Autores invitados HCCM’17 – Bill Sienkiewicz

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Los días 10, 11 y 12 de noviembre en el Pabellón 5 de IFEMA (Feria de Madrid) se celebrará la primera edición de Héroes Comic Con Madrid, con cientos de actividades e invitados nacionales e internacionales en torno al mundo del cómic, la televisión, el cine o el cosplay, en toda una oferta amplia del mundo del entretenimiento para toda la familia. La lista de invitados internacionales del cómic es la mejor que ha habido en un Salón del cómic en Europa hasta la fecha. En (HCCM’17) se darán cita los siguientes autores internacionales: Frank Miller (invitado por ECC Ediciones y autor del cartel de esta edición), Bruce Timm, Fabian Nicieza, Paul Levitz, Paul Gulacy, Paul Renaud, Chelsea Cain, Kate Niemczyk, Phil Jimenez, Mark Brooks, Mark Chiarello, Brian Azzarello, Bill Sienkiewicz, Arthur Adams, Joyce Chin, Olivier Coipel, Kevin Maguire, Greg Rucka, Declan Shalvey y Jordie Bellaire (estos tres últimos invitados por Norma Editorial), así como los actores Ingvil Deila y Stefan Kapicic. Desde Zona Negativa queremos dedicarle una cobertura especial a HCCM’17 y para ello a modo de cuenta atrás os traeremos cada día hasta el comienzo del festival un análisis de la vida y obra de los autores internacionales invitados. Hoy es el día de… Bill Sienkiewicz.

Bill Sienkiewicz

Se escribe Sienkiewicz y se pronuncia como algo aproximado a “sin-KEV-itch”. Se trata de un apellido de origen polaco, al parecer muy común en aquel país, aunque para nosotros está asociado desde hace años con el cómic; y no con cualquier tipo de cómic, sino con uno caracterizado por ser rupturista, innovador y muy poco convencional. Bill Sienkiewicz es sin duda uno de los autores más peculiares que han pasado por el panorama del cómic americano, trayendo consigo un considerable bagaje de influencias artísticas y combinando ilustración tradicional con técnicas poco habituales en el medio, como el collage, la pintura al óleo, las acuarelas, los colores acrílicos o el uso del mimeógrafo.

Se pronuncia sin-KEV-itch

Nacido en Blakely, Pennsylvania, en 1958, en una familia de ascendencia polaca, y bautizado Boleslav William Felix Robert Sienkiewicz, se trasladó a la localidad de Hainesville, situada en Nueva Jersey, a los cinco años. Por tanto, buena parte de su infancia transcurrió en un entorno rural en el que el acceso a la cultura -y en especial a los cómics- no era fácil. Esa circunstancia, sumada a su peculiar nombre y a los equívocos y burlas que provocaba con frecuencia, contribuyó a que el joven sintiese que no encajaba demasiado bien en su comunidad. Los años escolares no fueron fáciles, aunque encontró sosiego en las páginas de los cómics que llegaban a su poder. Entre sus influencias tempranas se encontraban el Superman de Curt Swan y los Cuatro Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby, aunque algún tiempo después hallaría una nueva inspiración en el trabajo de Neal Adams. Obsesionado por la expresividad de los cuerpos dibujados por Adams, Sienkiewicz comenzó a aprender anatomía por su cuenta y a llenar libretas y libretas con sus bocetos. Aquel proceso de aprendizaje desembocó en su aceptación en la School of Fine and Industrial Arts de Newark, Nueva Jersey, donde recibió su formación artística.

No obstante, sus estudios de arte clásico no le impidieron seguir el ritmo de la cultura popular, lo que le llevó a amasar una heterodoxa mezcla de nuevas influencias. Entre las más destacadas podríamos mencionar a ilustradores como Bob Peak (famoso por los carteles de películas como las de la saga Star Trek, Superman, Excalibur o Apocalypse Now) y Ralph Steadman (conocido en la época por sus caricaturas políticas), al pintor expresionista abstracto Richard Diebenkorn, el animador Tex Avery (uno de los grandes nombres dentro del mundo de los dibujos animados) y el cineasta David Lynch.

