Flash de Mark Waid – Parte III

Mark Waid evolucionó sobremanera como escritor durante los años que abarca este artículo.

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1995. En este punto ya hemos superado el ecuador de la etapa de Mark Waid en Flash. Han sido cuatro años. Cuatro largos años de construcción y paciente orfebrería, de retorno a los orígenes y de madurez duramente aprendida. Empiezan a verse los primeros frutos. El año anterior Kurt Busiek (un discípulo de Waid) y Alex Ross (nombre absolutamente ligado al de Waid) habían publicado Marvels, una recuperación y reconceptualización del sentido de la maravilla marvelita.

También Waid ha cambiado en estos cuatro años. El editor inexperto que fue expulsado de Doom Patrol por no saber cerrar la boca a tiempo ya ha quedado atrás. Ahora es una estrella del mundo de los tebeos, y le llueven ofertas de trabajo de todas las grandes editoriales.

Waid no tiene demasiados problemas para elegir que colección compaginar con Flash. En la universidad solía dirigir un programa de radio y presentarse como “Capitán América”. Además, se paseaba por los pasillos con un jersey azul con una enorme estrella blanca bordada.

El Capitán América de Mark Waid y Ron Garney

El fallecimiento de Mark Gruenwald dejó huérfana a la colección del Capi tras más diez años, y tras una etapa en la que se notaba cierta falta de rumbo. No es momento aquí para analizar el excelso trabajo de nuestro guionista con el abanderado, pero baste decir que escribió unos números enormes y que su brillantez fue cortada de raíz por el mismo mal contra el Waid trataba de luchar desde que empezó a escribir a Flash.

Decíamos en anteriores partes de esta serie de artículos que los fundadores de Image dejaron Marvel allá por el año 1993. La zozobra de la editorial provocó que esta tuviera que ofrecerles unos contratos millonarios para que volvieran a La Casa de las Ideas, con toda su torpeza creativa a cuestas. El infame Rob Liefeld fue colocado al frente de la colección del Capitán América, y Waid iniciaría una larga serie de retornos y despedidas a su colección favorita (por detrás de Superman).

Pero mientras todo esto ocurría, Waid seguía trabajando en Flash, ofreciéndonos números para el recuerdo.

Flash: Punto Muerto
 

Edición original: Flash núms. 108-121 USA, Flash Plus núm. 1 USA, Impulse núms. 9-11 USA, DC Universe Holiday Bash núm. 1 USA.
Edición nacional/ España: Flash de Mark Waid. Punto Muerto (ECC Ediciones).
Guión: Mark Waid, Brian Augustyn.
Dibujo: Anthony Castrillo, Eduardo Barreto, Humberto Ramos, Jim Cheung, Óscar Jiménez, Paul Ryan, Sergio Cariello.
Formato: Cartoné, 456 págs. A color.
Precio:39,50€.

 

Este quinto tomo de la recopilación que ECC está llevando a cabo de la etapa de Mark Waid en Flash toma su nombre de la primera saga reunida en el libro. En Punto Muerto, Waid planta las semillas de una futura exploración de la “mitología velocista” con la aparición de Savitar, un misterioso “dios de la velocidad” que provocará que toda la familia Flash (excepto Wally, claro está) pierda sus poderes.

El concepto de “dios de la velocidad” no es gratuito. Ya desde los tiempos de John Broome y Carmine Infantino se ha especulado con la naturaleza de la “fuerza de la velocidad”, y se ha establecido que el poder correr extremadamente rápido no es más que una manifestación mínima de las capacidades que confiere esta fuente de energía. No por nada, Flash puede atravesar muros, desviar balas y viajar a otras dimensiones.

¿No será que la “fuerza de la velocidad” es en realidad esa energía que mantiene unido al Universo, esa ecuación que Einstein profetizó que se escribiría cuando se unieran las cuatro grandes fuerzas de la física? Siendo así, no sería extraño que Savitar se obsesione con obtener su poder.

Pero Waid no se olvida de cuál es el leitmotiv que vertebra toda su etapa. De un modo ciertamente flexible, el primer tomo y el segundo tomo de esta colección se habían centrado en Wally West intentando liberarse del fantasma de su “padre”, y el tercero y el cuarto en Wally aprendiendo a ser “padre”. El siguiente paso lógico debía consistir en que Wally conociera a sus homólogos del futuro.

