Píldoras Nacionales 49: Entrevista a Laura y Felipe H. Cava

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PARECE QUE YA VOLVIMOS

Decíamos ayer que volvíamos a leernos en Navidades… pero al final he tenido que refinanciar un tanto la hipoteca que me une con vosotros y a esta casa virtual. Ahora, por fin Píldoras Nacionales está de vuelta y nada mejor que volver empezando por aquellos a los que uno quiere o admira. Así que hoy tenemos con nosotros… ¡una obra de Pedro Rodríguez (con algo de ayuda de Jorge García) y lo último de Laura y Felipe H. Cava!

Dicho queda pues: a partir de hoy mismo ya sabéis que los jueves a las 12h me volvéis a tener a vuestra disposición bien para un Píldoras Nacionales, bien para un Va D BD o bien para alguna otra cosa que se tercie… ¡incluso a veces por partida doble!

RESEÑAS

3537Historias para no dormir, Pedro Rodríguez (y Jorge García en 2 historietas); Parramón; 96 págs., color, 15 €.

Con Historias para no dormir la editorial Parramón prosigue su tímida exploración de los beneficios que le puede reportar la Historieta. Esta vez, sin embargo, lo hace jugando casi sobre seguro. Apostando a caballo ganador o, al menos, a caballo y circuito que ya les ganó una carrera, puesto que este cómic revisita algunos de los relatos sobre los que este mismo autor ya trabajó con esta empresa en El gran libro del miedo, en su día antología de relatos ilustrados con tiento y belleza por Pedro Rodríguez.

A todo aquel que conozca el trabajo de Pedro Rodríguez, no le extrañará que la concepción formal de esta obra sea excelente. Una edición modesta, estéticamente explotada por Rodríguez hasta su mismo límite, nos invita a adentrarnos en siete relatos terroríficos de factura exquisita y de padres literarios tan ilustres como Guy de Maupassant, Sheridan Le Fannu, E. Lucas White, J. William Polidori, Catherine Crowe, R.L. Stevenson y Edgar Allan Poe. Lo mejor de este cómic lo constituye, sin ninguna duda, su apartado gráfico, aunque el trabajo que hace Jorge García con el guión de El convenio de Sir Dominick y El gato negro o el mismo Rodríguez con La casa de la pesadilla o El vampiro sea también enormemente destacable. Sin embargo, la historieta tiene sus carencias a la hora de comunicar miedo… porque enseña demasiado si se la compara con la prosa y con lentitud o casi a capela si se la compara con el cine. Por supuesto, esto no quiere decir que no puedan hacerse cómics de terror que transmitan un total desasosiego: bien nos lo han demostrado Alan Moore (La Cosa del Pantano), Robert Kirkman (Los muertos vivientes) o Joe Hill (Locke & Key), por poner sólo tres ejemplos. Pero sí está claro que medios distintos requieren de distinto tipo de relato para mejor explotar sus potencialidades narrativas y los cuentos clásicos del terror, si de lo que se trata es de que infundan miedo, fueron pensados para contaminar nuestra imaginación con realidades de perfil imposible y amenazas de vago contorno. Otro detalle, además, dificulta esa deriva hacia la quiebra nerviosa del lector: Rodríguez maneja un grafismo emparentado con el cartoon que sólo en ocasiones -como en El gato negro, La casa de la pesadilla o El vampiro– confluye con lo narrado de manera que multiplique la sensación de inquietud.

Quede claro, sin embargo, que este no es un cómic fallido. Antes bien, se trata de una verdadera pieza de orfebrería. Rodríguez maneja los relatos con cariño y desborda en su faceta de ilustrador. Las historias, si no nos aterran, sí producen el insomnio que ocasiona la maravilla y la fascinación… dado que maravilla y fascinación son las derivadas naturales de las virtudes de Rodríguez como autor de cómic: una magistral habilidad para escoger encuadres y otorgar fluidez a su storytelling; un ingenioso y complejo collage de dibujos de contorno sencillo, sobrecargadas texturas y escenarios góticos; y una fascinante capacidad para otorgar densidad a sus personajes mediante una gestualidad sencilla y natural. Pedro Rodríguez es uno de los valores más solidos del tebeo nacional de estos tiempos que nos toca vivir y, aunque preferiríamos verlo explicando sus propias historias, siempre es un placer asomarse a sus páginas.

