Kenshin, el guerrero samurái (la película de imagen real)

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Edición original: agosto 2012 – Warner Brothers Pictures Japan
Edición España: abril 2013 – Mediatrés Estudio – Winds of Asia – Warner Brothers
Guión: Kiyomi Fujii
Dirección: Keishi Ohtomo
Reparto: Emi Takei, Yû Aoi, Takeru Sato, Teruyuki Kagawa, Yôsuke Eguchi, Munetaka Aoki, Kôji Kikkawa, Taketo Tanaka
Formato: Película de 134 minutos en formato DVD / Bluray
Imagen: 2:35:1
Idiomas: Audio: español, catalán y japonés (Dolby Digital 5.1); subtítulos: español
Precio: 22 euros (variable según tienda)

 

El cine comercial está en crisis, dicen los entendidos (y los tertulianos amantes del séptimo arte delante de unas cervezas). Los remakes y los cómic de superhéroes se han convertido en los salvadores de una industria que lleva tiempo sufriendo la pertinaz sequía de ideas. Verdadero, falso o un poco de todo, lo cierto es que desde hace tres lustros no hay año en el que no tengamos tres o cuatro adaptaciones cinematográficas llegadas del mundo de la viñeta que echarnos al coleto audiovisual. La situación ha llegado a un punto tal que tebeos patateros y obras inéditas han servido para conformar películas como Cowboys y aliens (ejemplo de libro de obra del método) u Oblivion. Sin embargo, hay que recordarlo una vez más, los estadounidenses no tienen la patente de corso para aprovechar su patrimonio “tebeístico”. Así, el cine francés lleva años torturando a la afición “asterixiana” con adaptaciones a cual más vomitiva (con especial mención a los “trabajitos” con Lucky Luke o Blueberry, aunque en estos casos creo que debe hablarse de desaguisados multinacionales).

En España hemos tenido dos películas de Mortadelo y Filemón (y se habla de una tercera en animación en tres dimensiones que estaría dirigida por Javier Fesser), una del Capitán Trueno, otra del Guerrero del Antifaz y en otoño tendremos la segunda incursión en la gran pantalla de las criaturas gemelas del maestro Escobar, Zipi y Zape. Por último y desde luego, no por ello menos importante, el paraíso del lector que es el Japón también ha prestado sus mangas para dar vida a películas y series de televisión que, como en todos los ejemplos anteriores, han tenido un resultado dispar. En el verano de 2012 le tocó el turno a la legendaria creación de Nobuhiro Watsuki, el espadachín vagabundo Kenshin Himura.

Rurouni Kenshin cuenta, como reza su subtítulo, las crónicas de un experto espadachín de la era Meiji, y define, a través de un neologismo de la lengua nipona de muy difícil traducción, la naturaleza de su protagonista. La audiencia es transportada a los primeros años del Japón contemporáneo, bien avanzada la segunda mitad del siglo diecinueve. El poder del Mikado ha sido restaurado y el gobierno militar de los shogunes ha sido abolido, pero al alto coste de una guerra civil. Es el alba de una nueva era en la que el país del sol naciente se incorporará a velocidad de crucero al ritmo de los nuevos tiempos y evitará el destino de la vecina China, protectorado de facto de las potencias occidentales. Sin embargo, no todo ha resultado ser tan idílico como se pintaba: las crisis generan cambios, los cambios oportunidades y las oportunidades oportunistas. Por otro lado la evolución lleva a determinadas personas a un punto muerto. En el nuevo orden los samurái, la casta guerrera de los viejos tiempos, ha desafiado a los reformistas y ha perdido. El derecho de la espada ha sido abolido junto con la clase social y sus antiguos integrantes mueren de hambre, en tanto que sus familias se ven abocadas a destinos similares o aún peores. En estos convulsos tiempos un vagabundo de aspecto insignificante carga con una espada de filo invertido y luce en su mejilla izquierda unas cicatrices que forman una equis. Procura pasar desapercibido porque en las guerras que trajeron el nuevo gobierno desempeñó un papel tan determinante como sangriento, el de asesino. Era el legendario Battosai Himura, el destajador cuya frágil apariencia escondía una fuerza y una velocidad sobrehumanas, así como un dominio de la espada fuera de lo común. Una vez terminado el conflicto, Kenshin decide desaparecer de escena y ayudar de forma menos expeditiva a la consolidación de la nueva era, determinándose a no tomar más vidas. Viaja por todo Japón intentando compensar las muertes e intentando resolver el enigma que conlleva su decisión: ¿puede alguien que ha vivido por y para la espada cambiar su forma de ser? Sus vagabundeos le llevarán hasta Tokio, donde conocerá a Kaoru Kamiya, la joven maestra de una escuela de esgrima cuya filosofía parte de la hipótesis de que la espada defiende la vida y no es un instrumento de muerte. Como experto en la materia, Kenshin sabe que ese ideal es utópico, pero prefiere creer en esa utopía a volver a su antiguo ser. Así comienzan el manga y el anime que durante los últimos veinte años han captado la atención de muchísimos aficionados, hasta el punto de que, en el caso de España, bien podría decirse que la obra de Watsuki es una de las responsables directas del reforzamiento del interés por el cómic japonés a finales de los noventa del siglo pasado.

