Estela Plateada: retrospectiva

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Estela Plateada es uno de esos personajes de Marvel que, al igual que por ejemplo Nick Furia, Namor o el Doctor Extraño, para el aficionado resultan emblemáticos como representantes del fondo del universo ficticio de la editorial. Prácticamente de culto y sin llegar a ser un icono del calibre de Spiderman y Lobezno, las ventas de sus colecciones propias cuando la ha tenido nunca han sido espectaculares. Por tanto ha sufrido de una trayectoria editorial errática, con múltiples cancelaciones, relanzamientos, miniseries, one-shots, novelas gráficas y apariciones relevantes en títulos de otros personajes. Con la inminente aparición de una nueva serie con su nombre a cargo de Dan Slott y Mike Allred en el horizonte, hemos considerado oportuno hacer un repaso a su andadura.

Primeras andanzas como secundario en la mejor revista de cómics del mundo.

Mientras que el debate sobre quien aportó qué en la creación de otros personajes de los primeros tiempos de la casa de las ideas puede a veces tornarse bizantino, en este caso la historia siempre ha sido clara y precisa: a Estela plateada lo parió Jack Kirby, pero lo adoptó Stan Lee. Hablar de Estela plateada durante sus primeros veinte años, es inevitablemente hablar del más famoso guionista y portavoz público de Marvel.

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En el culmen de popularidad y creatividad de la colección de los Cuatro Fantásticos, Lee se dio cuenta de que se aproximaba el numero 50 y de que lo suyo era celebrarlo de algún modo especial. Dice la leyenda que sin tener muy claro qué podría estar a la altura de tal onomástica habiendo revolucionado el género superheroico en los años 60 del pasado siglo con esta serie, y algo desesperado por hacer algo verdaderamente grande y memorable, le dijo a Kirby lo primero que se le ocurrió: «Haz que se enfrenten a Dios«.

En esos años en los que Marvel había pasado de ser una modesta editorial con cuatro gatos en su redacción a tener un enorme éxito sin haber ampliado todavía su plantilla, las responsabilidades de Lee llevando tareas no creativas y al tiempo guionizando casi todos los títulos de la casa le tenían desbordado. Debido a ello y a la probada capacidad de sus colaboradores dibujantes (el propio Kirby, Steve Ditko, Gene Colan…) como narradores, Lee desarrollo un sistema que le permitía salir del paso con las fechas de entrega ahorrándose trabajo. El llamado método Marvel consistía en que Lee no entregaba un script detallado a cada dibujante, sino que les contaba un sumario del argumento y dejaba en sus manos que con ello dibujasen directamente ya el tebeo. Una vez acabados los lápices, Lee los supervisaba por si había que hacer algún cambio, añadiéndoles los diálogos en función de lo que hubiese dibujado en cada viñeta. A medida que el éxito de Marvel y las responsabilidades de Stan iban creciendo, más minimalistas iban siendo las sinopsis. Esta práctica, que hoy por hoy nos puede parecer inaudita, poco profesional y algo chapucera, dio lugar sin embargo a enormes logros creativos dadas las sinergias entre Lee y sus colaboradores, todos ellos dotados de un enorme talento. El guionista dejaba en manos de éstos con tranquilidad las historias sabiendo que la interpretación de sus ideas, desglose en viñetas, narrativa y plasmación gráfica llegaría a buen puerto, y que los aportes de los dibujantes enriquecerían los escuetos hilos argumentales llenos de gancho que él proporcionaba.

2Sin embargo, y volviendo a Estela plateada, en 1966, cuando Kirby le mostró las páginas que había dibujado con esa premisa argumental del enfrentamiento con Dios, allí aparecía un humanoide calvo de piel metálica montado en una tabla de surf que no gustó nada a Lee. Kirby explicó que le parecía lógico que el dios galáctico que había ideado tuviese un heraldo que anunciase su llegada e intención de traer el apocalipsis a la tierra, como si fuese una especie de ángel anunciador del fin de los días. ¿Y la tabla de surf? Fácil: Jack estaba harto de dibujar naves espaciales. Poco a poco la idea fue cautivando a Stan. La titánica divinidad espacial con armadura tecnológica de Kirby pasó, de ser el Dios bíblico, a un poderoso extraterrestre llamado Galactus (aprovechando la G de God, dios en ingles, que se había colocado como símbolo en su pecho) por si se herían sensibilidades religiosas. Además, en las inmediatamente siguientes entregas de la saga, aquel heraldo, al que llamaron simplemente silver surfer ( surfista de plata literalmente) cobraría un mayor protagonismo. Lee había pasado a estar entusiasmado con el personaje y decidió hacer que éste se rebelase contra su amo, que iba a devorar la tierra, y ayudase a los Cuatro Fantásticos a proteger a una humanidad en la que había visto un chispa de potencial de grandeza. Galactus perdonaría y abandonaría la tierra finalmente, castigando a su heraldo al exilio en nuestro planeta por haberse levantado contra él. Una barrera que solo afectaría a Estela rodearía este mundo atrapándolo en él, obligándolo a convivir con aquellos por los que se había rebelado. La verdad es que para estar Galactus mas allá del bien y del mal como se decía, éste mostraba un cruel sentido del humor y de la justicia divina.

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Estela pasó a partir de entonces a ser un secundario habitual de la colección. Su inocencia angelical, su ingenuidad extraterrestre y su profunda nobleza le permitían a Lee hacer comentarios en boca del personaje sobre la sinrazón que aqueja al ser humano como especie. También le servía de excusa argumental para poderosas historias en las que se enfrentaba a La Cosa debido a los irracionales celos de éste por la amistad del extraterrestre con su novia Alicia Masters o era engañado por malvados como el Doctor Muerte y Quasimodo. Poco a poco su aspecto fue variando ligeramente, haciéndose menos frio e inhumano y si al principio se le mostraba simplemente desnudo y asexuado, libre del pecado original, con el tiempo pasaba a lucir un calzón del mismo color que su piel, probablemente para evitar incómodas referencias religiosas o acusaciones de nudismo público.

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Estela plateada empezó a aparecer como personaje invitado en otras colecciones de la casa, como cuando se encontró con Hulk en Tales to Astonish, cobrando cada vez más popularidad y visibilidad en el cosmos ficticio de Marvel. El siguiente paso era, naturalmente, dotarle de su propia colección.

18 números de una cabecera mítica

5Stan Lee estaba encantado con el personaje. A pesar de sus reservas iniciales, había acabado sintiéndolo como suyo y estaba decidido a que la serie fuese un gran éxito y algo realmente especial dentro de Marvel. Se volcó de lleno con ella y su dedicación y minuciosidad con la misma terminaron tornándose legendarias con el tiempo. Cuando el primer número apareció en 1968, efectivamente destacaba entre el resto de títulos Marvel. Para empezar tenía más del doble de páginas que el resto de colecciones, nada menos que 72. De ellas, 40 estaban protagonizadas por Estela, repartiéndose el resto entre anuncios e historias cortas del Vigilante. Además, contaba con dibujos de uno de los artistas favoritos de la afición, el gran John Buscema, embellecidos en las tintas por otro titan, Joe Sinnott.

