MundoManga: Jacarandá, de Shiriagari Kotobuki

8
2200

Edición original: Jacaranda JAP
Fecha de edición: Mayo 2008
Guión y dibujo: Shiriagari Kotobuki
Color: Blanco y negro
Formato: 320 págs.
Dolmen (8)

Sinopsis: Tokio, el presente. Una megaciudad de más de 8 millones de habitantes solo en sus 23 barrios centrales y más de 30 millones en las prefecturas de los alrededores (Gran Tokio). De día, esos 8 millones ascienden hasta 14 por la gente que acude a trabajos o centros de ocio y restauración. La ciudad posee la mayor cantidad de centros de ocio de todo Japón. Un viernes por la noche, la ciudad bulle de gente, que se divierte, vuelve del trabajo, va de compras o simplemente pasea. ¿Qué pasaría si de pronto y en pocas horas un gigantesco árbol creara el caos y la destrucción en el mismo centro de la ciudad?

Japón bajo el terror del monstruo de la destrucción

Introducción que os podéis saltar pero que pone en situación: Hace muchos años, hubo una generación que sufrió una invasión. Corría el año 75 y, quizá con el dictador ya finito pero ocultándolo de la plebe, nacimos la última generación del franquismo. Esa generación empezó a crecer y a hacer lo que hacen los niños: ver dibujos animados y experimentar con esos primeros ordenadores de 8 bits. Esa generación experimentó la invasión de cultura de otro país. Ese país era Japón. A medida que pasaban los años, más y más ejemplos de cultura japonesa llegaba a nuestras manos. Los que tuvimos la suerte de tener (aparte de los amigos físicos) como compañero de juego virtual dentro de casa a un ordenador MSX nos dimos cuenta que ahí pasaba algo: los juegos por lo general eran mucho mejores si provenían de ese lejano país que si los hacían en Londres (Ocean, Ultimate) o París (Infogrames).Logo Konami Tenían algo especial: era una suma de gráficos fantásticos, con músicas excelentes y pegadizas, junto con una jugabilidad endiablada y adictiva. Ver el logo de Konami apareciendo en nuestras TV de apenas 20 pulgadas era sinónimo de calidad y diversión. Pero había algo más: notábamos que más allá de esos juegos, se destilaba otra forma de ser, de trabajar, de filosofía de vida, de cultura, de tradiciones. Realmente no es que Knightmare o Némesis estuviesen plagados de clichés culturales del país del Sol naciente, pero algo se intuía. Ya no digamos cuando conseguíamos un juego con “chicas fáciles dentro”, eso era la repera. Esos juegos tenían un magnetismo particular, capaces de haber sobrevivido en nuestra memoria durante años. Acción, aventura, romance, golpes, grandes finales, argumentos adultos, etc eran algunos de los puntos fuertes de estos cassettes o cartuchos que poseíamos como tesoros.

Por otro lado, recibimos otros inputs desde esa zona. El estreno de Akira en algunos cines de España (el Maldà de Barcelona por ejemplo), la posesión de la misma en una cutre copia en VHS medio color medio B/N (ahora sabemos que eso debió ser un volcado de alguna cinta NTSC), el boom del manga con Dragon Ball….., todo eso y más nos dio una visión concreta de ese país. Y algo que quedó muy claro es que les encantaba la destrucción, sea propia o ajena.El Rey Arturo Junto con unos argumentos más adultos que la típica serie clónica USA (“tenemos que salvar a April, pero sin matar a nadie ni sin que salga sangre!”, parecían gritar los Gi Joe o las Tortugas Ninja), como por ejemplo Capitán Harlock o El Rey Arturo (donde la sensación de que podías morir en cualquier momento se palpaba continuamente), se notaba cierto afán por destruir todo lo destruible. El género kaiju eiga tiene al destructor/protector (qué más da) Godzilla como representante: contra más edificios derruidos y chicas reinas del chillido apareciesen, mejor. De Otomo, autor de Akira, sabemos que le encanta esa mezcla de espectacularidad y caos; las escenas de destrucción espectaculares son constantes en su manga y versión animada. “Madre Sarah” o su participación en la magnífica Metrópolis también son buenos ejemplos. La sensación que dejó el pase inacabado de Mazinger Z hace 30 años fue un shock para los niños del momento: parecía que los japos preferían acabar las series matando a todo protagonista antes que un final feliz. Las primeras películas importadas por Manga Video iban por los mismos derroteros: de la bestial Urotsukidoji hasta Ninja Scroll o El Puño de la estrella del Norte, la muerte y destrucción estaba presente en cuerpo y alma.

