Las chicas del tío Bob

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Edición original: Les Filles de l’oncle Bob (Éditions Paquet, 2011).
Edición nacional/ España: Las chicas del tío Bob (NetCom2, 2013).
Guión: Metapat.
Dibujo: Emilio Van der Zuiden.
Color: Sylvaine Scomazzon.
Formato: Tomo cartoné 48 págs.
Precio: 15€.

 

El interés por un medio, en este caso la historieta, puede hacer que disfrutemos de temáticas ajenas a nuestros gustos habituales. Por ejemplo: jamás he ocultado mi indiferencia por las actividades deportivas, lo que no me ha impedido solazarme con tebeos como Slam Dunk (T. Inoue), dedicado al baloncesto, o Bateadores (M. Adachi), sobre ese juego incomprensible para todo europeo llamado béisbol. Esta es la razón de que me acercara a Las chicas del tío Bob, historieta sita en el rally de Montecarlo, que a priori me seduce tanto como el apasionante mundo del cebo para la pesca de la trucha de río.

«En 1969, Bob Neyret es un piloto en todo su esplendor. Su duelo con Roger Sandman, su gran rival, ocupa todos los diarios. Pero su última confrontación en el Tour de Córcega acaba en un terrible accidente. Además, esta década de los 70 será el final del reinado de su montura fetiche, el Citroën DS. En compañía de su amigo Jeannot, Bob visita a Marie-Marie, su «sobrina», bailarina en el Crazy-Horse. Allí se le ocurre la idea de hacer correr a chicas en el prestigioso rally de Montecarlo para atraer a los sponsors. ¡Pero Marie-Marie y su amiga Christina convencerán a Bob de que no son sólo unos bonitos adornos: son auténticas y talentosas pilotos!»
[Extraído de la contraportada]

Los autores, Emilio Van der Zuiden al dibujo y Metapat (seudónimo de Patrick Gérard Bissinger) al guion, son unos enamorados del mundo del motor, especialmente de los vehículos clásicos, como demostraron, junto a Olivier Marin, en la serie Margot, con cuatro volúmenes publicados en nuestro país, concretamente en el titulado Las diosas de la Ruta, donde la protagonista, Margot Palissandre, también conducía un Citroën DS. Las chicas del tío Bob retrata ese paraíso de lujo y velocidad que apasiona a los forofos de las cuatro ruedas, aderezado con enconadas rivalidades más allá de lo deportivo y el repaso a las prestaciones de los bólidos más celebrados. La creación del equipo «Aseptogyl», con pilotos femeninas, excusa perfecta para que el dibujante se explaye delineando mujeres exhuberantes, le da un toque sexy a lo Hugh Heffner, el fundador de la revista Playboy. O tal vez habría que decir a lo Russ Meyer o Frank Cho, nombres que aparecen en su extensa lista de agradecimientos, junto a otros más insospechados como Milton Caniff, Federico García Lorca, Héctor Germán Oesterheld o Francisco Solano López (¡un fan de El Eternauta!)

Emilio Van der Zuiden, seguidor del estilo de la línea clara franco belga reminiscente de Hergé, no oculta demasiado sus preferencias: coches y chicas (por este orden, además). Los autos, reproducidos con un detalle inaudito, incluso en las pegatinas de los patrocinadores, están presentes casi en cada página, con frecuencia compitiendo o exhibiéndose. El álbum arranca en el tour de Córcega y concluye en el rally de Montecarlo, encadenando ocasiones para el lucimiento de las máquinas. El guion de Metapat potencia esta sensación de veneración cuasi religiosa, aunque se tome algunas licencias respecto a la biografía del genuino Bob Neyret (con su consentimiento). Las mujeres, por otra parte, resultan virtualmente idénticas entre sí, indestinguibles en su voluptuosidad, con los socorridos peinados (también algún tatuaje) para hacerlas reconocibles al lector: llamativo es el caso de Sylvie y Marie-Marie quienes, en vez de madre e hija, se diría gemelas univitelinas. El dibujante es incapaz de superar la rigidez mecánica de su trazo, esa que convierte los Citroën o Lancia en intachables facsímiles. Tal estatismo perjudica sobre todo a los personajes femeninos, retratados como «muñequitas». Este aspecto, unido a las condescendencias de una trama urdida con exceso de amabilidad, desactiva los puntos más interesantes, a mi juicio, del relato, como la pionera formación de un equipo eminentemente femenino en un entorno asociado, por tradición, a los hombres. Por mucho que demuestren su valía (que lo hacen, gracias a Dios), al final las pilotos son un trofeo en la pugna de los dos machos de la manada y un reclamo publicitario para una escudería en busca de patrocinadores. Tal cosa debería haberme quedado clara desde las páginas iniciales: Neyret y Sandman son presentados al volante, en dura competición. La primera aparición de Marie-Marie, pocas páginas después, nos la muestra desnudándose en un club de strip-tease. ¡En fin! Tampoco debería sorprenderme en un álbum titulado Las chicas del tío Bob.

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No se le pueden negar ni ganas ni oficio tanto al escritor como al ilustrador de esta historia que, a fin de cuentas, resulta bastante entretenida dentro de unos parámetros que -como indicaba antes- me dejan bastante frío. El seguidor de estas competiciones la encontrará más meritoria, probablemente, regocijándose con los múltiples detalles de su afición.

  Edición original: Les Filles de l’oncle Bob (Éditions Paquet, 2011). Edición nacional/ España: Las chicas del tío Bob (NetCom2, 2013). Guión: Metapat. Dibujo: Emilio Van der Zuiden. Color: Sylvaine Scomazzon. Formato: Tomo cartoné 48 págs. Precio: 15€.   El interés por un medio, en este caso la historieta, puede…
Guion - 5
Dibujo - 6
Interés - 5

5.3

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Sr. X
Sr. X
Lector
30 marzo, 2015 17:15

es verdad que es un comic muy normalito, pero no comparto para nada tu análisis ya que tiene muchos errores, entre otros, que Metapat dibuja los coches y no Emilio. Da la impresión que es algo que leíste hace tiempo y tiras de los recuerdos que te ha dejado en lugar de leerlo hace poco y tenerlo a mano mientras escribías porque muchos datos erróneos vienen muy bien explicaditos tanto en los extras como en los diversos artículos de la pagina de netcom2 y su revista

Alejandro Ugartondo
Autor
30 marzo, 2015 17:18

Le eché un vistazo en la librería pero no lo compré precisamente por los inconvenientes que comentas. El dibujo a pesar de ser muy detallado me parecía demasiado estático y la temática tampoco me llamaba mucho.

La verdad es que la editorial Netcom2 no la tenía muy controlada pero a raíz de hacer la reseña de Los diablos azules, me fijé en su catálogo y tiene unas cuantas cosas interesantes de cómic franco-belga de línea clara que vale la pena tener en cuenta.