X-Men: The Animated Series (20º Aniversario)

¡¡Que la vena nostálgica no pare!! La serie de dibujos animados de la Patrulla-X ha cumplido a comienzos de este mes su vigésimo aniversario. Para celebrar la ocasión, en el número de este mes de la revista Dolmen (206) han publicado un artículo analizando los origenes y el éxito de la serie que sorprendió a más de uno. Este artículo lo ha realizado nuestro compañero Raúl Peribañez, quien ha tenido a bien cedernos las primeras páginas de su completísimo artículo para compartirlas con todos vosotros. Por supuesto, en la propia revista encontraréis el artículo completo con altas dosis de nostalgia. Os dejamos con el artículo, salseado con algún que otro video.

Antecendentes:

En los años 80, Uncanny X-Men se convirtió en la colección más exitosa de Marvel Comics vendiendo medio millón de ejemplares cada mes y superando en popularidad a personajes tan conocidos como Spiderman o Hulk. Pero si los mutantes pasaban por una etapa muy dulce en los cómics muy distinto era en proyectos más ambiciosos, como series de televisión o películas de imagen real. Tal vez la traslación de un medio a otro era excesivamente complicada por el abundante número de personajes y la dificultad técnica para plasmar sus extraordinarios poderes. Si acaso, la única posibilidad era una serie de animación, pero más allá de una aparición estelar en Spider-man and his amazing friends, los X-Men parecían estar limitados a las viñetas.

En 1989, Marvel dio por fin el primer paso para la producción de una serie de televisión protagonizada por estos personajes. Para ello, se dedicó el presupuesto que, inicialmente, iba a estar destinado al episodio número 13 de RoboCop: The animated series, para realizar el episodio piloto y se contrató a Toei Animation, el estudio japonés del que habían salido series tan conocidas como Mazinger Z o Transformers. Como era de esperar viniendo de un estudio nipón, la animación era superior a la de las series norteamericanas en todos los aspectos, aún padeciendo continuas repeticiones de algunas secuencias con el fin de reducir costes. Desgraciadamente, el episodio fallaba en la parte literaria. Por un lado, el argumento parecía hecho con la misma plantilla que otras series americanas: el grupo de los buenos tiene que detener la amenaza del grupo de malos, estos últimos terminan escapando –obviamente, para volver en el próximo episodio- y los protagonistas se despiden del espectador lanzando un mensaje al aire: ¡Sí, los X-Men han vencido a Magneto, pero quién sabe la próxima vez. Magneto anda libre por ahí, esperando, planeando… ¡Preparándose para destruir a la humanidad! ¡Pero ante cualquier desafío o amenaza, los X-Men estarán allí impedirlo! Curiosamente, lo único original al respecto era que la voz pertenecía al mismísimo Stan Lee.

Hablando de voces, una de las críticas más duras venía por la voz de Lobezno, que pertenecía a un actor australiano, cuando el personaje es canadiense: durante el capítulo, Lobezno le llama “dingo” (una especie de lobo propia de Australia) a Pyro y los productores pensaron entonces que debía ser de origen australiano, de ahí que eligieron un actor originario de ese país. Al margen de esta anécdota, también es cierto que había algunos diálogos que se atrevían a hablar sobre la marginación de los mutantes por parte de los humanos, pero en general se pasaba de puntillas sobre el tema y, en cualquier caso, el tratamiento era muy inocente.

Por todo esto, el proyecto se quedó en un simple episodio que fue comercializado directamente en vídeo (ver video anterior) -y que a España ni tan siquiera llegó. El título que se le dio, Pryde of the X-Men, hacía referencia a Kitty Pryde, la joven mutante mediante la cual conocíamos al Profesor Charles Xavier y a la Patrulla-X, aquí formada por Cíclope, Tormenta, Lobezno, Rondador Nocturno, Coloso y Dazzler. La amenaza a la que hacían frente era Magneto, quien de primeras era preso del ejército norteamericano y era liberado por sus compañeros de la Hermandad de los Mutantes Diabólicos: la Reina Blanca, Juggernaut, Pyro, la Mole y el Sapo. También se presentaban otros elementos típicos de los cómics, como la Sala de Peligro, Cerebro, el Pájaro Negro, el Asteroide M o el dragón Lockheed. En general, los personajes eran fieles a sus versiones de papel, pero se podían encontrar diferencias, como que la Reina Blanca pertenecía a la Hermandad y que lanzaba rayos o que Lockheed se encontraba en el Asteroide M sin saber muy bien por qué.

