El Cuarto Mundo de Jack Kirby Vol. II

Segundo volumen de la recopilación definitiva del Cuarto Mundo de Jack Kirby.

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Edición original:Superman’s Pal Jimmy Olsen núms. 141-145 USA, The Forever People núms. 4-6 USA, The New Gods núms. 4-6 USA, Mister Miracle núms. 4-6 USA.
Edición nacional/ España:.
Guión: Jack Kirby.
Dibujo: Jack Kirby.
Entintado: Mike Royer, Vince Colletta.
Color: Jack Kirby, Reconstrucción del color, Drew R. Moore, Dave Tanguay.
Formato:Cartoné, 400 págs. A color.
Precio:35,00.

 
Introducción.

Para empezar, un breve repaso a cómo dejamos a nuestros héroes en el anterior tomo, pues en todos los casos se trata de cliffhangers en toda regla.

En Jimmy Olsen #140 dejamos a Clark abducido por una nave apokoliptiana que Integang trataba de usar para librarse de Jimmy Olsen. Éste, por su parte, y Recto Rickles han sido envenenados por Bruno Manheim “el Feo”, líder de Intergang.

En New Gods #2 y 3 pudimos ver a Orion organizando al grupo de humanos secuestrados por Darkseid como su particular grupo de apoyo en su lucha contra las fuerzas de Apokolips que aparecieran en la Tierra. Para ello, Orion ha adoptado la identidad terrestre del policía O´Ryan (en un evidente ejercicio de homofonía). Por su parte hemos visto al Corredor Negro en acción.
En Forever People #3 los Jóvenes Eternos han sido derrotados por Desaad en presencia de Darkseid y son conducidos a un campo de torturas de Desaad llamado el Reino de los Condenados.

El tomo concluye con el Mister Miracle #3 donde Scott Free, respondiendo a un desafio del Dr. Bedlam y acaba encerrado en un cofre, encadenado y arrojado por el hueco de una escalera en un rascacielos repleto de fanáticos.

La Saga del Cuarto Mundo continúa…

Seguimos con el planteamiento del tomo anterior, con las cuatro series avanzando en paralelo, compartiendo villano principal y varios elementos del entorno.

En Forever People #4, 5 y 6 se desarrolla la captura, tortura y huída de los Jóvenes Eternos del Reino de los Condenados, campo de prisioneros y cámara de tortura de Desaad. Son episodios muy buenos, sobre todo el nº 4, que abre el tomo. De los mejores hasta ahora. En un inicio muy logrado, Kirby plantea un juego de simulación entre las celdas de tortura y las atracciones de un parque llamado “Happyland”, tapadera del campo de prisioneros. Mediante tecnología, los torturados aparecen felices y risueños a los ojos de unos espectadores que a su vez son mostrados como monstruos frente a los torturados, o bien una masa totalmente ajena a sus sufrimientos. Las risas son gritos, las caras de felicidad son muecas de desesperación, los vivos aparecen muertos. Un inicio ingenioso y que no deja de transmitir un mensaje inquietante: nada es lo que parece. Alegría, indiferencia, desesperación: todo puede convivir en una débil y explosiva armonía si es convenientemente simulado.

Los Jóvenes Eternos conseguirán escapar gracias a la ayuda de Sonny Sumo, personaje nuevo convocado por la madre caja del grupo y que resulta ser portador de la ecuación anti-vida. Esta capacidad más la ayuda de la madre caja hacen que Sumo pueda controlar la mente de cualquier ser vivo, incluidos los acólitos de Darkseid. De esta forma liberan el campo de prisioneros y Happyland no tarda en ser pasto de las llamas mientras se produce la huida de los Jóvenes Eternos junto con su nuevo aliado. Pero la cosa no podía quedar así.