La película adapta grosso modo el primer arco argumental del cómic y de la primera serie de animación, añadiendo a su vez elementos de las distintas tramas relacionadas con los personajes incorporados a la adaptación. Así, por ejemplo, hay una referencia directa a la historia del tráfico de drogas que implicaba a Megumi Takani, la médico reconvertida a química que Kenshin ayudaba a redimir. Este argumento constituye una de las piezas centrales del relato, al que se suma la elección del adversario con el que Himura ha de medir sus fuerzas. En el manga y en el anime hay consenso a la hora de decir que el mayor enemigo del protagonista es el diabólico Makoto Shishio, pero su aparición en aquéllos es muy posterior y conlleva una complejidad en cuanto a la trama que dos horas escasas no podían contener si se pretendía presentar a los personajes y darles cierto grado de desarrollo. El elegido fue Jine Udo, el espadachín con el que don Nobuhiro homenajeó al Gambito de Jim Lee, adornado con algunos de los detalles que en el original pertenecían al citado Shishio o al impostor que en el primer tomo del manga intentaba intimidar a Kaoru haciéndose pasar por el temible Battosai. Del largo arco argumental del espadachín quemado se tomará también la intención de dar un golpe de estado que, por obra y gracia del guionista, pasará a manos –o a la sesera, mejor dicho- del líder de los traficantes de opio. Una excusa perfecta para que haga su aparición uno de los personajes más reverenciados del tebeo original, Hajime Saito. El cínico policía y antiguo lobo de Mibu luchó contra el bando de Kenshin y considera que tiene cuentas pendientes con él, pero éstas quedan a un lado cuando toca cumplir con el deber.

Una vez asumidos los inevitables cambios mencionados en el párrafo anterior hay que destacar que los responsables de la adaptación han hecho un trabajo bastante bueno, si tenemos en cuenta que se intentaba trasladar a la pantalla grande una obra bastante extensa. Siempre que se lleva al cine una historia de “continuará” con un número apreciable de capítulos existe el riesgo de contar poco (y dejar a la afición con el estómago vacío) o de contar demasiado (y acabar contando nada trascendente). Aquí se toman las piezas necesarias para que la audiencia sin conocimiento previo pueda hacerse con los personajes y para que la veterana pueda disfrutar de sus personajes favoritos. El conflicto entre Kenshin y Saito y la obsesión que por aquél tiene Jine forman parte del prólogo de la cinta. Un par de referencias a la familia de Megumi sirven para conocer el conflicto que se revuelve en su interior. Una rápida rememoración por parte de Himura y vemos y oímos por qué tiene esas cicatrices. Por haber hay espacio para el entrañable fanfarrón Sanosuke Sagara y para el restaurante donde se desarrollaban tantas comidas familiares. Es evidente, sin embargo, que hay un tiempo limitado y con ello es inevitable que algunos personajes tengan un papel casi testimonial, como es el caso de Yahiko Myojin, pero no se puede tener todo. De la misma forma, la película está desprovista casi por completo del tono humorístico que tenían algunos pasajes del manga. La caracterización es magnífica (con especial atención a los intentos de reproducir algunas de las elaboradas técnicas de esgrima del tebeo) y la interpretación adecuada, siendo de obligada mención la representación realizada por Takeru Sato del espadachín pelirrojo, un actor que contó con la bendición del propio Watsuki y que casi hace olvidar el maravilloso trabajo de Mayo Suzukaze como intérprete del personaje en la versión animada. Sato sabe interpretar al Kenshin humilde y desusadamente cortés, pero también al que está a punto de retornar al lado oscuro cuando se le lleva al límite o se amenaza a sus seres queridos.

Para terminar hay que decir que Ohtomo y Fujii han superado con nota alta el desafío que suponía adaptar una obra tan popular y sobre todo tan amplia. El final de la película deja tanto elementos para una posible continuación como para considerar la historia cerrada. Si te gustó el Kenshin Himura de las viñetas y los dibujos animados siempre puedes pasar un rato entretenido y comparar. Si no lo conociste aquí tienes una buena oportunidad para cubrir ese hueco (y decidir si merece la pena profundizar en el conocimiento del mismo). Si el original no te convencía o no te gustaba ya puedes olvidarte de esta película.

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Jordi T. Pardo
Autor
27 mayo, 2013 8:29

También parece que se hará una película de Anacleto.

