La insoportable levedad del blog

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El Grito/MunchCuando ante mis primeros errores empezaron a aparecer algunas críticas, me sorprendieron los argumentos de los lectores que se aprestaron a defenderme. “Esto es un blog. Cada uno escribe de lo que quiere. Si no te gusta, no entres.” Quizás porque estoy acostumbrado a asumir mis equivocaciones, esos argumentos me parecieron demasiado endebles. Una salida en falso. En el fondo, no dejaban de ser manifestaciones de la liviandad que le atribuimos a este vehículo de expresión.

Pude experimentar la otra cara de esa moneda al visitar el otro día el recomendable Con C de Arte de Pepo Pérez. Dicho blog trata a menudo de temáticas relacionadas con los mecanismos narrativos propios del lenguaje del cómic, que son analizados a fondo por este dibujante y sus lectores. El nivel de complejidad al que a veces llegan los debates que allí se organizan propició que un día uno de sus comentaristas afirmase que “allí estaban haciendo entre todos algo grande”. A lo cual Pepo Pérez vino a contestar más o menos lo siguiente:

Si por «grande» se entiende como algo «importante» y digno de «trascendencia y relevancia» respecto a los temas tratados, pues va a ser que no. Un blog no deja de ser un blog, y si aquí nos ponemos a debatir sobre tebeos, sobre arte, sobre lo que sea, por acertadas (o desacertadas, muchas veces) que puedan ser algunas de las ideas que escribamos aquí, jamás de los jamases un blog podrá compararse a ningún libro cuyo autor es un experto en la materia. Y ese autor lo es, experto en la materia, digo, no por investidura divina sino porque ha pasado mucho tiempo investigando sobre la materia de su libro. Ha consultado fuentes muy diversas, ha indagado, ha escrito y reescrito su libro. Con lo cual, inevitablemente, lo que haya escrito en ese libro tiene un valor intrínseco infinitamente superior a cualquier chorrada que podamos decir en… un puto blog.
Un blog no deja de ser eso mismo, un blog. Éste en concreto, un foro de debate en el que lo único que se hace es, ni más ni menos, que tener virtualmente esa tertulia que antiguamente teníamos en directo a la salida de la librería (…) Puede ayudar a cuestionarnos según qué cosas, a divulgar otras e incluso a analizarlas. Pero, por supuesto, la inmediatez y la falta habitual de reflexión suficiente que implica usualmente escribir en un blog (…) nunca puede suplir la seriedad y la relevancia del análisis de cualquier libro. En otras palabras, un blog no me ayuda a llegar a resultados concluyentes(…) Y si yo quiero tener una verdadera fiabilidad y un verdadero conocimiento sobre lo que estoy estudiando (…) voy directamente a los libros. Y si pueden ser los libros de los mejores expertos en la materia, mejor.

Admirado seguidor de sus disertaciones, yo me quedé confundido. Pero antes de pasar a explicar cuáles fueron los motivos de mi estupor, quiero añadir otras dos ideas, las dos del blog Volatilis, que me ayudarán a perfilar mi respuesta.

La primera de Carlos Romero en un post sobre blogs:
Los blogs no son más que iniciativas particulares, de aficionados. Y serán aficionados mientras no cobren por ello. Ejemplo: cuando servidor escribe en su blog lo hace A TÍTULO DE AFICIONADO, porque no cobra un duro por hacerlo. (…) Palian parcialmente la necesidad de una web de información sobre cómic (…)
Y (…) en cierto modo es ahí donde realmente se desvirtúa la esencia de los blogs que no es otra que escribir, sobre todo, para uno mismo.

La segunda de Raúl G. Peribañez comparando Panini Comics News, previamente a la entrada del equipo de ZN en ella, con la revista Dolmen:
El Dolmen (…) está hecha por gente más profesional (…) La revista de Panini es poco más que un panfleto publicitario. (Y en los comments clarifica…) La gente que trabaja en Dolmen tiene más bagaje (…) Ni mucho menos quería decir que en PCN no fuesen profesionales… aunque todo eso se podría debatir, que un profesional creo yo que es aquel que cobra por su trabajo, y en este oficio poco se cobra.

Aún y reconociendo la parte de verdad – mucha – que todas estas afirmaciones conllevan, parecen responder a una concepción poco ambiciosa de lo que puede llegar a ser un blog y a un cierto reduccionismo en cuanto a la noción de profesionalidad.

