Píldoras Nacionales 40: Entrevista a Fran Jaraba

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RESEÑAS

3537De sangre y ron mi Cuba, Fran Jaraba; Ediciones Glénat; 152 págs., color, 19’95 €.

Ya antes de sumergirme en la lectura de este integral, sentía por la obra una simpatía larvaria y carente de grandes fundamentos. Había oído hablar de ella con anterioridad a que se anunciara el recopilatorio de Glénat, durante unos días en los que tuve el placer de convivir con una tropa de gallegos vinculados a la Historieta. Alguno de ellos me mentó por primera vez a Fran Jaraba, en el marco de un Viñetas desde el Atlántico, y lo hizo con tal reverente admiración hacia el tesón demostrado por este autor en el trabajo que ahora nos ocupa… que el dato se quedó impregnado en mi memoria sin que yo lo pretendiese. Poca intención tenía de comprarme los álbumes de Fran editados en Galicia y para nada sabía que Glénat estuviese preparando una recopilación de la obra, pero ahí estaba ese efluvio de simpatía hacia un creador y un relato gráfico que tiempo después quedaría al alcance del público generalista de la mano de una de las editoriales «grandes» de nuestro país.

Y, así como otras veces las expectativas «hinchadas» derivan en pequeñas decepciones, en esta ocasión puedo decir que he tenido la suerte de encontrarme con un trabajo autoral que me ha encandilado. Digo encandilado y no subyugado o deslumbrado porque la proeza de Fran (proeza por cuanto este cómic ha supuesto 10 años de dedicación «clandestina» mientras se ganaba sus garbanzos con otras cosas) no es pionera, vanguardista o forzadamente relevante como para noquear a su público; sino que le lleva entre candilejas, de la mano, por paisajes y momentos a un tiempo familiares y exóticos… y lo hace a su vez de manera clásica, pero con pizcas de frescura e innovación. Porque este es un relato de aventuras de los de toda la vida… que nunca en la vida habíamos leído.

Ahí está el entorno sugerente de una Cuba luchando contra España por su independencia, marco de una guerra «de a pie» en unos escenarios que forman parte de nuestro acervo cultural e histórico, pero apenas tratados por nuestra ficción narrativa.

Ahí está su protagonista, gallego poeta que por locura de amor se enrola en una contienda que para nada siente como propia, trasunto del autor y reflejo de la tradición de antihéroes que en el cómic inaugurara Corto Maltés, pero simpático y cercano al fin y al cabo, hasta el punto que pronto deviene como «de la familia» para el léctor, implicándole así en lo que va sucediendo.

Y ahí están esos ideales de progreso, inevitables en toda aventura bélica que se precie, que aquí se encuentran un tanto matizados por la bohemia cubana; por gentes que -junto al anhelo de justicia- no renuncian a «pasar un buen rato», disfrutando de una alegría de vivir contagiosa.

Todo ello servido por una propuesta de ilustración nada clasicista, muy plástica, de colores intensos y trazo agradable, que contribuye a levantar un relato que admite distintos niveles de lectura, entretiene, cautiva y nos traslada con rigor y una ética lucídez a uno de nuestros recientes enfrentamientos militares.

ZN ENTREVISTA A… FRAN JARABA

Toni: Es evidente que De sangre y ron mi Cuba es un proyecto de largo recorrido y sabemos que el cómic no es tu ocupación primera. ¿Cómo fue que te atreviste a embarcarte en algo así?

Fran: Hacía bastantes años que tenía en mente contar una historia ambientada en la guerra de Cuba, y llegó un momento en que pensé que o la hacía ya o no la haría nunca. Eso fue en la segunda mitad de los años 90, y mi situación entonces me lo permitía: tenía trabajo estable, como profesor de dibujo y como ilustrador, y comencé a escoger muy selectivamente los trabajos de ilustración que me proponían, aceptando sólo algunos muy especiales. Así conseguí tiempo libre por las tardes para abordar este proyecto. Fue una apuesta arriesgada pero creo que ha valido la pena.

Toni: ¿Esa elección te hizo bajar enteros dentro del campo de la ilustración o, cuanto menos, te sentías dispuesto a que así sucediera en pro de la Historieta?

Fran: Pues sí, me hizo perder contacto con el mundo de la ilustración. Es algo que tenía asumido que podía pasar y así fue, pero no me importó demasiado porque entonces estaba ya algo saturado, después de tantos años ilustrando. También es posible que dentro de unos años me sature del comic y vuelva a ilustrar para oxigenarme un poco. Nunca se sabe.