Para estar a la altura, Lee se impuso un alto nivel de autoexigencia, volcando en sus guiones todo el talento del que era capaz. Después de todo, para él el mundo del cómic había empezado siendo (al comienzo de su carrera, cuando era prácticamente un adolescente) algo de paso en lo que tenía previsto estar solo un tiempo antes de dedicarse a los libros “de verdad”. Pero los años transcurrieron, así como sus oportunidades literarias. Stan dejó de ser joven y se quedó anclado editando tebeos. Es sabido que cuando obtuvo el gran éxito con Los Cuatro Fantásticos en 1961, estaba a punto de dejar Marvel, harto de estar congelado en ese submundillo editorial a sus ya 40 años. Sin embargo, para cuando el primer número de Estela Plateada fue publicado, las cosas habían cambiado: gracias a su trabajo en los 60 con Spiderman y el resto de héroes de la casa, Lee era aclamado por la contracultura y por prestigiosos autores de cine europeo como Fellini o Godard. Ya no había sitio para complejos, había alcanzado el estrellato soñado como escritor de cómics, no de libros, y los abrazaba plenamente. Nacido Stanley Martin Lieber, su pseudónimo Stan Lee había nacido del temor a que firmar su trabajo en tebeos le cerrase las puertas de la literatura “seria” en el futuro. Las cosas cambiaron hasta tal punto que con el tiempo se acabaría cambiando legalmente el nombre por el de su alias. Todo aquello que había querido esperar a decir, aquellas ideas que tenía reservadas para cuando escribiese la gran novela americana, podían, debían ser publicadas ya en esta expresión artística que él había contribuido a hacer respetable y elevada. Y Estela Plateada era la plataforma adecuada desde la que empezar a hacerlo

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No funcionó. Tal vez era un producto demasiado sofisticado todavía. Tal vez el alto precio de cada número, justificado por el gran número de páginas alejó a demasiados compradores. El caso es que las ventas de la serie eran muy bajas. Se intentó de todo: reducir el número de páginas y el precio a los estándares habituales ( eliminando además esos relatos de complemento de Uatu dibujados por Gene Colan que llevaba), hacer aparecer a otros personajes Marvel de contrastada popularidad como Thor, Spiderman, la Antorcha humana,y a villanos de otros héroes como la Abominacióno El Extraño. La idea de relanzar el título como The Savage Silver Surfer siendo dibujado por Herb Trimpe (Kirby dejó Marvel en ese momento, cosa que tampoco ayudó precisamente a la serie), nunca llegó a realizarse. La colección se canceló abruptamente, y tal vez fue para mejor, evitando que se prolongase cayendo probablemente en decadencia.

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Porque a pesar del descalabro comercial y la grave herida en el orgullo de Lee, los 18 episodios del primer volumen de Silver Surfer acabaron, con el tiempo, alcanzando el estatus de míticos entre los aficionados. Se convirtió en una obra de culto para muchos de ellos, como Wendy y Richard Pini, matrimonio y creadores de la serie independiente Elfquest, que se conocieron en las páginas de las cartas del lector. En Francia, donde la colección funcionó comercialmente muy bien, llegaron a publicar dos números mas, escritos y guionizados por autores galos que imitaban los estilos de Lee y Buscema. A pesar de los excesos teatrales y pretenciosos de los diálogos y argumentos, la indudable calidad de la colección la hizo revalorizarse con el tiempo. Y pese a su fracaso comercial, la posteridad acabo redescubriendo y reivindicando la que quizás sea la obra mas personal de Stan Lee.

6.2Atrás quedaron casi una veintena de entregas en las que asistimos a cómo se le daba un origen a Estela. De este se nos contaba que era el calvo alienígena Norrin Radd, del avanzado, utópico y tedioso planeta Zenn-La, el cual fue objetivo del hambre de Galactus. Norrin se ofrecía a sacrificarse y a transformarse en un inhumano ser, su servidor y heraldo, que localizase a lo largo del espacio planetas que satisficiesen al devorador de mundos. A cambio, Galactus perdonaría Zenn-La, donde la bella Shalla Ball (la amada de Estela) le esperaría lo que hiciese falta de vuelta de su Odisea en principio sin retorno, como Penélope a Ulises. Este añadido del origen del surfista de plata, aunque no contradecía frontalmente lo ya contado sobre Estela, rechinaba un tanto al imbricarse mediante retrocontinuidad en lo poco que conocíamos sobre su pasado. Hacerle pasar de golem servidor que cobraba conciencia, como se asumía en un principio que era, a hombre transformado como tributo a un dios para salvar a su pueblo, probablemente no se hizo solo para aportar mayor dramatismo. También así dejaba de ser percibido como una especie de robot, de objeto animado, y se le dotaba de un alma, favoreciéndose supuestamente la identificación del lector con el personaje. Poco después, otro humano artificial calvo dibujado por Buscema, siguió el mismo camino. La Visión, recién presentado en las páginas de Los Vengadores también recibió un alma, esta vez en forma de las pautas cerebrales del fallecido Simon Williams, Wonder Man. Atrás había quedado la popularidad de la robótica Antorcha Humana original de Carl Burgos, y todavía quedaban casi 10 años para Aaron Stack, el sentido Hombre Máquina de Jack Kirby.

6También descubríamos en aquellos míticos episodios a Mefisto, autentica némesis de Estela. Si el protagonista tenía obvias referencias angelicales pasadas por el filtro de la ciencia ficción, esta vez no se iban a andar con tapujos y su enemigo sería directamente el mismo diablo bíblico y aparecido en la obra de Goethe, no un extraterrestre tan poderoso como parecer una divinidad. Solo por las viñetas que Buscema dibujó de este ser, ya hubiesen valido la pena las páginas impresas de esta colección.

Stan Lee arriesgó en esos turbulentos años de disturbios raciales, presentado a Al B. Harper, un científico de color, tan sabio como para ser casi el único amigo humano de Estela y noble como para sacrificar su vida por la supervivencia de la humanidad. Los marvelómanos de pro encontrarán además un guiño que Lee se dedica sí mismo y al Amazing Spiderman nº1, al salvar Silver Surfer en su primer episodio al Coronel John Jameson (el hijo del director del Daily Bugle) en una capsula espacial, al igual que el lanzarredes hizo en el debut de su propia serie en 1963.

El tono de estas 18 entregas, con los tristes soliloquios de un protagonista más humano que los humanos atrapado entre nosotros e incapaz de comprender nuestra locura y vileza desde su buena fe, añorando a su amada y siendo perseguido por aquellos por los que sea sacrificado, es probablemente el resultado del trabajo más personal de Stan Lee. Tampoco, eso sí, nos dejemos cegar por vacas sagradas: las filosofadas aquí expuestas son algo infantiloides y superficiales. Lee expone que el mundo está mal pero ni concreta por qué ni propone solución de ningún tipo. Solo habla de un inespecífico poder del amor y de la armonía que probablemente estuviese dirigido a los participantes del movimiento hippy de la época, y aprovecha, como en casi todo el resto de su obra, para darle algún palo a las potencias enemigas de su país, no sea que le vayan a acusar de antiamericano. Pero por pretencioso que a veces pueda parecernos, contextualizando su esfuerzo es notable, y considerando los soberbios lápices de Buscema, Estela Plateada merece sobradamente esa consideración que tiene de un hito dentro del cómic de superhéroes.

Estela Plateada, Defensor

Finalizada su colección en 1970, el personaje siguió apareciendo como invitado especial de vez en cuando en diversos títulos de la editorial. En los números 34 y 35 de la colección Submariner, Namor se aliaba con Hulk y con Estela para destruir una instalación que ponía en peligro la integridad medioambiental de La Tierra, enfrentándose por ello contra Los Vengadores. Esta alianza, junto a otra que se había producido entre el Doctor Extraño, el príncipe de Atlantis y el Goliat Esmeralda en las paginas de sus respectivos títulos, llevo a Marvel a crear un inusual grupo con estos cuatro personajes. Y aunque Estela no estuvo presente en el Marvel Feature nº1 que vio nacer al equipo, se unió a sus filas en la segunda entrega de la colección que se le dedico a los llamados Defensores. Pero lo cierto es que la idiosincrasia de los miembro del grupo dotaba a éste de una estructura menos solida que la de los Vengadores, los 4 Fantasticos o los X-men. Sus componentes iban y venían y, a pesar de estar presente en el clásico cross-over del nuevo enfrentamiento con Los Vengadores, Estela era el componente de aparición mas irregular en las paginas defensoras.

defenders

Finalmente, a la altura de tan solo el numero 11 de la colección, Estela, al igual que Namor, abandonó el equipo de forma mas o menos oficial.

De nuevo, las aventuras de Norrin Radd, atrapado en este planeta de locos, atónito ante nuestras barbaridades, se reducirían a apariciones puntuales en colecciones de otros superheroes. Y así, le podemos ver de nuevo en las series de Los Cuatro Fantasticos, de Thor, de Hulk… y hasta en La Tumba de Dracula, en un inverosímil enfrentamiento con la versión Marvel del vampírico Conde.

