba por allí. Vamos, que no creo que la razón de que no se les vea los rostros en la secuencia de arranque sea que no vinculemos esa matanza sino para mantener su identidad como un enigma hasta que se nos los da a conocer. Si no, no tendría ningún sentido que en dicha escena apenas haya violencia más allá de la splash page «impacto» en la que vemos al jefe del narcotráfico convertido en carne picada mientras que contra los soldados (a los que no se villaniza en ninguna instancia dejándonos claro que son simples funcionarios del estado sin ninguna manía personal contra los animales) nos ofrezcan una de las secuencias más sagrientas e hiperviolentas de la última década.

Pero vamos, igual puedo decir de las portadas que para mi gusto no son nada gratuitas siendo necesarias para transmitir ese idea de perversión de lo intocable y ese contraste entre la hiperviolencia y la candidez de lo simple que fueron los detalles que más me convencieron de la obra. De hecho recuerdo que uno de estos rasgos fue precisamente la mesura de Morrison al narrar su historia sin tener que recurrir a buenos o malos ni el quedarse con representaciones idílicas de sus protagonistas.

Dices que es maniquea, ¿pero como puede serlo si ni siquiera los «villanos» se nos presentan como «villanos» y su fin último es reducir el número de bajas en el frente? Hablas de que los animales si matan a alguien lo hacen por accidente o en denfensa propia pero, ¿no sería mucho más exagerado y fuera de lugar si matasen por vicio? Consideras que se pasa de sensiblería por las alternar sus escenas caseras y por mostrar al perro enfermo con ojos llorosos mientras que yo veo a las primeras necesarias y que lo segundo esta de sobra justificado para transmitir la gravedad de su situación y que empaticemos con ellos (ni siquiera en la escena de los «ojos llorosos» se les va de las manos y no lo representan como un «llanto bonico» para dar lástima tierna, sino repletos de mocos y esputos viscosos para que resulte patente lo precario de su estado sin dejar de lado su lado más gráfico y desagradable) así que a estas alturas yo creo que lo mejor es envainar las espadas y afrontar que el debate ha llegado a tablas y que simplemente a uno nos gustó como lo hizo Morrison y al otro no 😛 Pero vamos, que para cualquier otra alusión al tema no te cortes, que encantado estaré de leerla y responder si se me ocurre cualquier otro pensamiento que añadir al tema. Un placer parlar sobre estas aficiones contigo, Jose, como siempre

Pd: Respecto al bullmastiff cierto es que es un perro de temperamento noble que aunque tradicionalmente se use de perro de guarda suele actuar más usando su peso como herramienta disuasoria que actuar de forma violenta. Pero también es un perro con una potente mandíbula a la que hay que tener respeto. Piensa por ejemplo que el rottweiler también es un perro boyero y se le incluye dentro de la lista de perros peligrosos por mucho que generalmente suelan ser más buenos que un pan (bueno, las hembras, con los machos siempre es mejor andarse con ojo). Vamos, que perros «malos», «sanguinarios» o con tendencia a comerse a quien este por delante no suele haber a no ser que hayan recibido una mala educación, estén asilvestrados o tengan una predisposición genética tales conductas. Y aunque lo último se limita a razas muy concretas, para las primeras desafortunadamente valen la mayoría de las razas y mientras mayor tamaño tengan y más potente sea su mandíbula más riesgo de daño

José Torralba
18 diciembre, 2011 16:37

[…] así que a estas alturas yo creo que lo mejor es envainar las espadas y afrontar que el debate ha llegado a tablas y que simplemente a uno nos gustó como lo hizo Morrison y al otro no.

Por supuesto. Estas cosas dependen de que el tebeo le llegue o no a uno. Pero no es ninguna herejía renegar de la trama, la construcción de los personajes y el desarrollo argumental de este trabajo… puede haber buenas –por bien estructuradas, no por ciertas y universales– razones para hacerlo. El análisis del contenido subtextual, a diferencia del apartado técnico (composición, narratividad, coherencia anatómica y facial, etc.), es lo que tiene: queda totalmente a la interpretación del lector. ¡Un placer como siempre, Daniel!

Daniel Gavilán
19 diciembre, 2011 9:52

Pero no es ninguna herejía renegar

Sí, eso siempre. Meter el dedo en la llaga o transmitir los pareceres propios diseccionando una obra por bien considerada que sea es tan sano como necesario. Ya le comentaba a Jorge que lo de «herejía» era más una pullita a raíz de su también contundente comentario que algo esgrimido con visos de verdad absoluta. Vamos, que siempre es interesante desgranar las obras y no hay que tener miedo de citar puntos flacos (siempre con afán productivo) ya esté firmado por nombres como Morrison, Moore o cualquier otro de los grandes popes

nachof
nachof
Lector
19 diciembre, 2011 19:01

¿Por qué no puede todo el mundo discutir como lo han hecho Gavilán y Torralba? Ha sido una auténtica delicia leer sus comentarios, réplicas y contrarréplicas… y no se atreve uno a meter baza. Tendré que releer We3 porque en su día me pareció una historia sencilla, menor, sin mucha relevancia.

Y lo mismo puedo decir de Joe el Bárbaro del que me he sentido profundamente defraudado. La historia, blandita, excesivamente alargada, estirada como un chicle. Y ni siquiera el dibujo me ha encandilado. En muchas ocasiones me he aburrido y he estado a punto de dejarlo sin terminar. Para mí, un fiasco de compra.

Saludos.

Ocioso
Ocioso
Lector
19 diciembre, 2011 19:03

nachof ha comentado: ¿Por qué no puede todo el mundo discutir como lo han hecho Gavilán y Torralba?
 
Porque se colapsaría la red.

Armin Tamzarian
Autor
1 enero, 2012 17:53

Un poco tarde, pero bueno.

Para mí el cómic del año (editado en España) al menos. Un Morrison menos complejo pero aún así rico en la narración y los matices, un Sean Murphy exultante con los lápices y una historia deliciosa que como bien se ha comentado homenajea al cine comercial americano de los 80 (¡nadie ha mencionado a Terry Gilliam y Time Bandits, cuando hay referencias casi directas!) pero también a la literatura de gente como Michael Ende o Terry Pratchett.

Un trabajo magnífico y perfecto como regalo navideño para amigos o familiares.

Pd: No lo dije en su momento, pero magnífico artículo Jordi.