Sidney Iwanter, uno de los miembros ejecutivos de la cadena Fox Kids, recordaba la impresión que le dejó: Marvel produjo aquel episodio piloto para ofrecérselo a Fox y ver si estaban interesados en realizar el proyecto. Pero cuando los ejecutivos lo vieron no les agradó lo más mínimo. Yo también me quedé con la boca abierta. Era una producción de la propia Marvel, pero ¿era eso lo que querían hacer con X-Men? Era una basura. Era como si todo lo que se podía hacer mal estuviera en ese episodio. Me refiero, por ejemplo, al enfoque que le dieron a Lobezno… ¡Pero si hasta le pusieron acento australiano! Luego estaba lo del protagonismo de Kitty Pryde. No lo entiendo. ¿Quién demonios es Kitty Pryde? No es un personaje tan importante como para que todo girara en torno a ella.

Pese a que el proyecto no salió adelante, Konami trasladó el concepto y los diseños a la salas de recreativos de todo el mundo en forma de un juego de arcade similar a otros de la época (Golden Axe, por ejemplo). La Patrulla-X tenía, primero, que salvar el mundo de Magneto y después rescatar al Profesor X y a Kitty Pryde, quienes habían sido secuestrados por el propio Amo de Magnetismo. Este juego presentaba algunas novedades respecto al episodio de televisión, como la aparición de los Centinelas, Nimrod, el monstruo Wendigo o Mística -que usaba su poder mutante para hacerse pasar por otros personajes. También había un pequeño homenaje a los cómics de John Byrne, pues en los créditos finales aparecían dibujos suyos de X-Men.

Génesis Mutante:

Con la llegada de los 90 los mutantes alcanzaron las máximas cotas de popularidad. Si ya en los últimos años se había vuelto muy habitual la aparición de títulos satélite (Wolverine, The New Mutants, etc.), en octubre de 1991 tuvo lugar un hito histórico: se publicó el primer número de la segunda serie de la Patrulla-X titulada, simplemente, X-Men, y para colmo se vendió la friolera de ocho millones de ejemplares. Entre otras cosas, este éxito arrollador se debió a los espectaculares dibujos de Jim Lee, quien supo dar además un aspecto moderno y sofisticado a los personajes. Lamentablemente, esta nueva etapa también coincidió con la marcha de Chris Claremont, quien había escrito las aventuras de la Patrulla-X desde hacía más de una década, lo cual no frenó el éxtasis mutante del momento.

Con este escenario tan positivo, en Marvel tenían claro que había que sacar adelante la serie de animación. Pero todavía estaba presente el malestar que supuso aquel episodio fallido, así que esta vez estaban abiertos a las sugerencias que llegaban desde Fox. De este modo, surgió una colaboración muy estrecha entre las dos empresas. Por parte de Marvel, la cabeza visible era Joe Calamari, y por Fox el mencionado Sidney Iwanter; ellos dos tomaban las decisiones finales, si bien el trabajo del día a día quedaba en manos de otras muchas personas.

Finalmente, debutó finalmente el 31 de octubre de 1992 en la cadena Fox Kids. X-Men: The animated series fue todo un éxito y Marvel aprovechó el tirón para lanzar productos relacionados, como la adaptación a comic en X-Men Adventures o una potente línea de juguetes con Toy Biz. Con el paso de los años se llegaron a emitir hasta 76 episodios en las cinco temporadas que duró el show. Su importancia fue tal que propició la adaptación de muchos otros cómics de Marvel durante la década de los 90 y, junto a la contemporánea serie de Batman, demostró que los dibujos animados podían tener un enfoque serio y adulto. Signo de ello, la crítica la considera ahora una de las mejores producciones de la historia.

