Aniversarios DC: 70 años del primer regreso a Krypton

Recordamos el número en que Superman descubrió su origen alienígena, así como su debilidad.

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A lo largo de los 81 años de vida de Superman hemos visto una multitud de historias en las que, por uno u otro motivo, Kal El ha viajado de vuelta a su planeta. La última vez, Dan Jurgens le hizo volver en Action Comics #993, en un viaje que necesitaba hacer para comprobar la identidad de Mr. Oz, en aquellas postrimerías del arco que nos llevó de cabeza hace un par de años, pero cuya resolución no terminó de ser plenamente satisfactoria para todos.

Pero, ¿cuál fue la primera vez? Ese primer viaje en el espacio y el tiempo, literalmente, lo realizó en Superman #61, con fecha de portada de noviembre de 1949. Y fue una travesía muy reveladora, pues en aquella historia, titulada Superman Returns To Krypton!, descubría además los efectos que los fragmentos del meteorito de su planeta podían causarle en la Tierra. Por el punto de inflexión que supuso, así como la influencia que causó desde entonces el conocimiento de la existencia de un arma tan sencilla, a la vez que compleja, pero sobre todo letal en el Hombre de Acero, este es uno de los cómics más importantes y canónicos en la historia de Superman. Por ello le vamos a rendir este pequeño homenaje en nuestra sección de aniversarios.

Superman Returns To Krypton! estuvo escrita por el grandísimo autor Bill Finger, a quien tanto le debemos, y dibujada por Al Plastino, uno de los mejores artistas de la época. El co-creador de Batman también se dedicó a contar historias de Superman, llegando a firmar 48 números de la serie homónima y 24 de Action Comics. Plastino fue uno de los más prolíficos dibujantes de la época, participó en 103 ejemplares de Action Comics y 86 de Superman.

Lo curioso de este número es que, a pesar de la relevancia que tiene el relato en que nos centramos, no era la historia principal de este Superman #61. En aquella época, recordemos, cada número contenía varias historias, como ocurría con Action Comics, solo que en Superman era él el protagonista de todas, sin compartir cabecera con otros personajes. En este en cuestión eran tres. La primera: The Prankster’s Radio Program!, escrita por Bill Woolfolk y dibujada por Plastino. La segunda: The Courtship of the Three Lois Lanes!, también de Woolfolk y dibujada por Wayne Boring. Y la tercera la que nos ocupa. Pues bien, las tres contaban con una extensión similar de 10-12 páginas, pero la portada del cómic no destacaba, ni siquiera citaba, la importante aventura en su planeta natal. Se centraba, curiosamente, en la segunda, mostrando a Superman rodeado por tres mujeres, que resultaban ser tres Lois Lane, cada una con un color de pelo diferente. Y el texto de presentación decía Does Superman prefer a Lois Lane as a blonde, brunette o red-head? See inside. «¿Superman prefiere a Lois Lane como rubia, morena o pelirroja?». Ahí vemos claramente los intereses editoriales y las tendencias del momento.

No es este un tema baladí, pues reflejaba las intenciones comerciales de la época. Al parecer, para la DC Comics de finales de los años 40 era más intrigante conocer el tipo de mujer que podía interesar a Superman, en función del color del pelo, que dar a conocer una historia de origen que desvelaba además una debilidad del hasta entonces prácticamente invencible superhéroe. Una actitud casi de una primigenia silver age, pues la historia tenía tela. Lois, cansada de suspirar por su amor platónico y ver que no conseguía nunca llamar su atención, decidía teñirse el pelo de color rubio después de ver cómo Superman salvaba a una actriz de teatro de ser tiroteada y no ponía resistencia ante un beso de agradecimiento de la chica, que era rubia. Sin embargo, en el primer encuentro que Lois tenía con él (que, por cierto, había cambiado su actitud en la redacción del periódico hacia unos aires aristócratas) comprobaba que no solo no le prestaba más atención, sino que le decía que teñirse el pelo era ridículo. Ante este fracaso decidía teñirse de pelirroja después de la reflexión de su amiga Peggy, que le decía que si la rechazaba de morena y rubia solo era porque las prefería pelirrojas. Por supuesto la suerte que corría no era mejor. Lois se hacía pasar por una estrella a la que se parecía físicamente con ese aspecto. Lo hacía durante una aparición en público de Supers en un estadio de béisbol en el que hacía un bateo que daba la vuelta al mundo y, en plena efervescencia de la multitud, aparecía ella y provocaba un gran revuelo de los espectadores. El estadio se iba a caer ante la marabunta, pero es salvado y, para mayor decepción de la joven, le echaba en cara que por su culpa casi provoca la muerte de miles de personas. Pero la historia, a pesar de acabar mal para los intereses románticos de Lois, terminaba con un refuerzo de esperanzas, pues declaraba que seguiría intentándolo hasta que su héroe cayera enamorado de ella. Y Clark, que escuchaba su afirmación, reflexionaba para sí reconociendo que, a pesar de las veces que había intentado desalentar a Lois, ella seguía firme en su pretensión y que, tal vez, un día lograría su ansiado romance. Ahí quedaba abierta, para mayor regocijo de los fans que lo desearan, la posibilidad de que terminaran juntos. Y la historia así lo quiso. Pero mucho más adelante.

