Cinder & Ashe

34
2028
 

Edición original: Cinder and Ashe.
Edición nacional/ España: Planeta DeAgostini.
Guión: Gerry Conway.
Dibujo: José Luis García López.
Color: B/N.
Formato: Novela Gráfica.
Precio: 10’95€.

 

En los últimos años, la serie negra parece resurgir gracias a trabajos de Brubaker, Bendis, Rucka, Azzarello o Cooke, tras décadas en que, como el Guadiana, aparecía y desaparecía por sorpresa. Sin embargo, en los años ‘30 y ‘40 fue uno de los géneros más populares en Hollywood y, por tanto, en el mundo, gracias a la concatenación de varios factores: el gusto (heredado del siglo XIX) por las historias de crímenes, el buen momento de la novela pulp como cantera para argumentos eficaces, un público receptivo a la crítica social derivado de la crisis del ‘29 y unas producciones ajustadas, que aprendieron del expresionismo alemán que la sombra y el encuadre pueden suplir las carencias presupuestarias. El cómic fue pronto permeable a la moda, como demuestran Dick Tracy o el Agente secreto X-9, pero en viñetas la edad dorada (y su precipitado ocaso) llegó con las revistas de la EC, donde es evidente que la palabra CRIMEN (así, en mayúsculas) era uno de sus principales reclamos. Todos sabemos en qué resultó la cosa, con el psiquiatra Fredric Wertham removiendo las aguas y la industria adoptando el Comics Code, que barrería las publicaciones más atrevidas (excepto MAD) dejando el camino expedito a los superhéroes y al reinado hegemónico de “las dos grandes”, mientras nacía, alejada de estos parámetros, la contracultura.

Marvel y DC, entonces, reproducen en el mundo del cómic lo que The Beatles y The Rolling Stone en el de la música: una rivalidad a menudo meramente nominal, pero que exige tomar partido. A los verdaderos aficionados nos gustan ambos, si bien podemos decantarnos por uno u otro con cierta objetividad, con ciertos matices, reconociendo aciertos y errores en los dos bandos. DC acoge a los primeros (y aún hoy día más conocidos) superhéroes, los que marcaron el camino, pero no creo descubrir la pólvora si observo que el universo Marvel nace mucho más cohesionado, gracias al esfuerzo combinado de Stan Lee, Jack Kirby y Steve Ditko, principalmente. Cada uno tendrá sus personajes favoritos, sus eras imprescindibles, pero forzoso es reconocer que Marvel, en virtud de sus orígenes, ha cuidado más las cabeceras de sus personajes a largo plazo, fructificando en largas sagas de una calidad muy alta. Piensen en el primer centenar de números de Fantastic Four o Amazing Spider-Man, de rara intensidad y coherencia en el volátil ámbito del tebeo mensual. Sin embargo, la idiosincrasia del universo DC, más fraccionado y autónomo, más independizado de sus personajes de éxito, ha propiciado una vertiente más experimental, con series limitadas y novelas gráficas que prescinden del “universo compartido” para buscar su propio rumbo. Es aquí donde DC toma claramente la delantera con obras como Watchmen, V de Vendetta, Camelot 3000, Slash Maraud, Skreemer o Cinder and Ashe.



Las aventuras del ex soldado norteamericano (Ashe) y la joven ladrona retirada de las calles de Saigón (Cinder), un dúo investigador más próximo al Equipo A que a Luz de luna, no hubieran desentonado lo más mínimo serializadas en cualquier revista de Toutain o recogidas en un tomo de Bonelli. Aunque sus autores, Gerry Conway y José Luis García López (quienes ya habían coincidido en Atari Force, una atípica y reivindicable space opera basada en los juegos de Atari), son profesionales curtidos entre los héroes con pijama, el resultado es una amalgama entre la ficción televisiva ortodoxa y el cómic de autor adscrito a género. Conway, más conocido por ser el responsable del script que llevó a la tumba a Gwen Stacy, sin duda aprovechando su experiencia en la pequeña pantalla (entonces escribía para series como Diagnóstico: Asesinato o Perry Mason), elabora un atractivo plot inspirado en estilemas clásicos del género (la corrupción institucional, el pasado turbio que regresa, la violencia contra el inocente, etc.), más contundente a nivel formal que emocionalmente significativo, o si se prefiere, más aprendido en los libros y el cine que en la vida. ¿Por qué digo esto? La trama, en su vertiente noir, sigue los patrones de género, o sea, nos da lo que esperamos encontrar y esto es bueno, pero avanza a golpe de tópicos consolidados (muy de los ’80), que le restan efectividad. Por ejemplo: buscan a una chica secuestrada y una testigo les dice que se la ha llevado un tipo grande con tatuajes y una furgoneta tuneada, lo que deja bien clara la posición de la América bienpensante sobre el particular (el tatuaje, por cierto, es un murciélago sobre la cara, lo que nos remite al Dark Knight returns); o la demagógica comparación entre la Saigón en los ‘60 y la Nueva Orleáns en los ’80, nada sutil mensaje de que EE.UU. estaba en guerra contra la delincuencia, idea muy del gusto de Punisher (quien ¡ya es casualidad! resulta que también es creación de Conway).

