Una vida errante: Crónica de un tiempo, retrato de una obsesión

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Edición original: Gekiga Hyoryu; Mandarake Shuppan-bu (marzo de 1995 / diciembre de 2006); Seirinkôgeisha (noviembre y diciembre de 2008).
Edición española: octubre y noviembre de 2009; Astiberri Ediciones (colección Sillón Orejero).
Guión, dibujo y entintado: Yoshihiro Tatsumi.
Formato: 2 volúmenes encuadernados en rústica con solapas, de 432 y 416 págs.
Precio: 24,00 € c/u.

Corría el año 1995 cuando la seccción de publicaciones de Mandarake, popular cadena de tiendas de manga y merchandising, aprovechó su catálogo impreso para serializar una historia muy especial, con el reputado mangaka Yoshihiro Tatsumi haciendo las veces de guionista y dibujante. Bajo el título Gekiga Hyoryu (Gekiga a la deriva1), los lectores japoneses pudieron disfrutar de una inolvidable sucesión de páginas centradas en las peripecias autobiográficas de quien ha invertido buena parte de sus 75 años de vida en la creación, el desarrollo y la reivindicación de un atípico modo de hacer historietas. De un auténtico pionero empecinado dinamitar los convencionalismos estéticos y temáticos propios del Manga publicado en el Japón inmediatamente posterior a la II Guerra Mundial.

Tras más de una década consagrado a esta titánica obra, Tatsumi vio recompensado su esfuerzo con creces. Y es que durante los dos últimos años se ha sucedido las publicación de diferentes recopilaciones: desde los dos tomos de Seirin Kōgeisha, hasta el volumen integral impulsado por la canadiense Drawn & Quarterly2, pasando por la edición española que, por cuenta de Astiberri, parece más cercana al formato nipón. Como colofón, el denominado “padre del Gekiga” recibió el Premio Cultural Osamu Tezuka3, y tras leer el tebeo que hoy centra nuestra atención, podemos hacernos una idea de lo que ha podido sentir Tatsumi por ser considerado merecedor de un galardón que lleva el nombre del “Dios del Manga”.

Traducida en estas tierras como Una vida errante, la editorial bilbaína Astiberri publicó los dos volúmenes que integran esta obra durante los meses de octubre y noviembre de 2009. Un total de 848 páginas que intentaremos analizar con el detenimiento, la admiración y el mimo que creemos que merecen.

Análisis argumental y conceptual

Argumento: Japón, 1948. El joven de 13 años llamado Hiroshi Katsumi se ve obligado a afrontar como buenamente puede una serie de circunstancias cuanto menos preocupantes: las dificultades económicas que atraviesan sus padres, que a su vez propician un distanciamiento en el matrimonio; la enfermedad pulmonar que afecta a su hermano Okimasa, cuya frustración deriva en inesperados arranques de mal humor; o la indecisión respecto a su futuro académico y profesional. Entre tantos quebraderos de cabeza, Hiroshi encuentra un remanso de paz en cuanto empuña la plumilla y comienza a dibujar historietas. Espoleado por la influencia de Osamu Tezuka, su mangaka preferido, compagina sus estudios de secundaria con la participación en concursos organizados por revistas de manga. Pero Katsumi siente la necesidad de volcar sus ideas a través de historias largas, se ve impelido a explorar nuevas vías temáticas y estilísticas, en detrimento de las tiras cómicas, convertidas en tendencia generalizada en la época. A través de los años, Hiroshi tendrá que encontrar el equilibrio entre su pasión por el manga, sus impulsos artísticos, sus aspiraciones profesionales y sus necesidades económicas. Un camino lleno de dudas e indecisiones, que finalmente le conducirá hacia la creación de un “manga que no es manga”…

Publicación y estructura de la obra: Como hemos comentado en la introducción de este artículo, Una vida errante se publicó originalmente de forma serializada, a través de las páginas del catálogo impreso de la cadena de tiendas Mandarake. Pero el periplo editorial de esta obra es más complejo de lo que inicialmente puede parecer: la primera entrega de la serie de Tatsumi vio la luz durante el mes de marzo de 1995, en las páginas de la octava entrega de Mandarake Manga Mokuroku (Catálogo manga Mandarake). En diciembre de 1998, dicho catálogo pasó a denominarse Mandarake ZENBU (Mandarake “Todo”), haciendo coincidir el cambio de título con una nueva numeración. Así, la serialización de Una vida errante continuó hasta diciembre de 2006, cuando el autor se vió obligado a poner un “punto y seguido” a instancias de la propia editorial, tras un periplo de ni más ni menos que 11 años. Posteriormente, durante los meses de noviembre y diciembre de 2008, la editorial Seirinkôgeisha recopilaría la obra en dos volúmenes4.