El beso de la discordia y el primer tinte.

A DC le interesaba más vender esta historia, ¿por qué? Un espíritu de curiosidad que sobrevuela cada historia de ficción es el emparejamiento de sus protagonistas. Ha pasado incontables veces. Hay quienes se preguntan por la condición sexual del Sherlock Holmes literario, que rara vez mostró interés por las mujeres. Los hay que piensan que lo atractivo de Juego de Tronos es ver quién se lía con quién. O que lo más destacable de las aventuras de Star Trek, la serie original, son los romances del Capitán Kirk con las aliens. De todo hay, pero soy de los que opina que para historias de amor ya están las novelas románticas y que en este tipo de géneros hay que centrarse en otros temas. Aunque Tom King ha sabido centrar su inmenso arco en el amor de fondo de manera soberbia. Pero eso es otro tema, la reflexión de ahora es: en los años 40 la editorial estaba interesada en captar lectores de todo tipo con historias que tocaban varios géneros. Es una suposición. Pero ojo, esta lectura hay que hacerla con otros ojos, pues el comportamiento de Lois no sale muy bien parado en la comparación con la sociedad de hoy. Cambia dos veces el color de su pelo y su actitud en busca de una atención que el hombre le sigue negando. Superman demuestra estar por encima de las apariencias superficiales y su interés en las mujeres, por aquel entonces, era menor que el de hacer el bien para ayudar a los demás. Afortunadamente, hoy tenemos a una Lois Lane mucho más feminista y con un trasfondo más interesante, que ofrece lecturas más complejas que la Lois de los años de entonces. Además de, curiosamente, una relación consolidada que los lectores ya no queremos que se rompa. Aunque Bendis haya jugado con esa posibilidad.

En cuanto a la otra historia que ocupaba las páginas de Superman #61, The Prankster’s Radio Program!, no era tampoco una aventura de gran impacto, sino que era un pequeño relato que se complementaba con el programa de radio de la época. The Adventures of Superman fue el popular espacio que desató el éxito y la fama del personaje, llegando a emitir 2.068 episodios entre el 12 de febrero de 1940, fecha de debut en la parrilla de la emisora neoyorquina WOR, hasta marzo de 1951, cuando la ABC Radio (que se hizo con el programa en octubre de 1949, después de que la Mutual Network fuera su dueña durante nueve años, pues se hizo con los derechos al poco de la primera emisión) dejó de retransmitir las andanzas del personaje por las ondas. En las primeras páginas de la aventura asistíamos al plan de Prankster, un destacado enemigo de Superman durante la edad de oro, que en los últimos tiempos ha sido reconvertido como un ciber criminal y uno de los némesis de Nightwing. El plan del villano era comprar todas las emisoras de radio y ser el dueño de cada minuto de emisión. Y el primer día lo celebraba con nada más y nada menos que cinco horas de silencio. Así, nadie podía escuchar el programa de Superman. Y todo era legal, era el dueño de la emisión. Más adelante comenzaba con el serial What makes Superman so stupid? La audiencia lamentaba este control de la radio. Para más inri, secuestraba a Lois para chantajear a Superman: si éste intentaba interrumpir su emisión, no volvería a verla. Así, debía de investigar a fondo para encontrar la forma de derrotarle. Y lo hacía manipulando la señal horaria de la emisora, provocando que Prankster fallara en los tiempos de emisión, siendo la pena por esto la pérdida de la licencia. Además, era detenido por secuestro. Y hasta el día siguiente, cuando se recuperaría la programación, Superman emitía horas y horas en solitario, cantando, bailando y actuando. Una aventura que en la última página invitaba a escuchar el programa real. Carisma en cada página.