Estas apariciones, lejos de devaluar al personaje, contribuyen a aportarle un papel tal vez secundario pero fundamental y necesario al integrarlo como uno de esos elementos que son el pegamento entre títulos del universo Marvel. Sin duda ese telón de fondo estable que afianza la sensación de mundo plausible y coherente es uno de los grandes atractivos para el aficionado y responsable de parte del éxito de la editorial. Pero Stan Lee no se había olvidado del personaje y quería mas para este…

El retorno del rey

8En 1978, Jack Kirby habia vuelto a Marvel tras unos anos en DC dando lugar a creaciones como el ciclo del Cuarto Mundo, Kamandi o The Demon. Fue entonces cuando sorprendentemente apareció una novela gráfica en tapa dura (un formato prácticamente desconocido en aquellos entonces para el cómic norteamericano)de Estela Plateada a cargo de Lee y Kirby publicada en acuerdo con Marvel por Simon & Shuster. Esta editorial ya había lanzado otros libros como Origins of Marvel comics y Son of Origins, en los que se recopilaban las primeras apariciones de varios personajes de la casa de las ideas, con una introducción de Stan Lee en cada capitulo en la que contaba el proceso mental con el que había llegado a concebir al superheroe cuyo origen íbamos a leer. Irónico el nombre de la editorial (considerando las batallas legales de Kirby, Joe Simon y Joe Shuster por las reivindicaciones de derechos de propiedad intelectual de los creadores) en que el Rey tuviese que ver publicada una obra sobre precisamente un personaje que él creo y que Lee y Marvel se apropiaron. Pero Kirby, habiendo tenido que volver un tanto con el rabo entre las piernas de su periplo en la Distinguida competencia, tenia que pagar las facturas. Justo es decir que en la introducción , aparte de comparar al protagonista con Ulises y Gandhi (y dejarse fuera a Cristo, con cuyo comportamiento tiene varios paralelismos en el relato), Stan Lee deja caer como se gesto la creación del personaje y desglosa la aportación de Jack.

La obra volvía a contar el origen de Estela Plateada, pero despojándolo de relación con el resto del universo Marvel. De este modo, los Cuatro Fantásticos, el Vigilante y el nulificador supremo se encontraban ausentes de esta historia en la que tal vez la rebelión del surfista de plata contra su señor Galactus resulta un tanto precipitada y forzada sin que se de nada concreto (como conocer a Alicia Masters) que la desencadene.

Stan dotó a Galactus aquí de un lado mezquino no presente en su versión tradicional, y el devorador de mundos no se contenta con el encierro de su heraldo en el planeta que ha elegido salvar. La genialidad de esta idea reside en que Galactus puede personificar ese aspecto de sí mismo en un personaje al que Kirby doto de un diseño parecido al del Deesad de los Nuevos Dioses, y al que el propio azote del cosmos desprecia a pesar de dejarse guiar por sus consejos, tan presa de sus pasiones como la humanidad a la que mira por encima del hombro.

También se introduce al personaje de Ardina, una mujer estelar creada por Galactus por sugerencia de la personificación de su lado miserable para tentar a Estela y hacer que vuelva al lado de su antiguo amo. El papel de Ardina es, por tanto, si queremos enfocarlo desde un punto de vista solemne, parecido al de Maria Magdalena, tentando a Jesucristo para que abandone la salvación de los mortales que le persiguen. O bien, si preferimos tomárnoslo con mas sentido del humor, como el de la Pitufina creada por Gargamel para crear disensión entre las filas de los Pitufos. En cualquier caso, los diálogos entre Ardina y Estela sirven para exponer ese argumento de que si bien la humanidad puede ser despreciable, al mismo tiempo es capaz de destellos de grandeza que hacen que merezca la pena: ésta y no otra parece la idea trascendente y central de Lee con el personaje.

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Hasta su reedicion en 1995, esta novela gráfica con portada de Earl Norem tenia una aureola mítica. Su misma existencia era puesta en duda dado lo raro que era encontrarla y lo que se decía de ella. No podía ser que un tomo de tal curiosidad, importancia artística, y, reconozcámoslo, morbo, (Lee y Kirby trabajando juntos de nuevo a finales de los 70 con ese personaje) no fuese algo mas publicitado y conocido.

Kirby esta grandioso en esta obra unitaria en la que sus toscas y dinámicas figuras a lápiz son embellecidas por Joe Sinnott, quien (junto tal vez solo con Mike Royer) fue el mejor entintador de Jack.

El guion de Lee también alcanza cotas muy altas, al encontrarse entre las mejores obras del autor. La naturaleza autoconclusiva y de síntesis de las andanzas del personaje de esta historia, el volverla a contar revisándola con las ideas que posteriormente había desarrollado para el protagonista y el despojarla de otros elementos Marvelianos, son todos elementos que hacen de esta novela gráfica una base idónea para una adaptación cinematográfica. Que Estela pudiera ser un personaje idóneo para ser trasladado de las viñetas al cine constituye una idea que seguro que a Stan, si no se le ocurrió ya mientras concebía la obra (y por eso salió así), sin duda vio clara y fue madurando a posteriori.

Una película transformada en un cómic

10Stan siempre quiso que sus personajes no se restringiesen a las viñetas y que saltasen a otros medios más lucrativos. Y tenía la visión de que entre todos ellos, precisamente Estela era el que más potencial tenia para la gran pantalla. A principios de los años ochenta, parece que algún estudio de Hollywood habló de la posibilidad de adquirir los derechos de explotación de Estela Plateada y que así éste gozase de una película de alto presupuesto. Stan, entusiasmado y sin perder un momento, escribió un tratamiento, un borrador de un guion para tal cinta. Tras años de adaptaciones mediocres, el éxito y prestigio alcanzados por las dos películas de Superman de Richard Donner parecían haber demostrado que el cine de superhéroes a gran escala por fin era viable. A Stan la posibilidad le parecía real, al alcance de la mano y puso toda la carne en el asador para que Marvel estuviese preparada. Sin embargo el sueño se truncó, la película nunca llegó a rodarse (requería demasiado presupuesto y ningún actor de prestigio quiso embarcarse en el proyecto, así que éste quedó abandonado) y el tratamiento de Lee quedó archivado. Era demasiado pronto todavía para que los superhéroes fuesen algo distinto a anecdótico o ridículo en las salas de cine.

En 1982, John Byrne, ya una superestrella del mundo del cómic, decidió recuperar este guion de Lee y lo adaptó a un especial de 48 páginas. Para ese único número del que se llamó el segundo volumen de la colección del surfista argénteo, los lápices de Byrne fueron entintados por Tom Palmer, el cual, a pesar de la enorme belleza de sus acabados, lo cierto es que dejó irreconocible la mano del popular dibujante.

Parece lógico suponer que en el argumento original de Lee no habría, al igual que en la Novela Gráfica de 1978, referencias a personajes como los Cuatro Fantásticos. Sin embargo, Byrne debió decidir que, ya que la historia aparecía finalmente en forma de cómic, era absurdo no hacer que transcurriese en la continuidad del Universo Marvel. Así, con la ayuda de Reed Richards, Estela consigue abandonar La Tierra y regresar a Zenn-La, donde debe afrontar las consecuencias de la rebelión que tuvo contra Galactus. Ya que Norrin Radd había roto el pacto que hicieron en su día, el devorador de mundos se veía en libertad de absorber la energía vital de Zenn-La, dejándolo yermo aunque sus habitantes consiguieran salvar la vida. Para rematar la faena, resultaba que su amada Shalla Ball había sido raptada por el diabólico Mefisto y Estela debía volver a la Tierra a rescatarla. Su búsqueda le lleva desde el castillo el Doctor Muerte al infernal reino del diablo de Marvel, contra el que termina librando una épica batalla. Finalmente Shalla Ball vuelve a Zenn-La restaurando la vida en ella. Estela, una vez más se sacrifica por el bien común quedando de nuevo encerrado en nuestro planeta y manteniendo así su status quo en el Universo Marvel, por lo menos durante un tiempo.