Sienkiewicz entró en la industria del cómic no mucho después de acabar sus estudios, a la edad de diecinueve años. Aunque no estaba seguro de que pudiese conseguir trabajo en el medio, su portafolio impresionó bastante al editor artístico de DC en aquel momento, Vince Colleta, quien le puso en contacto con Neal Adams. Fue Adams quien llamó al editor de Marvel, Jim Shooter, para comunicarle que había encontrado a un muchacho recién salido de la escuela de arte que dibujaba exactamente como él. No mucho después, Sienkiewicz se encontró dibujando su primera serie para la Casa de las Ideas: Caballero Luna.

El Caballero Luna de Sienkiwicz

Su trayectoria en la serie abarcó cerca de treinta números, empezando en Moon Knight Vol. 1 #1 USA (noviembre de 1980) y terminando en Moon Knight Vol. 1 #33 USA (septiembre de 1983), en los que Sienkiewicz fue el artista principal (siendo sustituido en algunas entregas por otros autores). En ese periodo, el autor colaboró con el guionista Doug Moench para dar vida a las aventuras del justiciero Marc Spector, bendecido por el dios egipcio Konshu y con la mente fracturada en múltiples personalidades. Esta etapa del Caballero Luna provocó cierta división entre los lectores, pues las similitudes entre el estilo de Sienkiewicz y el de Adams fueron objeto tanto de admiración como de crítica. Uno de los argumentos más populares entre los detractores se basaba en que ese estilo acrecentaba el ya considerable parecido del Caballero Luna con el de otro célebre personaje que había dibujado Adams para DC: Batman. Aunque la crítica del momento no estaba exenta de razón, el tiempo no ha hecho más que revalorizar aquella etapa inicial de un joven Sienkiewicz que aún no había explorado más que una fracción de su potencial.

Mientras se encargaba de la cabecera del Caballero Luna tuvo ocasión de dibujar algunas entregas de la colección de los Cuatro Fantásticos (Fantastic Four Vol. 1 #219, #221-231 USA, junio de 1980 – junio de 1981) antes de dar el salto a su siguiente gran encargo. Con frecuencia olvidada por ser la etapa inmediatamente anterior a la llegada de John Byrne a la serie del cuarteto, Sienkiewicz colaboró de nuevo con el guionista Doug Moench para ilustrar algunas historias interesantes como la de la posesión de Franklin Richards o la del combate contra el señor de la guerra Stygoor en la Zona Negativa.

La portada del ficticio álbum Sounds of Light and Fury de la cantante mutante Dazzler

Cuando consideró que ya había aportado todo lo posible al Caballero Luna, Sienkiewicz decidió abandonar la colección que le había dado a conocer. En aquel momento había comenzado a sentirse incómodo con su trabajo y deseaba explorar nuevas posibilidades. Fue también en esa época en la que empezó a sentirse atraído por el arte abstracto, aunque es posible especular que las críticas que lo consideraban un simple clon de Neal Adams también jugaron un pequeño papel en su interés por evolucionar hacia un nuevo estilo artístico. En cualquier caso, decidió declinar el ofrecimiento de dibujar Uncanny X-Men, la serie más exitosa de Marvel en ese momento, para centrarse en una cabecera menor como The New Mutants. Fue el propio Chris Claremont, guionista de ambas series, quien le pidió que ilustrase una historia en la que los Nuevos Mutantes se enfrentarían a una criatura demoníaca con forma de oso. Claremont buscaba un tono oscuro y aterrador para aquella aventura y le ofreció cierta libertad al artista para que probase cosas nuevas, siendo ese el factor determinante para que aceptase el encargo.

El resultado fue The New Mutants Vol. 1 #18 USA (agosto de 1984), primer capítulo de lo que hoy conocemos como Saga del Oso Místico. Aquel cómic supuso una abrupta ruptura respecto a la estética que había ofrecido antes la colección, por la que habían pasado dibujantes de corte más tradicional como Bob McLeod o Sal Buscema. El cambio de tono también fue remarcable, pues las aventuras despreocupadas de los adolescentes mutantes dejaron paso a una angustiosa historia de terror en la que Dani Moonstar era acosada y finalmente cazada por un oso que desde luego no pertenecía a este mundo. Las páginas finales mostraban al imposible ser como una aparición de dimensiones gargantuescas y expresión malévola que poco tenía que ver con un oso real. El impacto de aquel número fue considerable, dejando a los lectores en shock y provocando una división aún más acentuada entre defensores y detractores del artista.