En el número 6 se produce un hecho decisivo: vemos por primera vez a Darkseid utilizar su “Efecto Omega”, unos rayos que surgen de sus ojos de vasto poder destructivo pero también de variadísimas capacidades, como pronto veremos. No es gratuita la inclusión del término “omega”, última letra del alfabeto griego y que junto a alfa, la primera letra, representan al dios de la Biblia, tal y como aparece en un pasaje del Apocalipsis (21, 6): “yo soy alfa y omega, principio y final”. Mientras que para las religiones del Libro, esa cita refleja la eternidad de su dios, que abarca todo tiempo, nada le antecede y nada le sigue, en la realidad dual y maniquea del Cuarto Mundo, está claro que omega representa el final de todas las cosas, es decir, es sinónimo de destrucción y muerte. Así, el símbolo omega mayúscula) quedará asociada a Darkseid desde este momento.

Volviendo a la historia, Desaad, al contemplar la destrucción de Happyland y la huida de los Jóvenes Eternos implora a Darkseid una respuesta letal. Éste accede per no sin antes poner a Desaad en su sitio. “Lo haré, pero no pasaré por alto tu cobardía. Es un rasgo característico de los torturadores” Una sentencia de Darkseid (y Kirby) que parece evidenciar que conoce muy bien los rincones más miserables del corazón humano, si se puede decir esto de Desaad.

Los rayos Omega, que tienen la capacidad de perseguir a las víctimas seleccionadas por Darkseid, alcanzan a todos los Jóvenes Eternos salvo a Serifan, que es emboscado por los Justificadores. Sin embargo, los jóvenes neogenesianos no están muertos, tan sólo no existen “aquí y ahora”. Ante las penosas quejas de Desaad por dejar a uno con vida, Darkseid concluye relativizando la derrota sufrida y reafirmando su fe en el triunfo final “aunque lo conseguiremos sin victorias ni fracasos…totales”. Desde luego nadie puede decir que Darkseid no demuestre conocimientos de estrategia.

En New Gods #4, 5, y 6, se desarrolla un pequeño arco argumental que se inicia con un episodio con algunos detalles de género negro. Seagrin, uno de los Nuevos Dioses es hallado muerto en el puerto. Una bestia marina de origen apokoliptiano lo ha matado. Orion, presente en si identidad de O’Ryan, jura venganza. Mediante un trabajo de investigación en los bajos fondos, O’Ryan y su grupo consiguen la localización de un escondrijo de Intergang donde se destapa el tráfico de armas entre gangsters y Apokolips. En la pelea subsiguiente, Orion terminada capturado en una cueva debajo del escondrijo de Intergang a manos de Slig, uno de los monstruosos Seis Profundos.

El número 5 se desarrolla en varios frentes. Por un lado, se abre con una escena de Metron que nos permite explorar los límites del Cuarto Mundo y parte de su cosmogonía. Gracias a su silla Mobius, el nuevo-dios adicto al conocimiento viaja a los límites de su Universo, donde se encuentra el Muro de la Fuente, frontera del conocimiento último y definitivo que tanto ansía. Allí también se encuentran los gigantes prometeicos, de colosales dimensiones. Se trata de Antiguos Dioses que desafiaron al Muro y trataron de atravesarlo para conseguir el conocimiento total. Pagaron su fracaso siendo reducidos a un estado comatoso. Millones de años después flotan en el vacío espacial como colosales figuras inertes. Aquí Kirby da rienda suelta a su estilo “colosalista” e insiste en temas que le son tan queridos como los límites de la divinidad, la existencia y el conocimiento.

Por otro lado, conocemos a Dan Turpin “el Terrible”, que hace su debut en este número, reforzando el matiz policiaco que parece introducirse en la serie de New Gods. Turpin está investigando los sucesos relacionados con Intergang lo que le pone en la pista de la avanzadísima tecnología de la que hace uso la organización criminal.

En cuanto a Orion, consigue matar a Slig y escapar pero descubre un inmenso arnés en el que los Seis Profundos han transportado a una bestial y monstruosa amenaza para arrojarla a los océanos de la Tierra con el objetivo de “llevar Apokolips a la Tierra”. Orion, consciente de la amenaza, parte al encuentro con la bestia.

A todo esto, tenemos a un Kalibak dominado por la ira hacia Orion que llega a la Tierra en busca de Orion, al que odia profundamente tal vez consciente de los lazos que les unen.
El desenlace del arco se produce en el número 6, “El barco de la Gloria”, espectacular como pocos. Aunque el episodio rebosa épica también tiene un buen trabajo de personajes.

