Edición original: Secret Identities #1 (Image Comics).
Valoración:.
Guión: Jay Faerber, Brian Joines.
Dibujo: Ilias Kyriazis.
Color: Charlie Kirchoff.
Formato: Grapa (Comic USA), 32 páginas.
Precio: 3,50 $.
A finales del año pasado, Image comics empezó a lanzar una serie de teasers en los que se presentaba brevemente a un galería de personajes superheroicos sin especificar en qué proyecto aparecerían. La aguda vista de algunos aficionados detectó que el dibujo era obra del artista griego Ilias Kyriazis. Poco después, el escritor Jay Faerber revelaba en su cuenta de twitter que él se encargaría de los guiones, y al tiempo supimos que lo haría en colaboración con Brian Joines. Finalmente, Image hizo público el nombre del cómic sobre el que estaba generando hype de esta manera: Secret Identities. Y la verdad es que pintaba muy bien, tanto por las muestras vistas del trabajo de Kyriazis, como por la perspectiva de tener a Faerber a bordo. Éste ha demostrado saber manejar muy bien las dinámicas internas melodramáticas de grupos de superhéroes en títulos que lamentablemente no ha conseguido toda la atención que posiblemente merecían, como Noble Causes, Dynamo 5 o su etapa en Generación-X. Esta última fue para Marvel, al igual que su trabajo en otra superheroica cabecera que sin embargo puede calificarse como su obra más tibia: aquel segundo y breve volumen de New Warriors que tal vez sea mejor olvidar.
Faerber ha señalado como muy influyentes en su obra a varias etapas de colecciones Marvel; unas son curiosas elecciones, como la de Bob Harras y Steve Epting en Los Vengadores de los años 90; otras en cambio son mucho mas consensuadas como memorables entre la afición, como pueda ser la de John Byrne en Alpha Flight. Precisamente con ésta es con la que más fácil resulta a priori caer en la comparación con Secret Identities, ya que ambos supergrupos desarrollan sus actividades desde suelo canadiense. Pero en realidad esto es un error, ya que mientras que los de Vindicador, Sasquatch y compañía fueron creados por Byrne -como se solía hacer con todo superhéroe no Estadounidense- como un compendio de tópicos sobre la idiosincrasia de la nación de turno (aunque lo hiciese con todo su amor y posteriormente evolucionasen hacia derroteros mucho más interesantes), Faerber ha decidido ir desde un principio en otra dirección.
Así, The Frontline -los superhumanos protagonistas de la serie- tienen su base en Canadá pero eso no determina para nada los conceptos de los personajes. Unos son Estadounidenses (y de hecho estadounidenses de primera), otros Canadienses, y otros incluso alienígenas criados por mafias orientales. Faerber huye de esa visión USAcentrica del genero y con naturalidad cada miembro del grupo es un simplemente superhéroe. No un superhéroe que por ser de otro país deba portar motivos étnicos, coyunturales o los colores e indumentaria típica de la bandera de la nación exótica que toque. Sino un superhéroe y punto.
En este aspecto, los personajes, tanto en su diseño estético como en las historias que se sugiere que van a desenvolverse a su alrededor, son brillantes. En tan solo dos páginas por integrante del grupo asistimos a escenas que nos hacen intuir interesantes tramas potenciales llenas de secretos: desde el superveloz que usa su poder para llevar una doble vida casado con dos mujeres que no saben nada la una de la otra, al hombre volcán que afirma ser un antiguo Romano transformado en la catástrofe de Pompeya, pero que destruye las pruebas arqueológicas que podrían confirmar o desmentir esta historia. En lugar de enfocarse en hacer superhéroes que parezcan de una nacionalidad concreta, aquí se han dedicado esfuerzos a crear superhéroes que simplemente molen, cosa que se agradece. Y la verdad, la tarea ha dado resultado y molan mucho.
