#ZNDayKentaroMiura – Oh-Roh y Oh-Roh Den

Reseña de Oh-Roh y su secuela, una de las primeras obras del maestro MIURA Kentaro.

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1901

Edición original: 王狼 (Hakusensha, 1989).
Edición nacional/ España: Panini Cómics.
Guion: Buronson.
Dibujo: MIURA Kentaro.
Entintado: MIURA Kentaro.
Formato: Rústica, 200 páginas.
Precio: 8,50 € (cada tomo)

El lobo estepario y su cachorro

«A partir de ahora voy a ser Gengis Khan, el rey lobo»

A finales de los ochenta, en los primeros años de producción de MIURA Kentaro, éste tenía un ritmo mucho más acelerado. Era capaz de escribir y dibujar Berserk, y al mismo tiempo, embarcarse en otras aventuras narrativas y artísticas. Y tenía tiempo para todo, porque era joven y apasionado, hasta que los años hicieron mella y empezó a reducir su actividad artística, cosa por otro lado completamente lógica, teniendo en cuenta los ritmos de publicación draconianos de las revistas de manga japonesas.

Es así cuando, en 1989 unió sus fuerzas con uno de sus ídolos, OKAMURA Yoshiyuki, más conocido como Buronson, que acababa de finalizar su obra más conocida: El puño de la Estrella del Norte, para crear Oh-Roh, el rey lobo, una historia que sería el principio de una trilogía de colaboraciones durante los próximos tres años, hasta que Miura decidió volver a centrarse en su obra principal.

Si en Japan viajábamos a un lejano y postapocalíptico futuro, aquí vamos a hacer el recorrido inverso. Iba es un joven deportista practicante de kendo, apasionado de la historia, que decide hacer un viaje a la ruta de la seda, y desaparece misteriosamente. Su novia, Kyoko, sumida en un profundo pesar y tras un año de espera, decide viajar a la zona en la que se le perdió la pista, y de repente, es engullida por un gigantesco tornado que, ante su sorpresa, le traslada a la China del siglo XIII, sometida por aquel entonces bajo el yugo de Gengis Khan, el lobo de las estepas, y su imperio mongol. Aquí, Kyoko se encuentra a su amado Iba luchando en una especie de circo de gladiadores, y a partir de entonces comienzan a vivir aventuras e intentar sobrevivir en estos violentos y oscuros tiempos.

En el primer tomo, Buronson hace un interesante ejercicio aprovechando una vieja y teoría que hace años sostenían algunos historiadores, y que dice que Yoshitsune Minamoto, el legendario general samurái, no se suicidó en 1989 realizando el ritual seppuku, en plena era Kamakura, como se creía, sino que emigró a Mongolia con su inseparable compañero Benkei, y bajo el nombre de Gengis Khan, construyó el clan Genji, así como el imperio mongol que hoy todos conocemos. Esta loca teoría se fundamenta en poco más que vínculos secundarios cogidos con alfileres, y el desconocimiento de la vida temprana de Gengis Khan, sirve de excusa perfecta a Buronson para crear una ligera y entretenida historia de samuráis con un inesperado final que podría haber cerrado perfectamente la historia de Iba. Sin embargo, Buronson decidió hacer una secuela en forma de tomo único también, para contarnos el resto de la vida del protagonista.

En el segundo tomo, Oh-Roh Den, publicado un año después en 1990, la acción se sitúa unos años más tarde, y se centra en el hijo de Iba, Kublai Khan, el histórico nieto de Gengis Khan que intentó invadir Japón dos veces, y en cómo evoluciona hasta convertirse en un indómito guerrero. No obstante, pese a ser una secuela innecesaria, ya que el primer tomo funciona bien como historia autoconclusiva, aun con ese precipitado final, hay que decir que es más entretenido que el tomo anterior. Tenemos más batallas, más trama y más personajes históricos, como por ejemplo, Nichiren, fundador de una rama japonesa del budismo. El problema es que la trama se le va de las manos definitivamente a Buronson, introduciendo unos villanos excesivamente fuera de lugar, y un final insatisfactorio que no cierra del todo la historia de Iba.

Pero si hay algo verdaderamente destacable de esta historia dividida en dos partes, es el apartado artístico, obra de MIURA Kentaro. Esos increíbles paisajes de la China medieval, los ejércitos posicionándose frente al enemigo antes de la batalla, para dar paso después a caóticas escenas de sangre y mutilaciones, cruda violencia como la misma guerra, son algunos de los momentos más destacables. Pero si en algo brilla Miura, es en los combates uno contra uno. Especialmente brillantes son los momentos en los que Iba utiliza las técnicas y posiciones del kendo cuando se enfrenta a diferentes villanos en el primer tomo, puesto que en el segundo abandona esa forma de luchar. Esos combates desproporcionados de David contra Goliat, en el que el héroe de turno se enfrenta a un enemigo tres veces más grande, son uno de los clásicos de Miura que aquí están presentes en numerosas ocasiones.

Los diseños de los personajes son, eso sí, muy típicos del autor. No hay un trasunto de Gatsu, como ocurría en Japan, pero sí que son la mayoría de ellos hombres vitaminados exageradamente grandes y rudos, salvo el protagonista. A destacar queda el diseño de Gengis Khan, que no puede ser más molón, y el de su fiel compañero Benkei, que tiene una idiosincrasia física muy particular.

Lo mejor

• El curioso experimento histórico.
• Las escenas de acción, absolutamente trepidantes, marca de la casa de Miura.

Lo peor

• Es un Miura temprano, su dibujo puede parecer confuso y no ser plato de buen gusto para todo el mundo.
• En el fondo, no es más que un isekai ligero, por lo que cuidado si vas con las expectativas muy altas.

Edición original: 王狼 (Hakusensha, 1989). Edición nacional/ España: Panini Cómics. Guion: Buronson. Dibujo: MIURA Kentaro. Entintado: MIURA Kentaro. Formato: Rústica, 200 páginas. Precio: 8,50 € (cada tomo) El lobo estepario y su cachorro "A partir de ahora voy a ser Gengis Khan, el rey lobo" A finales de los ochenta,…
Guión - 6.5
Dibujo - 8
Interés - 6.5

7

Ligero

Miura y Buronson firman un díptico de samuráis con una trama fantástica en un contexto histórico que se devora en un santiamén y que nos da todo lo que los fans de Miura buscamos: sangre y espadazos.

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