Mister Morgen, de Igor Hofbauer

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Portada Mister Morgen, de Igor Hofbauer

Edición original: Mister Morgen (L’Association, 2016)
Edición nacional/España: Mister Morgen (Desfiladero Ediciones, 2024)
Guion: Igor Hofbauer
Dibujo: Igor Hofbauer
Color: Igor Hofbauer
Traductor:: Pablo Herranz
Dirección editorial: Quique Olmos y Paz Navarro.
Formato: Rústica con solapas. 216 páginas. 28,50€

Pesadillas de hormigón y desesperanza.

«Nadie me advirtió de que las cosas podían llegar a este punto. Nadie.»

En 1992 doce años después de la muerte de Tito, el dictador que mantuvo unido con puño ferrero los diferentes estados que la componían, Yugoslavia dejaba de existir dando paso a un conflicto bélico en el que se produjeron todo tipo de horrores y que ha dado lugar a la actual composición política y territorial de los Balcanes. Yugoslavia era un estado creado de manera artificial que se desmorono en cuestión de pocos años y las consecuencias de esa caída y esos años bajo un régimen socialista marcaron de forma indeleble a quienes lo vivieron en primera persona. Entre ellos está el ilustrador e historietista croata Igor Hofbauer (Zagreb, 1974) que es una de las figuras más destacada del cómic underground de los Balcanes del siglo XXI. Pero hasta que Desfiladero Ediciones nos ha traído Mister Morgen era un autor prácticamente desconocido en España del que solo habíamos visto algunas historias cortas publicadas en las revistas Kovra y Alta Tensión. Unos trabajos que nos dejaban ver a un autor con un estilo gráfico arrollador y una poderosa voz propia. Una impresión que queda totalmente confirmada tras las fascinante y turbadora lectura de este volumen que toma su título de Morgen, una canción llena de optimismo de Ivo Robic tan popular en los años cincuenta y sesenta que hizo que le apodaran Mister Morgen. Sin bien el cómic del autor croata está a años de luz de ese optimismo y lo que abunda es el mal rollo y la degradación más lúgubre.

Página Mister Morgen de Igor Hofbauer

Mister Morgen es un volumen antológico publicado originalmente en Francia en 2016 compuesto por varias historias cortas que se entrelazan gracias a que comparten un espacio en común, una versión distópica de Nori Zagreb -un suburbio de la actual capital croata que se construyó durante el auge del régimen socialista de Tito y de donde es vive el autor-, y a los pequeños cameos que los personajes protagonistas de unas historias hacen su aparición en otras y en la que sirve de introducción de forma que el resultado global se antoja bastante homogéneo y coherente adquiriendo más potencia cuando se leen como un todo. Entre los personajes que protagonizan la obra nos encontramos con ancianos desesperados, estrellas olvidadas de la canción, músicos de rock con forma de hombres perro, vagabundos, oscuros funcionarios… Un elenco tan fascinante como diverso y siniestro formado por personajes que buscan algo que no tienen muy claro que es y que nos sumergen en la oscura realidad de una ciudad en ruinas tanto visibles como invisibles que se convierte en un reflejo por igual tanto de la caída y descomposición del régimen yugoslavo como de la actual crisis global generada por el capitalismo más despiadado y salvaje.

Tras finalizar la absorbente lectura de Mister Morgen tenemos la incómoda sensación de haber vislumbrado a hurtadillas las desasosegantes pesadillas que pueblan las noches de Igor Hofbauer. Un viaje heterodoxo en el que las historias con ecos del noir se entremezclan con otras salidas del terror más bizarro de la serie B con una pátina compartida de surrealismo sucio y carnal que nos recuerda a los trabajos de Charles Burns o Santiago Sequeiros. Al igual que sucede con los trabajos de esos dos autores, el autor croata está mucho más interesado por zambullir al lector en un estado mental que le fuerce a cuestionarse su propia realidad que en contar una historia canónica. Aunque también se puede suponer una búsqueda por su parte de exorcizar algunos de los demonios que le acompañan entre los que se pueden vislumbrar los creados por el régimen de Tito, cuya caída supuso la perdida de la inocencia y esperanza en un futuro mejor para todos los de su generación. Algo que se refleja en esa ciudad decadente y en un estado de abandono donde las diferentes clases sociales viven en estratos diferentes con los más poderosos viviendo en un oasis lleno de lujos sin mostrar el menor atisbo de empatía para con el resto de los ciudadanos que deben vivir con lo justo.

Como ya hemos dicho la obra se aprecia en toda su calidad cuando se lee como un todo, pero las historias también funcionan de una manera autónoma con los bloques de edificios del suburbio sacado de la arquitectura socialista como un personaje más que también sirve para interconectarlas. En la mayoría de las historias no abundan los diálogos dejando que sean los dibujos los que cuenten unas historias tan variadas como los personajes que las protagonizan. Aunque resulta bastante difícil disociarlas sí que hay algunas que brillan con luz propia como La saliva de Desmond, una trepidante trama de zombis, Olympia, una siniestra historia con ecos de El crepúsculo de los dioses de Billie Wilder, o Danilo, la turbia historia de un funcionario que nos permite recorrer el microcosmos creado por Igor Hofbauer y los personajes que lo habitan.

Gráficamente estamos ante un trabajo apabullante y lleno de fuerza en el que Igor Hofbauer sabe integrar toda la potencia e iconicidad de los carteles propagandísticos de la época comunista con la desesperanza y oscuridad del underground más preciosista. Aunque la obra tiene una estética homogénea en cada historia vemos cambios sutiles en la composición de página que hacen que la lectura no sea muy pesada y nos dejen ver a un autor inquieto que huye de lo cómodo ofreciéndonos unas historias narradas con un ritmo y un pulso perfectos que no necesitan de textos o diálogos para funcionar. Esas composiciones de página mutantes sirven para aumentar la sensación de pesadilla que tenemos como lectores, al igual que sucede con los diseños de los personajes o las moles de hormigón que dan la sensación de estar comenzando a descomponerse que componen el paisaje en el que las atmósferas son pesadas y llenas de desesperación. Todo ello dibujado con unas líneas negras rotundas y masas de negros que casi parecen rechazar el blanco, con toques de gris y unos rojos vivos que nos golpean con la misma dureza que el mensaje misantrópico que nos traslada toda la obra.

Desfiladero hace un magnífico trabajo de edición con un álbum de buen tamaño y una calidad del papel perfecta para deleitarse con los paisajes urbanos en rotundo blanco y negro de Igor Hofbauer. Como extras tenemos una interesante entrevista con el autor croata de Pablo Herranz.

Con Mister Morgen Igor Hofbauer firma uno de los mejores y más inquietantes trabajos de lo que va del 2024. Un paseo por una ciudad en plena decadencia llena de personajes perdidos y desesperados que sirven para reflejar los peores pecados de la sociedad actual. Todo dibujado con un trazo y color que nos traslada a una pesadilla tan turbadora como fascinante.

Lo mejor

• La capacidad para transmitir desesperanza y desasosiego.
• El elenco de personajes que transitan por las páginas de la obra.
• El magistral uso del blanco y negro roto con los estallidos de rojo.

Lo peor

• No es para quienes buscan historias premascadas y mil veces contadas que no exigen nada al lector que pueblan las librerías.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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