Ninja Scroll
Ninja Scroll

Con todo este bagaje, siempre he tenido la sensación que, por alguna razón, esta gente está obsesionada con la destrucción. Y siempre he considerado las 2 bombas atómicas que sufrieron en la II Guerra Mundial como un referente, un inicio del miedo a ser destruidos, convertido en un sentimiento de auto flagelación. Ruinas, muertos, decadencia, lucha por la supervivencia, traición, adaptación al nuevo medio, etc, son escenarios preferidos de mucha producción nipona. Hace muchos años que bebemos de esta fuente, y aunque ya ha quedado claro que manga no es sinónimo solo de sexo y violencia, no se puede negar que parte de la producción sí lo es. Otra cosa es que estas características estén bien o mal llevadas. Pocos géneros del manga se libran de este sentimiento de destrucción. Quizá el shojo es de los más alejados por temática, aunque tenemos la excepción de Saikano, donde una joven adolescente es la última línea de defensa, siendo ella misma un arma, mientras tiene una difícil relación con un chico mayor que ella. Una extraña mezcla de shojo, mechas y ciencia ficción.

Con todo esto llegamos a que una pequeña editorial se lanza a editar manga, dispuesta con un buen planning y con las ideas claras (al final lo de pequeña sonará a risa). Conseguir derechos de mangas para fuera de Japón no es fácil ni rápido, pero a fe mía que el esfuerzo ha valido la pena. Señores, déjense arrastrar por el huracán Jacarandá.

Entre líneas: Tengo que reconocer que la primera vez que vi este tomo me sorprendió tanto su exterior, con aspecto de libro, como su interior, totalmente distinto a lo que estamos acostumbrados. La primera impresión del dibujo no fue muy buena, y realmente mi opinión, semanas después y varias relecturas encima, continúa debatiéndose entre los puntos a favor y en contra. Pero si no os convence el dibujo solo tenéis que empezar a leer. Posee un inicio tranquilo pero al a vez aterrador, aparte de atraparte por su narrativa e intenciones. Aparentemente estamos en una apacible tarde en Tokio. Los adultos vuelven de sus trabajos, o pasean, compran cosas superfluas o se divierten. Los niños vuelven de la guardería. Uno de ellos ve algo en el pavimento, pero al pasar los coches su profesora no le da relevancia y siguen su camino.

Las mayores desgracias son aquellas que vienen silenciosamente. El ritmo frenético de la ciudad continúa su habitual runrún. Nadie se da cuenta, pero varias cosas están ocurriendo en la ciudad. La TV omnipresente da cuenta de una violenta reacción de una pasajera del tren cuando un viejo se durmió en su hombro. Nadie protegió al viejo de las sangrantes iras casi asesinas de la chica. Decenas de personas grises en un vagón gris de una sociedad egocéntrica y competitiva no salieron en ayuda del viejo. «Que le jodan», “yo no me meto”, “solo es un viejo verde”, pensaron. Bien, no sabéis lo que os espera. Poco a poco, el fenómeno de un brote de árbol en medio del pavimento atrae a la gente y a los media, ávidos de noticias que llevarse a la boca. Hasta una planta puede ser noticia. La gente está sorprendida pero no le da mayor importancia. Las raíces de la catástrofe se van extendiendo por el pavimento que millones de ruedas castigan al día. Poco a poco el cimiento va cediendo a la fuerza de la naturaleza, lo hemos visto todos, es una imagen conocida, en una casa rural o algún sitio donde los árboles han roto una zona pavimentada.