Respecto a Kenshin, nunca seguí el anime, tengo que remediarlo, el manga sí, una gran lectura, al menos hasta concluida la saga de Sishio… después, para mí gusto, decae cosa mala. La película la vi hace un tiempo y es muy fiel a la historia y, sobre todo, más importante, a los personajes. Y también destacaría que en este caso, como no suele ocurrir con muchas adaptaciones, la película parece tener entidad propia, quizá sea por la ambientación clásica de películas de samuráis, pero no parece simplemente gente cosplayada haciendo una película de sus personajes preferidos… como da la sensación en otras ocasiones (caso de Gantz o, en menor medida, Death Note).

La historia está bien llevada y, sí, deja ganas de más, esperando ver a Shishio en pantalla, la parte más interesante del manga.

Mr. X
Mr. X
Lector
27 mayo, 2013 8:32

No sale Toshiro Mifune, pero tiene buena pinta 😉

Jordi T. Pardo
Autor
27 mayo, 2013 8:42

«No sale Toshiro Mifune, pero tiene buena pinta»

Si saliese daría un poco de miedo, pero ojalá, comparto reverencias a él 😉

Halader
Halader
Lector
27 mayo, 2013 10:39

Comparado a otras muchas adaptaciones, esta tiene muy buen aspecto, aunque me hubiese gustado otros actores para los papeles principales, cuestión de gustos.

Para mí, esta serie terminó con Makoto Shishio.

Cassidy
Cassidy
Lector
27 mayo, 2013 11:25

Pues tiene buenísima pinta, aunque a mí tampoco me acaba de convencer el casting salvo Kenshin.

En cuanto al manga/anime, coincido con todos. Hasta Shishio genial, después ya es estirar el chicle.

Por cierto, aviso que el segundo y último video spoilean a base de bien.

NobTetsujin
NobTetsujin
Lector
27 mayo, 2013 11:44

Pues la peli está bastante chula, con un casting más o menos adecuado y salvando las lógicas distancias de una adaptación.

Jordi,Cassidy,Helader, para mi la parte del Jinchu es muy chula,flojea un poco a la hora de resolverla, pero me gusta mucho que no vaya de salvar el mundo o Japón, sino algo tan personal, y tiene momentos francamente buenos…y alguna «sorpresa» argumental.

Y con el anime, entre la mala pinta que tiene y lo que comenta Luis del desvío del manga, ni ganas de verlo.

NobTetsujin
NobTetsujin
Lector
27 mayo, 2013 13:37

Si, samano, los OVAS los tengo en un metafórico pedestal, estaba pensando ahora repillarlos en Blu-Ray 😉 Bueno, menos «Kenshin: El Fin», que es lo más deprimente que he visto desde La Tumba de las Luciérnagas y no me atrevo a volver a verlo XD

NobTetsujin
NobTetsujin
Lector
27 mayo, 2013 17:05

Luís, no me extraña nada que Watsuki reniegue, es todo lo contrario de lo que fue diciendo que quería como final para Kenshin. Joder, es que es acordarme y darme bajón, vaya depresión de OVA.

Samano, claro que si…mientras no me digas que te gusta la peli de dibujos de Kenshin, que mala la recuerdo…¿Viste Shin Kyoto-Hen? (Seguro que si).

JL
JL
Lector
30 mayo, 2013 4:33

La ví hace poco y la verdad es que aprueba con notable alto, me emocioné varias veces al contemplar lo bien que habían recreado algunas escenas y aspectos de la historia original (con el plano picado abriéndose de Kenshin ya con el kimono morado me cayó el lagrimón).

La verdad es que es un manga que me apasionó y enganchó como pocos en su momento, y aunque puede que sí que alcance su cenit con la saga de Shishio (el archie-enemigo), encuentro que cierra muy bien con el arco de Enishi (su némesis) donde sin alargar demasiado la historia, el héroe no solo supera el combate físico, sino su propio conflicto interior que arrastraba de su pasado y define al personaje y sus ideales durante toda la historia.

En cuanto a la serie en general es un mojón, ya que hay muchisimo relleno, solo vale la pena la susodicha saga de Shishio, que particularmente, está pero que muy bien recreada.

Los 4 ovas del pasado son una MARAVILLA, una autentica joya que no puede faltar en ninguna estanteria, te guste el genero que te guste. Es un trabajo soberbio en todos los sentidos.

Los otros 2 ovas a modo de epilogo son excesivamente dramáticos, no están del todo mal y es una interpretación respetable, pero no casan con el espíritu positivo del final original del manga, es solo un intento fallido de repetir el logro de los otros 4 ovas, pero ni por suerte vaya.

La peli de animación sun sub-producto sin gracia ni mérito destacable.

Acaban de salir 2 nuevos ovas por el aniversario del manga. Tratan la saga de Shishio de un modo un poco más adulto y con varios cambios chirriantes en la historia que no hacían del todo falta … pero al menos tiene una animación actualizada bastante notable.

Lo dicho para mí el manga es redondo, una historia emocionante y epica que dura lo justo y necesario.