Por si fuera poco, el principal antagonista es un asesino, borracho, putero, violador y de la CIA, en lo que parece una parodia del Comediante, con todos sus rasgos execrables y nada de su humanidad (su físico, en cambio, parece más inspirado en el agente Garret de Elektra Assassin). El mismo problema tienen los pandilleros, directamente extraídos de cintas como El justiciero de la ciudad (Death Wish, 1974) y que entonces infestaban las colecciones de los tipos duros de la editorial, como el adecuadamente llamado Vigilante (creado por Wolfman y Perez en las páginas de The New Teen Titans). Conway resbala, además, en los diálogos, sin chispa, sin ambigüedad, más atento a lo que conviene para la intriga que a la caracterización, y no sólo no está acertado en las metáforas (eso de “el rugido del león” suena infantil, en este contexto) sino que a menudo cae en la verbalización excesiva, tal vez desconfiando de que las imágenes hablen por sí solas o de la capacidad del lector para aceptar la sugerencia. A veces, incluso, parece “reescribir” las ilustraciones, como en la chocante secuencia de cuatro viñetas donde los detectives y su cliente negocian la tarifa y que resulta obvio que no está dibujada para eso.

Fuera de la intriga netamente policíaca, el argumento cobra fuerza en los flashback, donde se nos define a los personajes principales en momentos de su vida anteriores a su presente relación profesional. Aunque, de nuevo, Conway no puede evitar caer en estereotipos sobre Vietnam, nos seduce, sin embargo, con esa Cinder niña que no es sino la versión menos complaciente de la Tormenta ladrona en El Cairo, o con ese joven Ashe, más simple que un botijo (pero entrañable), que aprende a pescar con su padrastro pero se hace soldado para comprender a su verdadero padre, a quien no conoce. En este tramo los detalles parecen más vívidos y auténticos, las caracterizaciones más humanas y contradictorias, no tanto porque lo sean realmente sino porque impactan sobre los personajes y los cambian. Por ejemplo: la violación de una Cinder prepúber, sin escapar del tópico (casi todas las vampiresas del género cuentan con un historial de abusos sexuales), es relevante y audaz, un plano desagradable que es difícil que olvide cualquier lector. Sin embargo, la recuperación de Lacey para el presente no es sino un elemento desestabilizador convencional, como cuando a Remington Steele le recordaban su pasado como ladrón, algo que no excede de la funcionalidad episódica. En la coyuntura actual todo eso ya está superado y casi que entorpece y desdibuja el nuevo drama, el caso para el que son contratados los detectives. De ahí que nos interesen más los sucesos pasados, que percibimos sustanciales, que la teórica trama principal, que no es sino otro caso para la pareja protagonista. En rigor también hay que advertir que cuando se conjugan dos periodos en una historia es difícil no sucumbir al predominio de uno sobre otro. Es un juego arriesgado y Conway no sale lo bien parado que debiera.