Hay muchos factores que explican el éxito de esta serie. Para empezar, en Marvel tenían claro que si la Patrulla-X de Lee gustaba a los lectores de cómics, había que darle la misma receta a los espectadores de televisión: utilizaron los mismos personajes que aparecían en X-Men, cambiando solamente a Mariposa Mental por Tormenta, tal vez para evitar la redundancia de que hubiera tres telépatas (ya estaban el Profesor X y Jean Grey) e incluir un personaje de raza negra. Además, se utilizaron los mismos diseños que Lee había hecho para los personajes, respetando incluso la forma en que dibujaba los rostros. Y se adaptaron las historias que recientemente había dibujado este artista, como el enfrentamiento con Rojo Omega, el encuentro entre Gambito y Belladonna o el viaje al mundo de Mojo. Estas no eran precisamente las historias más adoradas por los aficionados, pero Marvel esperaba generar así sinergias entre los dos medios y, en cualquier caso, estos capítulos eran pocos en comparación con los basados en la fuente principal: los cómics escritos por Claremont desde 1975 a 1991. Porque si las historias del Patriarca Mutante eran las que habían catapultado al éxito a los X-Men durante 17 años, qué menos que tomarlos como inspiración.

Cuando Iwanter fue contratado por Fox, su jefe le preguntó qué haría él para lanzar X-Men. La verdad es que yo nunca fui un gran aficionado a los cómics. Había leído cómics, por supuesto, pero no era tan experto como saber que pasaba en la viñeta 62 en el número 312. Sin embargo, conocía la historia en general de X-Men y de algunas líneas argumentales en particular, por lo que sabía la complejidad y la sofisticación a la que habían llegado esos personajes. Recuerda que el comic que comenzó en 1961 y desde entonces los personajes fueron creciendo y muchos de ellos desarrollaron su propio universo, las historias se volvieron cada vez más sofisticadas, especialmente con la etapa de Claremont. No puede hacer una serie de X-Men propiamente dicha si no adaptas toda esa complejidad. Sin embargo, lo cierto es que esa extensa etapa se había desarrollado con lógicos altibajos, en ocasiones provocados por las diferencias creativas entre el guionista y la editorial, en otras por malas decisiones del propio autor o por su peculiar forma de dirigir la serie. Conscientes de todo lo bueno y malo que había caracterizado Uncanny X-Men durante esos años, los responsables filtraron la continuidad original quedándose con las historias clave y diseñaron una saga propia en la que ni los lectores más acérrimos podían vaticinar qué vendría a continuación.

Esos responsables fueron muchos, algunos de ellos nombres conocidos para los lectores de cómics: Stan Lee, creador de la Patrulla-X original, sugirió ideas para la primera temporada; Bob Harras, editor y guionista, hizo aquí la función de consultor; Len Wein, creador de muchos personajes de la Patrulla-X de 1975, escribió algunos episodios… Pero como suele ser habitual en este tipo de producciones, la mayoría eran personas ajenas al mundo del comic. Si no fuera por los guiones, esta serie hubiera sido tan olvidable como muchas de las cosas que se hicieron en los 80, dice Iwanter. Pero tuvimos la suerte de contar con buenos guionistas.

Firma Invitada: Raúl Peribañez.

Encontraréis el artículo completo en el número #206 de Dolmen.

Inevitablemente, cuando mis compañeros se enteraron de que hoy ibamos a publicar este artículo no pudieron resistirse, tras el visionado de varios videos de youtube para saciar el hambre de nostalgia mutante noventera, a aportar su granito de arena en forma de breve opinión. Esto es lo que nos han dicho:

Juan Sangrós: Yo era el raro en el patio del colegio. Era el único que quería jugar a la Patrulla X y no a los Power Rangers. Claro que tendría sobre seis años en la época, como mucho. Sería esa melodía que se me incrustó hasta el adn, sería que trataba temas como el divorcio o la muerte y me hacía sentir mayor, o quizás una de las mejores amalgamas de personajes que recuerdo en unos dibujos, rezumando carisma a borbotones. Sea como fuere, recreo tras recreo, bocata en mano, insistía en que había un tipo con garras de hierro (sí, hierro) que era más fuerte que el quinteto de Angel Groove. Nunca nadie me creyó. Era una época más luminosa para la televisión, en la que Telecinco lucía una flor en su logo y en vez de prensa rosa emitían las aventuras de unos mutantes al servicio de un paralítico. Una época más oscura para el cómic en los niños, algo casi anacrónico por aquel entonces, pero aún así una época genial. Mi mayor preocupación en la vida era discurrir si Cíclope lo veía todo en rojo, o si se duchaba con gafas. Así que no exagera mis palabras la nostalgia cuando afirmo que era serie era sublime. Inconcebiblemente sublime. Y cuando llevas poco más de un lustro en el planeta, y lo más molón que has podido ver es el Pato Darkwin, la serie de la Patrulla X –de lunes a viernes a las 18:00- te parece lo mejor que se ha hecho nunca. ¿Y sabéis qué? Quizás lo fuera. Destaco las relaciones interpersonales. ¡Era una serie de niños con un maldito triángulo amoroso, maldición! ¿Dónde se había visto eso? Los roces entre integrantes, los dobles raseros morales (salvando las distancias), el ostracismo de las minorías, la enfermedad, los cameos y más cameos y más cameos (¿hay algún personaje sin unos segundos en esa serie?). Echo de menos tener seis años, el amarillo y el azul.

Jordi T. Pardo: Nunca he sido un gran seguidor de los X-men, o la Patrulla X para los más veteranos, he disfrutado mucho etapas como la clásica de Chris Claremont o de trabajos como el de Joss Whedon en su estancia en Astonishing X-men pero, en el fondo, nunca han sido mis lecturas ni héroes de cabecera y eso, en parte, soy consciente, es culpa y responsabilidad de esta adictiva serie animada de los X-men que veía y seguía cuando todavía los cómics era un gran misterio para mí. Ese opening cañero hacía que fuese imposible ignorar la serie una vez lo escuchabas y luego, el sentido de la aventura y sus personajes, todos ellos fascinantes, te tenían pegado al televisor como pocas historias más conseguían… hasta que llegaba ese odioso continuará y tenías que esperar al capítulo siguiente para saber cómo los mutantes se saldrían de su nueva y comprometida situación. Para mí, Cíclope, Tormenta, Lobezno, Gambito, Bestia, Pícara, Jean Grey y Júbilo siempre ha sido y serán la mejor alineación posible de los X-men –sólo echaría en falta a Coloso y Rondador Nocturno- y en mi mente tiendo a recordarlos con los uniformes de la serie creada por Larry Houston y Frank Squillace. Y los villanos. Puede que sea las reminiscencias de una época en la que todo era más sencillo, las sensaciones eran más vividas y todo resultaba sorprendente pero personajes como Magneto, Juggernaut, Mística o Dientes de Sable nunca me han vuelto a parecer tan imponentes ni me han resultado tan fascinantes y atractivos. Y todo esto pese al esfuerzo de muchos buenos guionistas y artistas que han pasado por las páginas de los cómics o de las interpretaciones que hemos podido ver en las películas de la FOX en los últimos años. Hemos leído historias más complejas y más adultas a lo largo de las décadas, personajes cada vez más grises y ambiguos, pero con el tiempo nos damos cuenta, a veces no se necesitan tantas vueltas de tuerca ni tantos artificios, basta con apelar a nuestro sentido de la maravilla y la serie de los X-men supo hacer eso para mi generación y dejarnos una huella imborrable en el camino.