Portadas de las ediciones americana, japonesa y española de Una vida errante

Cabe señalar que inicialmente, el guionista y dibujante natural de Osaka tenía en mente una estructura integrada por 60 ó 70 capítulos, reducidos a los 48 que podemos apreciar en los dos volúmenes de esta obra, que según el propio autor5, concluye de un modo demasiado precipitado. Sin embargo, Tatsumi ya está trabajando en la continuación que muy probablemente nos permitirá conocer aspectos tan interesantes como los mecionados por Kosei Ono6 en la preciosa introducción de la edición española, como el desarrollo del grueso de su obra, y muy especialmente, la publicación de La universidad del gekiga (Gekiga daigaku), “donde el autor ordena de forma teórica su nueva propuesta de cómic.”.

Clasificación genérica: Una vida errante se encuadra dentro del género autobiográfico estricto, pese al intento de Tatsumi de marcar cierta distancia respecto al protagonista de la obra, mediante una alteración de su nombre -Yoshihiro Tatsumi se convierte en Hiroshi Katsumi-, cambio que no resulta especialmente sutil. La justificación para echar mano de este recurso podría encontrarse en la necesidad de alejarse de personajes y sucesos viviendos en primera persona para analizarlos y plasmarlos en forma de viñetas con cierta objetividad. Pero el interesado matiza esta razón, ofreciendo una explicación7 un tanto sorprendente: “…Estoy seguro de que hay quienes pensan que no digo cosas demasiado buenas acerca de ellos. Así que ésta es parte de la razón por la que en el libro cambié mi nombre a Katsumi, porque quería crear una distancia entre los personajes de Una vida errante y yo (…) La historia es completamente cierta, pero afortunadamente, por esta razón, no he tenido ningún problema con ninguno de ellos.”. Probablemente en este punto nos encontramos con cierto choque cultural que imposibilita que comprendamos cómo una alteración tan básica, tan evidente, puede evitar cualquier tipo de malestar por parte de los aludidos. En este sentido, el autor aclara que tomó como base el estilo de las “novelas del yo” (“I” novel, en el original), un género autobiográfico popular en Japón, en el que el escritor narra sus vivencias tal y como sucedieron, cambiando el nombre del protagonista por un seudónimo, circunstancia conocida por el resto de las personas involucradas en la narración8.

Páginas interiores de los dos volúmenes de la obra
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

A lo largo de las más de 800 páginas que integran ambos volúmenes, Tatsumi refleja su pasión por el manga, que monopoliza de forma casi obsesiva sus pensamientos, y el proceso que le llevó de mero aficionado, a convertirse en uno de los abanderados del movimiento gekiga, que analizaremos en un apartado posterior. Las dudas, las crisis vocacionales, la frustración e impaciencia por poder dedicarse de forma exclusiva a escribir y dibujar las historias que bullían en su interior, la felicidad y el gozo absolutos de crear, las preocupaciones económicas… Todo un muestrario de sentimientos y situaciones, reflejo de un periodo al que habitualmente se asocia cierta angustia vital.

Trascendiendo el relato puramente personal, este ambicioso tebeo también se convierte en la crónica de una época vital para el enriquecimiento estilístico y temático del manga, así como el reflejo de un convulso periodo histórico que condicionó sobremanera el devenir del “país del sol naciente” y, por extensión, del Mundo, tal y como lo conocemos. Casi a modo de documental, Una vida errante está repleta de oportunas pinceladas de carácter informativo que ilustran al lector acerca de las peculiaridades de la sociedad y la cultura nipona de la época, contribuyendo a la contextualización de los acontecimientos narrados. Una contextualización que a continuación trataremos de esbozar de forma somera.

Contextualizacion histórica, social y cultural

Historia:Mediodía del 15 de agosto de 1945. La emisión radiofónica especial del Emperador Hirohito anuncia el final de la guerra. El pueblo japonés se liberó así del sufrimiento que vivía a diario.”. Con estas tres frases, contundentes y lapidarias, comienza Una vida errante: haciendo alusión a una de las fechas más significativas de la Historia contemporánea. Como apuntamos con anterioridad, las más de 800 páginas que integran esta obra no sólo se centran en los inicios profesionales de un historietista, sino que también conforman un vívido retrato del periodo histórico en el que se desarrolla la acción narrada, que finaliza en primera instancia el 20 de junio de 19609, para concluir con un epílogo que nos remite al 9 de febrero de 199510. Así, el núcleo argumental central abarca un periodo de 15 años, especialmente convulsos para Japón.