Por un lado tenemos un creciente contraste entre Orion y Lightray, que acude en ayuda de su amigo (ciertamente aparece de la nada y sin explicación). Como en el episodio anterior, donde vimos el enfrentamiento entre Orion y Slig y contemplamos el verdadero rostro del portador de la Astro-Fuerza, el ardor guerrero y pasión destructora de Orion delatan su naturaleza apokoliptiana. “Batallas como un estratega, no como un guerrero”, le llega a decir a Lightray no sin cierta acusación, pues mientras que él prefiere batirse cuerpo a cuerpo el neogenesiano urde un plan para atraer a la bestia marina.

Otro contrapunto lo encontramos en un grupo de civiles, padre, hijo y pareja de éste, donde el hijo (declarado pacifista) es incapaz de ganarse el respeto de su padre, un ejemplar de belicoso macho alfa cargado de desprecio hacia su “blandengue” y “cobarde” vástago.

Como no podía ser de otra forma, la tragedia toma forma en la heroica muerte del joven en lucha contra uno de los Seis Profundos ante los ojos de su padre, que ahora toma conciencia del valor de su hijo. Un valor que se expresaba de una manera distinta, diferente a la suya. No haber sido capaz de apreciarlo le atormentará el resto de sus días.

En un final al que sólo le falta una fanfarria de fondo, Orion y Lightray se lanzan a un ataque frontal dispuestos a encontrar la muerte que finalmente reclama al monstruo.
En cuanto a la serie Jimmy Olsen, vemos como Clark se encuentra con Lightray que le devuelve a la Tierra tras un encontronazo con parademonios. En Metrópolis, Jimmy y Recto Rickles escapan del veneno de Manheim en el último instante con la ayuda del Guardián. Son claras las sospechas de Jimmy y Clark sobre las intenciones de Morgan Edge.

En los números 142 y 143 se desarrolla una aventura bastante disparatada, en la que hacen su aparición el Conde Dragorin o Lupek que son trasuntos de personajes clásicos del cine de terror como drácula o el Hombre-Lobo. Resultan a su vez ser formas de vida alienígenas desarrolladas por un científico de Integang en un “supramundo” miniaturizado llamado Transilvane. Este planeta está encerrado en una bóveda donde es bombardeado por proyecciones de películas clásicas de la Universal de los años treinta, de ahí la curiosa evolución de sus habitantes. La solución de Superman es devolverlos a su mundo y ponerles musicales. En fin. Mientras, la Legión de repartidores descubre de manera casual al asesino de Roy Harper alias el Guardián que acaba siendo liquidado por Intergang.

En otro episodio-homenaje a monstruos célebres, Jimmy y la Legión marchan por indicación de Edge al extranjero a la búsqueda del “Monstruo del Lago Trevor”. Allí, como cada vez que Edge les hace un encarguito, son atacados por Intergang. Parece que no importa mucho que Jimmy ya haya manifestado sospechas acerca de las intenciones de Edge, siempre acaba dirigiéndose a sus trampas por los motivos más endebles.

Tras el enésimo fracaso de Intergang y después de una visita a Sctoland Yard Jimmy y la Legión toman conciencia de que una colonia de monstruos campa a sus anchas por los alrededores del lago a la que llaman “Brigadoom”. Un pequeño rastreo les revela la verdad: Brigadoom es en realidad la Fábrica del Mal y los monstruos son creaciones de Simyan y Mokkari, a los que habíamos perdido la pista hace varios números. Jimmy y la Legión son capturados y Olsen se prepara para ser, una vez más, objeto de los experimentos de inducción genética de los de Apokolips.

Por su parte, Superman y el Guardián acuden invitados por una amiga de Jimmy a una sesión de música en un garito llamado el Carrusel Cósmico, ubicado en el Distrito Suicida de Metrópolis (emplazamiento creado por Simon y Kirby en Star Spangled Comics #7 04/42). Allí se encuentran a Dubbilex de forma un tanto gratuita, que ha accedido por un misterioso túnel subterráneo que conecta el local con la sede del Proyecto ADN.