¿Sabéis lo mejor? Que no es el árbol el desencadenante de la catástrofe. Son una serie de acciones estúpidas de los humanos las que provocan el estallido del caos (excelentemente narradas y que dan mucho de pensar), que se apodera de la ciudad y a partir de ahí es un sin parar de situaciones horribles que desbordan a las autoridades. Un sin fin de ejemplos de vidas truncadas por el suceso. Chicas pijas comprando trapitos. Trabajadores que vuelven en tren o metro a sus casas. Gente divirtiéndose en una discoteca. Madres con sus bebés felices en sus casas. Todo quedará hecho trizas. Suicidios en masa desde apartamentos pastos de las llamas, muertes por asfixia en las escaleras de emergencia de cualquier oficina, derrumbamiento del suelo, explosiones, atropellos (nunca te caigas en medio de una masa enfurecida o enloquecida, sería tu final!), los propios inventos del hombre como la electricidad volviéndose enemigos letales. La masa enfurecida huyendo por puentes a la otra parte del río, atascos de tráfico mortales, trenes explotando y descarrilados dentro de los túneles sin luz, la falta de luz (increíble la sensación de desamparo que transmite en ese momento; una ciudad sin luz es como un monstruo sin ojos; se para TODO), etc

Hemos dicho que el desastre inicial no lo provoca el árbol. Pero si es cierto que a veces crees que es el mismo árbol el que va a buscar las desgracias de la gente, para hacerles daño, devolverles con creces toda la deforestación de la Tierra, el nulo sentimiento ecológico de los que obtienen el poder, en una carrera sinfín de capitalismo y consumo que engulle recursos limitados, creando auténticas selvas de asfalto.


A medida que vas leyendo, te van desfilando por el cerebro imágenes reales de catástrofes. Desde los recientes terremotos en China, hasta las explosiones del 11-M, concretamente esos instantes grabados en cámara de vigilancia del andén. Cuerpos carbonizados, muertes andantes que buscan consuelo instantes antes de morir viendo como sus iguales los rechazan de puro asco, las propias infraestructuras de los humanos no soportan tal presión (las barreras fueron mortales en el estadio de Heysel tal como aquí ceden y la gente se cae al río), pensar que algún día no llegará el tren que nos lleve al trabajo en atestados vagones sino un tentáculo de fuego nos quite la vida en un instante. Pasas las páginas de este cúmulo de desgracias en formato libro y piensas cuán débiles somos los humanos, y eso que nos creemos el centro del universo y los jefes de la Tierra. La vida y la muerte separadas por un delgado papel de fumar.


Hagan comparaciones….

No solo recordamos desgracias reales, también vemos influencias de otros mangas: para empezar, la más grande, Akira. El sentimiento apocalíptico, los millares de cristales rotos, el éxodo de los habitantes de la ciudad,…. La propia idea intrínseca de Jacarandá lleva en su sabia a Tetsuo y compañía. Confusión también la vivieron los protagonistas del gran Dragon Head, especialmente vemos su influencia en las vistas aéreas de la catástrofe, o como la negrura de la noche engulle a los helicópteros. Si en el manga de Mochizuki se desconocen las causas de tal magnicidio, entre otras incógnitas, en la “tragedia del árbol” está claro lo que ha provocado semejante desastre. Los múltiples accidentes de trenes volcados dentro de los túneles también recuerda poderosamente las escenas iniciales de Dragon Head. Saliendo del ámbito del manganime nos acordamos de la visionaria El coloso en llamas, un aviso a la megalomanía de los hombres y su intento de una nueva torre de Babel. Pánico, terror, muertes por asfixia, la cólera del miedo y la masa intentando sobrevivir, o esa pareja de ancianos (aquí una joven pareja de oficinistas), muriendo abrazados instantes antes que las llamas les alcancen en las escaleras.

Recordando a Dragon Head

Los que consiguen sobrevivir cruzan el río y se sienten a salvo. Caminan como zombies, gente a la que el árbol les ha chupado toda la vida y ganas de vivir. Miran atrás y el escenario es dantesco. Pero quien vive resiste, y un nuevo mañana sorprende a los ojos de los supervivientes y a los del lector, acostumbrado a escudriñar las desgracias ajenas en la más oscura de las noches. Es el amanecer de un nuevo día, de un nuevo comienzo, de una nueva oportunidad para los humanos de no repetir los mismos errores una y otra vez. Además, la naturaleza arregla ella misma el desaguisado de la única forma que puede combatir el fuego: con agua purificadora. El sentimiento de arrepentimiento y de veneración que sienten los supervivientes cuando el gran Jacarandá florece y muestra toda su inmensa belleza es simplemente arrollador, digno de para formar parte de los mejores momentos leídos por un aficionado al cómic .