La historia se abre con una batalla campal en la ciudad de Toronto entre The Frontline y una horda de seres infernales invocados por un brujo que nos recuerda por un lado a Pandemonium (el viejo enemigo de los West Coast Avengers de Steve Englehart y Al Milgrom), y por otro al aclamado guionista Alan Moore, en un guiño que va mas allá de su aspecto y que incluye una alusión sobre el culto a un dios serpiente. El villano será vencido gracias a la intervención de otro superhéroe, el cual recibirá la invitación de formar parte del grupo. Y aquí es donde Faerber y Joines muestran una enorme confianza en la cantidad y calidad de tramas que tienen pensadas para el futuro de la colección, ya que desde el principio no ocultan que este nuevo componente es en realidad un supervillano que buscaba infiltrarse en el equipo desde hacía tiempo. Cabe preguntarse durante cuántos números hubiesen jugado con esta idea antes de hacer la revelación otros guionistas para los que ese concepto hubiese sido la única gran baza de su etapa en otras hipotéticas colecciones. Y sin embargo, aquí se desvela desde un principio, y en solo 32 páginas se consigue dar otra vuelta de tuerca a esta trama y cerrar el número con un cliffhanger que nos deja boquiabiertos a pesar de acabar de conocer a los personajes.
Para consolidar la que parece que será una de las colecciones superheroicas más interesantes de este año, tenemos el aspecto gráfico de Kyriazis con el color de Charlie Kirchoff, que resulta magnífico. El ambiente creado nos evoca de forma muy apropiada a los títulos de la franquicia Invencible de Robert Kirkman. No es baladí la comparación, ya que constata que el llamado “Mejor cómic de Superheroes del Universo” ha creado escuela y que ya ha llegado un punto en que Image puede emularse a sí misma con naturalidad a la hora de crear series pijameras en un estilo propio y sólido en lugar de fijarse en Marvel o en DC.
Edición original: Stray #1 (Action lab).
Valoración: .
Guión: Vito Delsante.
Dibujo: Sean Izaakse.
Color: Ross Campbell, Simon Gough.
Formato: Grapa (comic USA), 32 páginas.
Precio: 3,99 $.
Stray es un curioso cómic que inicialmente surgió como un proyecto lanzado por su creador y guionista Vito Delsante a través de la plataforma de mecenazgo Kickstarter. Para ello buscó en Devianart a un artista adecuado, formando equipo creativo finalmente con el también prácticamente desconocido Sean Izaakse. El relativo éxito del crowfunding fue tal que llamó la atención de la editorial Action lab y ofreció a los autores publicar el cómic bajo sus auspicios.
En este proyecto, Delsante buscaba exorcizar alguno de sus demonios internos cargándolo de algunos tintes autobiográficos relativos a varios de los momentos más duros de su vida: su adicción a las drogas, la muerte de su padre…
Para ello, lo meditó mucho y decidió tirar por un camino ya muy transitado: contar una historia de superhéroes en la que cada personaje fuese un equivalente de algún conocido personaje de las grandes editoriales, Marvel o DC, aunque de momento parece haberse centrado más en ésta última. Esta aproximación, que de entrada puede parecer ya cansina en muchos cómics independientes (o en aquellos de las dos majors con la que pretenden homenajear a conceptos de sus respectivas competencias) cobra cierta frescura cuando uno lee las declaraciones con el análisis que Delsante hace de éste fenómeno y de por qué presenta grandes ventajas creativas que lo hacen idóneo para un proyecto de estas características.
Según Delsante, el ofrecer personajes que nos recuerdan inmediatamente a otros muy icónicos da al lector mucha información, la cual el escritor se puede ahorrar en aras de la economía narrativa cuando se trata de obras breves o que presentan a protagonistas en mitad de sus carreras: después de todo ya sabemos cómo es Superman; por mucho que nos lo disfracen con ligeros cambios de nombres y aspecto, no es necesario volver a contar su historia para conocer su idiosincrasia. Pero además hay otra ventaja para el guionista, y es que cuando el lector ya ha entrado en ese juego, éste puede ser sorprendido ofreciéndole alguna revelación que colisione con ese conocimiento previo, y que marque diferencias del nuevo superhéroe con el molde original. Los ejemplos de Omniman respecto a Superman en el Invencible de Kirkman, o el del Confesor original en comparación con Batman en el Astro City de Kurt Busiek vienen fácilmente a la memoria, pero hay muchos más. Versiones malvadas, versiones homosexuales, versiones de otras etnias…todas consiguen sorprendernos al dar la vuelta a asunciones que hacemos automáticamente al ver por primera vez algún sosias de iconos de las dos grandes compañías en las páginas de cómics independientes.