Explosión de la bomba de Hiroshima y el ministro de Relaciones Exteriores de Japón,
firmando la rendición en nombre del Emperador

Como sabrán los lectores, la II Guerra Mundial dio un giro decisivo el 7 de diciembre de 1941, cuando la Armada Imperial Japonesa atacó a la flota norteamericana fondeada en la base de Pearl Harbour, ubicada en la isla de Oahu (Hawai). Apenas 24 horas más tarde, el Congreso de los Estados Unidos declaró oficialmente la guerra al “País del Sol Naciente”, en un movimiento que terminaría por condenar a las Fuerzas del Eje. Tras casi cuatro años durante los cuales la contienda comenzaba a inclinarse hacia el lado de las Potencias Aliadas –ya con EE.UU. plentamente integrada dentro de este colectivo–, el conflicto se encarriló hacia un desenlace convertido en una de las páginas más negras de la Historia de la Humanidad: el 6 de agosto de 1945, el presidente norteamericano Harry S. Truman autorizó el lanzamiento de la bomba atómica apodada Little Boy sobre la ciudad de Hiroshima. Tres días más tarde, el arma nuclear Fat Man devastó Nagasaki. Y como suele suceder en todas las guerras, la población civil fue la que pagó las consecuencias de forma más dramática, rebasando la escalofriante cifra de 200.000 víctimas mortales, a las que habría que sumar los desaparecidos y afectados por enfermedades derivadas de la exposición a la radiación. Acorralado por los acontecimientos, el 15 de agosto, el Emperador Hirohito pronunció su primer discurso radiofónico dirigido a la población, instando a los ciudadanos nipones a “soportar lo insoportable”: la rendición. Una rendición rubricada el 2 de septiembre de 1945 a bordo del U.S.S. Missouri, que derivaría en la ocupación de Japón por las Fuerzas Aliadas, comandadas por el General Douglas MacArthur11.

Sociedad y cultura: la ocupación, principalmente acometida por tropas norteamericanas, propició una serie de acontecimientos que, sumados a la derrota militar sufrida, sumió a la población japonesa en un estado de shock y desconcierto generalizado. Escasez de alimentos y demás productos de primera necesidad, falta de vivienda, incapacidad de asimilar a los numerosos japoneses repatriados, un brutal proceso de inflación, el aumento de la prostitución, el reprobable comportamiento de las tropas aliadas… Numerosos frentes abiertos que agravaron las secuelas físicas y emocionales de la población.

Curiosamente, la capacidad de adaptación y asimilación de una sociedad caracterizada por el respeto a las costumbres y tradiciones propias, fue la clave a la hora de encarrilar la situación a través de una reestructuración total del sistema político, social y económico. Y es que la sociedad japonesa –tanto los dirigentes como los ciudadanos– fue consciente de la necesidad de un cambio, mostrándose razonablemente receptivos al mismo. Durante la década de los 50, con la ocupación ya finalizada tras la firma del Tratado de San Francisco de 1951, se produjo cierto auge y desarrollo de movimientos culturales, como el Katsutori12, caracterizado por la actividad de artistas que se afanaron por reflejar las inquietudes de la sociedad nipona de la posguerra.

Kamishibai, flanqueado por carteles de Solo ante el peligro y El tercer hombre

Como no podía ser de otro modo, la influencia cultural norteamericana se hizo notar a través de los escasos productos de uso cotidiano puestos en circuación: alimentos, revistas, cómics, etc. Pero también mediante el estreno de producciones cinematográficas como El tercer hombre (The third man; Carol Reed; 1949), Solo ante el peligro (High Noon; Fred Zinnemann; 1952) o Lo que el viento se llevó (Gone with the wind; Victor Fleming; 1939), entre otras. En las páginas de este tebeo también apreciamos como a medida que se recuperó una relativa normalidad, comenzaron a diversificarse las producciones y acontecimientos culturales: desde los concursos de canciones y novelas radiofónicas, hasta la proliferación de revistas, la implantación de juegos como el Pachinko o el auge de la novela negra, pasando por la popularidad del Kamishibai o “drama de papel”, o la producción de películas, entre las que destacaban las filmadas por Akira Kurosawa. Todo ello en un contexto en el que cada victoria deportiva o recepción de premios culturales a nivel internacional eran recibidos con sumo júbilo, a modo de reivindicación de las bondades y el poderío del país, totalmente eclipsado tras la derrota en la II Guerra Mundial. En definitiva, un caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de un modo muy diferente de hacer historietas.

Datos, todos ellos, reflejados por el autor a través de interesantes y completos comentarios y anécdotas, con cierta vocación documental. El propio Tatsumi afirma lo siguiente: “tiendo a escribir acerca de lo que está pasando. Me intereso por ello y creo historias. Así que antes de escribir algo, siempre estoy decidido a incluir las cosas que están sucediendo en ese tiempo en la sociedad.”.