Todo ello me hace pensar en aquella tira de Understanding Comics: The Invisible Art (Ediciones B/Astiberri) donde Scout McCloud nos invita a no confundir el mensaje con el mensajero. El recipiente (la jarra/el medio) con su contenido (el líquido/ guionistas, dibujantes, tendencias, géneros, estilos, materias, temáticas…). No tenemos porque ceñirnos a la nomenclatura de origen de estos “diarios de a bordo”, encorsetando las posibilidades que nos ofrecen como herramienta y medio de difusión de contenidos.
Hace poco, según parece, acusaban a Via News de asemejarse cada vez más a un blog por su profusión de opiniones personales. Tenemos necesidad de acotar las cosas. Parcelarlas. Para así dominarlas y saber qué podemos y debeos esperar de ellas. Pero me parece una actitud, a veces, empobrecedora. La tecnología que sustenta los blog nos permite exponer imágenes y textos. ¿Quién dicta que esos textos deban ser menos meditados que los del papel impreso? ¿Menos verdaderos? ¿Menos concluyentes? ¿Menos profesionales? Quizás nosotros mismos somos los primeros beneficiados de poder exigir que no se nos tome demasiado en serio. Quizás es natural y comprensible que apetezcamos de compartir nuestras cosas con esa cierta espontaneidad atribuible a las bitácoras que nos las convierte en algo ameno y distendido. Quizás la mayoría de las veces no tengamos que desear nada más. Pero no nos autocensuremos. No nos automutilemos. No pongamos freno a nuestras capacidades ni a nuestro deseo de hacer bien las cosas.

Daniele Barbieri es un famoso semiólogo con más de un libro en su haber. Pero algunas de sus conclusiones, en lo que concierne al cómic, han sido rebatidas con brillantez y “profesionalidad” por Florentino Flórez Fernández desde una revista/fanzine como El Wendigo, de pobre distribución y realizada por “un par de aficionados” (El Wendigo 72; pág. 31-34). Y a buen seguro que en Con C de Arte han llegado muchas veces a hallazgos igual de interesantes en sus análisis de la obra de Chris Ware, por poner sólo un ejemplo.

¿Dónde está la verdad de unos y otros? ¿En el formato que presenta sus conclusiones? ¿En los títulos y el oficio de quienes las suscriben? No quiero pecar de demagogia ni de ingenuidad, aunque soy proclive a ambas. Sólo quiero que nos permitamos soñar. Que nos permitamos reventar las barreras que determinadas preconcepciones nos imponen. Los blogs no son más que otro sustento, otro ambiente, para un mensaje. Y lo certero de ese mensaje, en el fondo, no depende demasiado del instrumento que lo sostiene. De la misma forma en que no debemos confundir “profesionales” con “profesionalidad”. Porque una cosa es el oficio y la otra la corrección, la virtud y el arte.

Con todos mis respetos, sólo os invito a soñar, a trabajar con ahínco, a hacer las cosas bien, a buscar en nosotros qué tenemos que merezca la pena decirse. Que lo cuidemos, lo meditemos, lo maduremos. Y que acabemos ofreciéndolo. Sea donde sea y de la manera que sea. Como dice Lluis Llach, somniem!! ¡¡Soñemos!!

PD: Álvaro Pons afirmaba hace nada, en la entrevista que ha concedido a Diario Directo que “Los bloggers (y me incluyo) somos aficionados que están sustituyendo la ausencia de medios especializados. Es evidente que no se puede exigir «profesionalidad» a algo que nace del más puro amateurismo, pero quizás deberíamos tener mucho más cuidado a la hora de propagar rumores.”

A raíz de eso uno de sus lectores compartidos con la bitácora de Pepo Pérez, Mr. Punch, insistía: Resalto el amateurismo como la base del blogueo…creerse nada por el hecho de tener un blog, puede ser nocivo. Los bitacoreros no deben (debemos) perder la perspectiva de lo que es, ni el sentido del humor para realizar lo que, en definitiva, no es más que un entretenimiento personal, tenga el eco que tenga a posteriori.

No quisiera ni por un momento que lo que he venido escribiendo hasta ahora se tomase como un alegato a que dejemos que se nos infle el ego. Ortega y Gasset nos ilustra en sus Lecciones de Metafísica sobre el hecho de que el vocablo«aficionado» tiene doble sentido, uno de ellos primario y sustancial, otro peyorativo y de abuso. Significa el que ama verdaderamente algo, pero también el que es sólo amateur. Es simplemente a esa pasión a la que apelo. Quizás, como dice Álvaro Pons, a un aficionado no se le puede exigir la profesionalidad. Pero tampoco se le debe coartar a la hora de que intente ofrecerla en aquello que hace. Ni debemos coartarnos a nosotros mismos pensando que sólo estamos en un mísero blog.

Dedico esto al trabajo de gente como la anteriormente citada y a otros como Fran San Rafael, Sergio Morales y Pedro García que sin duda dejan el nivel de la blogosfera muy alto. Bueno, y a los marcianos y a los adlianos… Bueno, y a los ausentes y a los presentes… Bueno, y a los de la Máscara, que también han sacado algún libro. Y a Rafa Marín, cuyos guiones no pierden calidad cuando los publica en su blog. Bueno, y a los… ¡Si es que somos tantos y tan majos! 🙂

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lxiggpmls
21 mayo, 2006 16:08

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rrptekjnlzc
21 mayo, 2006 17:17

ooqswhtlpa gljeqparm ieapxgksau

zypmxuze
21 mayo, 2006 18:01

uiloro khteyvcpipg bbswenquq

bontril
22 mayo, 2006 21:53

Im not going to. I like you when you are submissive. I like when you are like a little girl, I like when you pearce me with those green eyes.