Sienkiewicz haría de Nuevos Mutantes una serie de culto

Concluida la Saga del Oso Místico, un satisfecho Claremont le pidió al artista que continuase en la colección durante una temporada. De esta forma, se encargó de ilustrar el periodo situado entre The New Mutants Vol. 1 #18 – 31 USA (agosto de 1984 – septiembre de 1985) y The New Mutants Vol. 1 #35 – 38 USA (enero – abril de 1986). Comenzó así la deriva expresionista de Sienkiewicz, que abandonó el realismo formal en favor de la experimentación más descarada. “Ya no los llames Bebés-X nunca más”, rezaba una imagen promocional de la serie de los Nuevos Mutantes de aquel tiempo en referencia al brusco cambio de estilo. Los benjamines de la familia mutante dejaban atrás su colorida infancia y entraban en una adolescencia extraña, oscura y fascinante. En esta época se presentó al alienígena tecno-orgánico Warlock y se nos narraron historias ya clásicas como aquella en la que los Nuevos Mutantes viajaban al interior de la mente dividida y rota de Legión, el hijo del Profesor Xavier, o esa otra en la que el Todopoderoso los exterminaba sin piedad sólo para resucitarlos más adelante.

Cuando los Bebés-X dejaron de serlo

Más o menos por esos años Sienkiewicz elaboró portadas para series tan diversas como Dazzler, Rom, Thor, What if…? o Transformers. También se encargó de ilustrar la adaptación al cómic de Dune, la película dirigida por David Lynch en 1984 que publicó Marvel (Marvel Comics Super Special Vol. 1 #36 USA, diciembre de 1984). En 1986 firmó el guión de Slow Dancer, una historia publicada en Epic Illustrated, la revista antológica que tenía entonces la Casa de las Ideas. Poco después comenzó la publicación de Stray Toasters (Stray Toasters 1 – 4 USA, 1988), una miniserie en la que Sienkiewicz ejercía de autor completo. Este atípico cómic presentaba a un psicólogo criminalista llamado Egon Rustamagik en busca de un misterioso asesino, aunque bajo su superficie se encontraba una historia autobiográfica -o al menos semiautobiográfica- en el que el autor vertió algunas de sus propias vivencias, inquietudes y angustias. Sea como fuere, Stray Toasters le permitió el control creativo completo, algo que no había tenido con anterioridad. Pese a la libertad que le había ofrecido Claremont mientras trabajaba en los Nuevos Mutantes, las decisiones últimas sobre los personajes quedaban siempre en manos del guionista y de los editores. Sus primeras incursiones como autor completo le abrieron, por tanto, nuevas perspectivas sobre cómo abordar el medio.

No obstante, sus siguientes trabajos destacados fueron en compañía de otro autor de renombre: Frank Miller. Entre 1986 y 1987 se publicó la miniserie Elektra: Asesina (Elektra: Assasin Vol. 1 #1 – 8 USA, agosto de 1986 – marzo de 1987) y la novela gráfica Daredevil: Amor y Guerra (Marvel Graphic Novel Vol. 1 #24 Daredevil: Love & War USA, diciembre de 1986). Elektra: Asesina recuperaba a la fallecida ninja que tanto protagonismo había tenido durante la etapa de Miller al frente de la cabecera del Diablo Guardián. En principio situada fuera de continuidad, aquella historia se alejaba de los superhéroes para adentrarse sin reparos en la sátira más atrevida. Su afilado objetivo se colocó sobre la política americana (presente en la obra por medio del personaje del siempre sonriente Ken Wind), la representación de la mujer en el cómic (con una Elektra hipersexualizada pero al mismo tiempo indómita e independiente) y los clichés más recurridos de las historias de superhéroes (incluyendo ninjas, cyborgs, superespías y criaturas demoníacas). También se trataba de un cómic ultraviolento, descarnado y visualmente arrollador, en el que un camaleónico Sienkiewicz combinó todas las técnicas que tenía a su disposición para dar como resultado una infrecuente mezcla de estilos pocas veces vista en Marvel.

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La sensual ninja ejercía un rol dominante dentro de las fantasías que sugería Elektra: Asesina

Algo más ortodoxa en lo argumental, pero igualmente atractiva en lo visual, Daredevil: Amor y Guerra demostró que el expresionismo de Sienkiewicz podía aplicarse incluso a los personajes más convencionales del Universo Marvel. En esta historia, el villano Kingpin se encontraba frustrado por la ausencia de resultados del tratamiento al que se estaba sometiendo su catatónica esposa, Vanessa. Como medida de presión para el psiquiatra que la estaba tratando, el señor del crimen ordenaba que la mujer del terapeuta fuese secuestrada y retenida hasta que Vanessa respondiese al tratamiento y mostrase mejoría. La esposa del doctor, que resultaba ser una bellísima joven ciega llamada Cheryl, era rescatada por Daredevil del peligroso asesino enviado por el villano, que se había obsesionado de forma malsana con ella. Sin embargo, quizá el personaje más destacable de aquella novela gráfica era Kingpin, dibujado por Sienkiewicz con unas proporciones descomunales que se escapaban de los límites de la página. Aquel era un Kingpin gigantesco, más grande que la vida, pero también el más vulnerable y humano que se había visto.