Gekiga, o “dibujos dramáticos”

El tercer aspecto abordado en Una vida errante –tras el histórico y socio-cultural– es el biográfico, que en este caso se entremezcla con el relativo a la Historia del manga, de modo que el tratamiento de ambas cuestiones presenta unas fronteras sumamente difusas, casi impercetibles. Y es que el interés de Tatsumi / Hiroshi llega hasta extremos cercanos a lo obsesivo, mostrando en determinados momentos una desconexión casi total en relación a todo aquello que no sea manga (y lo que le pueda influir a la hora de crear las historias que tiene en mente). Desde las primeras páginas de este tebeo, podemos apreciar cómo el joven protagonista se ve fuertemente influenciado por dos presencias, constantes a lo largo de ambos tomos: la de su hermano Okimasa, quien le acercó al mundo del manga desde un punto de vista primero pasivo (como mero lector), posteriormente activo (como autor); y la de Osamu Tezuka13, maestro entre maestros que influenció a generaciones de lectores y mangakas con un grafismo muy dinámico y unas historias sumamente fantasiosa.

Por aquel entonces, la producción de historietas se diversificaba en dos vertientes: por una parte, las tiras cómicas, que gozaban de una gran aceptación, gracias al auge de revistas que organizaban concursos entre sus lectores, quienes enviaban historias de creación propia con la esperanza de que su nombre apareciera entre los seleccionados como merecedores de mayor reconocimiento. Por otra parte, las obras presentadas a las editoriales especializadas en mangas de kashibon, sistema de distribución organizado en función de los pedidos realizados por tiendas de alquiler de libros, sumamente populares en Osaka y en menor medida en Tokio. Y es que la capital era el destino de los autores decididos a publicar sus obras directamente a través de las editoriales más poderosas. A medida que transcurre el tiempo, Tatsumi pasó de participar en concursos de tiras cómicas, a aceptar obras de encargo para editoriales especializadas en kashibon, hasta que finalmente se vio beneficiado del intercambio de opiniones y pareceres entre artistas, de la comparación entre su obra y la de colegas geneacionales, a raíz de su participación en iniciativas colectivas como las emblemáticas revistas Kage (Sombra) y Machi (Ciudad)14.

Portadas las revistas Kage y Machi, e lustración de Tezuka

Desde un primer momento, Tatsumi nos convierte en testigos de excepción de su inconformismo: lejos de acomodarse en formatos con los que parecía cosechar cierto éxito, traducido en diferentes galardones, el autor tenía en mente seguir los consejos de Tezuka, quien le instó a crear mangas más extensos. Pero Hiroshi fue incluso un paso más allá, pretendiendo abordar temáticas atípicas para la época, de un modo que se podría calificar de revolucionario. Es precisamente en este punto donde las continuas referencias a películas, libros y tebeos insertadas por Tatsumi en Una vida errante cobran un mayor significado, otra dimensión ajena al la mera plasmación documental, al mero reflejo de la sociedad de la época. Películas como De aquí a la eternidad (From Here to Eternity; Fred Zinnemann; 1953), Raíces profundas (Shane; George Stevens; 1953), Los siete samuráis (Shichinin no samurai; Akira Kurosawa; 1954), Godzilla (Gojira; Ishirô Honda; 1954), Des genes sans importance (Henri Verneuil; 1956); grandes clásicos de la literatura –especialmente la obra de Shakespeare: Hamlet, Otelo, MacBeth–; cómics norteamericanos; novelas de misterio y de género negro… Influencias clave en la conformación de un estilo y unas intenciones reflejo de su avidez de conocimiento, de la voluntad de jugar y experimentar con formas, temáticas y estilos, del ansia por ampliar las fronteras del manga, hasta alcanzar un lenguaje que le posibilite plasmar sus ideas. Formato, extensión, número de viñetas, detalle de las mismas… evidentemente, todo importa en función de la historia que se quiera contar. Y así se transmite al lector, propiciando reflexiones sumamente interesantes, incluso didácticas (impagables las relativas al uso de las onomatopeyas, a la variabilidad del ritmo de lectura de la página en función del grado de detalle de las viñetas, etc).

El cine como influencia: Shane, De aquí a la eternidad y Los siete samuráis

Hasta tal punto llegaba el inconformismo de Hiroshi que la calificación de su trabajo como manga le incomodaba profundamente, por las connotaciones eminentemente cómcas que tenía en la época. Así, incluso el establecimiento de una definición que englobara ese modo de hacer historietas pasó a convertirse en uno de sus muchos quebraderos de cabeza, de modo que en 1957 acuño el término gekiga, traducible como “dibujos dramáticos”. De ese modo, nació una corriente que condicionaría sobremanera el devenir del manga, resultando decisivo en la percepción que hoy tenemos de los tebeos procedentes de Japón. En este sentido, resultó de gran importancia el nacimiento del Taller Gekiga, agrupación que, integrada por siete autores, reivindicaba el nacimiento de un nuevo género: “… alrededor del story-manga están naciendo nuevos tallos gracias a la vertiginosa expansión de tecnologías como el cine, la radio o la televisión, cuya influencia está dotando de nuevos aires al género”. Y también la principal diferencia respecto al manga mas convencional, centrada en “… el tipo de público al que están dirigidos. A pesar de que los lectores en transición entre la infancia y la edad adulta han estado demandando unas lecturas apropiadas a su edad, hasta ahora no había ningún medio que diera salida a nuevas formas de expresión. Éste es el público del gekiga…”15.

