Portada de Korowai de Sergio Bernhart

Edición original: Korowai (Bang Editorial, 2025)
Guion: Sergio Bernhart
Dibujo: Sergio Bernhart
Corrector: Stef & Nico
Formato: Rústica. 304 páginas. 35€

Cumpliendo sueños.

«Me entristece pensar que hemos conocido a toda esta gente en un corto periodo de tiempo, nos lo han dado todo como si nos conociéramos de toda la vida y tal vez no nos volvamos a ver nunca más.»

Vivir en la Luna, jugar en la NBA, ser una estrella de cine… de pequeños todos hemos fantaseado con un futuro que, con esa mirada inocente de la niñez, se antojaba repleto de posibilidades increíbles. Unos sueños infantiles que, según vamos madurando, nos vemos obligados a abandonar cuando descubrimos que algunos son inalcanzables e irrealizable. Pero no sucede con todos los sueños y todas las personas. En algunas ocasiones solo hay que esperara que se presente la oportunidad de realizarlos. Tal como le sucedió a Sergio Bernhardt cuyo sueño infantil era vivir en una casa en lo alto de un árbol al margen de todo. Un sueño que siempre le había acompañado y que con el paso del tiempo fue evolucionado en un deseo de pasar una temporada con los Korawai, la única tribu del planeta que construye sus casas en los árboles. Una tribu aborigen que vive en el sureste de Papúa Nueva Guinea. Tras mucho tiempo esperando la ocasión de poder viajar al país en 2016 emprendió un viaje con el objetivo de cumplir ese sueño en compañía de su madre y que ha convertido en Korowai, no le digas a mi madre que me la llevo a la selva, un cómic que acaba de publicar con Bang Ediciones.

Sergio Bernhardt es un artista menorquín que ha trabajado como diseñador, ilustrador, animador de motion graphics, director de arte, productor de video y que con este cómic hace su debut en el medio tras cuatro años de elaboración. Y lo hace a lo grande con una obra de 300 páginas que está a caballo entre el cómic periodístico, el autobiográfico y el cuaderno de viajes que puede recordar a algunos trabajos de autores como Joe Sacco, Zerocalcare o Guy Deslile, por citar a algunos de los más destacados que han cultivado este tipo de historia en los últimos años.

A través de las páginas del cómic conocemos los entresijos del viaje que el autor realiza con su madre. Está descrito con todo tipo de detallas, desde la preparación previa a cada una de las etapas y escalas que tuvieron que hacer en viaje que organizaron por su cuenta, fuera de los circuitos de las agencias que planifican viajes por la zona ofreciendo una experiencia prefabricada. Un trayecto que se van entremezclando, primero con episodios en los que el Bernhardt nos va relatando la historia de Papúa Nueva Guinea y de los Korowais para que entendamos el contexto y posteriormente con retazos de entrevistas a algunas de las personas con las que se cruzan. Un recurso muy habitual para que la historia tenga más puntos de vista que el del propio autor y que acostumbra a dotar a este tipo de obras de equilibrio entre la parte más didáctica y la biográfica. Pero en esta ocasión, ese equilibrio no está del todo bien balanceado ya que la parte más personal eclipsa al resto. Sin embargo, no es algo del todo malo, ya que nos permite una aproximación a la realidad diaria de los Korowais más cercana y sencilla, ya que lo vemos todo a través de los ojos del autor. Una mirada que a veces puede resultar un poco naif, pero teniendo en cuenta que estamos ante la consecución de un sueño de infancia tiene toda la lógica.


Entre los puntos fuertes de la obra destacan sobre todo la sinceridad y cercanía que respira cada página en las que no hay espacio para dramas impostados y nos encontramos simplemente con un retrato del viaje que trata de ser lo más honesto posible. Siempre desde un punto de vista positivo lo que en un principio puede chocar los lectores más cínicos. Puede que en las partes más informativas se encuentra a faltar algo más de colmillo y un sentido del humor más mordaz para denunciar muchos de los problemas que tienen los habitantes de la zona. Lo que serviría para dotar al conjunto de una necesaria mirada crítica, pero es cierto que estamos ante un tipo de obra que lo que busca es ofrecernos una ventana por la que ver la realidad de la tribu y cómo el contacto con otras civilizaciones está cambiando a pasos agigantados su forma de vida de manera irreversible.

Al principio de la reseña citábamos a Delisle como uno de los autores a los que nos remitía el trabajo de Bernhart y no solo era por su forma de relatarnos sus experiencias en lugares poco conocidos, también por un estilo gráfico y narrativo muy similar. Ambos están influenciados por la línea clara, pero en el caso del autor menorquín nos encontramos con un dibujo menos esquemático y un trabajo de fondos mucho más minucioso que nos permite ver la flora y fauna de la zona brillando por encima de todo las estupendas viñetas en las que vemos tanto las casas de los árboles como la selva. Sus personajes son muy expresivos, en particular los protagonistas, de forma que es muy fácil entender sus emociones, algo que junto al uso de algunos elementos en color amarillo y rojo que sirven para destacar diferentes momentos, elementos y bocadillos de texto hacen que la narración fluya de forma muy sencilla. Ese uso de colores llamativos contrasta con los colores tierra, verdes y grises muy oscuros que abundan en la mayor parte del cómic, quizás se echa en falta una representación de la selva más colorida en algún momento para que podamos ver su majestuosidad. Una majestuosidad que sí que vemos en una portada tan bella como llamativa.

Con Korowai, Sergio Bernhardt ha firmado una más que notable obra de debut que nos permite descubrir a un autor con mucho que contar y con las capacidades necesarias para hacerlo. Gracias a este cómic podemos descubrir el día a día de una de las tribus que más tiempo ha vivido aislada mientras vemos con el autor cumple su sueño infantil de ver casas en lo alto de los árboles en medio de la selva.

Lo mejor

• La honestidad que respira la obra.
• La portada.

Lo peor

• Se echa en falta una visión más crítica con todo lo que rodea a los Korowais.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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