[Entrevista a Jorge García en ZN Parte 1 + Parte 2 + Entrevista a Pedro Rodríguez en ZN + Reseña de Las aventuras extraordinarias del Joven Verne: La puerta entre los mundos de Pedro Rodríguez y Jorge García + Reseña de Hacerse nadie de Jorge García y Fidel Martínez + Reseña de Omar el navegante: Jinn-el-rais de Pedro Rodríguez].


3537Sarà Servito, Laura y Felipe H. Cava; Edicions de Ponent; 568 págs., color, 19 €.

Hace algún tiempo no era extraño que, desde diversos foros conservadores, se alzaran voces recordándole a la gente que libertad y libertinaje eran conceptos que no debían confundirse. Hoy, para algunos, tal vez lo extraño sea que un discurso parecido nos llegue de la mano de dos autores de cómic cuyo enraizamiento progresista está fuera de toda duda.

Laura Pérez Vernetti, a lo largo de los años, se ha construido una trayectoria autoral que la convierte en una de nuestras creadoras más personales, deviniendo referente mundial del tebeo erótico comprendido como prospección en la interioridad más profunda del ser humano. Felipe H. Cava, a su vez, acumula una dilatada bibliografía -de gran calado artístico- casi nunca ajena al retrato histórico-social en clave de izquierdas.

Pero ahora ambos se reunen -de nuevo- para advertirnos de que, aunque el «libertinaje» pueda tener su legitimidad moral, si éste no deriva de una auténtica libertad, constituye la más cruel de las falacias. Lo hacen transportándonos hasta la Venecia cortesana del setecientos, tras la busqueda de venganza de una prostituta que se empeña en creer en el valor fundante de la amistad cuando todos a su alrededor, aferrados a las mascaras que esperan mantengan ocultas su cobardía y mediocridad, insisten en convencerla de que nada hay lo bastante solido como para poner en riesgo la vida por ello.

Así, esa Venecia decadente, apenas sostenida sobre maderas que quejosamente se resquebrajan, pretendiendo maquillar su decrepitud de valores tras un juego constante de mentiras y apariencias, se convierte en espejo de nuestra postmodernidad; esa postmodernidad suicida que, artificialmente hormonada gracias al esfuerzo descomunal de aquellos que no dejan de producir nuevos opios para el pueblo, nos arroja a los hornos de la vacuidad y la inoperancia, haciéndonos -como sociedad- víctima fácil para los depredadores del capital.

Y que nadie se lleve a engaño por el hieratismo de las figuras que Laura dibuja o por su armónico compás cromático, por los diálogos comedidos de Cava o los muchos «entre líneas» que su guión contiene: éste no es un ejercicio de estilo. Es un grito quebrado y contestatario, lúcido y testimonial, de una pareja de autores que, precisamente por su condición progresista e ilustrada, insisten en recordarnos que nunca debemos renunciar a la senda de la libertad solidaria y fraterna, aunque ello suponga algunos pasos al frente. Ellos los dan… y su protagonista también.

[Entrevista a Laura Pérez Vernetti en ZN + Reseña de El hombre descuadernado de Felipe H. Cava y Sanyú].

ZN ENTREVISTA A… LAURA Y FELIPE H. CAVA

Toni Boix: Laura, una de las cosas que destacan en el abordaje gráfico de esta obra es el abundante uso compositivo de los planos superpuestos. ¿Había en el uso de este recurso alguna intención explícita de conectar con parte de las ideas que maneja el argumento o tu elección fue puramente formal?

Laura Pérez Vernetti: Con Felipe H. Cava nos planteamos este álbum como una gran escenario teatral, un juego de mascaradas y un desenmascarar a los personajes principales y yo me documenté principalmente en el teatro de Goldoni y en la gran pintura del 700 de pintores como Canaletto, Pietro Longhi, Rosalba Carriera, las vedute de Venecia de Francesco Guardi, pero también en la pintura francesa del Rococó con Fragonard, Chardin, Watteau, etc.