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Para entonces, Estela ya es un personaje que ha empezado y pertenecer a la imaginería pop. Ya no se trata de una imagen exclusiva del mundo de la página impresa, como evidencia su aparición en por ejemplo, la película de Jim McBride Vivir al límite, de 1983. Este remake de un filme de Goddard de 1960, nos presenta a un personaje poco reflexivo y algo infantil interpretado por Richard Gere que es un fan absoluto del Estela Plateada de Lee y Buscema. Su endeble filosofía personal bebe mucho de las enseñanzas de Norrin Radd (“El amor es el poder supremo”) y las páginas de aquella mítica andadura comiquera de los años 60 aparecen en abundantes planos de la cinta. Tampoco es que de la impresión de que el filme pretenda reivindicar aquel hito de los tebeos, no nos vayamos a engañar. Más bien parece que esta pasión enfatice la mitomanía y despiste vital del personaje de Gere, que solo encuentra guías vitales y enseñanzas en expresiones artísticas consideradas mundanas como el cómic o el Rock and Roll. Con todo, nos da una idea de cómo se había consolidado la imagen de personaje popular de culto de Estela, que aparecería posteriormente en la portada del disco Surfing with the Alien de Joe Satriani (una viñeta de este especial dibujado por Byrne, precisamente) o en un diálogo de la película Marea Roja de Tony Scott en 1995. Parece que esta conversación sobre quién es el mejor dibujante del Surfista de Plata es debida a nada menos que Quentin Tarantino (que no aparece en los créditos por su escasa participación en el guión y las normas del sindicato de guionistas estadounidense), quien es un confeso seguidor del personaje. Ya en su guion de Amor a quemarropa, dirigida también por Tony Scott, se eliminaron múltiples escenas en las que el protagonista profesaba adoración por el antiguo heraldo de Galactus, aparte de (como sí que pudimos ver) a los Comandos Aulladores de Nick Furia.

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Puede que Estela no hubiese sido hasta ese momento un personaje que ocasionase unas ventas espectaculares, pero estaba claro que había calado entre el público. Tal vez era un buen momento para probar a darle una colección propia, y que dejase de ser simplemente un invitado habitual de otras series

Aventuras y política intergaláctica.

En 1984, Marvel encargó al guionista Steve Englehart y de nuevo a John Buscema que se ocupasen de una nueva colección de Estela Plateada. La idea de Englehart era que el primer episodio transcurriese en La Tierra y que en el segundo se soltase un bombazo que cambiase profundamente la situación del personaje: Estela iba a escapar de forma permanente de su cautiverio y a vivir sus aventuras viajando libremente por las galaxias y explorando el lado cósmico del Universo Marvel. Sin embargo el proyecto sufrió retrasos a pesar de que Buscema tenía ya dibujado aquel debut, y quedó archivado unos años. En 1987, se volvió a poner en marcha, pero Buscema ya se había descolgado y fue sustituido por Marshall Rogers, con el que Englehart ya había colaborado en una mítica etapa con Batman que muchos aficionados consideraron la definitiva del hombre murciélago.

Se decidió comenzar directamente con las ideas del que originalmente iba a ser el número dos, y así, Estela, por sugerencia de La Cosa probaba un método que le permitía abandonar nuestro mundo. Allí donde Reed Richards o Victor Von Doom ( los mayores científicos de la humanidad, no lo olvidemos) habían fallado, triunfaba el sentido común del hombre de a pie encarnado por Ben Grimm. La colección fue un éxito y propició que aquel episodio dibujado por Buscema viese finalmente la luz publicado en la cabecera Marvel Fanfare.

12.00Englehart abandonó la visión atormentada, trascendental y reflexiva de Estela para convertirlo en alguien que, entusiasmado por su nueva libertad, corría aventuras llenas de acción a gran escala por el cosmos. Allí se encontraba y a menudo enfrentaba con los poderes cósmicos del Universo Marvel, ya fuesen sus imperios galácticos o sus variados dioses espaciales. El guionista usó muchos de estos conceptos ya existentes dotándolos de un nuevo impulso y redefiniendo la cosmología y el escenario político del mapa intergaláctico de la editorial. Un poco como hizo al mismo tiempo escribiendo la serie de Green Lantern para DC comics. Y Estela fue así de lectura mucho más accesible y entretenida, vendiendo mucho más que nunca. A cambio, perdió parte de lo que le hacía especial, aquel alma intimista, ingenua e indignada. Visto el éxito del nuevo enfoque, está claro que solo unos pocos lloraron esa perdida.

Estela, tras salir de la Tierra y para hacer plena su libertad, se gana el perdón de Galactus salvando a su nueva heraldo ( la humana Frankie Raye, más conocida como Nova), y en el proceso se ve inmerso de lleno en la segunda guerra Kree-Skrull. Cuando vuelve por fin a Zenn-La, su reencuentro con Shalla-Ball, ahora regente del planeta, resulta agridulce. Ya no son las personas que eran cuando se Norrin tuvo que dejar su mundo y sus responsabilidades y vivencias hacen inviables su amor. El premio largamente ansiado resulta vacio cuando por fin es conseguido en este triste pero maduro giro en la historia de su relación. Norrin además se ve inmerso en una trama para desarticular un complot en la que los Arcanos del universo (el Coleccionista, el Campeón, el Gran Maestro y compañía) pretenden destruir a Galactus y de paso, borrar toda la existencia.

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Con todos estos elementos, mas los Celestiales, las gemas alma (que luego pasarían a ser conocidas como gemas del infinito), Eternidad, Ronan, Starfox, el Señor del Fuego, los Badoon y creaciones propias de Englehart como el capitán Reptyl, y Torpe Peleas, su etapa escribiendo la colección transcurre lastrada un tanto por un Marshall Rogers que ya no está para nada en su mejor momento, como evidencia también en los famosos fill-in que dibujó en Excalibur por aquella misma época. Joe Staton se encarga de ir sustituyéndolo hasta su marcha definitiva, con la que la serie quedará en manos del poco brillante pero correcto Ron Lim.

A Englehart le quedaba poco tiempo más en la colección. Sus problemas con la editorial eran constantes, al no permitírsele, entre otras cosas usar a Mantis, una creación suya de la década anterior en Los Vengadores, como nuevo interés romántico de Estela. En su lugar usa a Nova a tal efecto, dejando sin rematar las tramas que tenia pensada para Mantis y que ya había iniciado. Cuando Marvel no le permite usar conceptos creados por Jim Starlin como a Thanos, Drax el destructor o su versión de Adam Warlock, las negativas e injerencias editoriales terminan cansando al escritor y finalmente abandona la serie en su número 31. En este último episodio y como despedida, Englehart volvió parcialmente al tono pseudofilosófico que caracterizaba a las primeras apariciones del personaje, en un número en el que Estela se encontraba con el Tribunal Viviente. Y así, en la cúspide de su popularidad, Norrin Radd volvía a ser un vehículo para expresar las inquietudes metafísicas de un autor, eso sí, pasadas por el tamiz del Universo Marvel.

Stan Lee vuelve a su personaje fetiche

En la década de los ochenta, el bueno de Stan ya hacía tiempo que no escribía ningún guion ni tenía nada que ver con ningún proceso creativo. Era más bien la cara pública de la editorial, una entrañable popularidad televisiva de medio pelo que el grueso de los norteamericanos medios relacionaba con los cómics Marvel. Y aunque la mayoría de la gente de a pie pensaba (y piensa aun, parece) que Lee se encargaba de escribir, dibujar, colorear y crear a todos los personajes de la editorial, Lee ya ni estaba al día de lo que sucedía en los títulos que creó, mucho menos de aquellos que surgieron después de su era.

Con todo, en diversas ocasionas cayó en la tentación y tuvo algunos acercamientos especiales al personaje que más le había entusiasmado. En la novela gráfica El Día del juicio de 1988, creada por John Buscema a base de viñetas que ocupaban páginas enteras, Lee escribió los diálogos, reencontrandose así (con la asistencia de Tom DeFalco) el mítico equipo de la colección que había durado entre 1968 y 1970. Allí pudimos asistir a un espectacular enfrentamiento entre dos titanes del calibre de Galactus y Mefisto. Una delicia para la vista.

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Algo similar pasó con Los esclavistas, en la que Lee puso voces a los personajes de esta novela gráfica creada por Keith Pollard. Profesional olvidado a reivindicar donde los haya, Pollard es responsable del dibujo de cientos de páginas de muchísimos tebeos durante los años 70 y 80 que nunca merecieron el apelativo de clásico pero que entretuvieron a una generación entera de lectores. Este artesano creó una historia donde Estela debía enfrentarse a un exótico tirano intergaláctico tan poderoso como para conquistar La Tierra y vencer a todos sus héroes. Pese a todo lo dicho, lo cierto es que se trata un título que siendo correcto resulta totalmente prescindible,y cuya lectura no encierra ninguna gracia en especial.

