Los malos al infierno… pero a martillazos
«Por favor, envíanos a casa. Exorcízanos.»
El tema de la magia, el ocultismo, los demonios y demás parafernalia mística ha sido tratado tantas veces en el cómic a lo largo de las últimas décadas (de la literatura mejor ni hablamos) que es muy difícil ser original. Pero aquí no hay ese problema, porque Damn Them All ni lo intenta. Simplemente es una obra que toma algo que ya conocíamos y le da una vuelta, demostrando una vez más que no hace falta ser original para crear una buena historia. ¿Y qué es lo que coge Damn Them All? Algo tan conocido como Hellblazer.
Simon Spurrier, un guionista con talento que últimamente nos está dando obras de categoría, como son Step By Bloody Step y Coda, se embarca en la aventura de dar una vuelta al mundo de John Constantine pero sin John Constantine, sino un trasunto del mismo que crea en BOOM! Studios junto al reconocido dibujante de The Walking Dead, Charlie Adlard.
Es curioso porque el escritor inglés ya puso recientemente a Constantine en una situación mortal, cuando guionizó Hellblazer, pero ya sabemos que en ocasiones los personajes de las dos grandes son difíciles de matar, no solo por su rudeza sino por la de los editores y la empresa, que no quieren ver fuera a la gallina de los huevos de oro. No deja de ser lógico, de la misma manera que es lógico que los autores fantaseen con llevar más allá a estos personajes creando copias en editoriales más modestas, donde pueden desatar su imaginación. Básicamente esto es lo que hace Damn Them All, matar a ese Constantine, aquí llamado Alfie Hawthorne, celebrando su funeral en la quinta página y cediendo el protagonismo a la chica de la portada, Ellie Hawthorne, bien enseñada por él y con un martillo.
Seguro que esto también sonará a más de un seguidor de Hellblazer, pues una sobrina pululaba por la colección original, aunque no acabó siendo la sustituta que aquí se alza. Y es que las comparaciones son odiosas, pero aquí son también inevitables. Damn Them All desprende la misma mala baba que Hellblazer. No es solo el tono mágico, es cómo este se refleja en la sociedad, con ese punto macarra y esa crítica política de la que el propio Spurrier hace gala en la misma colección de DC, con lo que quien haya disfrutado de su trabajo con Constantine tiene aquí un cómic al que debería echar un ojo.
Saliendo un poco de toda esta semejanza, también podemos decir que Damn Them All se esfuerza por crear su propia mitología y lo hace muy bien. No se mata poniendo reglas, ni nos abruma con mucha información inútil, sino que deja que nuestra mente vuele utilizando el imaginario común en las cosas más nimias para centrarse en el caso que tratan. Los demonios están fuera de su plano de existencia y alguien los está utilizando a su antojo. Con ello se genera una historia de misterio, acción y mala leche, enfocada en su protagonista, Ellie, y su compañera, ambas con sus grises, que realmente atrapa. Spurrier escribe unos diálogos muy interesantes, de esos que te llevan de una página a otra queriendo saber más, mientras que toda la creación con respecto a los demonios resulta diferente a la que estamos acostumbrados.
Si bien, como decía antes, prescinde de muchas explicaciones sobre los métodos mágicos, el guionista nos dedica unas páginas en cada capítulo a explicar, en palabras del fallecido Alfie, quiénes o qué son los diversos términos, demonios u organizaciones a las que se hace mención. Un mal necesario. Si bien es cierto que Spurrier hace de estas páginas sin dibujo una lectura amena, por su prosa y el macarrismo de las palabras de Alfie, en ocasiones rompe un poco el ritmo. Pero es el precio a pagar cuando creas algo tan grande para una serie que consta de dos tomos, al menos de momento.
Y a toda esta historia de misterio, magia y acción, con sus giros y sus personajes peculiares, hay que añadir la personalidad que le aporta Charlie Adlard al dibujo. Al igual que en su famosa serie, consigue que cada cara sea distinguible, que cada personaje tenga su propia historia visible en las viñetas, usando unos efectos muy interesantes para la magia y las invocaciones, que le dan ese toque entre psicodélico y nauseabundo que se supone que deben tener, según la historia. Sucio y oscuro en atmósferas pero claro en narración, Damn Them All no se puede imaginar sin un dibujante como Adlard. He de admitir que me resulta raro verlo a color, a pesar de que ahora The Walking Dead tenga la edición Deluxe coloreada, aunque Sofie Dodgson hace muy buen trabajo respetando esos negros característicos de Adlard mientras que refuerza sus atmósferas.
Pero, a pesar de que la historia es realmente interesante, la edición de Planeta tiene algún problema. A nivel físico no, las cubiertas habituales de sus ediciones indie y un buen papel hace que calidad/precio sea muy aceptable, pero hay dos cosas a mencionar, a saber, la traducción podría ser mejorable, hay algunas frases que no funcionan bien, pero en este caso también hay que mencionar la rotulación. La edición original de Damn Them All utiliza dos tipos de letras para diferenciar diálogos y la narración de los personajes, dándole un tono distinto a la forma en la que percibimos la acción. Aquí también hay dos fuentes de letra pero no se diferencian tanto con en la original, pero peor es lo de la falta de negrita, un recurso que el cómic siempre se usa para enfatizar ciertas palabras u oraciones y que aquí se les ha debido olvidar poner, pues en la edición estadounidense sí se encuentra. Se deberían cuidar más esos detalles.
Y es que los detalles son importantes. No lo son todo, pues Damn Them All sigue siendo un cómic muy recomendable, pero ya sabéis, una palabra distinta en un hechizo y se invoca al demonio equivocado.
Lo mejor
• La agria personalidad de la protagonista.
• El estilo personal de Adlard.
• Todo el mundo que construyen, logrando hacer de algo familiar algo diferente, al puro estilo de Spurrier.
Lo peor
• La traducción y la rotulación.
Guión - 8.5
Dibujo - 8
Interés - 8
8.2
Un cómic que gustará a los seguidores de Hellblazer, por supuesto, y quienes gusten de historias de demonios, exorcismos y... sociedad.