Siguiendo la tónica absurda del número, se revela que los músicos son agentes de Apokolips. Dubbilex y Superman (ya que el Guardián desaparece sin ninguna explicación) los siguen por el túnel subterráneo hasta que los huidos activan un Boom-Tubo y escapan.

Por último Mister Miracle, recibe la ayuda de Big Barda, que hace su debut súbitamente y sin explicación ninguna como es habitual. Gracias a ella escapan del edificio-trampa de Bedlam.
Barda es, hasta ahora el personaje femenino más desarrollado e interesante de los pocos que hemos podido ver en la Saga. Fuerte, poderosa, segura de sí, decidida. Miembro del cuerpo de choque femenino de Darkseid llamado Furias Femeninas. Se revela que ayudó a Scott a huir de Apokolips y que ahora ella ha hecho lo propio.

Con Barda la serie de Miracle gana en interés ya que entre ella, Scott y Oberon se traza un triangulo de caracteres muy diferentes y bien llevado por Kirby: el cascarrabias y crecientemente descolocado Oberon, abrumado ante la imponente Barda; la propia Barda, exuberante en todos los sentidos e impulsiva; y el propio Scott Free, que cada vez más aparece como el corazón del grupo, rebosando amabilidad y comprensión. En un curioso reparto de papeles, Oberon parece ser la prudencia, Barda el músculo y el ímpetu y Scott el corazón y el ingenio. Scott se nos revela como un personaje que ansía una vida relajada y normal, pero que no por ello rehúye los desafíos y el peligro si no al contrario: está dispuesto a sacrificarse para conseguir su libertad y seguridad. Con una simple recomendación a Barda para que aplaque su agresividad (“aquí todos somos amigos Barda, no mandan los fuertes”) ya nos deja claro que quiere empezar una nueva vida y dejar atrás el Orfanato, la violencia y la brutalidad de Apokolips.

Desgraciadamente, la sombra de Apokolips es alargada y el alumno aventajado de la Abuela Bondad (instructora tanto de Scott como de Barda), Virmar Vundabar, trata de capturar a Scott. En otro ataque de las huestes de Apokolips, Barda es finalmente atrapada y usada como cebo contra Miracle. Una vez más escapan.

En el número 6 tenemos uno de los episodios más polémicos de Kirby. El motivo: dos personajes debutantes, Funky Flashman y Houseroy que remiten de forma nada sutil a Stan Lee y Roy Thomas. Kirby ajusta cuentas con su ex compañero pintando a Flashman como un timador lenguaraz, embustero y megalómano que además usa barba postiza y peluquín para disimular su ostentosa alopecia, mientras que Houseroy aparece como un enclenque, servil y lacayuno ayudante. Ambos residen en una ruinosa mansión antaño opulenta (¿la Casa de las Ideas?). Su intención es contratar a Scott Free para un par de espectáculos. Un nuevo ataque de Apokolips, esta vez en la forma de las Furias Femeninas aborta el espectáculo.

Tras la previsible derrota de las Furias, no sin antes humillar un poco más a Lee-Flashman, Scott asume que no podrán ser libres hasta que no acaben con el problema en la misma raíz. Por ello, toma la determinación de marchar a Apokolips para ganar definitivamente su libertad. Su idea: ¡juicio por combate!

Historias de complemento.

En este tomo, todos los números de las series empiezan a ofrecer historias de complemento que expanden el fondo de la historia principal, tanto a nivel de biografía de los personajes como de introducir otros. Un recurso que Kirby (con Lee) ya había usado con Thor y sus Relatos de Asgard y que es una herramienta perfecta para desarrollar mundos en expansión.

Así, vemos a Lonar, una especie de buscatesoros que vaga por Nueva Génesis hurgando entre las ruinas que dejaron los Antiguos Dioses. O a Fastbak, un joven también de Nueva Génesis amante de la velocidad y cantante (!?)

En otra onda se sitúan las Historias del Proyecto ADN, el “serial de complemento” de Jimmy Olsen, desconectado como éste del grueso de la saga.

