Portada de La muerte en Trieste de Jason

Edición original: Døden i Trieste (Magikon, 2024)
Edición nacional/España: La muerte en Trieste (Astiberri, 2025)
Guion: Jason
Dibujo: Jason
Traductor:: Óscar Palmer
Corrector: Soraya Pollo
Maquetación y rotulación: Alba Diethelm
Edición: Laureano Domínguez
Formato: Rústica. 184 páginas. 21€

Jason en su salsa

«La vida nunca discurre sin sobresaltos.»

Aunque a lo largo de su carrera Jason, seudónimo del noruego John Arne Sæterøy (Molde, 1965), ha publicado cómics con historias largas es con las narraciones cortas donde ha firmado algunos de sus mejores trabajos y en las que parece sentirse más cómodo en los últimos tiempos como podemos ver en la reciente Amanecer roto y en esta La muerte en Trieste recién publicado por Astiberri, la editorial del noruego en España desde hace más de veinte años. En este nuevo volumen nos encontramos con tres historias cortas: El caso Magritte, La muerte en Trieste y Dulces sueños. En la primera nos encontramos con una versión al estilo Jason de Los Vengadores -la serie de televisión de los años sesenta, no el grupo de superhéroes de Marvel– que deben investigar un caso en el que varias personas empiezan a recitar versos surrealistas tras encontrar en su casa un cuadro del pintor belga René Magritte. En la que da título al cómic tenemos una serie de microhistorias conectadas en la que en la Alemania de la república de Weimer se entrecruzan el ascenso del fascismo con los poetas dadistas, Marlene Dietrich, Nosferatu, Rasputín o un David Bowie que es uno de los nexos de las tres historias, ya que aparece en todas ellas, al igual que sucede Athos, el personaje fetiche del autor noruego. El tomo se cierra con una historia en la que las figuras más representativas de la New Age y los New Romantics británicos son una suerte de superhéroes que tienen que salvar la tierra de un inminente cataclismo.

En esas tres historias se dan cita todas las características que están habitualmente presentes en las obras del autor noruego que a lo largo de sus años de carrera ha ido puliendo hasta alcanzar unas cotas de calidad extraordinarias. El resulta son unos sus cómics imitables y tremendamente personales, pero que siempre ofrecen algo nuevo. Leyéndolas resulta imposible no imaginárselo divirtiéndose a lo grande mientras se le ocurren esas extrañas mezclas de personajes de ficción y personas reales enfrentándose a situaciones aparentemente imposibles que lugar a unos argumentos inesperados y sorprendentes que en sus manos funcionan como un mecanismo bien engrasado que conforman un universo propio en el que todo es posible.

Independientemente de los giros argumentales que cambien el rumbo de cada una de las historias contenidas en este volumen las tres tienen varios elementos en común que las dotan de una conexión que va mucho más allá de los personajes que comparten. En ellas nos encontramos con las mezclas de personajes ya mencionados que sirven para derribar los absurdos prejuicios de la alta y baja cultura que siguen estando vigentes para muchos que desdeñan incluso expresiones artísticas en su totalidad como pasa con el cómic. Esta mezcla de todo tipo de referencias hace que en una misma historia convivan unos sosias de la serie los vengadores con los cuadros más conocidos de Magritte, sin ningún tipo de problema. Jason también mezcla todo tipo de género sin ningún tipo de atadura desmontando y retorciendo sus clichés para huir de cualquier fórmula, de manera que sus historias se convierten en unos artefactos pop únicos repletos de capas de lectura. Entre las que destaca su particular sentido del humor, algo que vemos a través de situaciones surrealistas y unos diálogos breves y cortantes. Ese sentido del humor es muy especial y seguramente no para todo el mundo, pero para los lectores del autor de Siempre nos quedará Pamplona creo que se ha convertido en un placer con el que nos reencontramos cada vez que publica una nueva obra, algo que, por suerte, se produce casi cada año.


Los ya conocedores del estilo gráfico de Jason sabemos que nos vamos a encontramos con historias cuyos personajes son animales antropomorfos dibujados con un estilo de línea clara en el que los escenarios son mínimos y con una estructura fija de dos tiras de dos viñetas cada una por página. Algo que no es óbice para que estemos ante una obra con abundantes escenas de acción que el noruego resuelve con solvencia gracias a su ya conocida capacidad para dotar de movimiento y dinamismo a sus personajes demostrando, de nuevo, que es un narrador nato que maneja como pocos las historias entrelazadas y las elipsis.

Como es habitual en obras antológicas las historias contenidas no brillan de la misma forma, pero las que nos encontramos en La muerte en Trieste son un perfecto ejemplo de todo lo bueno que nos encontramos en un cómic de Jason: un narrador soberbio, referencias culturales de todo tipo y unas premisas argumentales que nunca dejan de sorprendernos por su mezcla de géneros. Una nueva nuestra de un autor que seguramente no tenga el reconocimiento que se merece por no plegarse a modas imperantes y mantener siempre su propia personalidad.

Lo mejor

• Lo bien que funcionan las mezclas aparentemente imposibles que propone Jason en sus historias que derriban los absurdos muros entre la alta y baja cultura.
• El sentido de humor que hay en todas las obras.
• La pericia con la que el noruego resuelve las escenas de acción.

Lo peor

• Quizás no se aleje tanto como sería deseable de la propuesta de Amanecer Total.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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