La Caricatura como mecanismo de identificación

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La semana pasada veíamos como Jordi Ballera discutía la utilización del término “caricatura” que hace Scott McCloud en «El Arte Invisible» (Astiberri). Recordemos que McCloud concibe la caricatura como un instrumento que permite y facilita la identificación entre lector y personaje. “Cuando miras una foto o el dibujo realista de una cara, lo ves como la cara de otro. Pero cuando entras en el mundo de la caricatura te ves a ti mismo”. Según él, ésta es la razón de su éxito entre el público. Piensa McCloud, la caricatura es una máscara tras la cual, de alguna manera, sentimos que puede hallarse nuestro rostro.

McCloud/Understanding Comics: The Invisible Art

Creo yo, a diferencia de mi compañero Jordi, queMcCloud mezcla en su reflexión el concepto de “dibujo icónico y simple” con el de caricatura. Y tan pronto nos llama a reconocernos en una cara hecha con un círculo, dos puntos y una ralla, como pone en el mismo saco al Cerebus de Dave Sim.

Sim/Cerebus/¿En qué se parecerá este tío a mí?

Tampoco es extraña esa mezcla de conceptos si atendemos al significado del término original que usa McCloud, cartoon, según lo encontramos definido en el Webster’s Encyclopedic Unabridged Dictionary of the English Language:

Cartoon: «Sketch or drawing, usually humorous, as in a newspaper or periodical, symbolizing, satirizing, or caricaturing some action, subject, or person of popular interest»

De todas maneras me aventuro a decir que, lo erróneo del planteamiento de McCloud, con todos mis respetos y admiración hacia su trabajo, está en el concepto de “identificación” que utiliza. Creo que es demasiado circunscrito para reflejar lo que transmite una caricatura/cartoon y los mecanismos internos que la lectura de una historieta moviliza en nosotros.

Calpurnio/Cuttlas/Son cuatro palos y dos círculos, pero lleva sombrero

A pesar de lo “icónico” de su trazo, yo no me identifico en absoluto con “El Bueno de Cuttlas” dibujado por Calpurnio. Ni con Tintín, mechón incluido. Ni con la caricatura que hace McCloud de sí mismo, con gafas redondas y americana estrafalaria. Mucho menos con el Peter Pank de Max, personaje tan caricaturesco e icónico como el que más. No, yo no me identifico con ellos. Yo los “reconozco”. Los reconozco como a un vaquero, a un chico de buena cara y a un punk.

Tintín/HergéPeter Pank/Max

Me decía un profesor de la JOSO y antiguo amigo, José Mª Alcaraz, que cuando no supiera cómo dibujar algo, intentara hacerlo simplificado. La simplificación – y la caricatura, que no tienen porque ser lo mismo – favorecen el reconocimiento de aquello representado. Ésa es la verdadera fuerza de la caricatura y la “identificación” real que se produce en nosotros cuando «entramos» en una historia. No nos identificamos tanto con lo que pasa en ella, como identificamos aquello que cuenta. Lo entendemos. A veces, hasta poder llegar a sentirlo. Lo reconocemos y a veces nos reconocemos. Pero lo más frecuente es eso, reconocerlo y no reconocerse. Yo reconozco al padre depresivo de “Madre, vuelve a casa”… pero no me reconozco en él.

Bajo esta premisa, la del reconocimiento, cobran sentido las definiciones de caricatura más comunes. En consonancia con lo que decía Ballera, Daniele Barbieri nos explica que “la caricatura es ese modo de representar personajes y objetos que destaca ciertas características, deformándolos para expresar alguno de sus aspectos en detrimento de los otros”. Y en función de eso, la caricatura facilita un particular reconocimiento de diferentes realidades. Por dos motivos.

Porque la caricatura caracteriza, reflejando la personalidad de los personajes a partir de su aspecto.

Ally Sloper, tenido por el primer personaje de cómic

Y porque la caricatura enfatiza, como ya decía también nuestro compañero Jordi, exagerando expresiones y permitiendo que llegue hasta nosotros de manera mucho más clara aquello que sienten los personajes.

Jan/Superlopez/¿Qué mejor lenguaje no verbal que éste?