De entre todas estas pequeñas historias, la que más destaca es la de Scott Free. Sus complementos profundizarán en su vida en Apokolips y desarrollarán su propia trama, centrada en su huida del orfanato de la Abuela. De esta manera se nos permite conocer más a ésta y su funesto magisterio.

Comentario

En este tomo la trama principal avanza poco. Se siguen presentando personajes y conceptos del Cuarto Mundo y narrando choques terrestres entre pequeñas fuerzas de Apokolips y los neogenesianos. Simples escaramuzas, pese a su espectacularidad. Sólo la irrupción de Sonny Sumo puede ser relevante en el futuro, ya que conoce la ecuación Anti-vida.
Se nota cierta reiteración en los recursos de las series: monstruos colosales, torturadores, experimentos genéticos (Jimmy como eterna cobaya), trampas sin escape. Las visitas de comandos de Apokolips son tan recurrentes como fallidas.

Esto quizá se resalte involuntariamente debido a la “especialización” en la que parecen sumergirse cada título: tintes de género negro con space opera en New Gods, monstruos y aventuras juveniles en Jimmy Olsen o cierto costumbrismo en Mr. Miracle.

Sin embargo hay algo más de equilibrio. Las tres series principales mantienen un buen nivel e incluso en algún número se superan. La serie de Mr. Miracle mejora en términos generales por la dinámica y el desarrollo de personajes gracias a la inclusión de Barda, New Gods sigue siendo pura épica y aventuras desatadas mientras que Forever People continúa en buena línea. Jimmy Olsen parece, por el contrario, más floja si cabe que en el tomo anterior.

En todo caso, diría que lo que más destaca de este tomo y, de momento de toda la Saga, es el trabajo con los personajes, las caracterizaciones.

Seguimos conociendo a los miembros de la Élite de Darkseid y podemos afirmar que son una colección de auténticos miserables, crueles, depravados y viciosos, por no emplear otros calificativos. La caracterización está muy conseguida. No se trata de la típica colección de torpes patanes. Se diría que son buenos en lo suyo y cada uno posee una pequeña parcela de poder y autoridad directa sobre tropas.

Me reafirmo en que la Abuela Bondad me parece un personaje enorme lleno de potencial. Kirby platea a las claras el lavado de cerebro y la tortura emocional a la que somete a los jóvenes soldados. ¿Una crítica al adiestramiento militar? Las escenas de castigo (físico y psíquico) o en la cantina son pura Chaqueta Metálica en un escenario entre medieval y sci-fi. “Muere por la Abuela y ella vivirá por tí” o “La crueldad engendra respeto” son algunas de las consignas que, a lo 1984, presiden la cantina del Orfanato.

El debut de Virmar Vundabar también nos permite contemplar cuál es el resultado del lavado de cerebro de la Abuela: seres depravados que disfrutan con el ejercicio sádico del poder y el control. En todo caso, parece que Vundabar tiene cierta autonomía operativa. Encaja sus deseos en los de Darkseid en vez de someterse a ellos servil e incuestionablemente. Veremos si esto se desarrolla en el futuro.

El trabajo de Kirby con las figuras es de quitarse el sobrero. El lenguaje corporal de los personajes es determinante. Desaad es una serpiente miserable y retorcida y así aparece dibujado: siempre agazapado, chepudo, con ese atuendo medievalizante; Vundabar como un ridículo hombrecillo con delirios de grandeza; la Abuela como una auténtica masa llena de ira.
En contraste, Darkseid aparece como el único de esa jauría capaz de elevarse sobre emociones primarias de poder, obsesión, control, sadismo y ciega obediencia. Inserto en medio de esa piara es casi reconfortante que Darkseid esté al mando.

Kirby no ahorra esfuerzos en resaltar su figura: mientas que toda su elite son seres monstruosos, bizarros, estrafalarios, Darkseid es representado de manera simple pero proporcionada y poderosa. El Señor de Apokolips se muestra siempre en posición firme, seguro de sí, mirando al mundo por encima del hombro, en continuos gestos de desdén o de contención. Su porte es egregio, su figura rezuma poder, seguridad, confianza.

