Starlight de Mark Millar y Goran Parlov

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Aviso de Spoilers: El artículo que sigue a continuación trata información de actualidad en Estados Unidos, por lo que puede desvelar detalles argumentales que todavía no han sido abordados en la edición española.
 
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Edición original: Starlight 1-6 USA (Image comics).
Guión: Mark Millar.
Dibujo: Goran Parlov.
Color: Ive Svorcina.
Formato: Tradepaperback, 168 páginas.
Precio: 14,99 $.

 

Antes de empezar con la crítica de Starlight debemos hacer un agradecimiento público al propio escritor de la obra, Mark Millar, que tuvo el detalle de hacernos llegar una copia del volumen que recopila el cómic. Siempre es un placer comprobar que hay autores que se preocupan mucho por sus creaciones e intentan que lleguen al mayor número de lectores. Esa “milla extra”, como dirían en inglés, es la que equilibra en cobertura muchas de las obras independientes con las de las grandes editoriales.

Con motivo de la salida hoy mismo al mercado norteamericano de dicho tomo, que aquí en Zona Negativa hemos podido disfrutar como primicia, hemos decidido hacer no una sino dos reseñas del mismo, a cargo de dos redactores distintos. La primera es de Marcos Martín, que fue quien contactó y realizó la gestión con el propio Millar, y la segunda de Sergio Aguirre, reseñista ya habitual en la sección de Mundo independiente. Esperemos que las disfrutéis y os ayuden a haceros una idea de qué podréis encontrar en las páginas de esta obra fruto de la colaboración del escocés con el croata Goran Parlov, y con un Ive Svorcina que se aleja aquí del estilo épico pictórico que ha venido mostrándonos en la colección Thor, Dios del Trueno de Jason Aaron y Esad Ribic. Además de la miniserie propiamente dicha, el volumen se completa en sus últimas páginas con las portadas variantes que realizaron el propio Parlov, Pascual Ferry, Rob Liefeld y Cliff Chiang, a las cuales hay que sumar, por supuesto, las oficiales a cargo de John Cassaday, Bill Sienkiewicz, Francesco Francavilla, Travis Charest y Tommy Lee Edwards. Todo un elenco de ilustradores del mas alto nivel.

Un Flash Gordon entrado en canas, por Marcos Martín

De Millar somos muchos los que buscamos el paralelismo de algunas de sus obras con otras anteriores y de relevancia: Nemesis es la adaptación de un Batman villano, o por ejemplo Jupiter’s Legacy es la visión particular de Millar de Kingdom Come. Bien, pues si queremos buscarle parientes a Starlight sin duda podemos decir que uno de ellos es Flash Gordon y el otro Los Increibles de Pixar.

La premisa con la que comienza Starlight es sugestiva. Duke McQueen fue un héroe que salvó al mundo de Typhon, su mayor tirano, y por ello fue reconocido y laureado. Sus aventuras y hazañas pasarían a los anales de la historia. Sin embargo, como ocurrió con John Carter, él es extraño en ese mundo y tiene que regresar a su planeta natal, la Tierra. Ahora Duke es un hombre cuya vida se encuentra en ese impás entre la madurez y la tercera edad. Está sufriendo un cambio lento pero progresivo; de haberlo vivido todo a casi no vivir nada, de la aventura a la cotidianidad, del reconocimiento al rechazo. Nadie cree que él fuera el salvador de una civilización lejana, y más que un héroe es considerado casi un demente. Sólo su esposa creyó en él. Pero aún falta por llegar la última aventura de McQueen, que gracias a un joven proveniente de aquel planeta distante, le ruega ayuda para salvarlo una última vez.

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Con esta introducción que supone el primer cómic de los seis que componen el volumen, uno puede esperar la última gran gesta de un héroe que se resiste a morir, que lo que su edad le obliga a hacer, su espíritu le dicta todo lo contrario. Es una propuesta alentadora y que podría dar mucho juego, pero que en su ejecución pierde gas.