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Pero si algún reencuentro de Stan Lee con Estela Plateada es recordado por los aficionados, éste es Parábola. Publicada en 1988 esta miniserie de cuatro episodios que ganó un premio Eisner surgió del encuentro de Lee con Moebius en la convención de San Diego. Mientras comían juntos, Lee lanzó al artista galo la posibilidad de colaborar de forma puntual en algún proyecto especial y Jean Giraud respondió entusiasmado. Lee reconoce haber tardado el triple de lo normal en escribir los diálogos de la historia urdida por Moebius debido a la emoción, a las ganas de no estropear algo tan singular. Parece lógico, conociendo la trayectoria de Stan: no solo recuperaba al personaje con el que sentía que debía expresar ideas de cierto calado, sino que lo hacía junto a uno de los representantes más consagrados de la culturalmente respetable Bande Dessinée europea. Era, de nuevo, su oportunidad de demostrar que él era capaz de crear arte de “de verdad”. Para lograr una obra accesible a todo el mundo, se decidió que la historia estuviese fuera de continuidad respecto al resto del Universo Marvel, al igual que la Novela gráfica que en 1978 Lee realizase con Kirby, y se ambientó en un futuro indeterminado y alternativo. Estela, encerrado todavía en la Tierra (al contrario que en su colección regular coetanea) y haciéndose pasar por un mendigo desde hace años, presencia el efecto en la psique colectiva de la humanidad de la nueva venida de Galactus.

13El resultado es magnífico. No solo Moebius está francamente impresionante como siempre, sobre todo con su representación del colosal Galactus. Lee se esfuerza honestamente además en estar a la altura, y aunque de nuevo falla al caer en esa pretenciosidad algo pedestre que le caracteriza, también de nuevo los logros compensan de largo las carencias. Stan experimenta tocando por primera vez ese recurso tan de moda en aquella década que son los textos de apoyo de primera persona. Otro elemento que delata la época de concepción de la obra es el aviso del peligro del fanatismo dispensado en cantidades industriales por los telepredicadores ávidos de dinero a costa de la ignorancia y fervor religioso de las gentes más sencillas. Estos personajes sin escrúpulos campaban a sus anchas y proliferaban de forma preocupante en los Estados Unidos de aquellos años, y ya Chris Claremont había tratado la problemática en Marvel con su Dios ama, el hombre mata.

14

Stan Lee, con su teatral lenguaje, de nuevo abunda en ese mensaje de fe en la humanidad sin perder de vista nuestros innegables defectos y miserias. Toca también temas de índole espiritual como adoración de falsos ídolos, la renuncia a tal adoración de quien realmente es virtuoso, la responsabilidad moral propia, el sacrificio y la rebelión contra dios. Ofrece también una visión cargada de tópicos sobre la anarquía con la que Alan Moore sin duda no estaría de acuerdo, a juzgar por la lectura de V de Vendetta. Lee usa todo lo que tuviese a mano para crear un clásico moderno que resonase en el alma colectiva de la humanidad. Después de todo, él nunca ocultó la influencia en su obra de las mas poderosas historias, las que han perdurado en el imaginerío popular, como las contadas en las diversas mitologías o por los literatos y dramaturgos de la talla de Shakespeare. Puede que Lee no llegase a tanto con Parábola, pero lo que nadie podrá negar es que es uno de sus mejores trabajos y sobre todo, un tebeo muy disfrutable.

13.1

Hasta el Infinito y más allá

Cuando Steve Englehart dejó la colección del surfista (cansado de las cortapisas editoriales sobre el uso de determinados personajes) su sucesor en las labores literarias fue precisamente el responsable de las creaciones que parecían vetadas para su predecesor: Jim Starlin. El hombre que había realizado las más memorables sagas cósmicas en la casa de las ideas durante los años setenta volvía para encargarse de una colección ambientada en los vastos espacios siderales. ¿Cabría la posibilidad de que hiciera con Estela lo mismo que había hecho con el Capitán Marvel y con Adam Warlock? Por de pronto, cuando se anunció que “el señor muerte” se hacía cargo de la colección, las bromas y comentarios jocosos se sucedieron entre la afición. Quizá quedara un poco raro que don Jim se cargara de entrada al protagonista de la serie, pero los secundarios ya podían ir atándose los machos. Paradójicamente, Starlin no sólo no hizo ninguna escabechina (al menos no con carácter permanente) sino que se encargó de deshacer parte de lo que había hecho en sus obras más recordadas, trayendo de vuelta a Thanos de Titán y a Warlock.

silverrthanos

La llegada de Starlin al puesto de guionista de cabecera de las aventuras de nuestro filósofo cósmico de baratillo (como lo definiera años ha el profesor Loki) marcó el inicio de una época especialmente brillante en las aventuras de aquél. Las desventuras de Estela Plateada prologarían una serie de eventos cósmicos que, afectando a todo el universo marveliano, determinarían el surgimiento de una prolífica franquicia cósmica (como en la década siguiente sucedería a partir de Aniquilación, pero me estoy saliendo del tema). El regreso del amante de la muerte desembocaría en una epopeya en la que don Jim da otra vuelta de tuerca a su historia arquetípica de una coalición de héroes que ha de batirse con el titán loco por el destino de la realidad. El Guantelete del Infinito será el primer y probablemente mejor capítulo de una larga saga que ha tenido entregas y continuaciones en las últimas tres décadas (la última bien reciente, al calor de la película dedicada a los Guardianes de la Galaxia, pero estoy volviendo a perder el hilo). El olvidado cosmos marvelita atraía ahora buena parte de los focos, pero no debemos llevarnos a engaño: por mucho que la cabecera de la serie regular nos dijera que el protagonista de la misma era el atribulado Norrin Radd, Starlin hacía en ella lo que había hecho antes y ha venido haciendo hasta la actualidad: contar un nuevo y artero proyecto de Thanos para convertirse en una deidad y rendir todo cuanto es a su amada parca. Primero fue el Capitán Marvel, después Adam Warlock y ahora el turno le tocaba a quien había estado encarcelado en la Tierra durante las crisis anteriores. Sin embargo, en esta ocasión parece que Estela queda relegado en su propia serie a la condición de comparsa. Será Warlock el que enarbole el estandarte bajo el que se agruparán los adversarios de Thanos. El surfista será un fiel aliado, un leal compañero y al mismo tiempo, un peón en una partida en la que los estrategas maestros son los dos resucitados. No es extraño, en consecuencia, que cuando Starlin se concentró en la narración de las nuevas aventuras de Adam y su parranda del Infinito, dejara los bártulos literarios de la colección de Estela en manos de un discípulo muy aventajado que pronto sería conocido entre la parroquia por méritos propios: Ron Marz.

silverinfinito

Hay que reconocer, no obstante, que Starlin dedicó algunos proyectos especiales al exheraldo de Galactus durante la explosión de la franquicia cósmica, en el primer tercio de los años noventa. Así, escribiría la novela gráfica Regreso al hogar (con dibujos de Bill Reinhold) y se encargaría como autor completo de la secuela de la misma, Resurrección, uniendo nuevamente a Estela con Warlock (y de paso, acallando los rumores de una posible enfermedad que le había hecho abandonar el tablero de dibujo). Se trata de obras curiosas en las que Estela sufre por exigencias del guión y en las que se refleja su tensa relación con Adam, en quien no termina de confiar plenamente. Starlin seguirá trabajando con el personaje en las siguientes entregas de la saga del Infinito, pero será una voz más dentro de un coro cada vez más extenso y cada vez más difuso. Será el citado Ron Marz el que se encargue de ejercer de “pseudo-Starlin” junto a un dibujante que, en esos años, acabaría identificándose poderosamente con la franquicia cósmica marveliana: Ron Lim.