En éste caso nos encontramos con Rottweiler, el protagonista de Stray. Sin ningún tipo de duda viene a ser una versión del arquetipo de Robin o Nightwing, el joven sidekick de un superhéroe estilo Batman (en este caso el canino Doberman) que con el tiempo va creciendo para encontrar su propio camino. Resulta curioso que las principales diferencias entre Rottweiler y su molde original sean las mismas que Mark Waid estableció para otros derivados del Dinámico dúo en su obra Insufferable para el sello de cómic digital Thrillbent: y es que tanto Rottweiler como Galahad -aparte de poder ser calificados como unos irresponsables y pagados de sí mismos capullos integrales- no sólo son sidekicks de sus respectivas figuras Batmanescas, sino también sus hijos biológicos. Y para colmo ambos émulos de Robin se encuentran amargamente distanciados de sus padres desde hace tiempo.
Pero donde difieren las historias de Waid y Delsanto es que mientras el primero nos contaba la historia del difícil camino de reencuentro entre mentor y pupilo, el guionista de Stray se dedica a mostrarnos qué pasa cuando ese camino se cierra para siempre para Rottweiler al ser asesinado su superheroico progenitor de una forma que es imposible que no nos recuerde al Comediante de Watchmen.
Según Delsante, veremos el descenso a los infiernos del protagonista mientras trata de resolver el enigma del asesinato de un padre con el que no podrá ya reconciliarse, atormentado por la culpa del decadente estilo de vida que lleva, el cual les separó, pero que se ve incapaz de abandonar.
El dibujo de Sean Izaaske es muy correcto, y aunque todavía se le nota un trazo poco suelto, algo amateur, uno no puede evitar tener la impresión de que es muy prometedor y que en breve estaremos ante un gran profesional. Con el color hay una idea lamentablemente desaprovechada, ya que de los abundantes flashbacks se encarga un artista, Ross Campbell, y de la narración en la actualidad otro, Simon Gough, pero apenas se notan matices apreciables entre el trabajo de ambos marcando la diferencia entre épocas. Una lástima a ese respecto, aunque por todo lo demás el resultado es notable.
Concluyendo, lo cierto es que aunque la premisa es muy interesante, en esta primera entrega apenas probamos un bocado de la misma, y sólo vemos cómo todas las piezas son dispuestas sobre el tablero. El potencial de la idea es intrigante, y merece la pena dar una oportunidad a las siguientes entregas de la serie para ver si, como parece a priori, efectivamente se está a la altura de las expectativas. Si termina siendo de ese modo, estaremos ante una obra que si bien no siendo rompedora, sí merecerá estar en las estanterías de aquellos lectores que disfrutamos con el cómic de superhéroes que nos ofrece una vuelta de tuerca sobre el género.
Jay Faerber es una garantía de que los diálogos y las vidas civiles de los personajes van a estar bien tratados y ser divertidos, pero el hombre está teniendo mala suerte con las cancelaciones, y tanto Noble Causes como Dynamo 5 terminaron prematuramente…
Cierto, Faerber parece tener mala suerte, y no solo con el género superheroico. Sus incursiones en otras temáticas como Near Death o Copperhead (que terminó el mes pasado en su quinta entrega) tampoco han dado lugar a series muy longevas. Una pena, porque casi siempre ofrece un nivel muy digno.
Gracias por comentar.
¿Copperhead ya ha terminado????
Co-ñó, si no me ha dado tiempo ni a empezar a leerlo… con estas cositas siempre espero a tener al menos media docena de números para empezar a leerlas.
Espero que Faerber no se dé por vencido, me parece un tipo muy interesante.
En fín, siempre me quedarán los Elephantmen. -(Sí, ya sé que son suyos…)-
QUE NO SON SUYOS, perdón.
Pues afortunadamente, parece que me he colado, Agente Sadness. Según Faerber, Copperhead continuará, pero tras concluir el primer arco argumental se han tomado un paréntesis para dar tiempo a avanzar en el trabajo, acumular números ya finalizados, y así evitar repetir los retrasos que ha sufrido la publicación hasta ahora. En medio lanzarán el Trade Paperback con estos cinco primeros números ya editados para que la colección no caiga en el olvido de los lectores.
Una buena noticia, no sé exactamente cuando, pero parece que pronto veremos nuevos episodios de este western espacial.
La verdad es que parece una táctica es algo recurrente en Image. Manhattan Projects, Clone, Elephantmen y otras, han optado por un «descanso» antes de un nuevo arco argumental. Por no hablar de periodicidades como las de Invincible -«Imprevisible»- o los míticos nosecuántos años que se necesitaron para terminal la gloriosa Godland.
Vete preparando la barriga, Sergio…
En la primera frase me sobra un «es».
Barriga preparada, ganas de cerveza y amigotes