Dalí

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Edición original:
Dalí par Baudoin, 2012, Éditions du Centre Pompidou / Éditions Dupuis.
Edición nacional / España: Noviembre 2012, Astiberri Ediciones.
Guión, dibujo, tinta y color: Edmond Baudoin.
Formato: 160 páginas en blanco y negro y color editadas en cartoné.
Precio: 22 € .

 

¿Qué hay que tener para tratar de acercarse a un mito tan inabarcable, manoseado y perenne como el de Salvador Dalí? A priori, un ego a la altura, para bien o para mal. Baudoin, el autor de El Viaje, Arlerí o Piero, con ese estilo suelto, tan libre, con esas páginas que se quedan pequeñas ante esos arrebatos estéticos se antoja elección perfecta para intentarlo ¿Lo logra? Consigue entretener cuanto menos. Pero bien es cierto que logra acercarnos al icono, y puede que incluso abra las puertas del mito para mostrar algo de la persona. Pero la cantidad de matices, la plétora de anécdotas y las aristas del personaje son tantas que confirma el hecho de que querer llevar a cabo una biografía en viñetas de la vida y obra del pintor catalán suena tan interesante como lleno de obstáculos. ¿Cómo acercarse a su figura sin tratar de epatar con datos o elucubraciones? Baudoin, sin miedo, decide afrontar el trabajo con libertad. No existirá una cronología férrea de los hechos –aunque su estructura vaya desde el nacimiento hasta la muerte de la figura en cuestión con ritmo cronológico-; no pretende seguir los logros del artista desde una perspectiva épica, aunque sí exista una tendencia a la mitificación del personaje; el autor francés no se acerca a la biografía del de Figueres con ánimo meticuloso, sino que Baudoin está más interesado en hacernos conocer al artista desde la perspectiva de la emoción y el pensamiento. Y para eso, su pincel va a bailar al ritmo de lo que proponía la obra del catalán. ¿Hay surrealismo? Desde luego, en cada página. Pero también hay Pop Art y cierto impresionismo. Incluso cierto clasicismo académico. Pero esto es una biografía, hay que narrar, así que una pareja relatará la vida de Dalí desde la perspectiva de quien cuenta a otro detalles de los logros de un tercero mientras pasean frente al mar. Con intimidad, con fruición, pero sin tremendas divagaciones o análisis sesudos.


El inconsciente manda, por tanto y como buena norma del surrealismo, de modo que Baudoin se deja llevar, se empapa de la obra daliniana e incluso se deja poseer por su espíritu, invocando su trazo genial en su pincel liberado. De esa mezcla, resulta lo más interesante del tebeo: Baudoin, genio del cómic francés, se explaya recreando la obra pictórica del catalán mientras expone su trayectoria vital. Los cuadros cobran vida e invaden las viñetas donde trata de narrar los episodios más importantes del biografiado. Y aquí es cuando sucede el milagro: cada viñeta propone un juego, ya sea referencial o de mirada. Cada recuadro evoca tanto obras populares como imágenes famosas de la vida del homenajeado, mezcladas con más detalles, forzando la concentración del lector a varios niveles. Esta no es obra de usar y tirar, desde luego, sino de observar y desmenuzar. De ahí su grandeza. Baudoin, más listo por viejo, modifica el entorno por el que se mueven los personajes demostrando que no solo se ha empapado de aquello que cuenta, sino que lo ha asimilado, creando capas de complejidad y significado, jugando a estar a la altura de la propuesta intelectual de su estudiado. Y lo consigue. En blanco y negro, con pinceladas de color, pero de la mano del catalán casi siempre. En ocasiones con mayor éxito que otras. Pero siempre con temeridad, con cierta pedantería, necesaria para enfrentarse a semejante mito. Y esto es lo que merece el aplauso del lector. Baudoin no se arredra ante el personaje, ante lo cual decide vestirse con una capa similar. Y mientras examina con lupa a Dalí, este se deja analizar. Baudoin saca pecho, se presupone artista a la altura y se deja llevar.

Paradójicamente, es aquí donde encontramos, no solo la razón para el aplauso, sino también, causa para la protesta. En cuanto Baudoin se empapa del amor hacia sí mismo que profesaba el autor de El Asno Podrido, semejante contagio provoca que su voz, su mirada, la de Baudoin, se deje ver de manera en exceso evidente en las páginas del tercer acto. El dibujante francés se retrata a sí mismo en su estudio conversando con la muchacha de la pareja que está narrando la vida de Dalí. Y se compara de manera casi ridícula con el marido de Gala. Craso error que corta la fluidez de la lectura y deshace la ilusión de habernos imbuido del genio daliniano. Una vez más, como voceador del ego, la aparición del artista como demiurgo consciente de lo narrado. Pocas veces estas aportaciones del artista deben ser consideradas como tales aportaciones. La mayor parte de las veces, son ejercicios inútiles de autofelación, una muy desagradable ya que sucede a ojos de todo el mundo. Y esta merece una buena colleja, ya que el estilo, la forma y la calidad de Baudoin resultaban innegables al tratar de dejarse asimilar por Dalí. El tebeo original, no es por casualidad, se llama Dalí par Baudoin. Y eso es lo que debería ser únicamente. En cuanto da un paso hacia Baudoin dando muestras de sí mismo entorno a Dalí, el interés decrece. Pero el error dura unas pocas páginas. Gracias a que el francés escora y recupera el rumbo, el aroma surreal arrambla de nuevo hasta el final, continuando con ese juego tan particular, con esa poesía visual donde página a página, cualquier estudioso de la obra de Dalí encontrará mayor empatía artística, mejor explicación, que cualquier ensayo sesudo sobre la figura del genio Dalí.


Si te interesa este autor, échale un ojo a estas otras reseñas:

El Viaje.
Arlerí.
El Sabor de la Tierra.

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Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
9 enero, 2014 7:55

Estupenda reseña, Raúl. Le tengo ganas a este tebeo, a pesar de que los juegos metatextuales y cosas por el estilo se me hacen muy cuesta arriba. Cosas de ser un gañán, qué se le va a hacer. Pero el dibujo de Badouin tiene «algo» que me encanta. No sé explicarlo mejor, pero el caso es que me flipa.