¿Qué es lo que pone a Cinder and Ashe, entonces, por encima de la media? El apartado gráfico, sin duda, con un José Luis García López en plenitud. García López es un maestro nacido en España, revelado en Argentina y bregado luego en el variopinto catálogo de publicaciones DC, donde su prestigio llegó a tales cotas que la compañía le confió el diseño institucional de sus personajes principales. La imagen que tenemos de la compañía en los ’70 le pertenece a él, incluso más que a Neal Adams, y las portadas más representativas de la época brillaban con su línea clara, sus proporciones clásicas y su composición elegante. A España llegó parte de ese material en chiquitito (con Novaro) o a tamaño gigante (en los álbumes que Bruguera dedicó a Batman y a Superman). Aún hoy día seguimos viendo sus dibujos en camisetas y anuncios de personajes tan icónicos como Superman, Batman, Aquaman o Green Arrow. Ninguna audacia se le resiste: picados, contrapicados, escenas cinéticas, gestos y expresiones corporales, profundidad de campo, adornos y ropas de calle, etc. dibujando todo con tal naturalidad que ni te das cuenta de ello. Mención especial merecen las portadas, con grandes paneles que nos recuerdan la guerra, ya dando a entender lo que arriba sostengo: que el hilo detectivesco es sólo el acompañamiento de lo que tal vez debería haber sido tratado más como un drama bélico con tintes policiales que al contrario. Si el relato se sigue con interés y emoción se debe, sobre todo, a sus lápices, que lucen como nunca en la edición conmemorativa de Planeta DeAgostini, en blanco y negro. Sin embargo, la serie original (una serie limitada de cuatro números que llegó a España de la mano de Ediciones Zinco) era a color, no el de puntitos, sino el destinado entonces para las ediciones Baxter. Sin ser malo, era bastante convencional y de reeditarse tal vez sería conveniente una revisión a fondo como la que Bolland realizó para La broma asesina, acentuando las características del dibujo y potenciando una paleta más adecuada al tono de la historia (que la acercara a los escenarios sórdidos de La escena del crimen, por ejemplo).



Conviene observar que, si bien hoy día la pareja de investigadores chico-chica es habitual tanto en el cine (Asesinato en la Casa Blanca), la televisión (Expediente-X, Bones) o el cómic (Powers, Sach & Violence), en los ’80 no era para nada corriente, sobre todo si no había relación sentimental entre ellos. Eran los tiempos de Arma letal y similares. Tal vez fuera esa la causa de que en su día las cadenas rechazaran la oferta de Jenette Kahn (presidenta de DC) para convertirla en serie de tv, para lo cual contaba con evidentes mimbres ya desde su concepción. ¿Quién sabe? En estos tiempos donde las relaciones profesionales entre ambos sexos se han normalizado y la truculencia ya no es un problema (véase Juego de tronos) a lo mejor alguien se acuerda de esta pareja y nos da una alegría, aunque sea en una adaptación tan infiel como la de Blanco humano.

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Jorgeru
Jorgeru
Lector
11 diciembre, 2012 10:09

 IMPRESCINDIBLE… Eso sí, cómo me alegro de tener el retapado de cuando lo sacaron en comic book hace la tira de años, en COLOR, pues he ojeado ésta nueva edición y el b/n es un crimen hacia ésta obra, que juega mucho con los colores, sobre todo esa sangre taaaaan roja y expresiva, por no hablar de los distintos ambientes con diferentes paletas de colores: urbano, selva, etc…

josecles
josecles
Lector
11 diciembre, 2012 10:32

Lo tengo por casa, es su tiempo llamo la atencion por su tematica adulta y sin superheroes. Entretenida sin mas, cuatro numeros es poco para desarollar la trama, hubiera ganado se hubiera tenido espacio para desarrollar a los personajes. Muy superada a dia de hoy.

Tachuela
Lector
11 diciembre, 2012 12:58

El problema que le veo es Gerry Conway. Es un guionista flojo y aquí no puede disimularlo. No se trata de la época en la que se publicó, no culpemos al paso del tiempo. Tiene demasiados momentos confusos (esas tramas paralelas están narradas de una manera horrible) y un argumento que parece (y seguramente lo sea) improvisado número a número. Tiene momentos de provocación, elegantes, bien hechos, pero están tratados de una manera simple.

Tendrían que llegar los británicos a DC y explicar la diferencia entre un cómic adulto y un cómic con escenas adultas.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
11 diciembre, 2012 13:02

Pues a mí me pasa al contrario que a Jorgeru. Prefiero este cómic en B/N. Hace que resalte más el impresionante dibujo de García López.

nascitturuss
nascitturuss
Lector
11 diciembre, 2012 13:53

En mi caso si que conocia a Skreemer. Y tengo buena opinión de aquella. Pero la obra aquí reseñada no la conozco. Y veo que las opiniones son dispares. No estoy seguro de si hacerme con ella. Pero ese regusto a los años ochenta… No se, no se.