John Fox

John Fox, el Flash del futuro, no obstante, daba la impresión de no ser de fiar ya desde su mismo aspecto: pelo blanco y traje negro y azul eléctrico. Mientras este tonteaba con Linda Park, la novia de Wally que por fin conseguía algo de protagonismo, el Flash de nuestra época se encontraba perdido en el tiempo (¡otra vez!) tras conseguir derrotar a Savitar.

Este libro se cierra con un capítulo que hará delirar a los más nostálgicos de la casa al juntar a dos viejos amigos. Wally West y Dick Grayson fueron compañeros de batalla durante su etapa adolescente (ambos pertenecían a los Teen Titans).

Durante la adolescencia todos hemos creído o hemos sentido que la amistad es algo que dura para siempre, cuando la realidad es que, como todo en la vida, sufre un proceso de nacimiento, crecimiento, zenit, decadencia y muerte. Kid Flash y Robin tuvieron que aprender está dura lección en el camino que les llevó a convertirse en Flash y en Nightwing. Ambos dejaron de ser los “mejores amigos” hace muchos años, pero, como demuestra este especial, donde hubo fuego, cenizas quedan.

Savitar será uno de los principales villanos de este volumen.

Flash: Deudas infernales
 

Edición original: Flash núms. 122-129 USA, The Flash Secret Files núm. 1 USA, The Life Story of the Flash USA, The Rogues (Villians) núm. 1 USA, Flash – Speed Force USA.
Edición nacional/ España: Flash. Deudas infernales (ECC Ediciones).
Guión: Bryan Augustyn, Mark Waid.
Dibujo: Gil Kane, Joe Staton, Paul Ryan, Ron Wagner.
Formato: Cartoné, 424 págs. A color.
Precio: 37,50€

 

Tras el coitus interruptus en su etapa en Capitán América, provocado por maniobras editoriales de dudoso gusto, Waid tenía ganas de revancha. Tras el éxito de Marvels, publicada al rebufo del éxito de Waid, Alex Ross estaba deseoso de embarcarse en un nuevo proyecto.

La gestación de Kingdom Come, sin duda la más representativa de las obras de Waid, fue algo peculiar. Ross dibujó unos bocetos (que pueden encontrarse en cualquier edición del comic) representando a los héroes míticos de DC en un futuro cínico, oscuro y desesperanzado. Le pasó sus ideas a Waid, nuestro guionista añadió sal (conceptos reciclados del proyecto rechazado de Alan Moore El crepúsculo de los superhéroes) y pimienta (sus propias ideas acerca de la espiritualidad, la compasión, la religión y el modo de vida americano) y creó una obra maestra imperecedera de los años 90.

Bien podría argumentarse que Kingdom Come es el canto del cisne de Mark Waid. Nunca había llegado a semejantes niveles de profundidad ni de implicación emocional, y nunca volvería a llegar a ellos. Eso no es un problema. Todos tenemos un zénit, y el de Mark Waid rayó el cielo.

En Kingdom Come, Waid y Ross se atrevieron a cerrar un círculo, a sacar a los héroes del ciclo onírico de muerte y renacimiento en el que llevaban sumidos, según Umberto Eco, desde el mismísimo comienzo de su existencia. Con ello conseguían dos objetivos. Uno. Completar el viaje del héroe campbeliano que persiguen todos los arquetipos de la humanidad desde que el mundo es mundo. En otras palabras, fijar la imagen del héroe fantacientifíco en el inconsciente colectivo. Dos. Plantear las grandes etapas de la historia superheroica como si de un drama isabelino en cinco actos se tratase.

Kingdom Come

Por desgracia para todos, ni el tiempo del sueño ni la mismísima naturaleza dialéctica de la muerte y el tiempo pueden detener al espíritu del capitalismo. Superman, Batman y Wonder Woman se desvanecen en la luz de una cafetería al final de Kingdom Come, pero en el mundo real las grandes majors del comic de superhéroes seguirían explotando y exprimiendo a sus criaturas a una escala tan enorme y tan cruel que la torpeza y el macarrismo de Rob Liefeld parecerían en comparación un juego de niños ambiciosos.