También debemos tener en cuenta que en este libro han colaborado dos excelentes profesionales como Andrés Salvarezza, para todo el diseño de época del libro, y el calígrafo Ricardo Rousselot para la calígrafía rococó del titular.

Toni Boix: En muchas de las viñetas de la obra manejas una estética con ciertas resonancias al arte tradicional catalán que tanto se ha usado sobre el soporte de la cerámica. ¿Has buscado que el lector se sienta transportado a esa Venecia del 1700 también a través del grafismo?

Laura Pérez Vernetti: Seguramente mi grafismo estará influido por el dibujo de las cerámicas catalanas, dado que estudié dos años cerámica en Barcelona, pero ante todo la influencia estilística y el grafismo se inspiran en la cultura italiana del 700.

Yo para cada álbum que realizo intento partir de cero con cada nuevo proyecto, e intento investigar unas fuentes artísticas diferentes en cada propuesta, y en este caso en el teatro rococó.

Toni Boix: Ahondando en esto, ¿qué detalles concretos de la excepcional pintura veneciana del siglo XVIII has intentado capturar en Sarà Servito?

Laura Pérez Vernetti: Para las escenas eróticas me he inspirado en la pintura libertina francesa del 700, para las vistas de Venecia en las ¨vedute¨ de Canaletto y Francesco Guardi, en los retratos en Rosalba Carriera y en las acciones de los personajes y sus gestos dentro de la viñeta y en la secuencia de cada página en el teatro de Goldoni.

Toni Boix: A través de esa fuerte inmersión en la estética y las formas de la época que ahora nos explicabas, ¿llegaste a “contagiarte” también del sentir y del pensar de esa sociedad tan particular? ¿Cuáles de sus “gestos” te resultaron afines y cuáles –si es el caso- desagradables de conjurar?

Laura Pérez Vernetti: De aquella época valoro a alguno de los filósofos y escritores más interesantes de todos los tiempos como Voltaire, Rousseau,Goldoni, etc y de algunas mujeres cultísimas que tenían una importante presencia en las discusiones intelectuales de este período.

Como aspectos desagradables de conjugar con esta inquietud intelectual son las censuras que al mismo tiempo se aplicaban sobre las inteligencias del 700 en Italia, España y Francia, dado que son estos tres países los que más he estudiado para este álbum.

Toni Boix: ¿Tus raíces italianas han supuesto algún plus en lo que a tu implicación en este proyecto se refiere?

Laura Pérez Vernetti: La cultura italiana siempre ha pesado considerablemente en mi dibujo, en mi tratamiento del color y en mi elección de autores y argumentos, dado que, hasta mis 18 años viví en una familia italiana por parte de madre y estudié en el Liceo Italiano. Pero también viví toda la vida sumergida en la cultura catalana y española. Soy una mezcla de estas tres culturas.

Toni Boix: ¿Has tenido alguna intervención en lo que concierne a su argumento?

Laura Pérez Vernetti: Estoy tan compenetrada artísticamente y a nivel de gustos y preferencias con mi guionista, Felipe H. Cava, que no necesitamos grandes discusiones ni un montón de palabrería para llegar a hacer un libro que sea una gran satisfacción para los dos.

Felipe H. Cava no compite con su compañero dibujante, te anima en cualquier proyecto arriesgado, confía plenamente en tu talento para enfrentar cualquier reto y es un gran amigo y colaborador de las mujeres (artistas o no artistas).

Toni Boix: De todas formas, tú que te has codeado con algunos de nuestros guionistas más reputados –Felipe entre ellos- y que también has asumido funciones de argumentista en algunas de tus obras, debes de necesitar de unos reclamos mínimos para incorporarte a proyectos ajenos, ¿verdad?

Laura Pérez Vernetti: Yo en los guionistas que he colaborado he buscado, ante todo, una calidad literaria y una capacidad para visualizar la narración en cada escena a dibujar. Los escritores y guionistas que “no ven” imposibilitan al dibujante la transcripción de un texto a imágenes seriadas.

Toni Boix: Dicho esto, y puesto que el cómic no es ni de lejos la única disciplina artística en la que te mueves, ¿qué es aquello que de forma especial te aporta este medio?