Por un lado hay que decir Duke McQueen es un personaje redondo. Como lectores nos puede faltar todo el trasfondo que rodea al personaje, pero es el único protagonista que, a medida que el cómic transcurre, resulta cercano, simpático y con el que es fácil identificarse. Él es el héroe que está pasando por un mal momento personal y deseamos que vuelva a vivir la gloria de tiempos pasados. Queremos ser él porque no nos gustaría vivir nuestra última parte de la vida haciendo cosas aburridas y monótonas. Además, McQueen ya no tiene aquel cuerpo atlético con el que podía superar todo tipo de desafíos físico, no obstante, el espíritu del héroe inquebrantable sigue ahí y es lo que le hace triunfar.

Pero por el otro lado, lo que la atractiva introducción deja entrever, no se mantiene en el desarrollo del cómic. La trama para que McQueen deje su última impronta como héroe es lo que podríamos definir como el caballo, sota y rey de cualquier aventura: protagonista que debe detener a villano de convertir a toda una civilización en sus esclavos para volverse asquerosamente rico. Todo ello aderezado con recursos como un joven sidekick con trauma infantil, una resistencia planetaria que lucha refugiada con escasos recursos y liderada por una mujer que curiosamente viste un uniforme muy parecido al de Han Solo. Esto da como resultado una historia muy lineal y previsible, sin lugar casi a la sorpresa, y por tanto no provoca la emoción. Es verdad que hay momentos en los que el humor hace acto de presencia y anima la lectura (Hay un tipo de ese planeta que viste de rockabilly y está enterado de los marujeos de la Tierra), pero en el cómputo general, la última aventura de Duke McQueen es la típica aventura que ya vivieron Flash Gordon, John Carter o Buck Rogers tiempo atrás.

Por último quiero señalar que si McQueen tiene un desarrollo atractivo y que podría dar mucho juego, con el resto de personajes no ocurre lo mismo. Al leer Starlight uno puede tener la impresión de que, o bien Millar no ha podido trabajar más esos secundarios porque todo estaba enfocado al héroe, o bien porque a lo mejor lo que esta serie limitada necesita son unas cuantas páginas más para que la obra tenga más empaque. Sea como sea, lo que es indudable que Millar siempre se sabe acompañar de grandes artistas. En esta ocasión lo hace de la mano de Goran Parlov, autor del que seguro algunos ya habrán disfrutado en obras como Punisher MAX Presents: Barracuda o Fury MAX, ambas para Marvel. Para Starlight Parlov hace un interesante despliegue visual de sus habilidades artísticas, convirtiendo éste en uno de los motivos por los que acercarse a este cómic.

Valoración: Por Marcos Martín.

Un héroe crepuscular pero lleno de luz, por Sergio Aguirre

Este pasado 2014, Flash Gordon cumplió la friolera de 80 años. A pesar de ser uno de los héroes más importantes del cómic, sus tiempos de gloria dentro del medio ya pasaron, siendo su presencia en el mismo tristemente testimonial. Afortunadamente, en King Features Syndicate –propietarios del personaje- se decidió ponerse las pilas al enfrentarse a semejante onomástica y se licenció al salvador del universo -como rezaba aquella canción de Queen– a la editorial Dynamite para revitalizar al personaje en tan memorable aniversario. Tras una miniserie llamada King’s Watch que unía a Mandrake y The Phantom con Flash, Dale y Zarkov en una aventura que redefinía la primera incursión de Ming el Despiadado contra la tierra, se puso en marcha una excelente colección regular de personaje, escrita por Jeff Parker y Evan Shaner que hoy por hoy va por su octava entrega. Hacemos un inciso para reivindicar desde aquí esta cabecera, que es una de las reinterpretaciones más frescas al tiempo que respetuosas con todas las anteriores que un personaje de cómic ha podido tener.

Pero la serie de Parker y Shaner no estuvo sola: Mark Millar, consciente del aniversario, decidió lanzar otra historia, no oficial pero que también celebraba de algún modo los 80 años del héroe, y que es el cómic del que vamos a hablar hoy. El calco de Flash Gordon que Millar presentaba en la promoción de Starlight, como se llamó el proyecto, era absoluto y evidente, sin pretensiones de ocultarlo como evidencia alguna ilustración de John Cassaday de aquellos días.