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Los dos Rones constituyen uno de los equipos creativos que todo el mundo tiene en mente a la hora de recordar los procelosos años noventa del siglo pasado, con sus especulaciones y sus implosiones. Durante los tiempos de vino y rosas serán dos autores particularmente prolíficos. Marz estará metido en cualquier fregado cósmico en el que Starlin necesite una manita o del que Starlin no quiera hacerse cargo. El resultado será una sobreexplotación de Thanos y un intento de repetir sagas cósmicas más o menos fotocopiadas del ámbito del Infinito y progresivamente olvidables. ¿Hay que continuar la colección Defensores Secretos ahora que Roy Thomas ya no está? Se hace un interludio cósmico con Tom Grindberg donde aparezcan Estela Plateada y Thanos. ¿Qué hacemos con el titán loco, ahora que ya no está tan loco y que la Muerte está muy mosqueada con él? Nos montamos una miniserie llamada Poderes Cósmicos en la que se dedica a buscar desafíos y exploramos un poco más sobre el vasto universo marveliano, creando especies antropomórficas a mansalva e intentando que las historias se parezcan a las de Starlin. El propio Jim unirá fuerzas con Marz en su brevísima estancia en la colección de Thor, lo justo para que Adam Warlock, Estela Plateada, la Guardia del Infinito, el Doctor Extraño y, por supuesto, Thanos, intenten ajustarle las tuercas sueltas al dios del trueno (en una saga con un nombre especialmente chungo: Sangre y truenos). En muchos de estas obras será Ron Lim el responsable de la parte gráfica. Rápido y prolífico, su salto a la fama se produjo gracias a la miniserie Thanos Quest y a la apresurada sustitución de George Pérez en El Guantelete del Infinito. Lim compaginaría (con algunas pausas) los lápices de la serie regular con proyectos especiales como La Guerra del Infinito y La Cruzada del Infinito. Para bien o para mal, suya es la imagen arquetípica de Estela Plateada en los años noventa.

Las aventuras de esos años se pueden catalogar directamente como olvidables. No malas, pero tampoco obras maestras. La colección alcanza su septuagésimo quinto número con una saga que reúne a los antiguos heraldos de Galactus contra el salvajismo de su último fichaje, Morg. Las consecuencias de esta historia se verán cuando la serie alcance la centena. En esos tiempos el mercado, engordado artificialmente, empieza a contraerse y la franquicia cósmica, abandonada por Starlin, tendrá abundantes bajas. Solamente Estela Plateada sigue adelante, pero sus aventuras pierden calidad tanto en la parte literaria como en la gráfica. Ello no será óbice para que, junto a Linterna Verde y de la mano de Ron Marz (que también metió cuchara ¡y de qué manera! en la franquicia esmeralda durante esos años) protagonizara el prólogo a Marvel vs. DC, el enfrentamiento entre unas editoriales que con trucos como éste querían recuperarse del efecto de tener que pelear contra nuevas y pujantes empresas como Image. Un poco antes, sería otro de los protagonistas del proceso de absorción de Malibú por parte de Marvel, cruzando su camino con el del vampiro Rune.

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Nuevas e intrascendentes aventuras en las que el devorador de mundos desaparece para siempre del universo (ejem) marcan el fin de la larga etapa de Marz y su sustitución por guionistas como Mike Lackey o Glenn Greenberg, que ejercen de émulos de un discípulo de Starlin. Un hermanastro que le disputa el corazón de Shalla Ball y un episodio dibujado por John Buscema son algunos de los detalles de una etapa caracterizada por la atonía creativa.

El dibujante de esa olvidable fase, Tom Grindberg, continuará en el principio de la breve pero intensa etapa escrita por George Pérez. Sin embargo, sería el sucesor de éste, el también veterano J. M. DeMatteis, el que brindaría un broche de oro a este tercer volumen, gracias en gran parte a la encomiable labor gráfica que realizan Ron Garney primero y John Jay Muth después. Son los tiempos de Heroes Reborn, cuando Vengadores y Cuatro Fantásticos han sido puestos en manos de Rob Liefeld y Jim Lee, y la casa de las ideas da cancha a otros personajes. DeMatteis embarcará a Estela en una larga búsqueda, en compañía de Alicia Masters, la mujer que le rescató de la frialdad inherente a la ausencia de sentimientos. Don J. M., cerraría, después de doce años y centenar y medio de números la más larga y exitosa de las colecciones protagonizadas por el surfista de plata.

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Durante esos años, Marvel se embarcaría en la tarea de producir series de animación basadas en sus más populares franquicias. A finales de los noventa, Estela Plateada sería uno de los elegidos, gozando de una temporada y media en la que se mezclaban la estética Kirby con los argumentos especialidad de casa Starlin. Una mirada a su cortinilla de entrada da buena cuenta de lo difícil que fueron los primeros intentos de hacer animación por ordenador:

La transición entre 1999 y 2000 llevaría a Estela Plateada a ser el protagonista de una miniserie centrada, una vez más, en la pérdida de control de su antiguo amo. Galactus, el devorador presentaría a Louise Simonson como la nueva guionista de sus aventuras, primero junto a Jon Jay Muth y luego junto al veterano John Buscema, más tintas en ambos casos de Bill Sienkiewicz. Desgraciadamente, semejante reunión de talento no se tradujo en una obra destacable, por lo que nuestro atribulado amigo entraría en el nuevo siglo durmiendo el sueño de los justos.

Los años posteriores trajeron apariciones como secundario, reencuentros con los demás Defensores originales y repuntes de interés producidos por su presencia en la segunda película dedicada por la FOX a los Cuatro Fantásticos, rumores de un filme propio y participación destacada en el relanzamiento de la franquicia cósmica marveliana por obra y gracia de Aniquilación, pero nada volvería a ser lo mismo.

Después de un viaje inesperado por Sakaar, donde se encontró con un Hulk gladiador abandonado a su suerte por los Illuminati, al que incluso ofreció un pasaje de vuelta a la Tierra, Rad se enfrentó con una de las amenazas cósmicas más poderosas con las que nunca se había enfrentado el Universo Marvel. Y, sin embargo, a partir de este momento, el personaje comenzó a granarse un papel más secundario en el cosmos galáctico, por detrás de héroes como Nova, Starlord o los Guardianes de la Galaxia, que habían sido hasta ese momento meras comparsas. Con la guerra de Aniquilación de Annihilus dejó la Tierra por un largo tiempo para regresar a sus icónicos orígenes.

En la miniserie Aniquilación: Estela Plateada, escrita por Keith Giffen, se ve obligado a proteger a su antiguo jefe, Galactus, al sustituir a Stardust, para que los seguidores de Annihilus no acaban drenando el poder cósmico del devorador de mundos. Terrax y Morg son capturados, Air-Walker asesinato, y solo Firelord queda en el universo para ayudar a Estela Plateada, nuevo heraldo de Galactus, dispuestos a proteger el universo de los dioses: Tenebrous y Aegis. Rad acaba matando a las deidades casi acabando con su propia vida. Galactus está tan impresionado con los servicios de su antiguo aliado, que acaba por curarlo.

Este back-to-basics sirvió para dar un cambio de aires a Estela pero, también en muchas de sus apariciones posteriores, para convertirlo en una entidad sin mente propia de nuevo a merced de su amo. Volvía a ser servidor de la alimentación de Galactus (acompañado durante un tiempo de Stardust), con todo lo que eso conllevaba: tratar de ser justos en la repartición de terrenos, y, encontrarse por delante con héroes galácticos como Nova o con Los Cuatro Fantásticos post-Guerra Civil (con Tormenta y Pantera Negra). Algunas de sus misiones incluyeron tratar de cazar a Epoch el Planeta Viviente, evacuar el planeta Orbucean o regresar a Sakaar, para aprovechar el antiguo poder de su terreno. Allí se enfrentó con Skaar, hijo de Hulk, por la permanencia del planeta, lo que acabó con su madre, Caiera sacrificando su alma por el bien común. Estela volvía a tener que tomar decisiones complicadas, aunque fuera apareciendo puntualmente en muy diversas cabeceras y alguna que otra limitada que pasaría sin pena ni gloria.

silverrgarney

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Lemmytico
Lemmytico
Lector
26 marzo, 2014 13:42

Articulón. Enhorabuena.

