Va D BD 13: Polina

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Polina, Bastien Vivès; Diábolo Ediciones; 206 págs., bitono, 19,95 €.

El poeta y místico libanés Khalil Gibran, en referencia a las relaciones paterno-filiales, escribía en su libro El Profeta: Vosotros sois los arcos con los que vuestros hijos, como flechas vivientes son lanzados a la Vida.

La lectura de Polina, última obra realizada por Bastien Vivès, además de conmocionarme profundamente, ha hecho que rememore dicha frase, por cuanto este relato gráfico despliega de forma virtuosa ese contenido intuitivo y lúcido que Gibran regaló a la humanidad en 1923.

De hecho Polina es, sobre todo, eso: la historia de esa flecha que un arquero escoge y, tensando el arco, dispara hacia lo alto, hacia la inmensidad del existir. En su trayecto, titubeará el rumbo de la flecha por mil motivos; pero al llegar a su destino, un destino de plenitud, comprenderemos la conexión que vinculaba final y principio, alumna y maestro, «padre» e «hija».

La niña Polina Oulinov es, por supuesto, esa flecha: una chiquilla huérfana de afectos verdaderos, sin padre aparente y con una madre que sólo ve en ella un proyecto de estrella del ballet clásico ruso. Magistral, en la primera secuencia, la aridez y agresividad de esas gruesas pinceladas con las que Vivès retrata el deficiente ambiente afectivo en el que hasta ahora se ha criado Polina, cuyos rasgos son lo único que invoca con estilizada delicadeza el dibujante.

Su primer profesor, el señor Bojinski, adusto director de una academia de danza de cierto renombre, será el arquero (¿o tal vez el arco?) responsable de destapar las potencialidades artísticas (¿y qué es el arte, sino una concreción depurada de la vida?) de esta niña en camino hacia la adolescencia. Sus maneras rígidas, disciplinadas y marciales resultan casi censurables, al tiempo que su concepción de la danza clásica (metáfora del proyecto existencial) diríase anclada en posicionamientos excesivamente conservadores, tradicionalistas y formales. Pero, por encima de eso, queda la apuesta clara y firme del profesor -casi parecería que tímida en algunos momentos- de vincularse interpersonalmente con Polina. De volcarse en ella, de darse a ella, de proyectarla hacia su futuro… con una dedicación que en determinados instantes bordea esa ténue línea donde afecto y algo parecido al apasionamiento se entrecruzan y la cercanía física se torna ambigua.

Una vez establecido ese vínculo entre profesor y alumna, en mitad de un contexto que va cuestionando cada vez más las maneras de él y que a ella pretende asimilarla abogando por una singularización que en realidad la diluye, asistimos al despegue de Polina, alejándose de él en pos de otros horizontes. Es entonces cuando Vivès transita de nuevo por los terrenos que le son más propios: escarceos amorosos adolescentes esbozados con la habilidad narrativa de quien opta por sugerir antes que subrayar. Es entonces también cuando se confrontan las enseñanzas normativas y exigentes del «padre» con la laxitud de una espontaneidad defendida por un entorno de colegas que acaba demostrándose estéril y frustrante… Pero para cuando eso suceda, el maestro habrá sido ya humillado con la incómoda y tácita aquiescencia de su discípula.

Tras ello, de forma casi elidida, Polina encontrará su lugar y su diana, lejos de su infancia y adolescencia, lejos de Bojinski y de sus antiguos compañeros. Y habiendo triunfado, deseosos todos de estar cerca de ella, nuestra bailarina echará la vista atrás para revelarnos -y revelarse a sí misma- cuál es el origen de su actual estado de reconfortante autorrealización: la fe de aquel arquero que, creyendo tanto en ella, la disparó hacia el infinito… y supo dejarla marchar.

Comprenderán pues, los que me conozcan en profundidad, que al llegar al final de este hechizo conjurado por Vivès mediante silencios, sobreentendidos y trazos mínimos siempre pertinentes, no pudiese hacer otra cosa que romper a llorar… emocionado, agradecido, admirado.

[Reseña de Por el Imperio 1: El honor en Zona Negativa + Reseña de Por el Imperio 2: Las mujeres + Reseña de Por el Imperio 3: La fortuna + Reseña de Una amistad estrecha + Artículo sobre Vivès con reseña de El gusto del cloro ].

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Davidg
Davidg
Lector
27 octubre, 2011 13:31

A mi tambien me ha causado una gran sorpresa. Emoción a secas es una palabra que creo que define bastante bien lo que transmite la obra en su conjunto. Y reconozco que la danza es una disciplina que no me resuta atrayente, pero aún asi el señor VIVÈS ha estado muy bien. De lo que he leido este año, uno de los comics más destacados.

Omar Little
Omar Little
27 octubre, 2011 20:22

Varias veces lo he hojeado en la tienda pero nunca me decido. Algún mes «flojo» en compras caerá seguro.

Ocioso
Ocioso
Lector
27 octubre, 2011 21:22

Toni Boix ha comentado: Celebro no estar solo en esto de defender la obra
 
Me alegro de que digas esto porque es lo mismo que sentí después de leer las primeras críticas en la blogosfera patria. ¡Solo le sacaban defectos!
Es algo parecido a lo que sucedió con Asterios Polyp: obras que habían creado una gran expectación y que estaban destinadas a ser obras maestras. El reseñista las lee, y tras encontrar algunas cuestiones que no le terminan de convencer, centra en ellas su crítica dando la sensación de que solo hay defectos y casi ninguna virtud.
 
A mí me gustó mucho, mas por la relación de Polina con Bojinski y no tanto en las partes de escarceos adolescentes que parecían estar puestos ahí para cumplir con los fans incondicionales de Vives.
Dos momentos que me tocaron especialmente y que habrá que poner en spoiler:

Aviso de Spoiler

Polina pierde contacto con el profesor y le perdemos de vista durante bastantes páginas. Yo no veía el momento del reencuentro, donde podrían tratarse por fin de igual a igual, o casi. En estas que uno de los compañeros de Polina le dice que Bokinski ha muerto. Juro que sentí el mismo vuelco en el estómago que la propia Polina. Vaaale, a lo mejor un poquito menos, pero me dejó mal cuerpo durante un ratito.
 
Y el otro momento es el mas evidente: El profe quitándose las gafas y revelándonos su aspecto real y no el imaginado por Polina.

Una curiosidad: si os habeis enamorado de Polina deberías saber que está basada en alguien real. Escribid en Google «Polina Semionova». La misma cara de niña mala y las mismas orejas de soplillo. ¡Maravillosa!
 
De la calidad del dibujo no hace falta ni hablar ¿no?

Armin Tamzarian
Autor
27 octubre, 2011 23:36

¡Dios mío, Joe Hill quiere partirle el cuello y la pierna a esa niña bailarina!

Buena reseña Toni, como siempre.

Ocioso
Ocioso
Lector
28 octubre, 2011 10:49

¿Por qué? ¿connotaciones pederastas o algo así? Si el problema está solamente en la portada siempre puede forrarlo con un papel opaco.

jose manuel
jose manuel
Lector
29 octubre, 2011 9:57

De todo lo publicado por Vivés, ha sido la obra que mas me ha gustado.Es el mejor tebeo que he leído este año.Magnifico .