Laura Pérez Vernetti: El cómic es el lenguaje artístico en el que me siento más comprometida y, por lo tanto, la forma de expresión que más me hace sufrir o que más satisfacción me aporta cuando logro plasmar mis intenciones.

Toni Boix: ¿Qué motiva ese mayor compromiso de tu parte con el cómic?

Laura Pérez Vernetti: Yo desde mi infancia estuve leyendo cómics, aunque también en la biblioteca de mi familia me entusiasmaban los libros de pintura y fotografía. Pero en mi adolescencia y juventud me surgió un interés y una pasión loca por la narración seriada de imágenes propia del cómic que perduran aún hoy en día.

Narrar con imágenes una historia, trabajar con un texto y la narrativa propia del cómic es lo que realmente más me satisface como artista.

Toni Boix: Felipe, ¿me equivoco si aventuro que, para ti, esta siempre fue una obra pensada para que Laura la dibujara?

Felipe Hernández Cava: No te equivocas. Tras la experiencia apasionante con el álbum de Macandé, uno de los guiones de los que me siento más contento, y que celebro que entusiasmara a un escritor tan brillante como Onliyú, y amén de algunas historietas cortas, a Laura y a mí nos apetecía otra colaboración de envergadura. Desde un primer momento, pensé que podíamos compenetrarnos muy bien en un relato ambientado en la Venecia del Setecientos y leí varias obras para familiarizarme con aquellos años. Lo primero que tuve claro es que la protagonista sería una cortesana, influido sin duda por algunos comentarios que escribió Rousseau sobre estas damas, y fue más tarde, a medida que escribía el guión, cuando la trama del libro fue cobrando forma.

Toni Boix: ¿Cuáles fueron los registros como ilustradora de Laura que más te interesó articular en el guión de este cómic?

Felipe Hernández Cava: Lo bueno de trabajar con Laura es saber desde el principio que no recurrirá a ningún registro por el que haya transitado con anterioridad, que tratará de encontrar la voz gráfica que la historia requiere aún a costa de trastocar todo lo que domina de antemano, que es mucho. Así fue con Macandé, donde halló “la brutalidad” que reclamaban los trenos de este pobre desdichado, y así ha vuelto a suceder con esta gran mascarada teatral que exigía un complicado equilibrio entre la palabra (yo pensaba mucho en los diálogos de algunas películas de Bresson, como Las damas del bosque de Boulogne) y una puesta en escena tan armónica como equívoca.

Toni Boix: ¿Y cuáles fueron esas razones concretas que te hicieron pensar que podíais compenetraros muy bien en un relato ambientado en la Venecia del Setecientos?

Felipe Hernández Cava: La Serenísima de aquellos momentos tiene mucho de trampantojo. Había una fuerte contradicción entre lo que sus visitantes buscaban en ella y lo que era, y muchos no veían su realidad. Y Laura maneja a la perfección ese territorio de las ambigüedades, como tuvimos la ocasión de comprobar en sus versiones de los relatos mitológicos. Sólo que aquí la tensión era de otra índole, entre una delicadeza de las formas, que ella ha bordado con esas acuarelas tan controladas, y una violencia, soterrada o explícita, de los contenidos.

Toni Boix: Tras el armazón argumental de Sarà Servito, ¿siempre estuvo el deseo de que esa Venecia decadente fuese reflejo de nuestra contemporaneidad o eso fue algo que surgió a medida que te documentabas sobre la época?

Felipe Hernández Cava: Hace poco comentaba que en algunas de mis historias el pasado me sirve para enjuiciar el presente, mientras en otras es justamente el presente el que me ayuda a proyectar luz sobre el ayer. Sarà Servito, y lo tuve claro desde el principio, corresponde al primer grupo. Aquella sociedad decadente en la que todo parecía permitido, menos la crítica, y por ende el pensamiento, se me asemejaba mucho a la de nuestros días, en que una cansada Europa parece caminar sin referencias hacia su propio apagamiento.

Toni Boix: La referencia a la amistad, la figura del amigo –perdido, traidor, traicionado- ocupa un lugar preponderante en el grueso de tu obra. ¿Eres de la opinión de que lo más auténtico de nuestro ser emerge en el contexto fraternal de la amistad y que, por tanto, nada mejor que la tensión que de ahí deriva para explorar en profundidad determinados periodos históricos?