Prankster se presenta ante sus oyentes.

Ahora nos centramos en la historia que queríamos destacar: El regreso a Krypton.

Este número ya fue reseñado, someramente, por mi compañero Gustavo Higuero en la primera parte del artículo especial sobre la krytonita que realizamos con motivo del 80 aniversario del personaje, durante el mes de abril del año pasado. Ahondaremos ahora en detalles. Empieza con Perry White mandando a Lois a investigar a un vidente que era en realidad un estafador. ¿Era ésta una crítica velada hacia el gremio? Por supuesto, Clark no se fía de dejar solo a Lois, así que la vigilaba en la distancia como Superman. Y, claro, Lois, que se estaba haciendo pasar por una clienta que quería invertir su dinero y buscaba consejo, tenía un descuido y tiraba su bolso, dejando ver su documentación. Era otra historia en la que la chica se metía en problemas. El vidente se enfurecía y ella pedía auxilio, acudiendo Superman al instante. Swami Riva, que así se llamaba el estafador, intentaba, a la desesperada, hechizar a Superman fingiendo que le lanzaba un ataque mágico. Para sorpresa de todos, el Hombre de Acero se mareaba al acercarse a Riva, que llevaba en su turbante una gema de color rojo. Sí, rojo, pues así fue presentada la kryptonita en esta primera historia. Al flaquear, el villano le noqueaba de un solo puñetazo y se marchaba, victorioso, a contárselo a otros maleantes con el fin de hacerse el dueño del crimen de Metrópolis.

Superman investigaba qué podía haber pasado. Realizaba una labor de detective indagando sobre Riva. Buscaba acerca de su identidad, de su negocio, levantando hasta el más pequeño detalle de su persona. Y así llegaba a conocer su verdadero nombre, dónde consiguió su vestuario y dónde compró la gema que adornaba su turbante. Y en esa tienda descubría que había en el mostrador otra igual que también le hacía debilitarse. Así, buscaba al coleccionista de rocas Harry Peters, quien había descubierto ese pequeño e insignificante mineral, pues por su rareza, le contaban en la tienda, que no tenía un gran valor económico. Peters le contaba que creía que era un fragmento de meteorito. Y aquí sucedía algo paranormal: Superman realizaba un viaje astral, usando su supervelocidad hasta alcanzar el nivel de la luz, partiendo desde el punto en que se encontraron los minerales, hacia el espacio. Así, viajaba a través del cosmos convertido en una presencia etérea hasta llegar a un planeta exterior al sistema solar. Y presenciaba los últimos instantes de dicho mundo, habitado por una sociedad más desarrollada que la de la Tierra. Al estar en una presencia fantasmal, nadie podía verlo y sólo podía leer los labios, pues él no podía escuchar el sonido al ser una proyección del pasado.

Veía a un matrimonio, preocupado por que el núcleo de uranio de su planeta explotara y presenciaba la catástrofe. Observaba a la pareja introducir a su hijo en una nave individual y viajar al espacio, huyendo del desastre. Preocupado por el bebé, seguía la trayectoria hasta que descubría que era él. Así, por primera vez en la historia del personaje, Superman descubría su origen kryptoniano. En Action Comcis #1 los lectores ya habían leído acerca del origen alienígena del personaje, explicando así sus poderes. Pero no sabíamos que el propio personaje fuera inconsciente de su origen. Por ello estas páginas contenían un momento muy emotivo, en el que Superman hallaba respuestas a las preguntas de su condición diferente a la del resto de los humanos.