Tanto Elektra: Asesina como Daredevil: Amor y Guerra se alejaron del resto de productos comunes en el cómic mainstream americano por haberse elaborado directamente con acuarelas en lugar de mediante el proceso habitual de dibujo a grafito, entintado y coloreado. De hecho, la técnica empleada los alejaba de los cómics de superhéroes y los situaba más próximos a las revistas para adultos como Heavy Metal. En aquellos años no había muchos cómics ilustrados de esta forma y mucho menos dentro de los catálogos de las dos grandes editoriales. Es más, por entonces Marvel ni siquiera tenía una tarifa establecida para las páginas pintadas con acuarela, por lo que Sienkiewicz cobró mucho menos de lo que debía por su trabajo. Como él mismo confesó tiempo después, tal circunstancia le pareció poco importante en comparación con su satisfacción como artista.

Las viñetas no eran capaces de contener la imponente figura de Kingpin

Más o menos en esa época también empezó a trabajar con DC, siendo sus primeros encargos una colaboración para Batman Vol. 1 #400 USA (octubre de 1986) y los seis números iniciales de la colección que recuperaba a La Sombra, el mítico personaje pulp, en esa ocasión junto al guionista Andy Helfer (The Shadow Vol. 3 #1 – 6 USA, agosto de 1987 – enero de 1988). También para la Distinguida Competencia se encargó de ilustrar buena parte de las portadas de The Question durante la celebrada etapa de Dennis O’Neal y Denys Cowan.

Aunque nunca abandonó del todo el mainstream, ya que sus colaboraciones puntuales -sobre todo en forma de portadas- son frecuentes incluso hoy en día, con la finalización de la década de los ochenta y el principio de la siguiente, Sienkiewicz se interesó por explorar otros terrenos, tales como el cómic independiente, la publicidad y la ilustración para revistas y carteles de cine. Era la época en la que dibujantes como Jim Lee, Todd McFarlane y Rob Liefeld habían impuesto un estilo agresivo y radicalmente distinto en el mercado, que pronto se vería convulsionado con la aparición de la editorial Image, y el artista se sintió desconectado de toda esa corriente.

Fue en ese momento cuando comenzó a colaborar con Alan Moore, dando lugar a unos trabajos tan peculiares como memorables. El primero de ellos fue la novela gráfica Brought to Light: Thirty Years of Drug Smuggling, Arms Deals and Cover Actions, publicada por Eclipse Comics en 1988. Compuesta por dos historias, esta novela gráfica arrancaba con un relato titulado Shadowplay: The Secret Team, escrito por Moore e ilustrado por Sienkiewicz. Con un contenido muy políticamente comprometido, se trataba de un repaso por la oscura historia de la CIA, sus actividades durante acontecimientos como la Guerra de Vietnam o el escándalo Irán-Contra y sus relaciones con figuras como Augusto Pinochet o Manuel Noriega. Con una cantidad de detalles abrumadora y bien documentada, el relato ofrecía una imagen cuanto menos poco halagüeña de los servicios de inteligencia americanos. De hecho, durante años se dijo que a Moore se la había prohibido viajar a Estados Unidos por haber molestado a la CIA con esta publicación, aunque con el tiempo se demostró que no eran más que rumores infundados. Con un estilo recargado, sucio y en ocasiones incluso desmañado, tosco y brutal, Sienkiewicz recurrió al collage para ilustrar este relato, narrado por un águila antropomórfica (recordemos que el águila es un icono nacional en Estados Unidos y que aparece en el escudo de la CIA).