Sorprendentemente, Waid fue capaz de lograr un objetivo tan ambicioso como el descrito más arriba sin perder ni un ápice de calidad en Flash (aunque tuvo que hacer un breve paréntesis en la colección, como veremos en la cuarta y última parte de este artículo).

En los números con los que se abre este sexto tomo de la enorme (en todos los sentidos) colección de ECC Ediciones, Wally West se enfrenta nada más y nada menos que a un misterioso contable que se encargar de calcular todos los daños que las acciones de Flash están causando a Keystone City.

Humillado, Wally tendrá que hacer las maletas y mudarse a California (curiosamente, Waid usaría la misma estrategia argumental casi quince años después, en Daredevil). Una vez allí, y aunque en un principio todo parezca ir sobre ruedas, Flash descubrirá que nunca se es más vulnerable que cuando se está a miles de kilómetros de familia y amigos.

Deudas infernales en la gran saga que ocupa mayor cantidad de páginas en este tomo, pero eso no significa que el libro no contenga un par de sorpresas para los lectores más fieles. El primero de estos especiales repasa los orígenes de cada uno de los Flash más importantes de la historia.

Pero el especial más destacable es The Life Story of the Flash. Es esta una pequeña joya de mi infancia, y no puedo dejar de sentir un pequeño escalofrío nostálgico al pensar en ella. En la anterior edición de la etapa Waid, este especial abría el primer tomo de la colección. Una opción más que acertada, ya que suponía un punto de entrada perfecto para una colección increíble e imprevisible.

The life story of the Flash.

De una forma increíblemente simbiótica y moderna (una combinación de novela y cómic), Iris Allen nos describía paso a paso, año a año, desde su nacimiento hasta su muerte, las aventuras y desventuras de Barry Allen, el segundo Flash, en una auténtica carta de amor a los superhéroes, al heroísmo y a los sentimientos que trascienden el tiempo y el espacio. Eso, y no otra cosa, es lo que significa DC Comics.

No puedo resistirme a cerrar la penúltima parte de esta serie de artículos sin citar unas palabras de Warren Ellis acerca de Mark Waid que sacan a colación un tema del que hablaremos en la última para de esta serie. La traducción es de Frog2000: Nos han dicho que estas fantasías (en ocasiones risibles), en realidad han ocurrido todas ellas en otras líneas temporales, al igual que las historias de la continuidad habitual del Universo DC. Las fantasías alternativas tendrán el mismo valor para la continuidad. Mark Waid suele ser muy abierto y honesto al hablar sobre este tipo de fantasías. Su éxito se debe a esa rara cualidad infantil que le permite excitarse de verdad con toda esta mierda, sin cinismo ni dobles sentidos.

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Matches_Malone
Matches_Malone
Lector
14 marzo, 2019 13:15

“Su éxito se debe a esa rara cualidad infantil que le permite excitarse de verdad con toda esta mierda, sin cinismo ni dobles sentidos.”
Waid es de los pocos que se ha dedicado a lo superhéroes con amor de fan. Su segunda etapa con Garney y seguidamente Andy Kubert sigue siendo mi favorita del Capi, y su Flash es de calle el mejor cómic de superhéroes de los noventa.
¡Saludos veloces!

Cerock
Cerock
Lector
15 marzo, 2019 14:15

La mejor estapa de Flash en su historia, no es para menos, hubieron arcos realmente buenos, Recuerdo un arco en particular que fue muy épico, “Dark Flash Saga” Flash #152-159 de Waid y Augustyn, (tomo Relámpago expansivo de ECC). Supongo se hablará más en la parte IV.
Muy ciertas las palabras de Warren Ellis: «Las fantasías alternativas tendrán el mismo valor para la continuidad. Mark Waid suele ser muy abierto y honesto al hablar sobre este tipo de fantasías.»

Asi lo demostró con su Flash, Capitán América, Daredevil, 4 Fantásticos, su JLA y por todas las series que ha pasado, lejos de todo la parafernalia de hoy en día.