Toni: Dado que este libro recopila tres álbumes publicados anteriormente de forma concatenada y que el final del tercero es bastante abierto, ¿cabe suponer que seguiremos desgranando la historia de Cuba junto a Maxi Torres?

Fran: Pues en principio no tengo esa intención, aunque nunca se sabe. Ahora estoy embarcado en un proyecto nuevo, un álbum ambientado en la División Azul.

Toni: Tu grafismo en esta obra tiene algo de pop, tanto por el tipo de trazo como por la omnipresencia de esos tonos rosáceos y violetas. ¿Obedece eso a tu personalidad gráfica o fue una opción que de alguna forma te pedía el relato?

Fran: Un poco de todo. Por un lado es la gama que me sale espontáneamente cuando coloreo, incluso en trabajos de ilustración; y por otro, son colores que sirven bien para reflejar el “look” visual de toda esa zona del Caribe.

Toni: El tono narrativo parece variar discretamente de principio a final, con un inicio que enfatiza la precariedad en la que vivían las tropas españolas en la isla y donde se retrata de forma crítica a algunos cubanos que atacan a Maxi por su condición de “invasor”, para pasar luego a un relato más de aventuras, con mayor carga de humor y haciendo un retrato algo idealizado de los mambises cubanos. ¿Hasta qué punto te sentiste dueño de la evolución del relato y en qué medida los personajes fueron dictando su respectivo proceder?

Fran: Pues es más bien lo último. Yo mismo me iba sorprendiendo con el proceder de los personajes, y me dejaba llevar la mano.

Lo que siempre tuve muy claro fue que no quería un relato maniqueísta, con buenos y malos, donde los “charlies” salen de todas partes pero podemos matarlos tranquilos porque son malísimos y además les huelen los pies.

Respecto a la idealización de los mambises que tú percibes, pues no sé, es posible. Siempre que haces un bélico, a pesar de que huyas del maniqueísmo, es posible que no puedas evitar un mayor o menor grado de simpatía por algún bando. De todas maneras, dentro del horror que siempre hay en la guerra, hay diferencias entre unas y otras, y en los modos de proceder de los combatientes. Por ejemplo, no me invento nada cuando hablo de liberaciones masivas de soldados españoles prisioneros. Es que simplemente no los podían alimentar. Y ejecutarlos masivamente no entraba en sus criterios morales ni les hubiera ayudado en la “campaña de imagen”que toda insurgencia necesita, por usar un término actual. Tampoco practicaron el terrorismo ni atacaron a la población civil como otros movimientos insurgentes. Sí es cierto que algunas partidas de mambises ahorcaban a sus prisioneros, pero no fue la tónica general, por lo que he investigado. Y hay episodios que tienen su estética, como rendir honores militares a algunas guarniciones españolas que se rinden. No son palabras mías, pero alguien dijo que ésta fue “la última guerra caballerosa”.

Pero reitero que toda guerra es horrible. Y por supuesto, está siempre el sufrimiento de la población civil. Ésta fue quizá también la primera guerra en que se deportó fría y masivamente a la población. Las autoridades militares de la Isla dejaron grandes zonas del campo despobladas para evitar que apoyaran y aprovisionaran a los mambises. En ese aspecto y en otros no ahorro crudeza.

Toni: Sí. A partir de tu respuesta, me resulta curioso el abundante uso que de la guerra se ha hecho en las artes narrativas, tanto desde posturas maniqueístas como por su potencial de situación extrema que permite al creador ahondar con mayor fuerza en la condición humana. Cuando decidiste ambientar tu proyecto de cómic en un episodio bélico, ¿existía esa conciencia de que la contienda te serviría para plantear cuestiones altamente relevantes?

Fran: Por supuesto que sí. El contexto bélico es como un escenario teatral ultra-iluminado, ideal para tratar las cuestiones fundamentales de la existencia, ya que dentro él se consigue llevarlas a un punto especial de presión e intensidad. Sin este planteamiento, lo que saldría sería una especie de “hazañas bélicas”, que puede tener su interés, ojo, pero es un producto para público infantil, o infantilizado, que también hay mucho.

Toni: Da la impresión de que, para ti, ha sido un placer manejar el gran volumen de documentación que necesitabas para levantar la obra. ¿Qué significa Cuba –la Cuba de ayer y de hoy- para ti?

Fran: Me resulta difícil explicarlo. Cuba me fascinó hace ya muchos años: su literatura, su música, su historia… Fui por primera vez en 1987 y volví otras tres. Yo creo que muchas personas tienen lo que se llama “el sur”, cada uno el suyo particular: Para Gauguin era Tahití, para Goytisolo Marruecos, para Hemingway España… Es algo en cierta manera muy familiar, pero también es como “el otro lado del espejo” de Carroll.