Daniel Gavilán: Hace muchos años, cuando todavía eramos jóvenes y nuestras tardes eran sinónimo de bocadillos de foie gras de LaPiara antes de clase de natación, nuestras televisiones estaban repletas de series de animación como Los Guardianes de la Galaxia, Lupin III, Caballeros del Zodíaco o Campeones. Fue entonces cuando llegaron los X-Men, quienes en principio solo parecían un grupo de supertipos entre tantos otros más. Sin embargo, fue ver el primer capítulo y tener claro que se trataba de una serie diferente: De los ocho integrantes originales del equipo, uno moría, otro iba a la cárcel y otro dejaba el equipo a los pocos capítulos porque estaba enamorado de la chica del jefe de grupo. Aquello era demasiado para ser procesado por un crío que había crecido a base de G.I. Joes y Thundercats. Gracias a aquella serie, hubo una época en que todos los chicos queríamos ser Lobezno; y ellas, como Pícara. Una época en la que le cogimos manía al boy scout de Cíclope mientras intentábamos conquistar a la pavisosa Jean Grey o estábamos fascinados por el halo de misterio de Gambito. Hubo una época en la que respetamos a Bestia y Tormenta como a hermanos mayores, o en la que nombres como Magneto, Apocalipsis, Siniestro o los Centinelas intimidaban más que el peor de nuestros profesores. Una época en la que estábamos intrigados por el enigmático Cable y queríamos ver a Arcángel o Coloso entre los miembros de la Patrulla, o en la que gritábamos ”¡Yuriko! como solo lo hubiera hecho el canadiense. Una época en la que, en definitiva, aprendimos a amar a los X-Men por medio de la televisón. Luego llegarían los cómics y descubriríamos que las cosas eran muy diferentes e incluso mejores de como nos las habían presentado, pero el daño ya estaría hecho dejando irremediablemente huella en todos nosotros.

Luis Javier Capote Pérez: recuerdo que en aquellos tiempos la animación basada o inspirada en los comic-books empezaba a presentar productos de corte un tanto más maduro. Habían existido otros productos en años anteriores -y por ahí anda aquel Pryde of the X-Men de finales de los ochenta. Sin embargo, sería Batman: The Animated Series la que determinaría la conversión de las series de animación protagonizadas por superhéroes en un producto para todos los públicos (esto es, para un público no exclusivamente infantil). Después del apabullante éxito de la serie -del que habría que hablar algún día- era inevitable que Marvel probara suerte con sus franquicias punteras, así que la primera elegida fue aquella Patrulla-X que por obra y gracia de Chris Claremont, Jim Lee y la especulación había vendido siete millones de ejemplares de un solo número. Aquellos eran los mutantes que podías encontrar mensualmente en tu librería, lo que quizá chirriaba a quienes conocían sus aventuras más clásicas. ¿Cómo era posible que Xavier solo conociera vagamente al Ángel, que era uno de los miembros fundadores del equipo? ¿Por qué Coloso solo tenía algunas apariciones puntuales? ¿Júbilo en lugar de Kitty Pryde? ¡Por favor! Sin embargo, pese a la alineación correspondía a la etapa más reciente de la Patrulla-X, uno podía identificar perfectamente el espíritu de la serie en cada episodio. Ahí estaban la rivalidad entre Lobezno y Dientes de Sable, el triángulo amoroso Scott-Jean-Logan, el misterioso pasado del canadiense y su relación con Alpha Flight, el amor imposible entre Pícara y Gambito, la majestuosidad (casi más propia de Thor) de Tormenta, la ambigua villanía de Magneto… Recuerdo aquella tarde del otoño de 1993 en la que Telecinco programó los episodios iniciales de Sonic, Conan el Aventurero, Batman (previamente estrenada en el Panal Plus) y X-Men. La primera en la frente, los nombres estaban en inglés y uno escuchaba hablar de Yubilí, Guolverín, Gambit… Menos mal que retrasaron la emisión un año y se informaron en Forum para usar los nombres que aparecían en la edición española de la serie. La por entonces «cadena amiga» emitió solo dos temporadas y un poco más que repitió varias veces hasta 1997. Para verla completa hubo que tirar de canales de pago, pero la semilla estaba planteada. Después vino la serie de Spider-Man (altamente recomendable pese a los años pasados) el programa doble de Marvel Action Hour con los Cuatro Fantásticos y el Hombre de Hierro (con una primera temporada horripilante y otra más que decente) y más series que hicieron que la presencia de Marvel en la pequeña pantalla fuera tan constante como a día de hoy lo es la grande. Pensar en esta serie me trae recuerdos de los años finales de la carrera (qué viejuno que estoy), de la difunta franja infantil-juvenil vespertina (sustituida poco después por la telebasura más infecta) y en unos tiempos en los que las historias de mutantes eran cosa de friquis.