Por eso, reflexiona Barbieri, la caricatura estuvo tan unida a los primeros cómics. Cuando la necesidad de concisión, provocada por el poco espacio disponible en los periódicos, obligaba a encontrar “atajos narrativos”. La caricatura, entonces, permitía presentar a personajes, no con los que identificarse, sino fácilmente “reconocibles”. Tal como nos muestra el ejemplo de Kin-der-Kids, con unos estereotipos bien marcados como protagonistas de sus historias.

Lyonel Feininger/Kin-der-Kids/La tía Jim-jam, típica solterona. El misterioso Misterioso Pete, el intelectual sobrino Gussy...

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Jordi Ballera
5 octubre, 2006 12:38

Fantástico texto!! Interesante el apunte de que la caricatura ayuda a «reconocer» al personaje. En este sentido, existiría un código que permite este reconocimiento. Este código funciona como un lenguaje porque requiere que tanto el autor como el lector lo compartan. De esta manera la caricatura, en su concisión/exageración/ánfasis… recurre a unos elementos reconocibles para transmitir algo. Se me ocurre que podemos llamar a la caricatura un «tipo característico de vehículo sígnico». Me ha encantado el artículo, Toni !!

Álvaro Pons
Álvaro Pons
5 octubre, 2006 13:44

Ojito con la definición de icónico asociada a simplicidad en el trazo, que genera debates enconados…

Rafa T.
Rafa T.
5 octubre, 2006 14:41

Ummm … estaba yo pensando que, si no he leído mal, hablamos de la caricatura (por el cartoon que cita mccloud) como el medio con el que identificarse CON el personaje, y a lo mejor estoy obviando algo, pero no es más bien el medio por el que identificamos A un personaje en primera instacia, aprehendemos sus circunstancias y devenir, y una vez hecho esto, nos identificamos o no CON él?

Un saludo.

el tio berni
5 octubre, 2006 15:06

Estupendo artículo, Toni, creo que das en el clavo con esa distinción entre la identificación (o reconocimiento) con un personaje-persona-arquetipo y la identificación personal. Quiero más artículos como este… 🙂

kiko
5 octubre, 2006 15:24

Hola Toni, muy interesante el artículo… pero permíteme esta reflesión personal:

yo creo que hay niveles distintos en los mecanismos de identificación: Por ejemplo en Cuttlas no identificas al personaje, ya que los caracteres que están representados valen para cualquier individuo. Lo que vemos de cutlas es su forma de vestir, que nos indica, que hace… nisiquiera sabemos si está disfrazado o vive en esa época ya que la vestimenta es tan icónica que no podríamos diferenciar un traje real de uno del todo a 100.
Con tintín y Peter Punk no pasa esto ya que tenemos datos suficientes como para saber la época y la clase social de ambos.

Pero creo que no debemos mezclar conceptos, cuttlas no es una caricatura, es un icono válido para representar a cualquier persona de cualquier lugar del mundo. Para que exista caricatura ésta tiene que que representar a un individuo único, irrepetible que lo diferencia del resto de los personajes que pasan por la historieta.

Un saludete kiko

kiko
5 octubre, 2006 15:25

Hola Toni, muy interesante el artículo… pero permíteme esta reflexión personal:

yo creo que hay niveles distintos en los mecanismos de identificación: Por ejemplo en Cuttlas no identificas al personaje, ya que los caracteres que están representados valen para cualquier individuo. Lo que vemos de cutlas es su forma de vestir, que nos indica, que hace… nisiquiera sabemos si está disfrazado o vive en esa época ya que la vestimenta es tan icónica que no podríamos diferenciar un traje real de uno del todo a 100.
Con tintín y Peter Punk no pasa esto ya que tenemos datos suficientes como para saber la época y la clase social de ambos.

Pero creo que no debemos mezclar conceptos, cuttlas no es una caricatura, es un icono válido para representar a cualquier persona de cualquier lugar del mundo. Para que exista caricatura ésta tiene que que representar a un individuo único, irrepetible que lo diferencia del resto de los personajes que pasan por la historieta.