Y aunque los autores adheridos a este género emergente tuvieron que luchar contra numerosos prejuicios –muchos de ellos, de forma mimética a corrientes de pensamiento procedentes de Estados Unidos16–, terminaron ejerciendo una gran influencia en generaciones venideras, resultando decisivos en la conformación de lo que hoy entendemos por manga. Lo que en última instancia pretendía Tatsumi era tener la posibilidad de abordar todo tipo de temas. De reflejar la realidad social, su así lo deseaba. De llegar a un público adulto. De mostrar los sentimientos de los personajes, evidenciar un mecanismo de acción-reacción realista y razonable. Demostrar en forma de viñetas que si “pinchaban” a uno de sus personajes, éste “sangraría”. Y atendiendo tanto a Una vida errante, como al resto de la obra de este grandísimo historietista, parece evidente que lo ha conseguido.

Yoshihiro Tatsumi en España

En anteriores apartados de este artículo hemos aludido a la condición de pionero que ostentó Tatsumi, como uno de los abanderados del gekiga. Pero el creador del tebeo que hoy centra nuestra atención no solo abrió camino en este sentido, sino que también formó parte del reducido núcleo de autores de manga que comenzaron a ver publicada su obra en España17. Pero para explicar esta historia, es necesario remontarnos a finales de la década de los 70: con apenas 25 años, un japonés afincado en Suiza llamado Atoss Takemoto mostró un especial interés por difundir en el “Viejo Continente” la cultura de su pais natal. Para ello, pensó en el manga como posible vehículo de comunicación, de modo que en 1978 tomó la determinación de fundar Le Cri Qui Tue, primera revista francesa en publicar manga. En el mes de junio de ese mismo año se materializó la iniciativa de Takemoto, a través de una primera entrega en la que se podía disfrutar de parte de Golgo 13, de Takao Saito, la historia corta de Tatsumi titulada Good-bye, además de diferentes historietas obra de Osamu Tezuka, Fujio Akazuka, Saburo Kitagawa o Tadashi Matsumori18.

Portadas de las revistas de Le Cri Qui Tue y El Víbora

A pesar de que el periplo editorial de Le Cri Qui Tue fue muy breve (tan sólo se publicaron seis entregas), fue suficiente para que la obra de Tatsumi llamara la atención del editor Josep María Berenguer, quien trató de convencer al autor japonés para que publicara su obra en la revista El Víbora. Aunque al parecer Tatsumi albergó ciertas dudas, finalmente aceptó la propuesta, de modo que a partir de 198019, la cabecera publicada por Ediciones La Cúpula comenzó a incluir sus historias cortas.

Hubo que esperar cuatro años para el lanzamiento del primer tomo recopilatorio centrado de forma exclusiva en Tatsumi, bajo el título Qué triste es la vida y otras historias (Ediciones La Cúpula, 1984). Pero la espera resulta anecdótica, puesta en comparación con los 20 años transcurridos desde ese momento hasta que pudimos volver a ver publicado en España un tebeo firmado por este autor. Efectivamente, no fue hasta el año 2004 cuando los manga de Tatsumi asomaron de nuevo en las librerías especializadas de este país. Pero al menos, la eterna espera obtuvo su recompensa, en forma de cuatro tomos publicados durante un periodo de doce meses por La Cúpula y Ponent Mon. La primera lanzó Infierno y Goodbye, mientras que la segunda hizo lo propio con Venga, Saca Las Joyas y La Gran Revelación. Un par de años más tarde, La Cúpula repetiría con Mujeres. Todos ellos, recopilatorios de historias cortas, en las que tan bien se mueve Tatsumi. Mangas sumamente recomendables, perfectamente representativos del estilo del autor: gekiga puro y duro que en la actualidad se puede encontrar con facilidad a precios sumamente atractivos.

Portadas de Infierno, Venga, saca las joyas y Goodbye

Ya en 2009 llegó Una vida errante, completado una bibliografía conformada a lo largo de 29 años, gracias a la errática publicación de un puñado de tebeos sumamente interesantes. Ojalá la edición de Astiberri llame la atención de los lectores hasta el punto de posibilitar la publicación de obras pretéritas y futuras de este interesantísimo autor…

Como apunte final, comentar que la faceta de pionero de Yoshihiro Tatsumi salió a relucir una vez más durante el mes de agosto de 2007, cuando el reputado mangaka asistió como invitado a la X edición de Viñetas desde o Atlántico, Festival de la Historieta de A Coruña. Un evento al que hemos hecho referencia en más de una ocasión a lo largo del presente artículo (podéis encontrar más información al respecto en la sección de “Enlaces de interés”). A buen seguro que los asistentes a la charla del autor, o quienes pudieron disfrutar de la exposición centrada en su obra, guardarán un gratísimo recuerdo de la experiencia.