Sí, no cabía duda de en quiénes estaban basados originalmente Duke McQueen y su mortal enemigo de juventud
Sí, no cabía duda de en quiénes estaban basados originalmente Duke McQueen y su mortal enemigo de juventud

Pero en medio Millar decidió echar un poco para atrás para evitarse problemas legales y disminuir el parecido de su personaje principal con el libertador de Mongo. El escocés ya no reivindicaba tanto a éste en concreto sino al arquetipo de héroe espacial clásico al que pertenece y representa, y en cuyas filas también podemos encontrar a Buck Rogers, Dan Dare, John Carter o a Diego Valor. Un rediseño de ese villano tan parecido a Ming por aquí, un cambio de color de cabello por allá, y Duke McQueen ya estaba listo para presentarse ante el mundo.

Si lo de Millar parece mucho oportunismo – y tal vez algo de eso haya-, debemos recordar que Flash Gordon a su vez debe a su vez bastante a varios integrantes de esa lista de personajes que hemos dado: La tira que Alex Raymond tenía pensada originalmente en 1934 era una adaptación de las aventuras marcianas del John Carter de Edgar Rice Burroughs. Al no conseguir los derechos de esta propiedad intelectual, Raymond se dedicó a cambiar detalles, introducir elementos de la novela de Philip Wyle Cuando los mundos chocan (Wyle también influenció la creación de otro icónico héroe, Superman, en su novela de 1930 Gladiator, así que habría que empezar a pensar en reividincarle) y así nació Flash Gordon. Además, el encargo de adaptar John Carter le había llegado para capitalizar el éxito de las tiras de otro héroe originario de la novela fantástica pseudocientífica, Buck Rogers, la cual empezó a publicarse en 1929. Si queremos darle más vueltas al invento de refritos que terminan teniendo importancia capital, también podemos recordar que a su vez George Lucas perseguía los derechos de Flash Gordon a principios de los años 70, y que al no conseguirlos, puso en marcha lo que acabaría convirtiéndose en Star Wars.

Volviendo a Starlight, que es de lo que esta reseña pretende tratar, la idea de Millar es sencilla: igual que la publicación de las aventuras de Flash Gordon ha cumplido 80 años y parece que su época gloriosa había ido desapareciendo hasta 2014, su personaje de Duke McQueen es un hombre de avanzada edad que hace décadas que está retirado de sus aventuras galácticas. Ante la necesidad y el sufrimiento de otros, McQueen deberá volver a esa vida a pesar de los años transcurridos y los correspondientes achaques. Así enunciada, la premisa podría derivar fácilmente en un Batman: The Dark Knight Returns de Frank Miller, pero lo cierto es que el tono es menos oscuro y visceral. Incluso podemos apreciar influencia de películas de animación como Los Increíbles o Up!, y hasta ver algún guiño a El Gigante de Hierro. Duke, teniendo todos los motivos para serlo, está lejos de ser ese huraño, casi psicótico Bruce Wayne de la obra que revolucionó el medio en los ochenta. Su humanidad y heroísmo son genuinos, retoma su papel de héroe no tanto para revivir viejas aventuras o huir de los demonios que le atormentan como porque siente que es lo que debe hacer y que sus responsabilidades en La Tierra han terminado. Su tristeza vital, sus tragedias y su forma de encararlas le alejan también del arquetípico héroe perfecto, bisoño y de radiante sonrisa que inevitablemente consigue caernos mal en mayor o menor medida. Y ése es el mayor mérito de Millar en Starlight, construir a un memorable personaje con el que conseguimos empatizar. El primer episodio, dedicado a presentarnos a Duke y sus circunstancias, es magnífico a pesar de poco original. La pérdida de su amor realmente nos duele, tanto como nos incomoda lo razonables que nos suenan los motivos de sus hijos para no prestar la atención debida a un progenitor que les adora a pesar de los abismos que les separan.

