LLlega la segunda vuelta
«No me conoces a mí. No conoces a Batman»
Hay un dicho que dice que nunca las segundas partes son buenas.
Por supuesto hay excepciones al dicho tanto en literatura, cine, teatro y por supuesto cómics.
En este caso, Death Metal, continuación espiritual de Metal, no entra en el saco de las excepciones.
De forma regular venimos haciendo reseñas rápidas de la primera entrega de las nuevas series que llegan al mercado en formato grapa. Se trata de una forma de acercar de forma concisa la obra al potencial lector que puede dudar a la hora de invertir su dinero. Lo hemos hecho antes y seguiremos haciéndolo. Sin embargo, esta es la primera vez que esta reseña exprés no va a arrancar nada satisfactorio que pueda defender su compra.
Si hurgamos mucho podemos aducir motivos de completistas. También el saber que nos va a traer esta nueva propuesta que viene directamente del arco argumental de Snyder en la Liga de la Justicia y las múltiples miniseries del Batman que ríe. Todo un tour agotador de una historia que quiere ser lo más grande contado jamás y que lo que logra es fatigar al lector en un trabajo que se pierde en ideas fantásticas que nunca acaban de concretarse de manera satisfactoria.
Death Metal arranca con el mundo bajo el yugo del Batman que ríe. La situación que se planea se va aclarando a lo largo de esta primera entrega en la que se narra los acontecimientos que han llevado a todos a estar en esa situación, mientras se hilvana un posible plan maestro con el que poder hacerle frente.
Todo ello aderezado con los diseños de Capullo, que se muestra solvente, de lo mejor de esta entrega, donde los excesos son la tónica y el menos es más no es precisamente algo que pueda aplicarse. Todo se sobredimensiona hasta resultar histriónico y si el recuerdo de Metal todavía perdura en muchos, lo que Death Metal propone no augura nada bueno. Y, sin embargo, lo mejor es un Capullo que se siente en su salsa, cómodo, inmerso en darlo todo y mostrar todo ese poder visual que se desprenden de unos diseños destinados a fascinar al lector (y también a despertar odios), con un trabajo que convence por encima de la propia propuesta.
Las sensaciones que se despiertan a lo largo de su lectura son desconcertantes. Mientras que hay momentos en los que se invita entrar en la trama con la aparición de elementos muy jugosos para el lector, hay momentos en los que directamente la trama se dedica a expulsar al lector de cualquier intento que pueda tener por crear un vínculo con ella. Este ir y venir, al final, genera desafección y no termina por asentar la necesidad de apostar por continuar leyendo más entregas. Uno no sabe si se va a perder algo o simplemente es el paso a una obra confusa y lisérgica, con sueños de grandeza a los que no puede acceder.
Por lo tanto, estamos antes una obra incierta, que difícilmente puede ser recomendada sin un sinfín de peros. Es un primer número y se ponen las bases de lo que está por venir, con interesantes propuestas que podrían dar mucho juego si no fuera por los antecedentes. Hay que recordar que llega al mercado en tres ediciones, grapa, rustica y cartoné, con portada dedicada a Megadeth en las dos últimas.
Lo mejor
• Greg Capullo que se siente capaz de todo.
Lo peor
• La pereza que despierta.
• Las buenas ideas que corren riesgo de perderse.
• Un Snyder que se siente capaz de todo.
Guion - 5
Dibujo - 7.5
Interés - 6.5
6.3
Incertidumbre.
Una nueva vuelta de tuerca a una historia que pedía a gritos quedar como anécdota dentro de la historia de DC Comics. Bajo vuestra responsabilidad.
Pues esto ha tenido criticas tan furibundas que de momento ni tan mal. Presentacion discreta del UDC actual, explicacion breve de la cosmogonia del universo, presentacion de los principales personajes en conflicto y su papel y atrezzo colorido. Me ha gustado ver a Batman con Sargento Rock, como en los viejos tiempos de ByB. Ya se que la cosa se tuerce a medida que avanza, pero como primer numero no es una lectura desagradable