Valoración personal

Es un comentario digno de Perogrullo, pero lo cierto es que en materia artística, con independencia de la calidad de la obra, hay determinadas circunstancias que pueden condicionar de forma decisiva su apreciación, confiriéndole un valor subjetivo que no necesariamente tiene porqué corresponderse con el objetivo. Una canción, una película, un libro, un tebeo… dependiendo del momento, de la edad, del estado de ánimo en que se disfrute, puede propiciar un sentimiento de identificación o “idoneidad” en el receptor que potencia sus virtudes, conformando una opinión que eleva considerablemente su “valor real”. No creo que sea el caso de Una vida errante, que acumula méritos y puntos de interés suficientes como convencer al más escéptico de los lectores. Pero sí es cierto que de forma previa a su disfrute han concurrido una serie de factores que impiden que quien escribe estas líneas racionalice y plasme por escrito determinadas sensaciones experimentadas durante su lectura.

En primer lugar, pesa el recuerdo de Viñetas desde o Atlántico 2007: como cada edición, el certamen celebrado en A Coruña se convirtió en un pequeño oasis de despreocupación y disfrute del Noveno Arte, con el valor añadido de conocer por vez primera la obra (y la persona) de Yoshihiro Tatsumi, gracias a una exposición y a un encuentro con los lectores para el recuerdo. Desde entonces, he podido paladear cada tebeo de este autor publicado en España, tirando por tierra algún que otro perjuicio relativo a los cómics procedentes del país del Sol Naciente.

De izqda. a dcha.: Miguelanxo Prado, Carlos Portela, Toshihiro Tatsumi y su intérprete.
(Fotografía obra de Ghanito, autor del blog Apocalipse do porco)

En segundo lugar, el interés que siempre he sentido por los pioneros del mundo del tebeo, con independencia de su nacionalidad. Esos autores que abrieron caminos para generaciones venideras. Rutas que tan solo ellos acertaron a ver, haciendo acopio de ingentes cantidades de esfuerzo y talento para ello. Fundadores, costructores de imperios del entretenimiento y franquicias millonarias que, desgraciadamente, rara vez recibieron una recompensa proporcional a su esfuerzo. En tercer lugar, lo mucho que me fascina comprender el proceso creativo que se oculta tras un tebeo: influencias, metodología de trabajo, mecanismos narrativos, decisiones conscientes e inconscientes, etc.

Y por último, el hecho de que el recién finalizado 2009 ha sido el año en que más y mejor manga he leído, aprovechando los conocimientos y el buen gusto de quienes han tenido la amabilidad de recomendar obras y autores que ya figuran entre los mas apreciados de mi tebeoteca particular (a quien corresponde, mi agradecimiento eterno).

Aparentemente, se daban todas las circunstancias para que la lectura de Una vida errante resultara especialmente disfrutable… y así fue. De la primera a la última página, pasada a regañadientes, y con el lejano consuelo de que Tatsumi ya está trabajando en la continuación de esta obra. Una obra que resulta sumamente interesante en todas sus facetas: histórica (Historia del Mundo contemporáneo y del Manga), costumbrista (sociedad y cultura del Japón de la posguerra) y biográfica, a modo de retrato de una pasión por leer y hacer tebeos. Es muy probable que los profesionales del mundo del cómic empaticen de forma muy especial con este tebeo. Pero no por ello resulta excluyente para otros lectores: las vicisitudes de Hiroshi resultan equiparables a las dudas y cavilaciones inherentes a las primeras tomas de decisiones profesionales, así como a la transición de la infancia a la edad adulta. Aunque se presenta un relevante matiz: el hecho de que coincidan profesión y afición, dificultando la toma de decisiones y el mantenimiento del difícil equilibrio entre intereses económicos y creativos. Entre la imperiosa necesidad de contribuir al sustento económico de su familia, y el ansia y el regocijo por crear, por explorar los límites de un lenguaje tan rico como el del tebeo.

Detalle de una página de Una vida errante

Sea como fuere, no cabe duda de que Tatsumi tiene una capacidad insólita para transmitir sentimientos y sensaciones, tal y como ha demostrado a lo largo de su carrera (al menos en los mangas publicados en España). Huye de alardes y estridencias, decantándose por una planificación de página funcional y un trazo sencillo (que no fácil) que invita a sumergirse en la historia narrada, sin que la atención se disperse en detalles innecesarios. Aunque para ésta, una de las obras que mayor reconocimiento le ha reportado, prescide de algunas de las constantes apreciables en trabajos anteriores, en los que primaba de forma muy evidente la imagen sobre el texto, la plasmación de gestos y de emociones, sobre la narración de hechos. En este caso, los requerimientos del género biográfico obligan al autor natural de Osaka a conjugar imagen y palabra de un modo que no suele ser habitual en él, haciendo gala de un estilo “más pausado y menos apasionado20” que en resto de su biliografía. Pero lo lo cierto es que, pese a recurrir a determinadas estructuras que por momentos pueden resultar un tanto repetitivas, sale muy airoso del envite, firmando uno de los mejores tebeos publicados durante 2009.