Valoración: pocas veces se tiene la oportunidad de reseñar títulos como éste. Por suerte, el mercado del manga en este país es lo suficientemente maduro ya para que pueda aparecer algo como Jacarandá y no caer en el olvido. Es un título que se lee rápido pero no se olvida, y se vuelve a él con el tiempo para encontrarnos de nuevo con la desgracia.

A decir verdad se nota que el cómic ha sido basado en una idea plasmada en pocas viñetas y que se ha estirado para llegar a hacer un cómic de 300 páginas. Pero esto importa poco cuando nos encontramos con ese magnífico inicio, crítica de la sociedad actual y a la vez con una calidad narrativa digna de la mejor producción cinematográfica. Un inicio que nos advierte que debemos estar alerta de los pequeños cambios, de estar ojo avizor a síntomas de que las cosas pueden empeorar y estar organizados para manejar la situación. Después el autor nos presenta todo un ramillete sangriento de casos donde la muerte acecha a cada momento. Cuando al autor exprime todas las ideas y situaciones, cierra el tomo de forma magistral con el inicio de un nuevo día y la explosión de la naturaleza. El Apocalipsis en forma de árbol. El autor, en el texto que acompaña a las viñetas nos explica que ésta es una historia de renacimiento, de forma contraria a otro manga que hizo anteriormente en el que el arrepentimiento y el nuevo día no aparecían. El propio autor nos hace llegar otras visiones de lectores que han tenido sobre su obra: que si es una alegoría del crecimiento de regímenes totalitarios y dictatoriales, o, como algunos auguran, la llegada de grandes desastres naturales como la Gran Falla San Andrés de California o las propias fallas japonesas o sus múltiples volcanes.

Comentaba que si algo te chocaba del tomo era el dibujo: en efecto, no es nada comparable con lo que hayamos visto hasta ahora. Acostumbrados a la sencillez de líneas de Yoshito Usui y su Shin Chan, o a la perfección casi fotográfica del Gon de Tanaka, sorprende un dibujo tan sucio, basto, lleno de rayotes negros y gruesos. Se diría que es un dibujo perfecto para reflejar el caos que se vive, la excitación, stress y miedo a morir que sufren los protagonistas. Aunque la mayoría de veces funciona, no puedo dejar de mencionar que en algún momento te pierdes: hay tal cantidad de escenas de destrucción que por momentos no sabes donde estás. Si añadimos que esto pasa de noche, que salga el Sol es una bendición para los supervivientes y para los lectores. Si a esto le unimos el carácter de anonimato de la plebe, se concluye que tampoco pasa nada si hay un par de páginas en las que no sabes muy bien que pasa, porque la gente que acabas de conocer van a morir dentro de muy poco. Por suerte, esas pequeñas zonas de confusión se aclaran con alguna relectura más atenta y sabiendo que te encontrarás. Igualmente, estos pequeños errores se perdonan cuando te das cuenta que, por mucho borrón y rayotes por doquier, el autor sabe transmitir exactamente lo que quiere en cada momento. Todos los protagonistas son diferentes (se detecta una ligera tendencia a dibujar las chicas muy parecidas, pero realmente no importa), muy expresivos, y cada “subargumento” está perfectamente delimitado y pormenorizado. Esta característica de aproximación y alejamiento continuo de varios casos se mantiene durante la parte central del tomo, una vez el horror se ha declarado de forma general y hasta que los distintos ejemplos de personas afectadas por el incidente se acaba. A medida que pasan las horas y los episodios, el trazo del autor se vuelve más difuminado, como si pusiera unos puntos suspensivos “y un montón de casos escalofriantes más…….”, a la vez que ya no se centra en ninguna persona, sino que las escenas de muerte son generales y hasta abstractas. En un punto determinado de la historia se nota que pasa a describirnos a los supervivientes del otro lado del río y el nuevo amanecer. El tomo, de lectura rápida precisamente por la falta de diálogos continuados y el posicionamiento externo que hace no convertir a nadie en protagonista, se cierra con un canto a la vida y al propio planeta, simplemente magistrales.