Un saludete kiko

pepo
pepo
5 octubre, 2006 17:44

creo que la cosa va por ahí, Toni. Se trata de representar las cosas, y representarlas en el cómic, que presenta problemas específicos y distintos a los que tiene la representación en pintura, incluso en la ilustración. Se tiende a la caricatura en el cómic no porque implique mayor «identificación», sino sencillamente porque suele funcionar mejor. Como tú dices, los personajes son más reconocibles, es más fácil hacerlos reconocibles al lector desde cualquier punto de vista (uno de los primeros problemas del dibujante de cómic, cuando empieza, es que los personajes se mantengan consistentes a lo largo de las páginas, de una viñeta a otra). La caricatura también favorece a menudo la continuidad de una viñeta a otra, aunque ahí ya entraría la cuestión de la mayor o menor simplicidad del dibujo, que es un problema relacionado con esto pero no es lo mismo.
Buen post, por cierto. Gracias.

Zwin
Zwin
5 octubre, 2006 18:49

Para completar el análisis desde otro punto de vista:

La percepción visual es un proceso muy complejo del que varias teorías intentan dar explicación. La teoría del procesamiento de la información sostiene que el cerebro intenta dar un significado a la señal enviada por el ojo, mediante comparación de esta señal con esquemas previos almacenados en nuestra memoria y que nos fueron válidos como reconocedores en una experiencia anterior. Este proceso de comparación hasta reconocer (volver a conocer) la imagen proporcionada por el ojo lleva un tiempo, que en la mayoría de las ocasiones es tan breve que no somos conscientes de ello. Sin embargo hay veces que este reconocimiento nos lleva más tiempo, como en las imágenes dobles (ejemplos clásicos que ilustran cualquier libro de texto serían la de la mujer joven- vieja, conejo-pato, etc).

La máxima iconicidad no es siempre sinónimo de un reconocimiento más rápido. Ejemplo de ello: un dibujo de un ser vivo en un libro de biología suele reconocerse más rápidamente que la equivalente foto a color del mismo organismo. El dibujo tiene una iconicidad más baja que la foto a color y sin embargo es más claro, se reconoce más fácilmente y en menos tiempo. (Por cierto, Scott McCloud no distingue entre los tres tipos de signos: icono, indicio y símbolo, según la clasificación clásica de los signos. Ni tampoco maneja explícitamente el concepto de grado de iconicidad).

El dibujo, y más aún el dibujo simplificado, prescinden por un lado de aspectos irrelevantes de la figura y potencian por otro lado otros. Es una especie de representación contrastada de la información. Qué contamos y qué dejamos de contar. Si en un proceso comunicativo, y el dibujo lo es, nos recreamos en infinidad de detalles secundarios, se corre el riesgo de perderse el mensaje principal. Aumentar el contraste significa quedarse con lo esencial, con objeto de clarificar el mensaje.

Facilidad de lectura, por lo tanto, por un lado.
Por otro lado, el percibir es un proceso creativo por parte del receptor. No crea sólo el emisor, sino que recrea el receptor. Comparando con esquemas previos almacenados en la memoria, como decía antes. Pero también crea rellenando lo que el emisor omitió. Cuando una imagen es muy icónica (una foto a color por ejemplo), tendemos a confundir esa imagen con el objeto real. Poco margen hay en el receptor para completarla. Cuanto menos icónica es, y todos los dibujos incluso los realistas caben en este grupo, más detalles secundarios han sido omitidos, y el receptor tiene la capacidad de completarlos al percibirlos. Por eso una viñeta de comic, incluso el más realista, no es lo mismo que una foto de una fotonovela.

Todos los dibujos tiene eso de mágico. El salto de grado principal no está entre un dibujo poco realista y un dibujo simplificado, sino entre una fotografía y un dibujo figurativo (donde se reconozcan las figuras).

pepo
pepo
5 octubre, 2006 19:56

«Ojito con la definición de icónico asociada a simplicidad en el trazo, que genera debates enconados…»

El término icónico se emplea en dos sentidos, no es unívoco. Lo que hay que aclarar es qué acepción se está usando, ya está. Es cierto que icónico se emplea para aludir a que cuanto «más se aproxima a la realidad» una imagen (también un dibujo), más icónico es (lo explica muy bien Zwin con lo del grado de iconicidad).