Felipe Hernández Cava: Siempre va conmigo aquella máxima de Albert Camus de que “La amistad es la ciencia de los hombres libres”. Todo lo que me ha acontecido en la vida, desde que era pequeño, ha estado marcado por la necesidad de este fuerte vínculo con algunos de los que me rodean y mis momentos anímicamente más delicados han venido siempre marcados por la traición o la decepción con esa suerte de “fratría” a la que tantas cosas fío.

Toni Boix: Relacionando tus dos respuestas anteriores, ¿qué referencias crees que le son necesarias a esta Europa cansada para caminar hacia un horizonte mínimamente halagüeño? ¿Algún pasado desde el que, en una nueva historia, pudieras postular tu particular invitación a un mañana mejor que –entiendo- debería transitar indefectiblemente por las sendas de la amistad y la libertad?

Felipe Hernández Cava: Creo que Europa debe detener un poco su vértigo y autoexaminarse a fondo. Estamos construyendo un espacio común en el que todo está reglado por los intereses de los mercados, pero no parece que haya ningún proyecto de índole menos materialista que nos agrupe y el pensamiento débil hegemónico contribuye bien poco a ello. Quizá sólo nos queda aguardar a la llegada de los bárbaros como le sucedió al Imperio Romano, pero, en tanto estos hacen su entrada triunfal al inmenso parque temático de arte y cultura de otros tiempos en que nos hemos convertido, vale la pena seguir luchando por los mismos principios, la libertad por descontado, y la igualdad, y la fraternidad, de los que supo ser referencia en aquellos períodos en que también tuvo la necesaria fuerza para embridarlos de modo que no crearan todos los monstruos que igualmente hemos engendrado, como los totalitarismos.

Toni Boix: En tu trayectoria se alternan periodos de bulliciosa creatividad con otros de prolongado silencio. En estos últimos años has recibido atención de público, crítica e instituciones con cada una de tus nuevas obras, consolidándote ante las nuevas generaciones como lo que siempre fuiste para los más veteranos: probablemente, el mejor guionista de cómics de nuestro país. Tras todo lo que ya has contado, tras todo lo conseguido, ¿qué motivaciones todavía son capaces de empujarte a una nueva aventura creativa?

Felipe Hernández Cava: Siempre he dicho que jamás he pretendido vivir de este medio, sino acercarme a él únicamente cuando sintiera la necesidad de contar algo que me afectara o conmoviera. De hecho, he desdeñado algunos trabajos que me podían haber rendido algunos interesantes dividendos por quedar fuera de mis preocupaciones. Es por eso por lo que tan pronto estoy dentro de la historieta como fuera de ella. En los últimos tiempos se ha podido producir el espejismo de que estaba siendo más prolífico que de costumbre, pero no ha sido más que eso: un espejismo. Un espejismo motivado por la circunstancia de que obras iniciadas hace tiempo, y en las que los dibujantes habían invertido muchísimos meses, se terminaban prácticamente al mismo tiempo. Pero que nadie se llame a engaño: yo seguiré conduciéndome con la misma calma y con el mismo criterio.

En cuanto a las motivaciones que pueden empujarme a nuevas aventuras, hay básicamente dos: por un lado, lograr algún día que un guión mío se acerque lo más posible a esa especie de engañosa perfección con que uno lo sueña en un principio, y todo parece impecable y sin la menor fisura; y por otro lado, la posibilidad de hacer ese viaje por enésima vez en compañía de alguno de los grandes dibujantes, como es el caso de Laura, con los que he tenido la oportunidad de trabajar anteriormente (¡y qué afortunado he sido en mis colaboraciones!), o con alguno de aquellos a los que admiro y con los que hasta la fecha no se ha podido producir esa comunión (es el caso de Micharmut, con el que estoy haciendo estos días una pequeña historieta, o de Cifré, por ejemplo, con el que me gustaría, y ya lo hemos hablado, emprender una de estas singladuras).