Un ejemplo de las tenebrosas y barrocas composiciones de Brought to Light

La segunda colaboración entre Moore y Sienkiewicz daría para un artículo aparte. En 1990, dentro del sello de corta vida iniciado por el mismo Moore, Mad Love, ambos autores dieron inicio a lo que se había planeado como una ambiciosa serie de doce números titulada Big Numbers (lo que iba a ser “una novela gráfica de 500 páginas” una vez concluida). En esta ocasión se trataba de una historia orquestada minuciosamente por el guionista británico en la que se narraban las vivencias de los habitantes de un modesto y tradicional pueblecito inglés en el que se iba a construir un gigantesco centro comercial. Los temas que se iban a tratar abarcaban desde la alienación provocada por la enfermedad mental y el choque entre el progreso y la tradición hasta la teoría el caos y, tal y como indicaba el propio título, las matemáticas iban a tener un rol importante. Publicadas directamente en blanco y negro, las dos primeras entregas mostraban un estilo narrativo similar al que Moore había empleado en la archiconocida Watchmen pero aplicado a un entorno cotidiano, con Sienkiewicz saltando entre un estilo realista y cercano en el momento de presentar la vida de los personajes y otro mucho más expresionista y abstracto a la hora de abordar sus conflictivos mundos interiores.

Por desgracia, la ambición del proyecto era desmesurada, con un gran número de personajes y subtramas entrelazadas que sobrecargaron al ilustrador y lo dejaron exhausto. Incapaz de seguir el ritmo, Sienkiewicz acabó abandonando Big Numbers cuando aún estaba trabajando en el tercer número. Sin nuevas entregas que publicar y con los gastos de producción disparados, la pequeña editorial no podía permitirse seguir adelante. Tuvo que ser la editorial Tundra la que dio un paso al frente para rescatar la colección, que se encaminaba a la cancelación definitiva. El puesto de dibujante se le ofreció al asistente de Sienkiewicz en ese momento, Al Columbia, que comenzó a trabajar directamente en el cuarto número. No obstante, por razones que a día de hoy siguen siendo un misterio, Columbia acabó destruyendo todo lo que había dibujado y abandonando también el proyecto. Eso supuso la muerte de Big Numbers, que sigue inconclusa desde entonces, aunque su leyenda todavía continúa. Años después de estos acontecimientos, aparecieron en la red unas fotocopias del tercer número que había ilustrado Sienkiewicz y el comprador de las mismas pidió permiso a Moore para hacerlas públicas. El origen de esos materiales, que hoy pueden consultarse con facilidad, es otro misterio abierto.

Uno de los personajes de Big Numbers lidiaba con constantes pensamientos homicidas

Otro proyecto curioso en el que se embarcó vio la luz en 1989 y fue publicado por Eclipse. Friendly Dictators: 36 of America’s Most Embarrasing Allies fue una colección de trading cards protagonizadas, como su nombre indica, por famosos dictadores, torturadores y asesinos tales como Pol Pot, Anastasio Somoza o Francisco Franco. Como hemos visto a lo largo de este repaso, no fue el primer trabajo de Sienkiewicz en el que subyacía una importante carga política, aunque destacó de nuevo por su feroz crítica hacia todos aquellos criminales que habían sido apoyados por Estados Unidos para favorecer sus intereses. Cada carta incluía, además de la correspondiente ilustración del artista, un breve texto escrito por el productor y periodista Dennis Bernstein en el que se describían las “hazañas” del «amistoso dictador» en cuestión.

Ya durante la década de los noventa, Sienkiewicz trabajó en el ámbito de la publicidad y la ilustración comercial. Siguiendo los pasos de algunos de sus artistas favoritos, quiso dedicarse a los carteles de cine, aunque por entonces la demanda de carteles pintados era muy baja y encontró poco trabajo en ese campo. Sin embargo, pudo trasladar su inquietud al ámbito de la música, donde fueron muy celebradas sus ilustraciones para dos importantes discos de hip hop: Business as Usual de EPMD y Bobby Digital in Stereo, el álbum debut en solitario de RZA. También relacionado con el mundo musical, trabajó junto al escritor Martin I. Green en Voodoo Child: The Ilustrated Legend of Jimi Hendrix, una biografía ilustrada del legendario guitarrista.