Y se introducían unos elementos interesantes. Primero, Jor El, en esta primera encarnación, también vestía un traje con los calzones exteriores, dando a entender que era un estilo de vestuario del planeta. Añadía otro motivo acerca del diseño del traje de Superman, no solo estaba inspirado por los forzudos de circo de los años 30, sino que seguía un patrón de moda de otra sociedad. Además, el padre de Kal, lucía en su pecho el símbolo de un planeta con un anillo similar a Saturno, no el de la S, el símbolo de la casa de El, idea asentada en reencarnaciones posteriores. También, al volver al presente, Superman decía que tenía que avanzar hacia el siglo XX. Entonces, daba a entender que los acontecimientos de la explosión de su planeta sucedían en el siglo XIX según el calendario terrestre. Esto es, si tenemos en cuenta que los cómics de esa época se contaban en tiempo contemporáneo, estando en el año 39, suponemos que el personaje de Superman tenía, al menos, 40 años y que su llegada a la Tierra se produjo, como pronto, en el 1900, último año previo al siglo XX. Interesante, pues hoy en día es raro que un superhéroe sea pintado con una edad superior a la treintena.

Y, ¿cómo consiguió Superman vencer a Swami Riva? Pues bien fácil, de un soplido a distancia hizo volar su turbante, quitándole su ventaja. Qué grande era la edad de oro de los cómics. Condensaba información en cada viñeta, presentaba un conflicto que parecía imposible y, de la manera más sencilla, acababa siendo resuelto. Esta puede considerarse una de las primeras historias de ciencia ficción de Superman, pues presentaba la capacidad de viajar en el tiempo, aunque sea solo proyectando su conciencia, un don que tampoco ha sido explorado a fondo. De hecho, Dan Jurgens no lo usó en el citado Action Comics #993, pues para ello necesitó que usar la cinta de Flash. Así, esta es una historia que debería tenerse más en consideración pues es esencial en la cronología del personaje. Y así nos lo ha parecido, por eso hemos querido recordarla y recomendarla, pues tiene todos los detalles de los cómics de la época, en los que cualquier cosa podía pasar para sorprender a unos ávidos lectores que estaban descubriendo el inmenso universo de los cómics.

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Argonas
Argonas
Lector
12 septiembre, 2019 21:58

Me encantan estos artículos y estas historias. Ya se que me repito pero que no se publique este tipo de clásicos en nuestro pais, teniendo las oportunidades que tenemos es una tragedia para nuestra afición. Las historias imaginarias de Superman son de lo mejorcito que ha habido en el genero y sobre todo se sobrecoge que estos autores pudiesen en 12 o 24 paginas condensar en una historia lo que a un guionista moderno le llevaría cuatro series y dos eventos, y lo mejor de todo es que lo dejan atado. Eso es imaginación y lo demás son trucos de mal pagador.
PD: Perdón pro el off-topic pero podría alguien de esta web cambiarme la fotografía del avatar, no es que no me guste Marvel, que me encanta, pero es que ahora solo publica una serie buena, la de Hulk y casi seguro que los mutantes de Hickman y ya. No me representa.

Gustavo Higuero
En respuesta a  Argonas
12 septiembre, 2019 22:15

Muchas gracias por tus amables palabras y por esa reivindicación por este tipo de obras.

Sobre la imagen de avatar, debes entrar a https://www.zonanegativa.com/gravatar/ y siguiendo las instrucciones cambiártelo por el que mejor te represente actualmente. 🙂

Esperamos haberte ayudado.

Goto Dengo
Goto Dengo
Lector
En respuesta a  Argonas
13 septiembre, 2019 23:24

Me uno a las felicitaciones por estos artículos y a la petición de «DC Límited series de SD y Ecc» de material clásico de DC

Willi
Willi
Lector
13 septiembre, 2019 0:07

Excelente articulo, señor Víctor. A medida que leía no podía evitar sentir que recordaba esta historia de algún lado. Tuvieron que pasar un par de horas para que ocurriera la sinapsis: Superman #61 sirvió de inspiración para Superman: Kriptonita, de Cooke y Sale. De hecho el tomo de ECC de dicha obra contiene la traducción del prólogo que el mismo Cooke escribió para la edición original, en el cual cuenta brevemente las propias impresiones que le generó la historia de Bill Finger.

Xlin
Xlin
Lector
15 septiembre, 2019 19:35

Gran artículo y gran historia. La editaron hace poco en el coleccionable de salvat.