Zoo, de Philippe Bonifay y Frank Pé

Reseñamos Zoo, de los autores Philippe Bonifay y Frank Pe, una obra que exuda vida y amor sin condescendencias en cada página, y que es acompañada por un dibujo que no hace más que elevar la obra al más alto nivel.

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Edición original: Zoo, tome 1, 2 y 3 (Dupuis, 1994, 1999 y 2007)
Edición nacional/España: Zoo (Norma editorial, 25 de Junio de 2021)
Guion: Philippe Bonifay
Dibujo: Frank Pé
Traducción: Eva Reyes de Uña
Formato: Cartoné. 227 páginas. 38€

Oda a la vida

«¡Esto es el arca de Noé!»

Hay muchos motivos por los que emprender un proyecto artístico, en este caso en el mundo del cómic. Podemos vernos atraídos por la espectacularidad de éste, por su carga dramática, podemos llevarlo a cabo con fines económicos, por motivos experimentales, o simplemente porque nuestro camino lo puso en medio y nos subimos al tren. Uno de los motivos que, en opinión de este redactor, más merecen la pena a la hora de adentrarse en un proyecto, es que éste sea un canto a la vida, una exclamación que exalte lo que hace bello el estar vivo; como lector, son sin duda las historias que mas mueven por dentro y por fuera.

Philippe Bonifay nació en Toulon el 13 de agosto de 1959. Hijo de un artista lírico en la Ópera de París, fue primero actor de teatro, en el Théâtre des embruns de París, y luego escribió para ese mismo teatro. Fue su encuentro con el diseñador Christian Rossi lo que lo inspiró a escribir para cómics. Se convirtió en escritor de cómics desde 1980 hasta 2014, cuando anunció oficialmente su decisión de detener esta actividad, en un entorno de política editorial que ya no le convenía. Tiene en su haber más de cincuenta publicaciones en el mundo del noveno arte, destacando, Pirates, con el dibujo de Jacques Terpant, Gitans des mers con el arte de Stéphanie Duval, y en 2005, con el diseñador Youssef Daoudi, se lanzó la trilogía Negro (Casterman), una adaptación de la serie de novelas homónimas de Léo Malet. En Guyana, donde vive desde 2010, regresa a las artes escénicas y al cine.

Izquierda Frank Pe, derecha Philippe Bonifay

Frank Pé nació el 15 de julio de 1956, en Ixelles, Bélgica. Tras haber estudiado escultura en el instituto de Saint-Luc de Bruselas, junto a personajes como Bernard Hislaire, comenzó su carrera como dibujante de cómics de la mano de la revista Spirou, especializándose en artículos con los animales como protagonistas, donde aprendería la anatomía de muchos de ellos. Frank es considerado, incluso por él mismo, como un trabajador lento, ya que solo ha publicado 10 álbumes en 22 años. Aunque durante ese tiempo también ha contribuido a la película de animación de Warner Bros, La espada mágica: En busca de Camelot, pero gran parte de su trabajo no se mantuvo en la película final, como también hace esculturas en bronce, y ha criado 50 reptiles, incluidos 16 cocodrilos. Ganó varios premios entre los años 1985-1996, como el Premio del Público en el Festival Internacional de Cómics de Angulema en 1990, habiendo también trabajado con su estilo particular sobre personajes como Spirou, Little Nemo y Marsupilami. Por fin Norma nos trae uno de sus trabajos más personales y representativos; Zoo.

La vida y la muerte, el animal y el humano

En esta obra se nos narra la historia de una familia. Célestin es médico en una pequeña población normanda. Vive en una gigantesca propiedad, que con el tiempo se fue transformando en un zoo particular. En él se dan cita miles de animales de toda clase, muchos de ellos viviendo en libertad, todos ellos sinceros compañeros del hombre, como también de Manon, su alocada e inocente hija adoptiva, y de Buggy, un escultor que convive con ellos. Al grupo se les suma Anna, una mujer llegada de las estepas rusas, quien perdió la nariz tras un conflicto en su pueblo natal. Aquel paraíso en la tierra se verá sacudido por la llegada de la primera Guerra Mundial.

Este trabajo respira amor por la vida de principio a fin. Todos los temas que trata engloban la vida como elemento catalizador. Y como no podía ser de otra manera, la muerte toma mucho partido en la historia, porque la vida solo puede exaltarse en contraposición a sí misma.