Omar Little
Omar Little
Lector
11 diciembre, 2012 14:39

 Antes que Azzarello, Bru, Cooke o Rucka ya había otros como Grist o Lapham dándole fuerte a la serie negra. Espero que algún día Lapham se digne a acabar su Stray Bullets.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
11 diciembre, 2012 15:08

Igual me equivoco, pero… ¿no está Stray Bullets ya terminada? A mí al menos, sí que me dio esa impresión.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
11 diciembre, 2012 16:07

Ah, vale. Yo es que tengo esos cuatro tomos. Pero no tenía ni idea de lo que comentas del nuevo arco. Y completamente de acuerdo; es una gozada. De hecho lo que le he leído a Lapham despues siempre me ha sabido a poco al compararlo con Balas Perdidas.

Montaigne
Montaigne
Lector
11 diciembre, 2012 16:08

 Hola a todos:

hablando de género policíaco, ¿alguien sabe si alguna editorial española tiene los derechos de publicación de los primeros trabajos de Bendis (Torso, Jinx, Goldfish, Fire)?

  Es para dirigirme a ellos y solicitarles una edición en condiciones, a ser posible, mejores que la de PdA.

  Gracias.

Khonshu
Khonshu
Lector
11 diciembre, 2012 19:32

 El problema que le veo es Gerry Conway. Es un guionista flojo y aquí no puede disimularlo.


Pero hombre, qué dices. Si Conway era un guionista de supes fabuloso. Para mí el mejor guionista clásico de Spiderman. Puede que el cambio de género le sentara mal, pero yo no le definiría como un mal guionista.

Spirit
Spirit
Lector
11 diciembre, 2012 19:49

Javier Agrofojo; ahora no te confundo con Reverend;

Yo tengo esta obra en los cómics books originales que publicó ZINCO tiempo ha (nunca se valorará suficiente a esta editorial, que se arriesgó con este tipo de productos aún sabiendo que no habían tenido mucho éxito en USA) y aunque te felicito por la reseña creo que la clave de partida la has expuesto tú mismo en los comentarios; los guionistas británicos han crecido con la mala leche congénita. Primero por ser británicos, por esas cosas del clima y tal. Y segundo por lo que tú mismo has dicho; por haberse empapado de la mala leche y la cierta libertad que tienen y dan las publicaciones de 2000ad. A Gerry Coway le falta esa chispa, no se atreve a ir más allá, se queda en el tópico, no sabe retorcer la historia…

Aún así, una obra muy digna válida aunque sea por intentar romper esquemas (ah, los gloriosos 80) y, desde luego, una delicia el dibujo de JOSE LUIS GARCIA LÓPEZ, del que yo mismo llevo reclamando su superman desde tiempo inmemorial. 

Omar Little
Omar Little
Lector
11 diciembre, 2012 21:09

 Stray Bullets no está finalizada. Creo recordar que Lapham comentó en su día que la serie acabaría con varios de los personajes pidiéndole cuentas a Harry. Si no me equivoco (hace la tira que leí los tebeos), Harry no ha salido en ninguno de los 32 números publicados.

Alejandro Ugartondo
Autor
11 diciembre, 2012 21:19

Desde luego JOSE LUIS GARCIA LÓPEZ me parece uno de los artistas más infravalorados de DC y eso que el tío es un crack. Estaría bie que ECC recuperara su Superman cuando acabe de publicar el de Byrne. Podrían aprovechar el tirón de la peli de Superman para publicar material de este tipo, como hace Panini con las pelis de los Vengadores

Tachuela
Lector
11 diciembre, 2012 22:34

«Pero hombre, qué dices. Si Conway era un guionista de supes fabuloso.
Para mí el mejor guionista clásico de Spiderman. Puede que el cambio de
género le sentara mal, pero yo no le definiría como un mal guionista.»