Más allá de su figura, Darkseid es caracterizado como un ser razonable comparado con el fanatismo y mezquindad de sus acólitos. Tampoco elude bajar al barro, arremangarse y arreglar los desbarajustes que sus lacayos cometen. Respeta a sus enemigos, desprecia a sus colaboradores, asume sus derrotas e incluso se permite auto-ironía. No es un desequilibrado entregado al mal en abstracto sino un estratega. Todo esto confirma que estamos ante un villano de categoría.

Otros trabajos de diseño bastante curiosos son los de las Furias Femeninas, donde se puede apreciar un sesgo de género bastante evidente pues responden a estereotipos claramente identificables entre una estética dominatrix (aunque aquí habría que saludar el atrevimiento) y la de brujas de cuento de hadas.

También merece especial mención Orion. La pelea con Slig revela su verdadera actitud: desafiante, belicosa. Entregado al fragor de la batalla se encuentra a sí mismo y es feliz. Esto puede emparentarle con Thor en cuanto a “nobles guerreros”, pero hay algo oscuro en Orion, algo que lo perturba. Esta marcado por el ansia de destrucción de Apokolips. Sin ningún miramiento arroja a Slig suponemos a que a una muerte segura. Todo el drama que rodea al personaje, la angustia por su destino incierto y su papel de héroe cósmico también podrían emparentarle con Estela Plateada, pero desde un carácter antagónico con éste, donde sus interrogantes se plantean en términos opuestos. En Estela abundan la incomprensión, la melancolía y la búsqueda de la armonía y el equilibrio. En Orion hay un conflicto entre su naturaleza guerrera y su educación pacifista.

También vemos nuevos ejemplos de conflictos generacionales y temas juveniles, con sus inevitables referencias musicales. Esto, junto con los detalles de género negro siguen sin convencerme. Uno de los hilos transversales de la Saga, el complejo Intergang-Apokolips, aunque puede resultar interesante no deja de parecer totalmente disparatado incluso en su contexto comiquero.

Sigue llamando la atención la curiosa mezcla entre medievalismo, fantasía y ciencia-ficción que atraviesa toda la estética de la Saga y que es muy notable en los escenarios y diseños apokoliptianos. A veces uno no sabe si la acción transcurre en la mazmorra de un castillo o en una nave espacial, si está ante dioses futuristas, bizarros extraterrestres o malvados señores feudales.

En definitiva, seguimos en la línea anterior aunque diría que mejorando. Permanecen los argumentos bobos y situaciones absurdas, rozando lo incoherente, pero no hay tanta apresurada presentación de ideas y conceptos, lo que mejora el conjunto.

Hay grandes escenas y momentos: la parte de Happyland, la batalla contra los Seis Profundos o las investigaciones de Metron. Pura épica por un lado e interesantes apuntes de crítica social por otro. Orion y Darkseid siguen siendo los mejores personajes pero Scott Free, en interacción con Barda, gana humanidad y simpatía. La propia Barda tiene una magnífica presentación, pese a que al poco tiempo acaba cayendo en el inevitable rol de cebo para la trampa del villano. Los villanos, como suele ser habitual, consiguen brillar con más intensidad.

El problema con las ideas absurdas o los argumentos incoherentes es que, en contraste con las buenas escenas, resaltan sobremanera. Kirby te puede hacer una página llena de fuerza en New Gods donde maneja a los personajes a la perfección para pasar la hoja y ver el enésimo intento absurdo de matar a Jimmy Olsen acompañado de unos críos que no se entiende qué pintan en todo esto.

Si las pretensiones de la Saga fueran más modestas o los momentos épicos menos intensos, no llamarían tantísimo la atención las meteduras de pata aunque, lógicamente, el conjunto de la obra sería mucho peor. Esta contradicción se sigue notando, aunque con menos intensidad, en este tomo.

Por otra parte, la serie de Jimmy Olsen sigue siendo la peor y el empleo de Superman baja mucho. Frente a algunos apuntes interesantes al principio de la Saga, aquí se ha caído en un uso estándar del personaje, sin desafíos ni problemas ni casi relevancia en las tramas.

En breve, volvemos con el tercer tomo.

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