Edición original: Dot & Dash (New York Evening Journal, 1926-1928).
Edición nacional/ España: Dot & Dash (Manuel Caldas, 2010).
Autor: Cliff Sterrett.
Formato: Álbum rústica apaisado, 64 págs.
Precio: 16’50€.
Volver a los clásicos reconforta y satisface. Un clásico perdura tanto por sus valores intrínsecos, que lo mantienen vigente así pasen los años, como por su cualidad de modelo, de semilla para múltiples hijos en los que puede detectarse el parentesco. Es por ello que recordándolos aprendemos de nuestro pasado, pero también de nuestro futuro. Es esta paradójica dualidad lo que alimenta un clásico, lo que hace que volvamos una y otra vez sobre ellos para intentar descubrir sus secretos. Algunos de esos clásicos son, a la vez, pioneros, los muñidores del arte que admiramos. En estos casos el goce no es ya sólo estético (si es que alguna vez de algo puede decirse que es «sólo estético») sino que sentimos el temblor de la historia en las manos.
Cliff Sterrett es uno de esos pioneros que trabajó en la historieta cuando no se sabía muy bien que era aquello, cuando las reglas las inventaban, a golpe de página, el genio de McCay, de Herriman, de Feininger, de Gross, de Foster, de Segar y de tantos otros. Nacido en 1883 en Fergus Falls (Minnesota), Sterrett, de antepasados escandinavos, estudió dos años en la Chase Art School de Nueva York antes de ser contratado en 1904 por el New York Herald para su departamento de arte. Allí presentaría sus primeras tiras cómicas, pero la fama no le sonreiría hasta la publicación en el New York Evening Journal de su celebrada Polly and Her Pals (Positive Polly, en origen) en 1912. Seducido por las nuevas corrientes pictóricas, Sterrett incorporó a partir de los años 20 nociones del cubismo y del surrealismo. La tira fue tan influyente que inspiró todo un subgénero.
Entre 1926 y 1928, Dot & Dash fue el complemento de la serie estrella de Sterrett, ocupando la parte superior de Polly and Her Pals, esa que algunos diarios sustituían por publicidad. Empezó llamándose Damon and Phythias. Sterrett los concibió como un perro y un gato bien avenidos en la tira aparecida el 21 de febrero de 1926, pero fue modificándolos semana a semana y hasta la plancha del 13 de febrero de 1927 no obtendrían su aspecto definitivo, convertidos ambos en cachorros de perro de rasgos complementarios (Dot es de color negro salvo un cerco claro alrededor del ojo derecho; Dash es marrón claro salvo un cerco negro alrededor del ojo derecho… aunque a veces el autor se olvida y los varía de posición, como en la tira del 8 de abril de 1928, mostrada más abajo). El cambio de nombre se había producido mucho antes, en la tira publicada el 5 de septiembre de 1926. Una alteración significativa, como observa en la introducción el especialista Domingos Isabelinho: «Los nombres de los personajes no dan lugar a dudas sobre el verdadero ámbito de la serie: «dot» y «dash», punto y raya en inglés, es la letra ‘a’ del código Morse. Simboliza, en este caso, tanto la ingenuidad de los personajes (son únicamente el principio) como la gracia de Sterrett y de sus personajes (puesto que se trata de un juego con la letra ‘a’)«.
La sencillez, lo sabe cualquier creador (y cualquier estudioso), es un misterio complejísimo, inagotable. Discernir por qué una línea pelada, una mancha huérfana o una perspectiva llana nos emocionan más que un barroco amasijo de rayas convencionales o por qué una sola palabra, incluso el silencio, puede ser más elocuente que un engolado discurso, excede mi capacidad. Os puedo contar, sin embargo, que Sterrett es dueño de ese escasísimo talento que vuelve fácil lo difícil y poético lo cotidiano. Cuando hablamos de acción, de ritmo, de excitaciones, Sterrett nos recuerda que la vida es también reposo, contemplación, inocencia; en la otra orilla de las grandes gestas, de épicas confrontaciones, hay momentos al calor del fuego o paseos sobre la nieve recién caída. Dot & Dash, con su ingenuidad de seres recién nacidos al mundo, escuchan embelesados el canto de un gorrión o persiguen a una resabiada ardilla. Los gags más audaces confunden una sombra con una zanja o una mancha con un agujero; también queda espacio para la ternura y los cachorros pueden rescatar a un pato del hielo y llevarlo a casa con ellos para que se recupere.
Cuando las entregas, inicialmente circunscritas a una fila, se extienden hasta las dos filas (a partir del 14 de noviembre de 1926) aflora un tempo originalísimo, que coloca el trabajo de Sterrett en el rango de la obra maestra. Su arte es tal que ni siquiera necesita la palabra. Dot & Dash se alejan así de la antropomorfización que tan buenos resultados deparó en las posteriores Pogo, Peanuts o Calvin & Hobbes. Libre de cualquier atadura, incluida la tiranía del chiste semanal, el autor vuelca toda su ciencia en la representación de pequeñas historias de juego y descubrimiento, capturadas en laboriosas simetrías de las que el elemento más destacado es, obviamente, la pareja protagonista, curioseando en un mundo donde la presencia humana es anecdótica. Tímidos e inexpertos, Dot & Dash se asustan hasta de su sombra y son frecuentemente burlados por enemigos más astutos, más grandes o más numerosos, siempre desde el soplo amable de la fábula. Sus grandes ojos miran cada evento cotidiano con fascinación, ora con miedo, ora con deleite. El mismo embrujo, poco más o menos, que invadirá al lector atrapado en sus mínimas peripecias.
Dot & Dash ha sido restaurada y compilada íntegramente por el portugués Manuel Caldas en una edición magnífica y francamente imprescindible para cualquier amante del cómic.
Oye pues tiene buena pinta. Ya compre de Caldas los Niños Kin-Der y su Kraysy Katt y me encanto.Pongo este en la lista de la compra entonces.
Son unas tiras muy majas, pero el auténtico obrón maestrón era lo que iba debajo, Polly and her Pals.
Hace unos años pillé a un precio ridículo (veintitantos euros, creo) el tomo que enlazo a continuación.
http://www.amazon.com/Polly-Her-Pals-Complete-1913-1927/dp/1600107117
Tamaño enorme y una restauración para mi gusto perfecta. Merece la pena incluso a los 50 euros que cuesta ahora. Además también vienen las tiras de Dot y Dash.
Pero vamos, también podeis pillaros el tomito de Caldas que recomienda Javier. Una pequeña maravilla de cuando el comic todavía era comic y solo comic, antes de que fuera «contaminado» por el cine.