¿Superhéroes para adultos?

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En uno de esos posts de Crisei, donde Rafa Marín nos vienen obsequiando con sus interesantes guiones de cómic, restallaba el día 23 del mes pasado el comentario número 77, obra de Carlos Pacheco. “¿Comic de superheroes adulto, BJ?…” se preguntaba el insigne dibujante gaditano, dudando de la posible existencia de una cosa tal. Y el que se ha sido su mejor guionista hasta la fecha, salía en su ayuda a la altura de los comentarios 90, 94 y 99 para vestir de respuestas la pregunta de Pacheco: “En el momento en que un titi se pone las mallas de colores y salta a los tejados, me temo que deja de ser adulto… Otra cosa es que hablemos de tebeos serios y consecuentes con su propio «universo» (…) Porque un superhéroe es una fantasía adolescente, porque para hacer justicia nadie se hace una malla de colores. Porque si quieres salvar el mundo, vete a una guerrilla, a una ong, a una misión
o conviertete en Travis Bickle (Taxi Driver). Pero no te pongas los calzoncillos por fuera, ni te metas la capa por dentro de los pantalones. Usa de vez en cuando jerseys de manguitas cortas, ome (…) Y recuerda: el lector de comics en los años sesenta-setenta tenía diez años. Luego, unos quince. A ese público se dirigen en su mayoría. Todavía no hemos superado los 25 años de edad media en los lectores: o por lo menos las editoriales siguen sin querer que sea así.”

A los pocos días, un comentario de Josep Rom al post sobre los héroes oscuros o luminosos de la DC, en éste vuestro blog, venía a abundar en el mismo asunto:
“Desde los años 80 se repite el mismo debate conceptual: ¿qué es un cómic de superhéroes adulto? No quiero repetir lo mucho que se ha escrito al respecto, pero me parece un debate estéril.”

Pero uno, amigo de complicarse la vida, sintiéndose medio culpable de disfrutar a sus treinta y tantos con la JSA de Geoff Johns, ha precisado aclararse un poco a si mismo la cuestión. Ponerle a cada cosa un nombre y cada nombre en su sitio. Para evitar confusiones. Para quedarnos tranquilos.
Y es que al empezar a pensar en el tema me di cuenta de que se me confundían diversos aspectos que debían ser considerados por separado. Porque en la encrucijada entre lo superhéroico y lo adulto pueden coexistir diversas posibilidades.

De entrada y lo primero, aquello que Pacheco ponía en duda vendría a ser la posibilidad de una reflexión adulta sobre el superhéroe, dentro del género en si y tal como el mismo género lo ha concebido hasta hoy en día. El tratamiento adulto del género de superhéroes es eso que Marín parece dejar casi como improbable. Álvaro Pons, en el Salò del Còmic de Barcelona de Junio pasado, opinaba que sólo existen dos vías a través de las cuales se hace posible ese abordaje adulto de la figura del superhéroe y del género como tal. O nos lo tomamos en serio, como en Watchmen, para concluir que todos están como cencerros. O nos lo tomamos en broma, como en la JLI de Giffen y DeMatties, para reírnos de sus “cencerradas”. No seré yo quien les enmiende la página a ninguno de ellos. Ni a Pons, ni a Rom, ni a Marín, ni a Pacheco. Más doctos ellos que yo y ya me está bien dejar las cosas como quedan porque… ¿saben? hay más posibilidades.

Gibbons/DC Maguire/DC

Podemos hablar también de cómic de superhéroes para adultos. No en referencia sólo a su hondura intelectual. Sino al hecho de que sus contenidos, por motivos diversos, pueden no ser aptos para menores. Entraría quizás ahí el Blood of the Demon de John Byrne, un tanto gore, o el Stormwatch de Austen y Derenick, un tanto verde. Pero también un cómic como el Starman de James Robinson que, sin cuestionar el género, se sumerge en él para ofrecernos historias mil repletas de inteligencia, emoción y humanidad.

Y también podemos hablar, por supuesto, de cómics de superhéroes para todas las edades. Porque algo apto para un niño, si está bien realizado, no tiene porque estarle vetado a un adulto o no resultarle atractivo, como bien refleja Álvaro Pons (otra vez él!!) en su comentario al Cuarto Mundo de Kirby: “Hay que leerlo con el espíritu de un niño que va a ver “Star Wars”, que se ofrece a ser hipnotizado por las imágenes.”

En cada uno de los apartados descritos encontraremos historias que se repiten. Variaciones sobre un mismo tema. Unas buenas y otras no tanto. Podremos disfrutar con Miracleman y aborrecer el Supreme Power o al revés. Podremos elogiar el New Frontier de Cooke o tirar a la papelera la Doom Patrol de Morrison… o al revés. Podremos evadirnos con aquel genial Batman de dibujos animados que nos servía el tristemente fallecido Parobeck o sorprendernos ante ciertas estulticias de la Silver Age de la DC… o al revés.

Derenick/Wild & Wooly Press Win Mortimer/DC

Pero siempre nos quedará París. Donde, de adultos, poder leer superhéroes sin avergonzarnos. Donde poder saborear un tebeo bien hecho. Sea para todas las edades o sólo para adultos. Reflexione sobre el concepto del superhéroe o, simplemente, se aproveche de él para contar una buena historia. Interesante, divertida, viva. Porque detrás de los héroes hay personas, aunque vistan calzón largo, y todo hablar, sea en el medio o en el género que sea, es un hablar de personas y del mundo que las envuelve.

Otra cosa es ya, claro, que no abunden los buenos cómics de superhéroes… pero eso dice más en detrimento de la industria y de los autores que no del género en sí.

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