El contador de historias, de Teresa Radice y Stefano Turconi

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Portada de El contador de historias de Teresa Radice y Stefano Turconi

Edición original: Il contastorie (Bao Publishing, 2023)
Edición nacional/España: El contador de historias (Nuevo Nueve, 2024)
Texto: Teresa Radice
Dibujo y Color: Stefano Turconi
Traductor:: Inés Sánchez Mesonero
Caligrafía de los títulos de cada capítulo: Michele Turconi
Diseño y rotulación: Gabriel Regueiro Poza
Edición: Ricardo Esteban Plaza
Formato: Cartoné. 208 páginas. 30€

La realidad tras las historias.

«De repente, por primera vez me doy cuenta de que ‘contar historias’ también significa ‘contar mentiras’.»

Gracias a obras de calidad indiscutible como El puerto prohibido (Nuevo Nueve), No te canses de caminar (Dibbuks), Las chicas del Pillar (Nuevo Nueve) o La tierra, el cielo, los cuervos (Nuevo Nueve), los italianos Teresa Radice (1975) y Stefano Turconi (1974) se han convertido en una de las parejas creativas más interesantes del cómic europeo reciente. Cada nueva obra que publican es esperada con ansia y expectación por unos lectores a los que nos fascina su capacidad para crear cómics en los que las historias más variadas se conjugan a la perfección con su habilidad para emocionar y crear personajes que perduran en la memoria. Si a esas cualidades les añadimos los increíbles dibujos firmados por Turconi que son capaces de transportarnos a cualquier rincón del mundo y reflejar las emociones que sienten sus personajes tenemos como resultado unas obras muy personales y especiales que no están al alcance de cualquier autor. El contador de historias, su último trabajo que nos acaba de traer Nuevo Nueve, supone una nueva muesca en una carrera en la que la calidad se está convirtiendo en una afortunada y deliciosas constante.

Viñetas de El contador de historias de Teresa Radice y Stefano Turconi

El contador de historias nos narra la historia de Pedro, un niño brasileño de once años que vive un pequeño pueblo pesquero de la selva amazónica leyendo todos los libros de aventuras que caen en sus manos. Tiene idealizado a su hermano Vicente que le cuenta increíbles historias de sus viajes por todo el mundo cada vez que vuelve a casa. Sin embargo, las historias de Vicente no acaban de resultarle creíbles a José, el responsable y honesto hermano mayor que se desvive por cuidar de Pedro y sus dos hermanas tras la muerte de sus padres, que tiene fundadas dudas sobre a qué se dedica realmente su hermano. Las tensiones entre ambos provocan que en su última parada Vicente se vaya de forma abrupta y sin dar explicaciones a su hermano pequeño que decide emprender un viaje en su búsqueda saliendo por primera vez de su pequeño pueblo y enfrentándose a los peligros de un mundo lleno de vileza y violencia que nada tiene que ver con el de sus novelas.

Como podemos ver por el argumento estamos ante una historia que nos narra el viaje iniciático de un niño que pierde la inocencia infantil al tener que hacerse mayor y descubrir la amarga realidad que le rodea. Aunque el desarrollo de la historia no es un dechado de originalidad, ya que hay sucesos relacionados con Vicente que son muy previsibles, la forma de contarla hace que eso pase a un segundo plano, puesto que estamos ante una obra que nos habla de emociones que todos hemos vivido con una delicadeza y verdad que hace que sea inevitable sumergirse de lleno en ella dejando de lado tanto la falta de originalidad como la concatenación de casualidades que hace que avance la historia. Y es que el viaje de Pedro está lleno de fortuna, ya que siempre se encuentra en el momento adecuado con la gente adecuada para proseguir su viaje o para comprender sucesos de su pasado o del de sus allegados. Sin embargo, son coincidencias que, con la excepción de la conversación de los dos ancianos que le permiten conocer el pasado de Tiresias, no chocan al lector que las puede pasar por alto sin problemas y dejarse llevar por una lectura, por lo demás, absorbente.

Página de El contador de historias de Teresa Radice y Stefano Turconi

Cada uno de los capítulos que componen la obra toma su título de algunas de las novelas clásicas de aventuras más conocidas como El mago de Oz, Las aventuras de Tom Swayer, El conde Montecristo o Peter Pan, por citar algunas de las nueve que aparecen, pero no solo es un guiño a esos trabajos que nos maravillaron y nos enseñaron a soñar, ya que en cada capítulo vemos como Radice y Turconi introducen referencias a sus tramas de forma sutil, pero muy reconocibles y con mucha gracia. Un amor por las novelas clásicas que ya habíamos podido vislumbrar en El puerto prohibido, pero que en esta ocasión se hace mucho más patente y directo. La que tiene más influencia en la historia es la novela de L. Frank Baum que es el último libro que Vicente le ha regalado a Pedro. Ellos se convierten en unas versiones muy particulares del mago y Dorothy, aunque se dan de lleno con unos problemas tremendamente realistas, que hacen que Pedro deje un poco de lado su capacidad para soñar heredada de su hermano que como un ilusionista ha conseguido mantenerle alejado de la realidad para entender la visión mucho más pragmática del mundo de José, su otro hermano.

