Gallo Nero lo ha vuelto a hacer. Su línea
Antes de entrar a desmenuzar el tomo firmado por Tsuge, se hace pertinente insistir en lo curioso que resulta el caso de esta editorial. Gallo Nero es pequeña, pero tiene las cosas claras. Su proyecto conjuga literatura y novela gráfica, sin ningún límite geográfico ni temporal; tan sólo el gusto subjetivo de los editores determina qué merece la pena publicar. Y todo ello se reduce a una cuestión de buen gusto.
Quien se acerque al catálogo literario de la editorial, ya sea a través de la línea Piccola o Narrativas, dará con nombres y títulos de lo más atractivos. Allan Ginsberg, Boris Vian, Hunter S. Thompson, Dos Passos, Herzog, Camilleri… autores de diferentes épocas y estilos que comparten algo en común: calidad. También podemos encontrar algunos nombres de buenos escritores japoneses como Yasujiro Ozu o Shintaro Ishihara. Y lo mismo ocurre en la línea Gallographics, con la presencia de mangakas como Yoshihiro Tatsumi, Yoshiharu Tsuge, Junichiro Tanizaki o Masahiko Matsumoto.
De estos últimos nombres, en Zona Negativa ya tuvimos la oportunidad de comentar títulos como
La obra que hoy nos ocupa pone la guinda a la publicación de la obra de Yoshiharu Tsuge en nuestro país. Si El hombre sin talento supuso una carta de presentación formidable al trabajo del autor y La mujer de al lado dio buena muestra de su calidad, con Nejishiki podemos confirmar que estamos ante un autor único e irrepetible.
El nombre de Tsuge no será extraño para el lector que ya haya visitado el underground japonés, y más concretamente la historia de su idiosincrasia. Para quien aún no se haya adentrado en los recovecos del manga alternativo y tenga interés, aconsejo leer la columna del Mangazine #4 en la que hablamos de la revista Garo, cuna de autores como Tsuge o Tatsumi y caldo de cultivo para todo lo que vino después.
Yoshiharu Tsuge nació en Tokio en el año 1937 y en su obra encontramos temáticas relacionadas con viajes, sueños, vivencias personales y nostalgia. De naturaleza huraña, su vida siempre ha estado a caballo entre la pobreza y la depresión, y por ello se muestra misterioso y escurridizo, al margen de la sociedad. Podríamos decir que es una de esas personas a las que el milagro económico japonés de los años 60 y 70 dejó de lado, aquellos que se quedaron en la cuneta del camino hacia el progreso, como los protagonistas de La chica de al lado.
Si siempre que nombramos un autor mencionamos, además, su obra más representativa a modo de segundo o tercer apellido, con Tsuge deberíamos hablar de Nejishiki.
Nejishiki es una historia corta de temática onírica en la que el autor dibuja uno de sus sueños. Según él mismo cuenta, su significado no es importante ni responde a nada en particular, pero muchos son los lectores y teóricos que extraen conclusiones de lo más sugerentes. Este hecho, sumado a una narrativa delirante y un dibujo tremendamente particular hacen de Nejishiki un relato de referencia. Un pilar al que muchos especialistas y autores aluden constantemente.
El relato, de veintidós páginas, apareció por primera vez en el número de junio de 1968 de la revista mencionada anteriormente. Para Tsuge, este trabajo fue realizado sin planificación previa, con el único objetivo de entregar a tiempo el encargo que tenía entre manos.
Como aquello que cuenta, el contexto de Nejishiki no deja de ser particular: lo que originalmente fue creado con una intención meramente alimenticia, podríamos incluso decir que sin pasión alguna, ha acabado siendo un ejemplo magistral de las posibilidades narrativas del medio.
Atendiendo a las características de su temática, meramente fantasiosa, la narrativa del relato se desarrolla de manera caótica, accidentada, alejada de la lógica del tiempo y del espacio, pero funcional. Lo irreal se vuelve real gracias a su traslación gráfica.
El protagonista de Nejishiki deambula por lo que parece una aldea japonesa de pescadores (lugares familiares para el autor, como podemos ver testimonios y documentos de la época) mientras se desangra, después de que una medusa le seccione una vena del brazo en la playa. Moribundo, el personaje se pierde por los callejones del poblado mientras pide ayuda de manera desesperada. En su camino se encuentra con una serie de personajes estrafalarios y construcciones atípicas en un poblado de pescadores cuya lógica sólo responde a la de los sueños. Incluso el personaje, en un momento dado, llega a darse cuenta de lo extraño que es todo lo que le rodea. Finalmente, el moribundo consigue la ayuda de una ginecóloga que, mediante una extraña intervención de carácter sexual, le instala un tornillo a modo de válvula en la vena seccionada.
Temáticamente, podríamos buscar una explicación a esta narrativa fragmentada si tenemos en cuenta el contexto que rodeaba al autor durante su elaboración. No sería muy equivocado decir que su sueño, a través de la confusión, destila miedo hacia una modernidad que por aquel entonces amenazaba el aún tradicional modo de vida japonés. También encontramos la guerra, a través del bombardero que sobrevuela la primera viñeta, el estado de ruina en el que se encuentra el edificio de la ginecóloga o el acorazado que se puede ver desde la habitación de la misma. La nostalgia y el deseo de retorno a la infancia quedan igualmente plasmados con la aparición de ciertos objetos propios de la vida de un niño o la aparición de una figura maternal. Por último, nos encontramos ante el gran tabú social del Japón moderno: el sexo.
Esta última constante, por cierto, será la protagonista en el resto de relatos que recoge este volumen. Una selección de diez historias cortas que fueron publicadas a lo largo de los años setenta en revistas como Garo,
Hay que decir que estas diez historias pueden quedar deslucidas a la sombra de la que da nombre al tomo, pero todas ellas conforman una buena muestra de la época más experimental del autor, tanto en contenido como en forma. Nos encontramos ante un Tsuge mucho más personal, y por ello debemos ir sobre aviso: la mente del autor, a veces, puede ser un lugar desagradable.
En cuanto a la edición, la editorial vuelve a cumplir con un tomo que transmite calidad. Tomo en rústica de tamaño kanzenban con encuadernación cosida y páginas de buen gramaje. La impresión es buena tanto en blanco y negro como en las páginas a color. Todo un detalle, por cierto, que se incluya un índice con las fechas y los medios originales de publicación. El diseño interior y exterior rezuma buen gusto y se nota que la editorial cuida y trata con mimo sus publicaciones.
Por todo ello, el presente recopilatorio queda especialmente recomendado para los lectores aficionados al trabajo de Tsuge y para aquellos que busquen completar su formación en el manga alternativo visitando una de sus raíces más importantes.
Guión - 8
Dibujo - 7
Interés - 9
8
Recomendado para aquellos que aprecien lo alternativo como manera de experimentar con el medio.