LA verdad es que estaría bien (¿me oyes Panini?) la recopilación en un tomito de las novelas gráficas que Lee dedicó al personaje. Como mínimo las de Kirby, Byrne, Moebius y Buscema. Salvo la de Kirby las demás me las he leído todas y me parecen tebeos estupendos.

Quonso
Quonso
Lector
26 marzo, 2014 13:43

¡Gran artículo!
Como padre de una niña llamada Estela, doy mi sello de aprobación.
Aunque hecho de menos más referencias y alabanzas a los números de JMdeMatteis y Ron Garney y JJMuth (que aquí vimos publicados como un volumen independiente) y fue lo más parecido al enfoque que le dió Stan Lee en el original vol. 1.
También la referencia al co-protagonismo de Estela Plateada en la 2ª peli de los 4F es mínima, pero eso no nos extraña 😉

Saludos

frankbanner71
frankbanner71
Lector
26 marzo, 2014 14:01

estupendo articulo a tres bandas¡.

debo decir que mi etapa favorita del personaje es una -relativamente -reciente.la de dematteis y ron garney.y,muy especialmente,por el trabajo de ron garney,que es donde se le empezo a ver como a un autor al que tener muy en cuenta.tambien asomaba por alli,brian hitch,en un trabajo primerizo,creo.

la etapa con kirby,puro clasico,de los de rememorar siempre.y la etapa de englenhart,una etapa muy a olvidar.

no recordaba esa novela grafica de lee/kirby con portada de earl norum.¿se publico por estos lares?no me suena,la verdad.

lo de moebius fue un trabajo muy curioso.y lo de byrne,un trabajo muy deslucido por culpa de tom palmer.y,para mi,desde luego,la representacion artistica de mefisto siempra sera la de buscema,por encima de otras comola de romita jr.

y,es cierto,al personaje le sentaba muy bien estar en un grupo como los defensores,pero es que a estela plateada(es una de las traducciones mas chulas de un personaje que he visto.siempre me gusto)le sienta mejor ser un secundario de lujo que un actor principal.

o eso creo.

http://www.dailymotion.com/video/x2g7fq_joe-satriani-surfing-with-the-alien_music

Quonso
Quonso
Lector
26 marzo, 2014 14:30

frankbanner71, muy de acuerdo con ese favoritismo por la etapa de deMatteis 😉

La novela gráfica de Lee&Kirby la publicó Planeta en el 98, es esta:
http://www.todocoleccion.net/silver-surfer-por-stan-lee-jack-kirby-forum-1998~x31876638
Y no se ha vuelto a editar por aquí. Busca en el mercado de segunda mano.

Jerónimo Thompson
Lector
26 marzo, 2014 16:22

Excelente artículo 😉

Con la etapa que más disfruté yo fue con la de Starlin, en la que Ron Lim tampoco se portaba nada mal, en mi opinión. La pena es que la conclusión de esta etapa, El Guantelete del Infinito, no estuvo a la altura de los números previos (+ Thanos Quest) Quizá si Pérez hubiera aguantado hasta el final, el pobre guión de Starlin hubiera lucido algo más, pero entre el cambio de dibujante, y que Lim tampoco debió de contar con mucho tiempo para dibujar los números que le tocaron…

Raúl Peribáñez
Raúl Peribáñez
Lector
26 marzo, 2014 17:38

Creo que no habéis mencionado la película en la que dos marines debaten sobre qué Estela es mejor, si la de Kirby o la de Buscema.

Khonshu
Khonshu
Lector
26 marzo, 2014 18:47

En realidad no eran marines, sino marinos.

Y gilipollas, porque el bueno bueno es el de Buscema.

Ocioso
Ocioso
Lector
26 marzo, 2014 18:49

Me interesa el debate sobre como mola mas, con o sín braguita.

Khonshu
Khonshu
Lector
26 marzo, 2014 19:11

Mi opinión:

– Con slips
– Sin orejas
– Sin dedos en los pies (esto no sé si lo ha hecho alguien, pero por si acaso)
– La tabla redondeada por ambas puntas
– La tabla sin aleta

La verdad es que no sé si hay algún dibujante que haya cumplido todos esos requisitos.

Jerónimo Thompson
Lector
26 marzo, 2014 20:02

El de Ron Lim (que me crucifiquen, pero es el que más me gusta… sí, incluso más que el de Buscema), y entre otras cosas, me convence precisamente por eliminar los absurdos calzones.

frankbanner71
frankbanner71
Lector
26 marzo, 2014 20:09

la peli era MAREA ROJA,¿no?.y la discusion entre los dos marinos,la zanjaba denzel.

y dicha linea de dialogo estaba escrita por tarantino,por cierto,aunque la peli fuese de ¿tony scott,puede ser?.

Truvor
Truvor
Lector
26 marzo, 2014 20:10

Quonso dijo «Como padre de una niña llamada Estela»

Me he acordado del chiste ese de

-papa, porque siempre haces lo que dice mama?
-por que se lo prometí a cambio de poder elegir tu nombre.
-y mereció la pena, papa?
-cada puto momento, Mazinger, cada puto momento.

Lemmytico
Lemmytico
Lector
26 marzo, 2014 20:11

Coincidimos en gustos estéticos plateados Khon. Y en que el bueno, bueno es el de Buscema. Si por algo merece la pena la serie original con Lee es por esos dibujazos que se marcaba Big John. Bueno, los guiones también molaban, pero como dicen en el artículo, quizá un poco demasiado teatrales. Y a partir de la mitad de la serie, cuando se ve a Lee desesperado por remontar las ventas, la calidad cae en picado.

Pero vamos, números como el primero, el del enfrentamiento con Loki o la primera aparición de Mephisto me parecen hitos del comic USA.

Qué ganas tengo de la serie de Slott-Alldred. Tanto la premisa como el equipo me parecen destinados a que sea cosa grande. Es el lanzamiento al que tengo más ganas de este All-New-Chachi-que-sí-Marvel-Now.

Khonshu
Khonshu
Lector
26 marzo, 2014 20:16

Me faltó un atributo indispensable:

Que no tenga ojos gigantes!!!

Por eso no me gusta el de Kirby, ni el de Lim, ni Allred, esos ojos enormes de alien afean el conjunto.

Al final va a ser que sí, que el de Buscema me marcó mucho y no admito otras interpretaciones.

Ocioso
Ocioso
Lector
26 marzo, 2014 20:28

A mí siempre me gustó el de Buscema seguido por el del otro Buscema. Cuando apareció el de Moebius me pareció espantoso, sin embargo ahora es el que mas me gusta.
Ahora, malo malo, pero lo que se dice malo malo malo, el de la portada de Joe Jusco para El dia del juicio. ¿Que necesidad había de dibujarle tantísimos músculos y ese paquetón?
Y aunque ya lo he comentado alguna vez repito que el Surfero de la película de los 4F me parece una reimaginación cojonuda, mejor que muchas de las versiones dibujadas que hemos tenido que padecer.

Khonshu
Khonshu
Lector
26 marzo, 2014 20:51

Por cierto, felicidades a Eneko, Sergio y Luis por el artículo. aún no me lo he podido leer entero, pero es una gozada de exhaustivo. Veo que hay un par de novelas gráficas que ni sabía que existían.

En cuanto a música, en el 99 hubo un tema de música electrónica muy famoso llamado «The Silver Surfer» que llegó a salir en disco y cuyo vídeo musical se componía de imágenes de la serie de dibujos. En VH1 lo ponían mucho.

Lo «compuso» un dj alemán, Hardy Hard, pero al parecer era una reversión de «Beams of Light», un tema hecho con sonido midi del 89 y desde entonces ha arrastrado la polémica de que Hardy Hard se lo apropió sin decir quién era el autor original.

Aquí «The Silver Surfer», de Hardy Hard:

https://www.youtube.com/watch?v=Wi6ZG2CmHo8

Y aquí «Beams of light» de Walkman:

https://www.youtube.com/watch?v=IZAn8pTR2F0

La verdad es que la melodía es bastante pegadiza. Yo desde entonces siempre me imagino a Norrind Radd surcando las estrellas con esos acordes.

Terrific Lines
Terrific Lines
Lector
26 marzo, 2014 21:02

Hay pocas ideas tan geniales como la de un tipo navegando a través del cosmos sobre su tabla de surf. Otra demostración del genio que era Jack Kirby y su capacidad creativa sin límites.