Toni Boix: Por lo que cuentas, se diría que nunca has quedado plenamente satisfecho con el acabado final de tus guiones, aunque sí con el trabajo que a partir de ellos han hecho los dibujantes que te han acompañado. Puesto que pareces ser más exigente contigo mismo que con los demás, ¿tienes en mente algún trabajo historietístico que haya conseguido acercarse a esa perfección -¿engañosa?- que tanto anhelas?

Felipe Hernández Cava: Afortunadamente, ninguno de mis trabajos me ha satisfecho plenamente, lo que me anima a seguir perseverando. Pero, como bien dices, lo que, en cambio, sí me ha sorprendido, una y otra vez, era el extraordinario nivel que les conferían todos los dibujantes con los que he colaborado. Todos, absolutamente todos, han extraído oro de esos materiales como si fuesen auténticos alquimistas. Y me costaría mucho elegir una de esas experiencias como la más próxima a esa ansiada perfección, sobre todo teniendo en cuenta que responden a registros muy diferentes, desde hacer, sin más, una historieta “comercial” que no causara sonrojo a un lector culto, hasta dar rienda suelta a alguna obsesión personal sin preocuparme de si alguien la comprendería o no.

Toni Boix: Te agradezco mucho tu respuesta, aunque no pretendía hacerte escoger entre tus distintas “creaturas”. Te preguntaba, más bien, por si existe algún trabajo de cómic no creado por ti que se acerque a esa perfección argumental que tú persigues.

Felipe Hernández Cava: Sí que los hay, por supuesto. He vislumbrado esa perfección en los dibujantes con los que he trabajado cuando han intervenido en solitario y la he hallado igualmente en creadores con los que no he tenido nada que ver (como Martí, o Vallés, u OPS –cuando hacía historietas-, o en Pons, o en Arnal Ballester –en sus contadas incursiones-, o en Calatayud…). Y, en este 2010 que se nos pasó recientemente, quedé deslumbrado por una obra española, La canción de los gusanos de Romero y López Rubiño, y por otra extranjera, Carlos Gardel, de Muñoz y Sampayo, a las que creo que no se ha prestado la suficiente atención, porque, para qué engañarnos, el universo de la historieta española sigue rigiéndose por capillitas herméticas. Y si esa misma ceguera que nos invade desapareciera, muy determinada también por las efímeras modas y por intereses espurios, en el 2011 la crítica y los lectores deberían reparar en el próximo álbum de ese genio que firma como Keko y que ya nos ha entregado a lo largo de su carrera unas cuantas obras maestras.

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julio i.
julio i.
20 enero, 2011 13:52

se te echaba de menos! gracias por tu buen gusto. un abrazo desde galicia.

José Torralba
20 enero, 2011 14:11

¡Qué lujazo tenerte de vuelta, Toni! ¡Y con esta entrevista a mi admiradísimo Hernández Cava y la fantástica Laura Pérez Vernetti!

No veas lo que te hemos echado de menos; entre tanto superhéroe y noticia USA, faltaba sin duda tu voz. Y aún cuando tratas el mainstream, tu voz es distinta, diferencial, irrepetible e inconfundible. Y ahora, ¡a quedarse mucho tiempo!

Octavio B. (señor punch)
20 enero, 2011 15:01

bien, bien, muy bien 🙂

Lord_Pengallan
Lector
20 enero, 2011 19:44

No quiero molestar mucho pero, para un madrileño que veranea en Cataluña, hay tantas diferencias entre la cultura española y catalana? Dicho de otra manera, qué ha hecho la cultura catalana para distinguirse de la española que no ha hecho la siciliana, la napolitana, la veneciana o la lombarda?

David Fernández
20 enero, 2011 20:00

Genial tenerte de vuelta, Toni! ;D Me apunto ambas lecturas: de la primera no tenía ni idea, la verdad; de la segunda sí, y ganas no me faltan de hincarle el diente.
Un abrazo!

Tirso
25 enero, 2011 19:32

Un placer tenerte de vuelta, Toni. Me prodigo poco ultimamente, pero te leo, te leo…
Un abrazo
t.

Tirso
26 enero, 2011 22:58

No falto mañana a la cita. A ver si hablamos un día 😉
t.