Pero el término icónico también se emplea en la acepción que maneja McCloud, que es como lo ha usado aquí Toni: un dibujo que simplifica las formas y las líneas, que tiende al signo (signo icónico) .

el tio berni
5 octubre, 2006 20:43

Secundo lo dicho por Pepo, existen grados o niveles de iconicidad (¿se dice así?), y al final todo el problema al que alude Álvaro al princio es semántico o de contexto en función de lo que se quiera representar. Un icono es una representación gráfica de la realidad. Si yo quiero expresar que un ser humano no debe cruzar la carretera, dibujo un hombre esquemático y lo pinto de rojo. Mi icono representa al Hombre. Si yo quiero representar a Superman y su tremenda fuerza, no me queda más remedio que ponerle el rizo en la frente, los calzoncillos por fuera, la capa, los músculos. Aquí mi icono representa al Hombre… de Acero.

También es muy interesante lo que apunta Zwin, respecto a la necesidad del icono de despertar en el cerebro imágenes almacenadas previamente, y en este sentido me gustaría saber si conocéis alguna obra que trate sobre experimentos hechos con niños, donde las referencias almacenadas son mínimas. ¿Es más difícil para un niño entender Cutlass o entender Superman?

Otro tema interesante mencionado por Zwin es el de la «recreación» por parte del receptor. Todo el arte se basa en eso, y su grandeza reside en que el creador último es el espectador, y por eso siempre, siempre, será subjetivo (aunque evidentemente contiene elementos objetivos que nos sirven para catalogarlo).

Por último, que ya he rajado demasiado, sigo dándole vueltas al término «cartoon»… ¿Se os ocurre algún término en español que lo englobe? Porque no es «caricatura», ni «dibujo» a secas, ni «monigote»… ¿Será, precisamente, icono?

kiko
5 octubre, 2006 21:10

Hola a todos, leyendo todo lo que comentais sobre el reconocimiento de imágenes me ha venido a la mente un par de libros con los que he trabajado alguna vez… son de Jiulio Caro Baroja : Historia de la fisiognómica: el rostro y el carácter (1988) Ediciones Istmo y La cara, espejo del alma: historia de la fisiognómica (1995) Círculo de Lectores.

Dos libros que tratan de desmenuzar que rasgos marcan nuestro carácter y que rasgos son los que permanencen en nuestro recuerdo y sobre todo en el último libro un estudio casi policial sobre el rostro y la identificación de delincuentes.

Como tratado policial no tiene ningún sentido, porque se basa en cojeturas pero como estudio de iconografía comiquera es un libro cojonudo.

Un saludo kiko

santibilbo
santibilbo
6 octubre, 2006 17:29

Magnífico artículo, Toni, y Zwin, sencillamente impresionante tu exposición. Un apunte,la caricatura o el dibujo esencial,no sólo son más identificables,con frecuencia son más fáciles y rápidos de hacer.En cuanto a la narración, si bien creo que los efectos pictóricos y de dibujo pueden mediatizar el ritmo,creo que es la composición de viñeta y la de página las que más articulan las tripas de una historia. ¿quien decide lo esencial de un dibujo para que la narración sea fluida? Obviamente un dibujo recargado puede ralentizar o distraer,pero ciertos detalles enriquecen y no estorban.¿cuanto está en una viñeta o en una estructura narrativa para ser captada ala segunda o tercera lectura? ¿cuantos esencialistas piensan en esa segunda lectura?¿cuánto tardamos en leer un cómic,cuanto atendemos al dibujo,cuanto al texto,cuanto nos detiene una composición de página o una splash?. Hará falta un comicdrómo.
Para acabar, Tío Berni,una vez leí sobre un experimento con bebes;los dibujos de Leonardo les hacían sonreir,los de De kooning llorar.Creo que un niño reconoce más facilmente lo realista,pues casa conu experiencia,pero disfruta de lo caricaturesco,que es lo que él sabe dibujar

Rafa T.
Rafa T.
6 octubre, 2006 21:59

En general, yo si que soy de la opinión de que la lectura de un cómic tenga que ser más fluída … o más bien es una cuestión de gustos … Pero después me encuentro con exposiciones este artículo (o la de la semana pasada), y simplemente flipo, así que Madre, vuelve a casa, vuelve a estar en el montón de cosas por leer.
Un saludo.

Rafa T.
Rafa T.
7 octubre, 2006 12:24

De acuerdo con lo que dices Toni, sin embargo creo que esos recursos «deberían ser» naturales y nada forzados (que quede bien claro las comillas en «deberían ser»), que acompañen al ritmo de la lectura, y no haya que buscarlos.

Un saludo.