Es que no he dicho mal guionista, he dicho que es flojo, que no es lo mismo. Y ahí están sus etapas de Spiderman, Daredevil, Iron Man, etc. para demostrarlo. No termina de crear villanos con peso (¿el Gusano de la mente?) y los que le salen bien es porque son una versión de algo que ya funciona (Tarántula de Capitán América, Chacal de Duende Verde, Punisher de las típicas novelas de la época). Puede darle importancia a unas cosas, pero se le olvida completamente otras de sentido común, su primera etapa en Spiderman está llena de errores e incoherencias de ese estilo. Le falta una planificación general, va a locas, y sus argumentos se basan en chorradas tremendas que a veces hacen mucha gracia (tía May y Octopus) y otras no.

Ahora bien, si olvidas estos defectos y te acercas a otras cosas, su forma de hacer evolucionar a los personajes está bien, sus diálogos a veces son muy ingeniosos, experimentaba dentro de los estrechos márgenes en los que se podía experimentar en la época (cuadros de texto en segunda persona, viñetas mudas…) Pero esto no quita lo malo, así que Conwat se queda en un ten con ten. No es uno de los mejores guionistas de la historia en absoluto, y tampoco es un horror, pero está por lo general por debajo de la media.

Superman vs. Spiderman tiene lo mejor y lo peor de Conway. Efectivamente, muy buenas ideas junto a otras que son para darle de comer aparte.

marcus
marcus
Lector
11 diciembre, 2012 23:08

¿Gerry Conway guionista por debajo de la media? … Bueno, supongo que para gustos están los colores. Y no es que los creara él, pero gente como los Hermanos Lobo o Lápida, así como muchos otros secundarios se hicieron realmente interesantes gracias a él.

Tachuela
Lector
11 diciembre, 2012 23:47

 Lápida, que no es otra cosa que repetir y alargar la subtrama de Ben Urich en Born Again.

the drummer
the drummer
Lector
12 diciembre, 2012 23:09

coño! se va uno de vacaciones, se asoma desde lejos (aprovechando un rato libre) a echar un ojo y se encuentra a mixmerik ascendido a redactor -y con dos artículos cojonudos además-; enhorabuena muchacho!! un pacer leerte.
dicho esto, debo discrepar sobre conway, yo me crié a los pechos de su spidey y para mi, aún reconociendo que en lo que voy a decir el factor nostalgia tiene una grandísima influencia, el trepamuros de conway es el mejor spiderman de la historia. grande conway!! (y grande kane!!).

Khonshu
Khonshu
Lector
13 diciembre, 2012 12:14

 ¡Hombre. Khonshu! El mejor guionista clásico de Spider-Man es Stan Lee, que no por casualidad se hizo más de 100 números a un nivel altísimo. Eso sí, también digo que la muerte de ya-sabes-quien es el mejor tebeo del hombre araña jamás publicado (así, con todas las letras)

Pues ahora que este tema ya no está de actualidad y poca gente va a leerme, voy a decir una burrada tremenda: Stan Lee me parece un guionista un pelín aburrido. 

¡Esperad, esperad! guardad las piedras hasta que me explique.

The Man es un mago en la creación de conceptos y sólo por su gran inventiva ya es uno de los colosos del comic book, pero su manera de desarrollar las historias y sus diálogos nunca conectaron del todo conmigo. Creo que tenía unos esquemas un tanto repetitivos y su calidad dependía mucho del apoyo gráfico, amén de no saber hacer evolucionar a los personajes sin que su colaborador de turno le obligara a ello.

A pesar de que yo siempre he defendido a Stan Lee en la eterna discusión de méritos Lee/Kirby/Ditko, reconozco que cuando más he disfrutado de su trabajo es en los 4F y Thor con Kirby y en Spiderman con Ditko (bueno y en Ravage 2099, pero ese es uno de mis placeres culpables). Con Romita, Heck y otros guionistas menos participativos el hombre no destacaba tanto. 

Con Lee tengo que poner bastante de mi parte para meterme en la historia y los diálogos directamente me los tomo a guasa (Menudas risas con el Omnigold de Spiderman). En cambio, con la segunda hornada de Marvel, tipo Roy Thomas, Englehart o Conway sí que disfruto más por parecerme su narrativa mucho más moderna.

Aún así, siendo consecuente, pondría probablemente a Lee como autor superior a otros que me gustan más. Sólo por ser uno de los creadores del universo Marvel se lo merece con creces. Pero a la hora de valorar mis gustos es muy probable que ni siquiera lo tenga en cuenta.