La naturaleza es el principal motor narrativo de la primera parte, quizás la más floja por su falta de conflicto, más allá del planteado por la mujer rusa y su camino hasta llegar al Zoo, pero que hubiese merecido más espacio de la narración para poder cuajar con solidez. Sin embargo, una vez salimos de la estepa rusa y su cultura ajena a nosotros, y de difícil empatía, el aire que se respira es el de la paz, el perfume que habría en un lugar paradisíaco, donde la gente no es perfecta, pero es feliz. Los personajes humanos que conviven en el zoo toman en ellos mismos las actitudes, de manera subtextual, de animales personificados, dejándoles no solo como dueños y cuidadores del zoo, sino como parte de la fauna que allí coexiste.

En la segunda parte, sin duda la mejor de las tres, vemos una ruptura de esa sensación de paz, de ese estatismo idílico que parecía irrompible, pero que se descubre de una fragilidad inusitada. La llegada de la primera Gran Guerra lleva a aquellos animales personificados a la exaltación de sus instintos. Pero no son animales sin raciocinio, y el secreto de que no son parte de esos animales, de que no pertenecen a la inocente naturaleza que les rodea, se hace evidente.

La tercera parte es la más emotiva, y tomamos partido de la decadencia que trae consigo la inevitable pero no por eso menos despreciable guerra. La transformación de los personajes está muy lograda, llevando a cada uno a su punto de no retorno necesario para trascender su esencia anterior. Y como se suele decir; la vida se abre paso, pero gracias a los hados, en este caso, no de forma complaciente.

El apartado gráfico es uno de los grandes reclamos de la obra, y no es para menos. Su calidad es la esperada, si no mayor. Es extraño que con tanta diferencia de tiempo entre uno y otro álbum (más de 10 años entre el primero y el tercero), la sensación gráfica sea similar en todos ellos. El culmen de este trabajo llega en el segundo tomo, en el que el uso de los cuerpos en forma de elementos narrativos, y el dinamismo logrado con ellos, como la escena de Célestin cuando llega al pueblo a curar a la gente tras un incendio, o la escena en la que Manon y Buggy hacen el amor, son para enmarcar. El trazo claro y simple, sin florituras excesivas, deja al lector espacio para la inmersión necesaria en la historia. El color, por su parte, tiene una importancia capital, siendo el principal agente que muestra la evolución entre los tres tomos, tanto en los personajes como respecto al contexto en el que se ven implicados. Frank Pé hace gala de una maestría total en cuanto a la lectura del ambiente, para enfatizar por momentos la vida, como su contraria y fiel acompañante.

Norma nos trae una edición exquisita, con una galería de imágenes acompañado de un texto sumamente poético sobre la construcción de un zoo sobre un guijarro de piedra como material extra, quizás con un precio algo elevado, pero que sin duda merece la pena.

Tenemos ante nosotros una historia que nos habla de la vida en todas sus formas, que la exalta, la alaba, y la teme. Pero también pone al ser humano donde le corresponde, entre los animales, y fuera de ellos, en ese limbo al que parece pertenecer, y del que esperemos que nunca llegue a traspasar, en uno u otro sentido.

Lo mejor

• La exaltación de la vida presente en toda la obra.
• La transformación de los personajes, cuyo arco no cae en complacencias infantiles.
• Las posturas corporales y el dinamismo logrado en el dibujo, como el color que define las diferentes etapas de la obra.

Lo peor

• La historia planteada al inicio de Anna en Rusia, que queda ajena a todo lo demás, como una nota discordante que no acaba de encajar.

Edición original: Zoo, tome 1, 2 y 3 (Dupuis, 1994, 1999 y 2007) Edición nacional/España: Zoo (Norma editorial, 25 de Junio de 2021) Guion: Philippe Bonifay Dibujo: Frank Pé Traducción: Eva Reyes de Uña Formato: Cartoné. 227 páginas. 38€ Oda a la vida "¡Esto es el arca de Noé!" Hay…
Guión - 8.5
Dibujo - 9
Interés - 8.5

8.7

Vital

La obra integral de Zoo es una perfecta compañera de todo lector amante de los trabajos que ensalzan la vida sin caer en cursilerías, y cómo no, de toda persona amante del dibujo de calidad.

Vosotros puntuáis: 8.14 ( 1 votos)
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