Desafortunadamente el resto de la historia se queda un poco coja. La misión en el otro planeta, que debería resultarnos emocionante, sabe un poco a rutinaria y de trámite en su ejecución literaria. Echamos de menos saber algo más de los villanos ( a los cuales, por cierto, Millar reserva sus habituales diálogos cortantes), o asistir a reencuentros con aliados pasados que Duke pudiese tener hace décadas (a lo Barin o Vultan) y con los que intercambiar conversaciones y reflexiones que den mayor empaque a la obra. Por suerte, Millar cuenta con dos colaboradores cuya labor solo puede ser calificada de excelente. El maravilloso dibujo de Goran Parlov, reminiscente aquí en una medida del Moebius más sintético -aquel que podíamos encontrarnos por ejemplo en El Incal-, embellecido por el color del gran Ive Svorcina es una delicia para los sentidos. Lo tibio que puede sabernos el relato según va avanzando se compensa en cierta medida con los logros visuales.

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En realidad éstas son las bazas con la que Millar juega habitualmente. No es nada nuevo que proponga una vuelta de tuerca sobre un concepto ya conocido, y que lo vuelva a montar de una forma casi de laboratorio para dirigirla a lo visceral de la audiencia a la que quiere venderle el producto. Puede tratarse del sueño infantil de haber conocido a tus héroes venidos de su fantástico mundo en 1985, el haber podido convertirte en superhéroe de niño como en Superior (o Kick-Ass), que seas un chico de barrio pero tu tío sea James Bond, o ser tan molón como Batman pero tan chungo como el Joker. Da igual, Millar, con sus propuestas argumentales básicas, apela desde hace tiempo a las inconfesables fantasías del niño-adolescente interior del fan que ya está empezando a cumplir mas años de los que quiere recordar. Usa la nostalgia, e ideas que a muchos se les pudiesen ocurrir cuando antaño fantaseaban con crear sus propios cómics, antes de caer en la vida real de adulto. Y luego se deja llevar por la inercia y confía en el apartado gráfico que le brindan sus excepcionales colaboradores. Con Starlight solo lleva todo ese mecanismo un paso más allá.

Los numerosos detractores el escocés sólo encontrarán en esta obra motivos para afianzar sus críticas hacia él. Para los que a pesar de verle los ases en la manga seguimos disfrutando de entrar en su juego, Starlight es otra gratísima lectura.

Valoración: Por Sergio Aguirre.

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Alejandro Ugartondo
Autor
11 febrero, 2015 21:39

Le tengo muchas ganas a esta serie. Aun le rio las gracias a Millar (aunque cada vez menos) y la premisa y ambientacion de la serie me llaman mucho. Ademas Parlov me parece in dibujante magnifico y muy interesante

HenryJones
HenryJones
Lector
11 febrero, 2015 22:19

como dice Marcos Martin, Parlov es el motivo por el que me acercaré a comprar el cómic. En Punisher estaba majistral. Por cieto como recuerda a Bernet a veces este tio. Mencionar el majistral también elenco de portadistas. Charest.,Edwards y Sienkiewicz,,,uuuu. A ver si se animan a hacer algunos interiores algun dia no?

Tronak el Karbaro
Tronak el Karbaro
Lector
11 febrero, 2015 22:41

Pues a mí Millar me suele entretener bastante y Flash Gordon me encantaba de pequeño, así que me imagino que si lo publican por aquí, caerá.

Brian al que llaman Brian
Brian al que llaman Brian
Lector
12 febrero, 2015 11:47

Una semana antes del artículo empecé a leerla. Millar no me suele gustar, pero el primer número me pareció muy bueno, me encantó la profundidad que le da a Duke, los flashbacks con su mujer son muy emotivos. Me dejó con ganas de más. Voy por el #3, a ver si termino de leerla. Qué pena que según comentáis, la cosa decaiga.
Aprovechando esta reseña de una historia que bebe de Flash Gordon, ¿por qué no os decidís a reseñar Flash Gordon de Parker y Shaner? Un tebeo como los de antes, maravillosamente dibujado.