Respecto a la Cuba actual, creo que con el actual régimen no va a ningún lado. Les deseo lo mejor, pero creo que tienen que ser los cubanos quienes se pongan de acuerdo para decidir hacia dónde van. No va a ser fácil, pero tendrán que hacerlo tarde o temprano.

Toni: Esa noción del “sur” que planteas es tan sugerente que no puedo dejar de invitarte a desarrollarla un tanto más. ¿Qué es para ti el Sur… y que es para Maxi Torres?

Fran: Es que Maxi es mi “alter ego”, como Corto es el de Pratt (salvando las distancias artísticas a favor de él, por supuesto), así que el sur es lo mismo para los dos, para Maxi y para mí.

¿Qué es “el sur”? No es fácil explicarlo, pero creo que cada uno puede imaginarse el suyo. Por verbalizarlo torpemente, es ese universo paralelo por donde discurre otra vida nuestra, que no es la que llevamos en este universo cutre, y donde el día es más largo, hace más calor y llevamos menos ropa (y la que llevamos es más clara); la luz es mucho más bonita (en general dorada o plateada, según la persona de que se trate); los colores más intensos; trabajamos nada o muy poco (pero siempre en cosas más interesantes); y por supuesto, ligamos mucho más, e incluso mantenemos más de una relación sexual y/o sentimental. Otro dato fundamental es que no se hace nunca la Declaración de la Renta.

Toni: ¿Por qué escogiste no dedicarte a la Historieta como primera opción a pesar de llevar el “virus” del Cómic y, desde la relativa distancia con el medio que asumiste, cómo has vivido las trayectorias de otros gallegos coetáneos tuyos como Das Pastoras o tu amigo Miguelanxo Prado?

Fran: Prado y Das Pastoras, que son unos “cracks”, tuvieron muy claro que querían hacer cómic, desde los 20 años. Y se liaron la manta a la cabeza. Yo, a esa edad, estaba que si acababa o no Arquitectura (al final la acabé), estuve en el mundo del teatro independiente (un par de años), sacamos aquel famoso fancine (Xofre), me presenté al primer concurso de comics que se convocó en Galicia, en 1980 (y lo gané); en fin, que lo iba probando todo… Hasta ejercí de arquitecto (dos años).

Y en la exposición que se hizo después de ese concurso me surgió un libro de texto para ilustrar (con Anaya), y desde entonces debí de ilustrar más de 70, entre libro de texto y literatura infantil- juvenil.

Sin embargo, el comic siempre estuvo ahí. Lo dice Prado en el prólogo tan lleno de cariño que me escribió:

“Pero nunca se olvidó del comic”.

Y la continuación de esta historia puede leerse en la respuesta a tu primera pregunta.

AVISO A NAVEGANTES

Cerca del fin de curso, el acúmulo de tareas me obligan a dejaros sin Píldoras Nacionales para la semana que viene.

I’m so sorry!

Volveremos dentro de dos jueves… si nada se tuerce 🙂

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José Torralba
10 junio, 2010 12:43

Grandísima entrevista y excepcionalmente abierto Fran Jaraba, aunque me queda la duda de si la ambientación transcurre durante la guerra de los diez años o en la cubano-hispano-estadounidense. La primera coincido en que fue la última gran guerra caballerosa, cuando la gente se mataba como se tenía que matar, mirando de frente y salpicándose de sangre para saber lo que cuesta arrancar vidas (la primera carga al machete siempre me ha fascinado). La segunda fue caballerosa por el lado cubano, pero en cuanto entraron el Maine, Hearst y su «ustedes pongan las imágenes que yo pondré la guerra» ya se perdió el espíritu del XIX. Con esa frase se entró en el XX del tirón, y lo siguiente ya fueron los Boers, los campos de concentración, las matanzas civiles y el gas mostaza de la I Guerra Mundial. En fin, una pena…

Por cierto, que cuando Fran habla del «sur» no sé si lo habrá hecho con la película homónima de Víctor Erice en mente, pero desde luego a mí me la ha recordado de inmediato. Pequeña, preciosa, cautivadora película ésta. Si no la has visto, Toni, échale un vistazo. Retrata perfectamente la magia de estas tierras (las andaluzas) 😉

guibo
guibo
10 junio, 2010 16:14

nada se tuerce,
todo se endereza.

curioso
curioso
Lector
10 junio, 2010 16:17

me encanta que las reseñas nacionales las estés incorporando junto a entrevistas con el autor.
genial, un excelente trabajo.
gracias. siempre me resulta muy interesante las Pildoras Nacionales.

saludooos