Saludos!

Spirit
Spirit
Lector
26 marzo, 2014 21:49

Pedazo de artículo, mis felicitaciones.

Yo soy de los que abogan por una reedición de la etapa Englearth/ Rogers/ Starlin/ Lim en formato económico (no merece más), que sin ser la polla en vinagre sí que creo fue una etapa digna y entretenida y nunca más reeditada. Aunque sea en un tochal en papel poroso y malo.

Por lo demás, he de reconocer que a mi ESTELA PLATEADA nunca me ha entrado. Un tipo llorón y metafísico que debería sacar la mala leche de vez en cuando…

Ocioso
Ocioso
Lector
26 marzo, 2014 21:58

¿Te parece poco enfadado en la última viñeta de la primera serie? Si hasta le salen estalactitas de babas.

Antoine
Antoine
Lector
26 marzo, 2014 22:08

Jo, una vez más, os habeis salido.

Articulazo.

Terrific Lines ha comentado: «Hay pocas ideas tan geniales como la de un tipo navegando a través del cosmos sobre su tabla de surf. Otra demostración del genio que era Jack Kirby y su capacidad creativa sin límites.»

Cierto, cuando el rey acertaba, acertaba.

Ahora, cuando no acercaba, no acertaba.

http://3.bp.blogspot.com/_SU2-zB5SIlA/SkLpExPPq3I/AAAAAAAAAFA/YFwMNjtZYdM/s400/blackracer.jpg

Alejandro Ugartondo
Autor
27 marzo, 2014 0:08

Un artículo genial de uno de mis personajes favoritos de Marvel.

Yo también soy de los que prefieren el Estela de John Buscema. Los primeros números del primer volumen creo que dan la versión definitiva del personaje. También me gusta mucho el de Moebius.

Estaría bien que Panini editara alguna de las novelas gráficas del personaje, que tienen muy buena pinta

Khonshu
Khonshu
Lector
27 marzo, 2014 1:16

Ya me lo leí completito.

Soberbio artículo.

Me sorprendió que desconocía la existencia de varias novelas gráficas (y algunas muy importantes): la de Lee/Kirby de los 70, el especial de Jhon Byrne y la de Keith Pollard.

Lo único que me extraña, es que de repente acabais el artículo muy abruptamente y os saltais todo lo publicado en los últimos años por Panini con el personaje:

– No hay mención a Silver Sufer vol. 4, la breve serie que precedió a Aniquilación y que fue un fracaso (con espantada de su dibujante filipino, a quien pudio la presión).

– No hay mención a Requiem, la miniserie de Straczinsky con Ribic, que creo que es un producto bastante importante.

– Tras Aniquilación, hubo una mini llamada Heraldos de Galactus con una historia dedicada a cada heraldo elemental. Aunque no recuerdo de qué iba la de Estela, igual es una de las que mencionáis.

– No hay mención a los números de Thor de Fraction y Coipel en los que Esteloa recupera su libre albedrío y Galactus gana un nuevo heraldo (quizás el peor que ha tenido).

– No hay mención a la serie limitada «En tu nombre», con guiones de Simon Spurrier.

– Ni tampoco a la de Greg Pak y Harvey Tolibao, la que aquí se llamó «Devolucionado».

No sé si os habéis saltado todo esto por ser el material más reciente y fácilmente encontrable, pero parece como si os faltara un último capítulo en el artículo. Todavía hay un gran hueco que cubrir hasta la serie de Slott y Allred.

Odinson70
Lector
27 marzo, 2014 1:50

Mi imagen favorita de Silver Surfer:

http://whencallsgalactus.com/files/2013/10/Silver_Surfer_Judgment_Day_by_JoeJusko.jpg

Lo firma Jusko, pero si no pintó sobre un boceto de John Buscema, poco le faltaría….

Franz
Franz
Lector
27 marzo, 2014 5:56

Gran, gran artículo. Esto es continuidad, DC! Un personaje desarrollándose a través de casi 50 años de historias interesantes, sin «reseteos»! Por otro lado, por qué siempre me ha parecido starlin enamorado como una quinceañera de su thanos? Siempre buscando la manera de darle poder y protagonismo. El mejor thanos? El de DnA en Aniquilación, perfecto, en un segundo plano, sin joder.

Arturo Porras
27 marzo, 2014 10:26

Estela no ha sido uno de mis personajes preferidos, pero si uno de esos que me gusta ver frecuentemente. No he podido seguir mucho su trayectoria editorial. Quería probar la etapa clásica Lee-Buscema en MG pero ya está agotada. Si que leí Parábola, por esa extraña pareja que forman Stan y Moebius. También la parte final de Abnet y Lanning con Los Aniquiladores, muy flojo comparado con todo lo anterior. Y El gustazo de leer el comienzo de los Defensores de Englehart.
En espera de lo que traiga el nuevo equipo creativo de Siver Surfer, que está creando muchas expectavivas.
Huelga decir que grandísimo artículo. Felicidades a los autores. Cada día mejor

AlbierZot
AlbierZot
Lector
27 marzo, 2014 11:14

Kirby o Buscema, ¿qué tal lo mejor de ambos?:

http://goo.gl/ARq8At

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
27 marzo, 2014 12:23

Bueno; lo primero es lo primero.
Enhorabuena y gracias por otro artículo de la leche. Sois la polla.

«- Con slips
– Sin orejas
– Sin dedos en los pies (esto no sé si lo ha hecho alguien, pero por si acaso)
– La tabla redondeada por ambas puntas
– La tabla sin aleta»

Concuerdo en todo, excepto en lo de los slips. Aunque tampoco es que me molesten no les veo la necesidad ni la utilidad ni el sentido.
Y lo de los dedos en los pies no me importaría verlo, a ver cómo queda. Porque no ha habido ningún dibujante que lo representase con dedos en los pinreles, ¿no?

Y, en cuánto al personaje, a mí me gusta, me cae simpático. Pero lo prefiero como secundario. Más aún; lo prefiero como estrella invitada. Como alguien que pulula por el fondo, que sabes que anda por ahí, pero que sólo aparece muy puntualmente o cuando es necesario.

Por eso, aunque he leído unas cuantas de las novelas gráficas que se señalan en el artículo apenas he seguido sus series. Tengo la de Lee/Buscema, que a mí me encanta; cierto que Stan está un poco pasado en cuanto a teatralidad y que la filosofía es de baratillo pero a mí me gusta y, si encima, los dibujos corren a cuenta de un John Buscema dándolo todo… miel sobre hojuelas (para mí, independientemente de que otras versiones también me gusten, los Estela y Mefisto definitivos son los de Big John). También seguí la de DeMatteis y Garney y le echaré un ojo a la de Slott y Allred porque tiene pinta de ser bastante personal. Pero, fuera de eso, la verdad es que no he seguido demasiado las colecciones y aventuras del surfero cromado. Y es que me cuesta mucho ponerme con las historias cósmicas. Lo que a algunos os pasa con la magia a mí me pasa con lo cósmico. Supongo que por eso me gusta tanto la versión de Estela de papá Lee aunque a veces parezca Calimero con un empacho de artículos de Paulo Coelho.

También me moló la versión de Moebius.

Y no estaría mal que Panini sacase un tomo con todas esas novelas gráficas al estilo del que sacaron de Lobezno y Nick Furia, no…

No tenía ni idea de que estuviese descatalogado el Marvel Gold de Estela Plateada. Menos mal que me lo pillé en su momento.

nascitturuss
nascitturuss
Lector
27 marzo, 2014 18:02

Impresionante el artículo. Todo un repaso al.personaje. Felicidades y enhorabuena.

georgepak
georgepak
Lector
28 marzo, 2014 5:14

Impresionante,verdaderamente impresionante! Sin palabras,felicidades por este enorme artículo ! A alguien más le pareció bien el diseño de Estela en Fantastic Four:Silver Surfer?

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Lector
28 marzo, 2014 8:05

si es que lo dificil era que saliese mal un estela plateada en cine.si ese tipo de tecnologia ya molaba desde el mismo principio con el terminator liquido,y de eso hace ya la tira.

que si,que claro que molaba.

lo que no molaba era el resto de la peli,xd¡.