No hace falta decir que recomiendo la lectura de este tomo a todo el mundo que quiera leer una buena historia, alegórica de lo que puede llegar a pasar. Si obviamos ciertos momentos de confusión (quizá buscados) y de que no sabemos que habría salido si el dibujo hubiese sido más estandarizado (pienso en Dragon Head de nuevo, en el sentido de un entintado más fino), el volumen es perfecto como lectura y como regalo, ya que su edición en formato libro aumenta su caché. Es ideal para regalar a esos lectores de cómics que aún se piensan que el manga no es apto para una lectura madura. Por el tipo de dibujo puede costar que entre a una persona que ni tan solo lee cómics, pero el esfuerzo se ve recompensado. Fuerza a pensar a cada momento, como un torrente de sensaciones, pensamientos y recuerdos de desastres ocurridos en la realidad. La edición de Dolmen es muy correcta, con una portada sobria que le da aspecto de libro, con las onomatopeyas sin traducir (y por tanto sin modificar el dibujo, ya que sería imposible adaptarlo y no son necesarias ya que el dibujo aporta suficiente información), el texto final, una buena rotulación (variando si son diálogos entre personas o voces provenientes de la TV o teléfono) y traducción (la gente malhumorada usa tacos, se enfada, posiblemente con un japonés vulgar, las expresiones en castellano de adaptan muy bien a cada caso). Quizá la tapa al no poseer sobrecubierta se dobla un poco demasiado y se “parte” por la mitad pero no es importante.

No querría acabar esta tortuosa reseña sin mencionar a un personaje que no se ve involucrado en el incidente (¿autor?). Es el realizador de una TV que en ese momento está emitiendo las imágenes del desastre. En la azotea, una vez el fuego y el caos están por todas partes, se le pide que huya. Simplemente, él responde: “¿adónde?” ¿Donde puedes ir si las circunstancias te superan tan ampliamente? ¿Hacia dónde va la humanidad? ¿Nos vemos abocados a un Jacarandá, en algún momento u otro? Y el realizador se queda en la azotea, impasible y con la boca abierta escudriñando todo lo que pasa unos kilómetros más allá.

A principios de los 50, Hergé dibujó las aventuras de Tintín en la Luna. A su regreso, después de todas las aventuras y peligros que han pasado, el capitán Haddock suelta una de esas frases que te quedan grabadas para siempre: “De toda esta historia solo hay una cosa a retener: EN NINGUN LUGAR SE ESTA TAN BIEN…… COMO EN NUESTRA BUENA Y VIEJA TIERRA«. Y si esto lo dice Haddock, yo no tengo nada más que añadir.

Hasta el mes que viene. De regalo, un precioso Jacarandá:

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Miguel Ortega Pereira
28 mayo, 2008 15:26

Me alegro de que te haya gustado tanto. La verdad es que a nadie está dejando indiferente la obra, pese a que creíamos que suponía un riesgo editarla.

Por otro lado, curioso dato lo de que la portada se parte por la mitad. Si eso te lo cambiamos. Aunque vamos la edición ha salido perfecta al 100% y es el mismo formato (incluyendo papel y gramaje) que utilizan otras editoriales como Ponent Mon.

Un saludo.

Blade Runner
Blade Runner
Lector
28 mayo, 2008 18:41

A mí también me hechó un poco para atrás el estilo de dibujo, cuando lo ojeé en la librería. Conste que me encantan las historias «apocalípticas» (Akira y Dragon Head son dos ejemplos muy buenos de mangas de este tipo, por cierto, dos de mis preferidos), pero esos trazos tan confusos, tan «sucios»… vamos, que no me decidí a comprarlo. Aún así la espinita se me quedó ahí, porque realmente el argumento me parecía muy interesante. Después he oído otras críticas que le ponen muy bien, incluso de gente que por lo general no acostumbra a leer mucho manga, y si a eso le sumamos que la edición de Dolmen es estupenda (porque lo es)… vaya, que el viernes me lo compro sin falta, decidido.

Redon-prime
Redon-prime
29 mayo, 2008 16:53

Amén a lo dicho por Blade Runner, no podía coincidir más con mi pensamiento. Y creo que también le daré una oportunidad.
Por cierto, magnífica reseña. 🙂

Tony Ruiz
Tony Ruiz
30 mayo, 2008 2:45

Es curioso lo del dibujo de Kotobuki en la obra. Porque mientras sus figuras humanas están realizadas de manera muy esquemática, sencilla, como realizadas con mucha prisa y poco cuidado… los fondos sí se encuentran muy trabajados. Edificios y vehículos están impecables. Hay una intencionalidad en esos trazos «tan confusos y sucios». ¿Quizá como denotando un cierto desprecio del autor hacia la propia humanidad? ¿Un «no somos nadie»?