Un tebeo imprescindible, valiosa e inspirada crónica de un tiempo, y precioso retrato de una obsesión que, afortunadamente, se prolonga hasta nuestros días. Y que dure muchos, muchísimos años.

Anotaciones

1. Traducción del título realizada por Marc Bernabé en la reseña de la edición japonesa de Gekiga Hyōryū, publicada en su blog, Mangaland. [Volver].

2. Para esta tarea, Drawn & Quarterly contó con la colaboración del historietista Adrian Tomine, quien desde el más profundo respeto y admiración hacia la figura de quien considera su maestro y mentor, ha puesto todo su empeño en recuperar la obra de Tatsumi. Todo ello, a través de cuidadas ediciones, supervisadas, diseñadas y rotuladas por el propio Tomine. [Volver].

3. Galardón creado en 1997, bajo el patrocinio del diario Asahi Shimbun. Más información acerca del premio (incluyendo la lista de todos los ganadores), en este enlace. Tatsumi se alzó con la categoría de Gran Premio, gracias al trabajo realizado en Una vida errante. [Volver].

4. En este punto, es de recibo agradecer a Marc Bernabé la ayuda prestada, al responder con suma amabilidad (¡y rapidez!) a una serie de dudas que tenía en relación a la publicación original de la obra. En resumidas cuentas, y por si queda algún tipo de duda al respecto, Una vida errante se serializó en las páginas de Mandarake Manga Mokuroku núms. 8 a 22 (marzo 1995 / septiembre 1998) y Mandarake ZENBU núms 1 a 33 (diciembre 1998 / diciembre 2006). Ambos catálogos están editados por la Mandarake Shuppan-bu (Sección de Publicaciones de Mandarake). Desconozco si las fechas de publicación de los volúmenes recopilatorios publicados por Seirinkôgeisha son exactos, pues las intenté contrastar a través de un rastreo un tanto rústico a través de su ISBN. [Volver].

5. Declaraciones extraídas de la entrevista realizada Chris Randle durante The Toronto Comic Arts Festival, publicada en el weblog Comic Comic Magazine. [Volver].

6. Reputada figura dentro del mundo del manga: traductor, escritor, profesor y crítico cultural, colaborador, entre otros muchos poyectos, del programa Lingua Comica, organizado por la Asia-America Foundation. Como curiosidad, en este enlace podéis leer la crónica publicada por Luis Alis en el blog Mumu Magazine, centrada en un encuentro celebrado en la sede del Instituto Cervanetes en Tokio. Los protagonistas: los dibujantes Kotobuki Shiriagari y Francesc Capevila, alias Max, acompañados por el propio Ono. [Volver].

7 y 8. Extractos de la transcripción del encuentro con Adrian Tomine celebrado durante The Toronto Comic Arts Festival, publicada en la web About.com. Resulta curioso que en otras entrevistas, Tatsumi parece reacio a utilizar el término autobiografía, y departiendo con un periodista del diario ABC, comenta en relación a esta obra que “trata sobre un joven que intenta ser dibujante. Acaba lográndolo. Su nombre es diferente al mío, pero sí hay situaciones de mi vida en el libro.”. [Volver].

9. Fecha en la que se aprobó el Tratado de Seguridad entre Japón y Estados Unidos (Nichibei Anzen Hoshô Jôyaku), que propició una gran revuelta estudiantil. [Volver].

10. Fecha en la que se celebró el sexto aniversario de la muerte de Osamu Tezuka, en una ceremonia oficiada en el Hotela Akasaka de Tokio. [Volver].

Un joven Hiroshi Katsumi entra en escena

11. Más información sobre la II Guerra Mundial: general, contienda en el Pacífico, bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, y ocupación de Japón. [Volver].

12. En este enlace podéis leer una interesante reseña del libro Embracing defeat: Japan in the Wake of World War II, obra de John W. Dower. [Volver].

13. La figura de Tezuka bien merecería un artículo en profundidad. A falta del mismo, os dejamos con enlaces a diferentes perfiles bio/bibliográficos, publicados en: Wikipedia, Comic creator, la web de Ediciones Glénat, Anime News Network y, por supuesto, la web oficial del autor. [Volver].

14. Ambas publicaciones, reseñadas en esta entrada de Mangaland, por Marc Bernabé. [Volver].

15. Extractos de la carta Presentación del Taller Gekiga, incluída en el apéndice del volumen 2 de Una vida errante. Este taller estuvo integrado por siete autores: Takao Saito, Masaaki Sato, Fumiyasu Ishikawa, Soichi Sakurai, Yoshihiro Tatsumi, Susumu Yamamori y K. Motomitsu. [Volver].