Cuando decía guionistas clásicos de Spiderman en realidad estaba valorando todo lo anterior a la decadencia de los 90 (y mira Stan lee ni se me pasío por la cabeza). Y ahí soy de los raros, porque me chifla Conway (sobre todo en su segundo advenimiento) y la etapa de Mantlo, con Hannigan y Milgrom. 

Así que cuando me veáis escribir una de esas burradas, fijaos en que hago especial hincapié en el «para mí». No suelo referirme a nada en términos absolutos porque ya sé de antemano que en realidad son mis gustos.

Y aunque no comparta los gustos de Tachuela, reconozco que su análisis de las cualidades de Conway es muy acertado. Pero aún así, me sigue gustando mucho, no todo es ser un buen creador sino también  saber contar buenas historias.

Y sí que es un buen creador de personajes. Si creó a Caballero y Niebla, «Los letales chicos de Liverpool» 

  

Deke Rivers
Deke Rivers
Lector
13 diciembre, 2012 21:05

 Pues yo voy a añadir otra cosa.

Para mi Stan Lee es mejor guionista de lo que se suele decir.No me refiero a  creador de personajes conceptos, etc. Hablo de GUIONISTA.

Sin ir más lejos, creo que no ha habido ningún guionista que haya entendido a Spiderman (y su mundo) como él. Muchos lo han intentado, pero su Spiderman es el definitivo.

Su caracterización de los personajes de la serie es única (JJJ, MJ, Tía May, el propio Parker…).

Respecto a Conway… bueno, en su primera etapa en la serie se le notaba mucho la edad que tenía (unos 20 años), y además, voy a decirlo bien alto, nunca superó la marcha de Romita y Kane. Cuando lo dejaron solo, la serie entra en declive.

Ocioso
Ocioso
Lector
13 diciembre, 2012 21:15

El problema de Stan Lee es que sus textos grandilocuentes y laaaargos están desfasadísimos.
Pero en su día estaban en fase. Es mas, Lee creó la fase. Si no fuera por esos textos es muy probable que ahora no estuvieramos escribiendo aquí.

Deke Rivers
Deke Rivers
Lector
13 diciembre, 2012 23:41

Pero con textos desfasados o no, nadie ha escrito a MJ o  a J.J. Jameson con la chispa de Lee, ni han entendido la personalidad de Peter Parker como la entendía él.

Khonshu
Khonshu
Lector
8 octubre, 2013 20:01

Al final me he acabado pillando el tomo de Planeta y no me arrepiento para nada. La crítica de Javier es muy justa; el cómic está un poco pasado de moda y el guión de Conway es un poco inocentón para lo que hoy consideraríamos un cómic adulto, pero se me ha hecho muy ameno y el apartado artístico es soberbio.

A mí me gusta mucho Bonelli, quizás por eso me ha entrado tan bien.

TheBaldRocker
TheBaldRocker
Lector
31 octubre, 2013 5:30

Buenas, que pasaba por aquí y como vi luz, pues entré a ver…

De nuevo, Mr.Agrafojo, felicidades por la reseña
de una de las obras que con más cariño guardo en mi biblioteca.
Otro (o sea, yo) que tiene el retapado de Zinco desde hace unos cuantos añitos. Nuevo de trinca lo compré. O sea, que haced cuentas de los años… Un lugar de honor me ocupa en la estantería, como no podía ser menos.

Muy interesante todo lo comentado aquí sobre Mr.Conway, la verdad. Yo también pienso que «Cinder Y Ashe» le vino grande, que no se documentó demasiado, o no de forma correcta, para luego plasmar esa idea en un comic que él queria que fuera «adulto». En fín, ahora ya da igual.
Por cierto, que no sabia yo lo de la idea para una serie de TV. Que bueno podía haber sido eso.

«CyA» es otra maravilla gráfica más de Garcia López, un ARTISTA con mayúsculas al que, no sé por qué, no se le ha sabido valorar correctamente con el paso de los años. Y eso si que no da igual. Eso es vergonzoso.

Así que Sres. de ECC, no permitan ustedes semejante aberración y desproposito hacia uno de los más grandes dibujantes que ha dado el 9º Arte y unanse a nosotros al grito de «SUPERMAN DE GARCIA LÓPEZ YA!!!»
Sres. de ECC: No se arrepentirán.

Rockeros Saludos