El americano

Vida en blanco y negro.

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Portada El americano Calo Nuevo Nueve


Edición nacional/ España:Nuevo Nueve
Guión:Calo
Dibujo:Calo
Formato:Rústica, 216 Páginas
Precio:15€

¡¿Qué es lo que nos pasa que siempre queremos lo que no podemos tener?!

Han pasado ocho largos años desde que vimos Desconectados el anterior trabajo de Calo, así que cuando entre las primeras novedades de Nuevo Nueve se coló la portada de El Americano fue una enorme alegría ver un nuevo trabajo con su firma. Lleva a la venta desde mediados de octubre y esperemos que sea un éxito ya que la trayectoria de Calo lo merece.

Calo, seudónimo de Juan Carlos San Román, es un historietista e ilustrador nacido en 1972 en Castellón. Comenzó su carrera a principios de los noventa autoeditándose sus propios trabajos como Nómadas2, Alice, La O con un canuto y El lado soleado aunque en este último colaboran a varios autores. Posteriormente colaboraría con diferentes fanzines y revistas entre las que destacan Como vacas mirando el tren, Idiota y Diminuto, TOS o Dos veces breve. En 1999 publicó Dios los cría (Under Cómic) que recopilaba algunos de sus trabajos previos. Al año siguiente apareció Ángela y Clara. Las chicas con los chicos (Under Cómic) que recopilaba las tiras de la serie previamente publicadas en la revista Blue Joven. En 2003 aparecería Al Servicio de las Damas (Ediciones de Ponent) otro álbum compuesto por historias cortas. En 2007 Aleta Editorial le publicó Recluta con alíen que además de la historia que da título al libro recopilaba un par de historias previamente publicadas en la revista TOS. Ricardo Esteban, editor de Nuevo Nueve, fue el editor de su siguiente obra Bacterias para Planeta en 2009. En 2011 se publicaron sus dos últimas obras hasta la fecha; Desconectados de la mano de Diábolo Editorial y El abrazo de Neptuno (Viaje a Bizancio) que apareció gracias al 2º Premio Internacional de Premio de Novela Gráfica Dibujando entre Culturas. Durante todos estos años ha compatibilizado su trabajo con la ilustración.

Enrique vuelve a casa tras muchos años en América, al no poder contactar con sus padres prueba suerte en casa de su tía. Allí se encuentra con Raquel, su prima que espera su primer hijo sola ya que su marido está en Barcelona trabajando. Ella le pone al día de los asuntos familiares y entre ambos surge una amistad y complicidad que apunta a algo más. Pero Enrique tiene un secreto que complicará su relación.

Calo pertenece a una generación de autores españoles, entre los que estaban Sergio Córdoba, Juan Berrio, José Luis Ágreda o Fermín Solis, entre otros, que en los años noventa se dedicaron a narrar pequeñas historias costumbristas. Casi todos tenían un estilo gráfico deudor de la línea clara y publicaban en editoriales muy pequeñas como Subterfuge Cómix, Under Cómic o Doble Dosis, entre otras. Fueron estas editoriales pequeñas las que lograron que una generación de autores pudiera dar sus primeros pasos en unos años donde apenas se veía futuro al cómic y parecía impensable que se viviera el actual boom por ese tipo de historias.

En El americano, Calo con la excusa de conocer el secreto de Enrique nos va desgranando como era la vida de una familia cualquiera en España entre los años 1945 y 1993. A través de los diferentes flashbacks de la historia nos acercamos a las vicisitudes por las que tuvo que pasar la familia de Enrique, que son las mismas por la que tuvieron que pasar la gran mayoría de los españoles. En las páginas de libro vemos con todo lujo de detalles como era la sociedad franquista, en la que la única salida era salir de pueblo para buscarse la vida en las ciudades trabajando como mulas, ya que la educación para forjarse un provenir no era una prioridad del régimen. Las mujeres se veían obligadas a ir a las casas de las familias acomodadas con ya vimos en otras obras como El ala rota o en gran parte del cine de la época. Según pasan los años vemos cómo van cambiando las ciudades y la vida de sus habitantes a media que la situación económica y las libertades van mejorando. Esta crónica social se convierte en el mayor punto de interés del libro, por encima del secreto de Enrique, junto con su relación con Raquel, gracias a la sutileza con la que nos la cuenta Calo. El único pero del libro es que la historia muchas veces avanza a tirones y resulta algo deslavazada, sin saber hacia dónde se dirige como si el autor no tuviera del todo claro que es lo que nos quiere contar.

Calo tiene un estilo limpio que prescinde de líneas superfluas, dibujando solo lo necesario para contar la historia. Algo que funciona muy bien para los temas que trata, en los que las emociones son lo más importante de la obra. Esa economía de trazos hace que sus viñetas no te distraigan de la historia que te está contando. En su trazo podemos ver la influencia de autores como Dupuy, Berberian, Serge Clerc o Montesol. La estructura de todas las páginas es de tres tiras con dos viñetas cada una, algo que sirve para agilizar la lectura, pero que termina por resultar algo monótono.

La edición de Nuevo Nueve cuenta con una buena reproducción y tamaño adecuado para el tipo de dibujo. Ricardo Esteban continua con el buen ojo que ha demostrado siempre como editor, además de seguir apostando por potenciar el cómic nacional. Algo que siempre es de agradecer.

El americano es un buen cómic que no recuerda cómo era la vida en nuestro país hace unas pocas décadas. Lo hace con la sutileza y delicadeza que pone en todas sus obras. Calo sigue siendo un autor a seguir muy de cerca que esperemos que no tarde tanto tiempo en publicar su siguiente trabajo.

Edición nacional/ España:Nuevo Nueve Guión:Calo Dibujo:Calo Formato:Rústica, 216 Páginas Precio:15€ ¡¿Qué es lo que nos pasa que siempre queremos lo que no podemos tener?! Han pasado ocho largos años desde que vimos Desconectados el anterior trabajo de Calo, así que cuando entre las primeras novedades de Nuevo Nueve se coló…
Guión - 7
Dibujo - 7
Interés - 7

7

Pasado

Calo nos propone un viaje al pasado para ver cómo vivian nuestros padres y abuelos.

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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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