El productor y rapero RZA bajo los lápices de Sienkiewicz

Finalmente, consiguió abrirse paso hasta el cine como deseaba, recibiendo el encargo de elaborar arte promocional para cintas como Los Imperdonables (Clint Eastwood, 1992) o El Caballero Oscuro (Christopher Nolan, 2008), así como diverso arte conceptual para otras películas. En 1996, Sienkiewicz ilustró la icónica portada del Resident Evil de PlayStation, la primera iteración de la saga de zombies de Capcom, siendo esta su pequeña aportación al campo de los videojuegos. Para televisión, se encargó del diseño de personajes de la serie de animación Where on Earth is Carmen Sandiego? de la cadena PBS, un trabajo por el que fue nominado a dos premios Emmy entre 1995 y 1996. También dentro de lo audiovisual es destacable su participación en el diseño de los espectáculos del tour Dark Side of the Moon de Rogers Waters, uno de los fundadores del grupo Pink Floyd.

En la siguiente década fue retomando el contacto con el mundo del cómic mediante proyectos muy escogidos. En 2003 participó en The Sandman: Noches Eternas, una antología de relatos protagonizados por los Eternos de Neil Gaiman, cada uno a manos de un autor distinto. Sienkiewicz fue el responsable del capítulo centrado en Delirio, en el que un grupo de personajes con diversas alteraciones mentales se unía para salvar a una atormentada Delirio de sí misma. Noches Eternas recibió un Premio Eisner al año siguiente.

Delirio según Sienkiewicz

En 2007, Sienkiewicz se alió con el guionista Steve Niles para ofrecer un nuevo capítulo de la saga de terror 30 Días de Noche en forma de miniserie de tres números publicada por IDW (30 Days of Night: Beyond Barrow 1 – 3 USA, septiembre de 2007 – febrero de 2008). En 2008 exploró una nueva faceta como entintador para DC, encargándose de las tintas de la miniserie Reign in Hell (Reign in Hell Vol. 1 – 8 USA, septiembre de 2008 – abril de 2009) de Keith Giffen y Thomas Derenick. Un tiempo después se encargó de entintar uno de los números de Batman: Odisea de Neal Adams (en concreto Batman: Oddyssey Vol. 1 #6 USA, febrero de 2011), en lo que supuso una bonita forma de cerrar el ciclo que le había llevado al cómic en primer lugar.

Una de sus aportaciones más notables en los últimos tiempos fue la miniserie Daredevil: El Fin de los Días (Daredevil: End of Days 1 – 8 USA, diciembre de 2012 – agosto de 2013), en la que el reportero Ben Urich investigaba el asesinato del protector de la Cocina del Infierno. En esta ocasión Sienkiewicz colaboró con otros autores de la talla de Brian Michael Bendis, David Mack, Alex Maleev y Klaus Janson. Aunque se encargó principalmente del entintado, también dibujó algunas viñetas, siendo con toda seguridad la más brillante la dedicada a Elektra. No en vano, pasados tantos años tras la publicación de Elektra: Asesina, su versión de la ninja vestida de rojo sigue siendo la definitiva e insuperable.

Bella ilustración rememorando a Elektra

Aunque quizá hoy en día Sienkiewicz no es tan prolífico como nos gustaría, suele elaborar portadas para Marvel y DC con cierta frecuencia y además es bastante activo en las redes sociales, en las que suele compartir imágenes de su trabajo. En cualquier caso, cuatro Premios Eagle, un Premio Kirby y un Premio Eisner avalan una trayectoria ecléptica que ha dejado una importante huella en el cómic americano. Caracterizado por la innovación y la exploración creativa, Sienkiewicz siempre se ha considerado a sí mismo un artista más que un dibujante de cómics y ha tratado el medio en el que ha trabajado como cualquier otra forma de arte. Aunque sus aportaciones se hayan escapado del ámbito de las viñetas, obras como la Saga del Oso Místico o Elektra: Asesina lo siguen encumbrando como uno de los autores imprescindibles para cualquier amante del noveno arte.

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Arturo Porras
22 octubre, 2017 20:26

Una biografía estupenda. Muy buen artículo, como siempre, Miguel Ángel.
Respecto a Sienki, todo lo que podamos decir sobre él está de más. Pero, y aquí no se si me repito pues he contado está anécdota varias veces, yo fui uno de los que abandonó Nuevos Mutantes con su llegada. Habituado a Mcleod, ocasionalmente sustituido por Sal, el arte de este señor escapaba a mi comprensión. Me quedaba grande claro, no supe encajarlo en mi joven mente en aquellos días de Fórum. Y me fastidio bastante, pues me había hecho desde el número uno, además de disfrutar de los complementos del Dr. Extraño. Por supuesto, con el paso de los años he aprendido a apreciarlo. Pero siempre recordaré esa sensación de incomodidad con aquel Oso Místico de las narices..