Firestorm y Manhunter: ¿nuevos héroes?

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Firestorm:
Guión de Dan Jolley;
Arte de ChrisCross y Rob Stull;
Cubiertas de ChrisCross

Manhunter:
Guión de Marc Andreyko;
Arte de Jesús Saiz y Jimmy Palmiotti;
Cubiertas de Jae Lee

DC Comics 32pg. Color $2.50

Sorprende ver el perfil de algunos de los nuevos héroes de la DC. Más que llamarlos héroes quizás podríamos calificarlos de antihéroes. Pero tampoco se trata de antihéroes al uso. No hablamos aquí de personajes duros, escépticos y cínicos. De vuelta de todo y rozando una aparente amoralidad. No, el antiheroismo de los personajes en cuestión radica en sus debilidades de hombres corrientes. En sus flaquezas, tan humanas. Podríamos decir, incluso, en su mediocridad.
Me estoy refiriendo a Jason Rusch y Kate Spencer, los nuevos portadores de sendos linajes superheróicos: el de Firestorm y el de Manhunter. Dos cabeceras de culto de escaso éxito comercial, con algunas historias de mérito en su haber, que recientemente han empezado nueva singladura de la mano de guionistas de consistentes garantías.
Dan Jolley (JSA: the liberty file) se hace cargo de Firestorm, acompañado en los primeros números por Chris Cross a los lápices. Marc Andrejko (Torso), por su parte, se ocupa de los guiones de Manhunter, a los que nuestro compatriota Jesús Saiz da vida en un más que meritorio apartado artístico.
JASON RUSCH (Firestorm) es un afroamericano de 17 años con problemas de solvencia y cierta tendencia a pedir perdón constantemente. Acomplejado ante los que van de duros y avasallando. Cariñoso y comprensivo con los demás. Con maestría y sencillez, sin estridencias, se nos muestra cuál es la razón de su conducta: los malostratos a los que le somete su padre, un negrote musculoso y tullido con cara de pocos amigos.

KATE SPENCER (Manhunter) es una fiscal separada y con un hijo al que desatiende por sistema. Fumadora empedernida (de mal ver en Estados Unidos) y capaz de amenazar a su exmarido con hacer uso de sus influencias como abogada si éste le pone algún problema con la custodia del niño. Un niño al que, insisto, ella descuida por completo.
Como se puede ver, los dos guionistas han optado por dotar de unas circunstancias realistas, reconocibles y socialmente relevantes a sus respectivos protagonistas. Circunstancias que por si solas serían capaces de sostener una historia interesante. Pero estamos hablando de cómic de superhéroes y este genero no siempre casa bien con las historias de “excesivo” corte realista.
Manhunter es, a mi parecer, donde la combinación resulta más equilibrada. Kate Spencer se pone a hacer de superheroina para acabar con las tropelías de aquellos supervillanos a los que el sistema penal es incapaz de contener. Su motivación para enfundarse de rojo queda aceptablemente clara y tanto sus habilidades como sus adversarios son de los que se le suelen atribuir al héroe urbano. Su condición de heroína de a pie encaja bien con las historias que acompañan a su personalidad secreta, llegando a potenciarse las unas a las otras de manera sugerente. Por poner un ejemplo, el cliffhanger con el que acaba el número 2, con el hijo de la protagonista de por medio, es de lo más potente. Y es que ahora los héroes ya no tienen que preocuparse de que su novia se entere de que se la andan pegando con Lex Luthor o el Duende Verde por las noches. En la actualidad resulta mucho más estresante encontrarse a tu hijo “jugando” con tus peligrosos gadgets de cazadora. Manhunter acaba así resultando en un todo que se lee con interés, gracias también a los notables dibujos de Jesús Saiz.

En Firestorm las cosas son diferentes. Como ya he dicho, todo lo que hace referencia a la vida de cada día de Jason Rusch está espléndidamente explicado. Pero claro, ¿qué es lo que lleva a un adolescente acomplejado y maltratado a convertirse en superhéroe? ¿La picadura de una araña radioáctiva? ¡Casi! Ser poseído por la matriz Firestorm. ¿Y eso que’lo que’e? Pues a la altura del número 4 aún está por ver (y lo que nos queda, me parece a mí). Por de pronto el chico es capaz de convertírsenos en un Firestorm de color carbón y sin mangas abombadas. Pero para hacerlo necesita combinarse con alguna otra persona. Con cualquiera. La matriz (que debe albergarse en el interior de Jason Rusch) funde a nuestro protagonista con alguien más y… ¡a volar! Pero esto tiene sus problemas. “Oiga, ¿a usted le interesaría fundirse un rato conmigo para que nos vayamos a dar de tortazos al primer locuelo que pase? ¿Sí? Ah, pero quizás deba decirle que después usted no se va acordar de nada. Y que si estamos demasiado tiempo juntos usted se me va a empezar a derretir para acabar convirtiéndose en pulpita. Ya no le interesa tanto, ¿verdad? Sí, sí, tiene razón. ¿Quién soy yo para adueñarme de la vida de otro sin su permiso? Pero mire, es que si no yo me quedo como estaba y alguien va a tener que salvar este lado del mundo, ¿no?” Ante estos interesantes dilemas (y ahora lo digo en serio; resultan muy interesantes) nos aboca la parcela superheroica de este cómic. Además, Chris Cross muestra con maestría todo lo que tiene que ver con la visión subjetiva del personaje (dentro de la cabeza de Firestorm, con las dos personitas de cháchara) en relación con la visión objetiva de las escenas (lo que pasa alrededor del chico nuclear). Pero, pero, pero… hasta ahora las amenazas en las que se ha visto implicado nuestro protagonista no acaban de funcionar. O parecen metidas con calzador en la historia o no están a la altura del cabeza flamígera porque se trata de vérselas con macarras de poca monta que, en este caso sí, tienen relación con los líos en los que se ha metido el bueno de Jason Rusch mientras busca fondos para ir tirando. Una lástima porque, como no me cansaré de repetir, la serie resulta muy interesante en sus otros aspectos.
Así que todo esto me da por pensar que los personajes demasiado humanos con problemas en su vida real también demasiado humanos congenian mucho mejor con historias de superhéroes de a pie y no con las de chicos cósmicos a los que les sobra poder por los cuatro costados. De otra manera lo que conseguimos es que el tono de los distintos escenarios no enganche de ningún modo y el conjunto no brille con la fuerza de sus distintas partes.
Aunque también puedo estar equivocado.

Nota: Cuando esta reseña fue escrita sólo había dos números de Manhunter en la calle y unos cuatro de Firestorm. A día de hoy Dan Jolley acaba de ser relegado de su tarea de guionista del cabeza llameante y en Manhunter están empezando a explorar la cuestión de la pena capital (pasando por juicio o sin él) para con los supervillanos. A quién pueda interesar.
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