Neurotrans

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NEUROTRANS 1. LA MUERTE NO ES ETERNA
Guión: Christian Vila
Dibujo: Stephane Colignon y Bruno Tatti
Norma Editorial
EXTRA COLOR nº 231
Color 48 págs – 9.00 €

Descripción Editorial

«2068: La inmortalidad ya no es una utopía, sólo una pesadilla…

Descubre con NEUROTRANS una nueva space-opera de estética cyberpunk que, además de una historia de Christian Vila llena de intriga y pinceladas de erotismo, ofrece un excelente e impactante dibujo de la mano de Stephane Colignon.

Neurotrans ®, el más potente cártel privado del mundo, domina una avanzada tecnología que permite grabar en disco duro la personalidad humana en su totalidad y perpetuarla después de la muerte física del sujeto. Es el neuroformateo, un derecho civil de todo ciudadano. Pero la transmigración (Trans), es un privilegio reservado a los neuro de primera clase, que poseen el gran lujo de alquilar un módulo (cuerpo prestado) en BODY, S.A., y disfrutar de un paseo entre los vivos, como en los viejos tiempos…»

Desconozco si es el caso, pero Neurotrans parece, después de una primera lectura, una obra de aventajados principiantes.

Aventajados porque hay en ella evidentes muestras de talento. Y principiantes porque también presenta en demasiadas ocasiones la impericia propia del que aún no domina los principios básicos de su trabajo.

En el apartado argumental nos encontramos con una premisa de lo más atractiva que bebe de las fuentes del Ciberpunk, con obras como Neuromante (William Gibson – Minotauro) y Ciudad Permutación (Greg Egan – Ediciones B) como referentes próximos.

En un futuro no muy lejano es posible escanear la mente de cualquier persona, almacenando de esta manera su autoconciencia para la eternidad. A la vez, hay personas que alquilan su cuerpo para que esas conciencias informatizadas puedan descargarse durante un tiempo y disfrutar así de la vida en su más plena acepción. Los problemas surgen cuando alguna imperfección en el proceso acaba con el suicidio de una de estas personas de alquiler. Entonces la empresa que salvaguarda las conciencias y la que suministra los cuerpos empiezan una particular lucha de poder, con el amante de la chica suicida de por medio y algunos interrogantes sobre una mortífera especia marciana como alicientes.

Por desgracia estos elementos son manejados con escasa fortuna, sobretodo en cuanto al retrato de la conducta de los personajes, muy estereotipada y vacía.

En lo que respecta al dibujo, Colignon y Tatti consiguen recrear con pasmoso virtuosismo esta sociedad futura. Demostrando un dominio del color, de los efectos infográficos y de la ambientación más que notables. Pero también fallan en lo principal. Les falta a sus personajes aquella soltura y aquella naturalidad mínimas que nos los vuelvan aceptablemente reales, dibujados como están la mayoría de las veces estáticos, de una pieza. Como bloques de hormigón. Como tiesos maniquíes inanimados.

Pero debe reconocerse que estos dibujos mejoran hacia el final y teniendo esto en cuenta, así como las buenas ideas presentes en el argumento, uno puede permitirse darle a sus autores una segunda oportunidad. Y ver si, en una segunda entrega, logran reconducir sus defectos y reafirmar sus logros.

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Animal Man
Animal Man
Lector
6 julio, 2006 23:19

Pues no es por nada, pero hay un cuento de John Varley («El fantasma de Kansas») de hace la tira de años que es, al menos el punto de partida, clavadito. Seguro que estaba entre las lecturas de esta gente.

Delon
7 julio, 2006 8:34

Lo malo del ciberpunk es que no ha avanzado mucho desde las referencias que comentas. Todo este tipo de obras es un cumulo de ideas anteriores que van surgiendo en distintos medios. Solo añadiría a las fuentes donde bebe el genero, el libro de Neal Stephenson, Snow-Crash, y otro referente es Blade Runner.

Pues aunque no te lo creas Toni, es refrescante ver reseñados comics que no están en la onda de los superheroes y tal.

Víctor Aguilera
7 julio, 2006 8:36

Pues si, la premisa esta un poquito trillada ya, e incluso me vienen a la memoria un par de peliculas con una temática parecida (Días Extraños, La Memoria de los muertos), aunque yo soy de la opinión de que si se hace bien, que el concepto original ya nos lo sepamos todos no desmerecerá la obra (¿alguien ha dicho Marvels?)

Habrá que seguir esperando a futuras entregas de Neurotrans, porque esto, en las manos adecuadas, da para historias muy interesantes…

delon
7 julio, 2006 13:30

Parte de la trama de Snow-Crash esta situada dentro de una red de redes, y la representación de esta es lo que se esta viendo en los juegos multiplayer masivos de Internet, del estilo de World of Warcraft. Se entra en internet y es un mundo 3D, con calles, ciudades, tiendas, bares con tu propio Avatar tridimensional. El personaje principal, el repartidor de pizzas, es uno de los mejores hacker, y bien podría ser el Neo de Matrix.

El resto del libro sucede en el mundo real, que esta regido por multifranquicias que estan divididas en verdaderos barrios gobernados por las propias franquicias. El resto es una red de megautopistas.

Entrenido. No tan farragaso de leer como posteriores novelas de Neal Stphenson, como el Criptonomicon y demás variantes.

delon
7 julio, 2006 14:32

No, pero ya lo tengo en la lista de pendientes, Gracias 😉

Raúl López
Admin
7 julio, 2006 14:37

Es una novela densa, donde lo más interesante para mí es lo de la exploración de descubrir dónde reside nuestra noción de identidad. Pero que trata de muchas otras cosas, ojo.

Animal Man
Animal Man
Lector
7 julio, 2006 18:42

No está mal el cuento de Varley, Toni. Lo difícil será encontrarlo, lo publico la editorial orbis hace un montón, dentro de un libro con cuentos cortos que se titulaba «la persistencia de la visión». Varley no es de mis autores de ci-fi favoritos, pero «El fantasma de Kansas» sí que estaba bien, sí.

Lo que sí hago es apuntarme «Snow-crash» para futuras lecturas.

Raúl López
Admin
7 julio, 2006 19:43

Gracias AM