Quizás por esas influencias tan literarias, el diario en el que Pedro cuenta sus aventuras tiene una importancia narrativa tan marcada en la obra, llenándola de soliloquios que a veces se hacen algo pesados ralentizando el ritmo de lectura. También resulta chocante que el lenguaje que emplea no es el propio de un niño de once años. Sin embargo, esos textos tan bien escritos y definidos sirven para que conozcamos a la perfección a Pedro y a Vicente, dos personajes absolutamente maravillosos y perfectamente construido a los que el viaje obliga a mirarse con nuevos ojos haciendo que Pedro vea realmente como es su hermano bajándole del pedestal en el que lo había colocado para descubrir que tiene los pies de barro y que los héroes de sus libros solo tienen cabida en la ficción. Y es que si algo nos han enseñado los dos autores a lo largo de su ya extensa carrera es que comprenden a la perfección que lo que hace que una historia perviva en la memoria de los lectores son las personas que las protagonizan y las emociones que nos consiguen despertar, algo en lo que son dos maestros indiscutibles. Pedro y Vicente son dos perfectos ejemplos, ya que son dos personajes complejos y llenos de matices que resultan totalmente tridimensionales. Los perfectos protagonistas de una historia que nos recuerda que la importancia de la lectura y la capacidad de soñar, pero también que la vida fuera de esos momentos de evasión no es un lecho de rosas y hay muchos momentos amargos y menos gratos, lo que conecta la historia con los mejores ejemplos del realismo mágico literario tan en boga en la Sudamérica de la época en la que se desarrolla El contador de historias.

Página de El contador de historias de Teresa Radice y Stefano Turconi

Turconi ya nos ha demostrado en sus obras previas que es un autor capaz de dibujar unos personajes reconocibles, diferentes entre sí y tremendamente expresivos que nos lo digan todo con la mirada y unos niños que realmente lo parecen, así que la historia le va como anillo al dedo. Unos diseños de los personajes realmente bien conseguido en los que llama la atención el nada casual parecido de Vicente con Corto Maltés, el gran personaje de aventuras del cómic transalpino, aunque como vamos descubriendo conforme avanza la lectura sus personalidades difieren enormemente. Además, su uso de las aguadas llena de color una obra que nos transporta a un Amazonas que rezuma vida enseñándonos toda la riqueza de su flora y fauna, pero sin que la obra se convierta en un catálogo zoológico.
Narrativamente es una obra tan sólida y solvente como es habitual con el ritmo muy bien medido, pese a la alteración que suponen los problemas generados por los extractos de los diarios de Pedro. Como ya habíamos visto en otros trabajos, Turconi combina su estilo gráfico habitual con una mucho más cartoon y con colores grises para las escenas en las que Pedro recuerda fragmentos de sus libros favoritos ligadas a las desventuras que vive en sus viajes. Un cambio de color que también vemos en las escenas que transcurren en el pasado en las que los colores tan vivos de toda la obra dejan paso a unos tonos terrosos y sepias que les dan toque mucho más apegado a la parte más amarga de la vida.

Página de El contador de historias de Teresa Radice y Stefano Turconi

La edición de Nuevo Nueve es de la excelsa calidad a la que nos han acostumbrado, con una portada preciosa, un diseño muy cuidado y unas guardas en las que vemos un mapa del viaje de los protagonistas.

En El contador de historias Teresa Radice y Stefano Turconi nos vuelven a demostrar que son una de las mejores parejas creativas del momento capaces de crear una historia que nos recuerda la importancia de soñar e imaginar gracias a la lectura, pero que no esconde los problemas a los que nos enfrentamos en la vida cotidiana. Como siempre consiguen transportarnos a un mundo lleno de emociones con un aspecto gráfico brillante y narrativamente impecable, aunque esta obra no resulta tan redonda como otros trabajos suyos que brillan a mayor nivel sí que está muy por encima de la media de lo que nos encontramos entre las novedades de cada mes.

Lo mejor

• La maravillosa construcción de los personajes principales.
• La forma sutil y llena de cariño en la que se muestra como Pedro va dejando atrás la inocencia de un niño para descubrir la realidad.
• Las páginas de Turconi llenas de belleza y con unos paisajes que rebosan vida.

Lo peor

• Hay un cierto abuso de los extractos del diario de Pedro.

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