El Caso del Velo (la reseña)

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Norma/PétillonEL CASO DEL VELO
Pétillon, René
Norma Editorial
Tamaño: 17 x 23
Páginas: 48 Color
PVP: 11,00 €

«La risa como antídoto. El último álbum de Pétillon hace reír a musulmanes moderados e integristas»
La Vanguardia

«René Pétillon debuta en el catálogo de Norma Editorial con el EL CASO DEL VELO, una trepidante historia en la que acompañaremos al detective Palmer tras el rastro de una joven muchacha de buena familia que presuntamente se ha convertido al islam.
EL CASO DEL VELO es un cómic divertido y tremendamente actual (sobretodo tras el revuelo ocasionado a partir de las archiconocidas viñetas danesas sobre Mahoma) que nos invita a indagar en el integrismo islámico y reflexionar sobre los excesos ideológicos de nuestro tiempo.
René Pétillon, ganador del premio al Mejor Álbum en el Festival de Angoulême 2001 con L’enquête corse, creó en 1974 a un desafortunado detective privado francés al más puro estilo neoyorquino. Pétillon se inspira en hechos reales y localiza esta historia en París, la capital del país en el que el islam es la segunda religión mayoritaria.
»

Habiendo contextualizado ya en su día la temática y la importancia de esta obra humorística, nos detendremos hoy brevemente en algunos de sus aspectos formales. Aunque quizás no vendría mal hacer un mínimo bosquejo de su recorrido argumental.

La hija universitaria de un acomodado matrimonio francés anda desaparecida. Sus padres contratan los servicios de Jack Palmer, detective privado, para conseguir averiguar su paradero. Éste descubre que la chica ha decidido convertirse al Islam. A partir de ahí empieza un recorrido que repasa desde los sectores más abiertos de la religión musulmana hasta sus células más integristas.

La obra es de lectura entretenida y ágil, con hallazgos humorísticos realmente inspirados. De esta manera Pétillon consigue ofrecer su particular perspectiva de la realidad islámica en Francia, sin resultar en ningún momento ni pretencioso ni pesado. Este cómic, pues, tiene aquella humilde sabiduría de la que hacen gala los mejores chistes. Que nos retratan con el cariño de la sonrisa y siempre nos dejan con ganas de más. Aunque por debajo de esa sonrisa, hija del buen humor, también se adivine una cierta denuncia indignada. Durante toda la obra, unas veces desde el gag y otras desde la simple observación neutral, queda patente la situación de desigualdad que sufre la mujer musulmana. Situada en ese delicado terreno de contradicción que se da entre los derechos fundamentales de cualquier persona y lo que esa misma persona asume como adecuado para sí según lo estipulado por su contexto cultural.

Dejo para el final uno de los detalles que me han resultado más interesantes. Debo reconocer que me sentía intrigado por el hecho de que, según reza La Vanguardia, una obra de este tipo hubiera sido bien recibida hasta por ese integrismo islámico al cual cabía suponer que censuraba. Habiéndola leído, puedo entender porqué y quitarme el sombrero ante la picardía de Rene Pétillon. Y no creo que ese buen recibimiento se deba únicamente a la blandura que impregna todo el relato, donde las únicas conductas de una relativa agresividad que se ven “en directo” son las de los padres de la desaparecida. Mientras que de las de los demás sólo contemplemos alguna consecuencia y referencias aisladas en los diálogos. Más bien diría que el motivo de esa buena acogida para con este cómic haya que buscarla en otro lado. De los tres colectivos que protagonizan la historia, el autor sólo caricaturiza a dos. Al francés presumiblemente agnóstico y al musulmán moderado. Estos dos grupos sí que ven exagerados sus comportamientos con la intención de hacerlos más manifiestos y de que resulten más cómicos. Pero no pasa igual con el sector fundamentalista que, se diría, es descrito con neutral fidelidad. Esto no significa que aparezca como menos risible que los demás. Puesto que al intransigente pocas exageraciones bastan. Y así de esta manera, lo que a los integristas les ha podido parecer un retrato fiel de su idiosincrasia, para nosotros no deja de ser toda una denuncia de actitudes desmesuradas y, en un contexto humorístico como el del presente cómic, ridículas. Ridículas porque en esta historia toca reír y no llorar, que motivos habría para lo contrario en opinión de algunas y algunos.

También hablaron de esta obra en ComicPeru, El Coleccionista de Tebeos, La Carcel de Papel, Con C de Arte, El Diario Montanés y Banda Deseñada… que yo sepa, aunque me consta que en Tirafrutas lo tienen pendiente 😉

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