Desde luego Jacarandá es de esas obras que transcienden a su componente estético. Lo importante es la intensidad que transmiten sus páginas, la vivida situación de la que eres partícipe una vez te internas en la historia. Desde luego es un viaje emocional pero casi diría que también físico. Hay mucha energía, mucha mala leche y mucha esperanza concentrada que se dispara hacia el lector a poco que éste se deja llevar.

Reconozco que me ha gustado, aunque su caracter experimental y su especial sensibilidad no la hacen un manjar para paladares comodones. Pero es un lujazo que una obra así haya interesado tanto a alguien como para hacer que vea la luz y no probar con otras cosas más seguras (que cojonazos tienes Miguel… ;-D)

Una obra intensa, sin duda.

Por cierto, que me da la impresión que en breve vamos a tener en los cines un film que nos va a recordar mucho esta obra… La dirigirá Shyamalan, por cierto. 😉

Jordi Querol
30 mayo, 2008 3:10

Miguel, tranqui, no hace falta cambiarlo, no es importante.

Blade y Redon, gracias por los elogios y espero que os guste! Pasaos por aquí y poned vuestras opiniones! Yo miro regularmente mis últimos posts a ver si alguien comenta algo 🙂 Migueeel….. oido cocina! 2 ejemplares más!!!! Y una paletilla pal mendaaaa!

Tony, buenas apreciaciones. Ya me fijé ya, no hace falta ser muy observador. Sobretodo los edificios, y más aún esos edificios altos que creo son oficinas del gobierno (y son un símbolo de la ciudad, también salen en Dragon Head!!!). Yo es que hasta dudo quesean dibujos, podrían ser fotografías retocadas o «dibujadas encima». Es como lo de la TV, usa pantallazos de telediarios de verdad y demás para enseñar las emisiones. Igualmente sí hay mucha diferencia. Eso del desprecio ya lo apunto yo en el texto: nos creemos el ombligo del mundo y somos débiles.

Desde luego es un viaje emocional, me costó hacer la reseña porque tienes quepensar y buscar info sobre desastres naturales y leer cosas y ver fotos, además que se hizo por la noche y varias madrugadas por lo que el cuerpo aún se resiente más. Arf arf arf,…. Miguel si sigue así se lo rifan las majors fijo en menos de un año….. Lo de Shyamalan podría ser, es aficionado a los cómics (El protegido), pero no tengo más datos… Podría ser The Happening? Segun IMDB:
«We’ve Sensed It. We’ve Seen The Signs. Now… It’s Happening.
Plot:
A paranoid thriller about a family on the run from a natural crisis that presents a large-scale threat to humanity»

Pues mira, ya la tenemos…..Paaabloooooo!!!!!!

Gracias por leer la reseña y por los largos comentarios 🙂 🙂

Miguel Ortega Pereira
31 mayo, 2008 13:03

Tony!!!! ¿Qué pasa tío? Cuánto tiempo! Pues sí, la verdad es que la idea secundaria de no somos nada está presente durante toda la obra. Y desde luego su final es muy similar a los grandes de la animación, específicamente Otomo, con ese carácter destructor tan particular que atesora el maestro.

Estamos en conversaciones con la editorial japonesa para ver si podemos realizar una entrevista a Kotobuki. A ver si tenemos suerte.

PD: no creo que las majors se me rifen, si ni siquiera me conocen xDDDDDD

Blade Runner
Blade Runner
Lector
1 junio, 2008 1:18

Ya está comprado y leído, y me ha gustado, la verdad. Será que soy un poco retorcido, pero las historias de catástrofes y destrucción me chiflan ^_^

El dibujo a veces resulta un poco confuso, pero a la vez contribuye a darle un aspecto muy angustioso y deprimente a lo que se nos está contando.

En definitiva, que me alegro de haberme decidido a comprar este tomo. Gracias Jordi, por darme el «empujoncito» que me faltaba con tu reseña, y Miguel, por editar un manga tan arriesgado…

(Por cierto, estoy deseando leer Relatos de un carbonero, tiene una pinta…)

Miguel Ortega Pereira
3 junio, 2008 20:23

De nada. Si no hay problemas de ningún tipo, en teoría debería llegar el tomo la próxima semana a las tiendas.

Un saludo.