16. Desde mediados de la década de los 50, el cómic norteamericano padeció las consecuencias derivadas de las descabelladas teorías del psiquiatra Frederic Wertham, quien en el libro La seducción del inocente (1954) alertó acerca de la nociva influencia que los cómics podían ejercer sobre el desarrollo de los niños. Como consecuencia del alarmismo que cundió entre las autoridades y la opinión pública, la industria del tebeo optó por crear un código de regulación y supervisión de contenidos (Comics Code) a través del organismo denominado Comics Magazine Association of America (Asociación de Revistas de Cómics de los Estados Unidos). Para más información, consultad este enlace. [Volver].

17. Aunque en numerosas ocasiones se ha atribuído a Tatsumi el honor de ser el autor del primer manga publicado en España, esta afirmación no parece totalmente veraz. A finales del pasado año se desarrolló un interesante debate en un par de entradas del blog Mangaland (1 y 2), donde voces tan autorizadas como las de Alfons Moliné, Antonio Martín o el propio Marc Bernabé, convenían que el primer manga publicado en España fue la historia Tonda Haneko, de Rakuten Kitazawa, en las páginas de la revista catalana Cavall Fort nº 137/138 (1968). Incluso La vida de Mao Tse-Tung, de Fujiko Fujio (1979; Ed. Grijalbo, formato tomo), se publicó antes que las primeras historias cortas de Tatsumi aparecidas en la revista El Víbora. [Volver].

18. Información extraída de la introducción de la edición española de Una vida errante, obra de Kosei Ono (quien a su vez ejerció de asesor de Le Cri Qui Tue), el encuentro con Tatsumi que sirvió como clausura de Viñetas desde o Atlántico 2007 (resumido en Entrecómics) y esta página web, donde podemos apreciar páginas escaneadas de la primera entrega de la publicación francesa y una pequeña semblanza de su creador. [Volver].

19. Concretamente, Good bye se publicó en El Víbora nº 5, compartiendo protagonismo con las aportaciones de otros autores, como Max, Gilbert Shelton, Petillon, Miguel Gallardo o Art Spiegelman, entre otros. En este enlace podréis encontrar un completísimo checklist de los 50 primeros números de El Víbora, publicado en el blog Frog 2000. [Volver].

20. Así lo comenta el propio autor en esta entrevista. [Volver].

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Raul Lopez
Admin
23 enero, 2010 11:30

Pues para no ser un experto en Manga lo has bordado David, este es uno de tus mejores artículos y eso que consigues sorprenderme semana a semana. Sobre la obra comencé a leerla y quede atrapado, luego tuve que dejarla en hiato pero espero retomar su lectura en breve, y más después de haber leído tus palabras. Una vez más enhorabuena por este regalo de sábado.

emma ríos
23 enero, 2010 11:45

Me la he leído de un tirón, te felicito y te doy las gracias.

José Torralba
23 enero, 2010 12:52

Absolutamente apabullante, David. Un auténtico articulazo delicioso de leer, y más una mañana de sábado.

Jordi Querol Rielo
24 enero, 2010 22:40

Aun no puedo leerme el articulo a fondo porque estoy a caballo entre un ordenador que se muere y otro que le cuesta horrores empezar a funcionar pero solo puedo mas que felicitarte David, eres un fenomeno! Posiblemente a mi me habria costado horrores hacerlo de forma parecida y a tal nivel de profundidad mientras que se nota que tu lo has hecho sin cansarte (en el buen sentido de la palabra, entiendeme!) o como quien no quiere la cosa!

¿Jope, alguien se acuerda de Mundomanga, mi seccion?! He tenido problemas de trabajo y de ordenador, que ha dicho PUF!, pero si el nuevo me obedece, en principio MundoManga vuelve el 17 de Febrero (asi si publico una fecha me obligo jejejejeje) con un clasico (re)editado hace poco pero que posiblemente ha pasado bastante desaparcebido. Eh! que estoy aqui, que no me he muerto! (leerse todo con una sonrisa en la boca, por favor, que la letra fria ya se sabe lo que tiene!)

Claro que ya avanzo que al menos este primero no sera ni por asomo tan bueno como el tuyo o los de Marc!!! Felicidades!

Marc
26 enero, 2010 17:33

No he podido ponerme hasta hoy a leer esta entrada, pero la espera ha valido muchísimo la pena. Madre mía, qué pedazo de artículo, qué bien escrito, documentado y estructurado. Un placer haberte podido ser de ayuda, David, y mucho más después de ver cómo te ha quedado esto!

el tio berni
29 enero, 2010 13:10

Qué lujazo de artículo, David, enhorabuena. Tengo que confesar que a mí el tebeo no me ha apasionado, pero tu artículo es impecable, documentado, medido, sobrio… ¡apasionante! Eres un profesional.

zemor
zemor
Lector
19 abril, 2013 1:19

 Una obra que todo lector de novelas graficas debe tener.